lunes, agosto 05, 2024

Un agosto nervioso

Esta tarde subo a Elorrio a pasar dos semanas de vacaciones en casa materna. Antaño los agostos eran tiempos de vacío informativo, de ausencia, pero eso hace tiempo que ha pasado a la historia, en el frenético mundo en el que vivimos. No hay descanso, no hay freno. Como yonkis, las noticias se suceden para que sus adictos se las metan en vena como si fueran lo más grande del mundo. Incluso en España, país que estas semanas se sumerge en una modorra de calor, tardes eternas, pastosas e inactivas. Tras el expolio fiscal pactado por Sánchez, la investidura o no de Illa, y lo que haga el sedicioso Puigdemont llenará titulares.

El panorama fuera no está más despejado, ni mucho menos. No se ha producido este fin de semana, y no se sabe cuándo va a ser, pero que se va a dar un ataque iraní sobre Israel como venganza ante los asesinatos de líderes de Hamas y Hezbollah es conocido y publicitado por Teherán, y que Israel amenaza con responder en el Líbano o donde sea, también. Los llamamientos a los nacionales de terceros países para que abandonen Beirut y el resto de aquella nación se suceden y todo el mundo cuenta las horas antes de una escalada que no se sabe muy bien ni cómo se va a producir ni qué intensidad tendrá, pero que eleva la tensión regional a máximos pocas veces vistos. EEUU contempla, ensimismado en su carrera electoral, los acontecimientos desde una barrera presidencial más que amortizada, y con un socio israelí que toma decisiones sólo en el interés personal del primer ministro Netanyahu, sin hacer caso alguno ni a las protestas de su sociedad ni a los llamamientos de inteligencia, que le recuerdan una y otra vez que está siguiendo una estrategia suicida. En Venezuela hay pocas dudas sobre la magnitud del fraude electoral perpetrado por Maduro y sus secuaces, como tampoco parece haberlas sobre el enrocamiento del dictador en el poder y los intentos que llevará a cabo para perseguir a los opositores y endurecer su régimen. Mano de hierro con formas obscenas para un tirano que así se revela ante todo el mundo, excepto para algunos ciegos que siguen sin querer ver y para algunos otros que calientan sus bolsillos con las dádivas que se regalan desde el palacio de Miraflores, allá en Caracas. Los opositores cuentan con el respaldo y comprensión de gran parte del mundo, pero eso no es suficiente para salvar la vida cuando las fuerzas del poder acuden en tu búsqueda. Corina Machado lleva algunos días en la clandestinidad y es probable que acabe teniendo que huir del país, como han hecho otros muchos millones de compatriotas. La cárcel de miseria y represión que es Venezuela puede seguir existiendo como tal durante bastantes más años si el dictador no cae, y por ahora Maduro se atrinchera con todas sus fuerzas y reta a todos los que afirman que, como hizo Lukashenko en Bielorrusa, su pucherazo electoral es obvio. Espera acabar, como el propio Lukashenko, sobreviviendo a la movilización popular a base de represión, cárcel y mentiras. Y como al dictador bielorruso, no le faltarán algunos apoyos exteriores ni tontos útiles que le quieran cubrir las espaldas. Machado puede acabar como Svetlana Tijanovskaya, viva pero exiliada. Huida para salvar su pellejo de las garras del dictador. En Reino Unido, tras el salvaje asesinato de tres niñas la semana pasada en la localidad de Southport, se ha producido una revuelta alentada por grupos de extrema derecha que está vandalizando algunos centros urbanos y que ayer intentó quemar dos hoteles que acogen a refugiados en distintas localidades del centro del país. La policía se está empleando con ganas para contener a los alborotadores, que con su parafernalia habitual buscan extender el miedo al diferente, armados con palos, cócteles molotov y mucha bandera. A lo largo de estos días las revueltas han ido a más y hay una cierta sensación de descontrol en algunas zonas, no en Londres, ajena por ahora a todo esto. Hay cientos de detenidos, varios heridos entre los violentos y la policía, y el nuevo gobierno laborista de Stammer ya tienen ante sí la primera crisis seria.

En Ucrania, a pesar de que este fin de semana se han producido las primeras entregas de aviones F16 occidentales al ejército de Kiev, las cosas no van bien en el frente, donde los avances rusos son muy lentos, pero no dejan de existir. No se han producido grandes ofensivas de verano, como algunos anticipaban, y la guerra de desgaste se mantiene, con cientos de personas fallecidas al día en ambos bandos, en una carnicería en la que Moscú mira, con ilusión, a unos comicios norteamericanos en los que una victoria de Trump le pueda dar la guerra ganada en bandeja. Y todo esto con unos índices bursátiles. en EEUU que, con pérdidas del 10%, empiezan a entrar en terreno de contracción, sin que sepamos aún si estamos sólo ante un susto o el preludio de algo más serio.

Nos leemos el martes 20 de agosto, si no pasa nada raro. A ver cómo evoluciona todo esto.

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