martes, junio 19, 2012

En el medio de la tormenta


Hay veces en las que la afición al análisis económico produce satisfacciones, las menos la verdad, cuando uno predice que, en función de lo que sabe y su olfato, va a pasar algo… y pasa!!! Qué bonito, era tan obvio… Pero no nos engañemos, la mayor parte de las veces sucede lo contrario. Armado de datos, conocimientos y experiencia, uno vaticina un comportamiento en alguna variable y la realidad lo desmiente del todo, dejando la imagen del pronosticador hundida a la altura de su asombro. Ayer fue uno de esos días, tantos, en los que me equivoqué, no sólo yo, también todo el mundo, pero en la vida real, y fuera de la política, eso no sirve de excusa.

Se suponía que el resultado de las elecciones griegas era “bueno” en dos sentidos. Se podía conformar un gobierno, cosa que no pasó en las anteriores, y éste se componía con partidos partidarios del rescate, o al menos de los que menos trabas ponen a su cumplimiento. Se evitaba así un escenario caótico o controlado por Syriza, partido de izquierda que desea mantenerse en el euro pero aspira a renegociar todos los acuerdos con Europa, cosa que Alemania ya había dicho que no iba a suceder. Así, analistas, medios y este modesto opinador pensábamos que ayer sería un día de respiro en los mercados, con un cierto relax en lo que hace a las bolsas, la prima de riesgo y todo ese tinglado que nos absorbe en el día a día. Y en efecto así sucedió al principio de la mañana, con rebote del ibex superior al 2% y con caídas de la prima de riesgo española de unos quince puntos, pero a media mañana la situación empezó a torcerse, con el ibex desinflándose y la prima recuperando lo que había perdido, y a partir de ahí todo se torció. La bolsa empezó a bajar de manera continua y sostenida y la prima subía como si estuviera montada en el Apollo lunar. A medio día la situación era de medio pánico, con la prima en los 590, dato muy malo, el bono español a 10 años en el entorno del 7,2%, el dato más importante y grave, y el ibex cayendo un 2%, lo más anecdótico de todo. Se repetía casi calcado el guión del lunes anterior, tras el rescate financiero a España, que también se suponía que iba a traer confianza y calma, pero a una escala aún más violenta. ¿Por qué? A eso de media tarde empezaron a salir los analistas diciendo que, claro, lo que se suponía que era muy bueno no lo era tanto y lo que era malo seguía siéndolo. Vaya, vaya, un discurso que dado la vuelta hubiera valido perfectamente para justificar, en el caso de que el comportamiento hubiera sido el inverso, la anticipada subida bursátil que se previó el Domingo. Esto hace que el papel referencial del analista económico se hunda en lo más profundo, porque ayer hubiera acertado más un crupier con una moneda al aire que todos los medios sesudos, más que nada porque la moneda le ofrecía dos opciones posibles, mientras que la profesión sólo veía una al principio de la jornada. Dicen que un buen economista es aquel que justifica mejor hoy porqué se equivocó hace dos días en la predicción que hizo sobre el comportamiento del mercado de ayer. Sí, suena a retorcido, y en el fondo lo es. Curiosamente la jornada financiera de ayer fue un calco de la meteorológica en Madrid, que empezó radiante y soleada y acabó envuelta en oscuras nubes de tormenta que mojaron de manera irregular el reseco suelo de la capital y alrededores. ¿Estaba escrito en el cielo capitalino el destino de la prima? No lo creo, pero el maldito diferencial crecía a medida que lo hacían los cumulonimbos de tormenta, todo ello con la misma pinta de amenaza.

Mi conclusión es que, a parte de saber cada vez menos, me huele que estamos condenados. Nadie se fía ya de España, sus entidades, su gobierno, sus cifras y sus comportamientos. No se si como dice hoy Carlos Sánchez, que sabe mucho más que yo, el mercado descuenta ya la intervención dura de nuestro país, entre otras cosas porque dada la dimensión de nuestra economía y agujero no se muy bien como se haría, pero es cierto que la prima, los bonos y demás materias han entrado en una dinámica de descontrol idéntica a la que se produjo en los anteriores casos de rescate. Si miramos lo sucedido en estos dos años pasados, nadie nos libra de ese trance. Veremos a ver cómo se comportan las subastas del Tesoro de esta semana, pero gracias a deméritos propios y los deseos de ganancia de algunos, nuestro destino parece estar sentenciado.

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