viernes, diciembre 01, 2017

Corea del Norte ya tiene misiles de verdad

Esta semana Corea del Norte ha efectuado un nuevo ensayo balístico. Ha lanzado un misil que ha llegado a una altura de varios miles de kilómetros sobre la superficie para acabar estrellado en el mar, en un proceso de prueba que ha demostrado a todo el mundo su mejora en este tipo de armamentos. Según los expertos, esta prueba ha mostrado, por primera vez, que el amigo King Jon Un tiene misiles no sólo capaces de alcanzar territorio norteamericano, sino cualquier punto del mismo. Sus proyectiles llegan sobreviven al retorno atmosférico e impactan sobre el objetivo señalado. Aún es probable que la tecnología norcoreana no pueda equiparlos con cabezas nucleares, pero ese es el siguiente paso. Ya posee un vector global.

Cada vez que Corea del Norte lanza un nuevo pulso surge la pregunta inevitable. Y ahora, ¿qué? ¿Cómo respondemos? ¿Qué hacemos? De poco sirven las reuniones y condenas de una ONU escasamente operativa en lo general y nula absolutamente en lo que hace al problema norcoreano. Nuevas bravatas tuiteras de Trump muestran su enfado y disposición a hacer cosas, pero nada sucede y el progreso norcoreano es evidente. Si no suceden cosas extrañas o accidentes, es probable que en poco tiempo lleguemos a una situación de equilibrio estratégico, o de equilibrio del terror, como también se le denominaba en el pasado, entre EEUU y Corea del Norte. La capacidad mutua de atacarse nuclearmente impone una cautela en ambas partes muy medida. Cierto es que la superioridad militar norteamericana es abrumadora, pero la probabilidad de que los norcoreanos puedan causar una desgracia nuclear en suelo estadounidense ya no es cero, y ambas partes lo saben. Eso cambia notablemente las estrategias de los dos oponentes y, curiosamente vista la experiencia de la guerra fría, los convierte en más cautelosos. Ninguno de los dos posee incentivos reales para ir a la guerra, a sabiendas de que EEUU saldrá dañado y Corea del Norte liquidado por completo, pero este equilibrio quizás sea la única garantía que puede esgrimir seriamente el régimen de Pyongyang para garantizarse su supervivencia, que es lo único que le importa al gordito y sus gerifaltes. Las conversaciones de EEUU con China, único aliado de los norcoreanos y suministrador de energía y otras materias primas al régimen, no avanzan por buen camino. China promete colaborar en el control del régimen satánico del norte, pero todos saben que, en el fondo, el conviene que esa dictadura permanezca. Le evita un éxodo de población norcoreana, pobre hasta decir basta, y le hace de tapón con respecto a Corea del Sur, aliado norteamericano. De no existir el tramo del norte un gran aliado de EEUU tendría frontera física con China, y eso es algo que en Beijing no se quiere ni imaginar. Por ello todo lo relacionado con Corea del Norte tensa las relaciones entre China y EEUU y complica la geoestrategia en la zona, hasta llevarla a situaciones de alta tensión que pueden ser indeseables. Con todo esto encima de la mesa y otros muchos factores que me dejo y olvido, pueden ustedes concluir que la situación allí es, como mínimo, difícil, y no se vislumbra una salida. Quizás a medio plazo tengamos que acostumbrarnos a vivir con un régimen tan abominable que parece una caricatura, pero que está tan armado y es, aparentemente, rabioso, que mejor no tocarlo. Este status quo de estabilidad a cambio de persistencia de la dictadura garantiza la seguridad en la zona a cambio de la intranquilidad de los vecinos y la opresión infinita e infame de la población norcoreana. Si este es el mejor de los escenarios posibles, ¿cuál es el peor? Una guerra.


Cualquier guerra que se de en la zona, sea con el armamento que sea y de la dimensión que se desee, generaría un balance de muertos difícil de imaginar por su dimensión, y es probable que acabara con un enfrentamiento total, a sabiendas los norcoreanos que, en caso de batalla, no tienen opciones de ganar, sólo de hacer el mayor daño posible a sus vecinos y enemigos antes de ser aniquilados. Cifras de muertos, daños materiales y económicos…. El balance de cualquier conflicto armado en la zona alcanzaría proporciones históricas, y no por lo bueno. Quizás hace unas décadas fuera posible realizar ataques quirúrgicos que impidieran la escalada armamentística y nuclear norcoreana, pero hoy en día eso ya parece fuera de todo alcance. Así que les dejo sobre la mesa la pregunta de antes. Y ahora ¿Qué?

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