viernes, julio 19, 2024

La sensacional Shannen Doherty

El pasado 13 de julio falleció Shannen Doherty, actriz estadounidense, con apenas un par de años más que yo. Desde hacía tiempo se le había diagnosticado un cáncer mamario de los agresivos, y los tratamientos a los que se ha sometido no han podido con la enfermedad. Sí acabaron con su riqueza, en una nación donde la sanidad no es un derecho sino un coste inasumible la mayor de las veces. Casi arruinada, su tramo final de la vida ha sido el de la decadencia total, y ahora muchos de sus compañeros que la lloran en público debieran pensar lo poco que la ayudaron en privado con algo tan básico como contribuir a pagar sus facturas.

Mi relación con Dogerty es extraña. Su fama fue universal, junto con todos los que compartía reparto, cuando se estrenó aquella serie llamada Beverly Hills 90210. Avalada por críticos y convertida en fenómeno en EEUU, llegó a España y arrasó sin discusión alguna… bueno, alguna sí, al menos la de este raro que les escribe. Vi apenas un par de capítulos de la serie y, lo reconozco, me pareció insoportable. A escala, con Friends me pasó lo mismo. Los protagonistas eran, presuntamente, compañeros de un instituto, pero lo que allí veía uno era un despliegue de vida y lujos inenarrable, un ambiente de pijerío insoportable y unas tramas nada creíbles. Lo poco que vi me dio la absoluta sensación de estar completamente alejado de mi vida, lo que es habitual en casi todo, pero también de la realidad que me rodeaba. No tenía empatía alguna con los personajes, no me emocionaban sus tramas, no me interesaban sus problemas, nada. Era todo artificial, ajeno. Eso sí, había una excepción, que era Shannen. Su belleza era descomunal, pero también su atractivo y morbo, en todos los sentidos, elevados y depravados, que usted quera imaginarse. Ajena al estereotipo de la chica guapa norteamericana, esa rubia animadora despampanante tan repetida como vista, Dogerty encarnaba una belleza profunda, con un rostro no muy convencional y una melena morena no muy extensa que la sacaba del imaginario de los pompones. Al verla no existía nada más en torno a ella, el resto de personajes podían irse a negro, eran meros comparsas, satélites orbitando sin cesar en torno al planeta Shannen. Aun así, la serie se me hacía insoportable, y como no soy de esos que ven las cosas porque salga una tía buena en ellas, mi experiencia televisiva con el barrio pijo de Los Ángeles duró apenas algo más que una película larga. La serie lanzó a varios de sus protagonistas a la fama, aunque no creo carreras muy consolidadas, pero llenó portadas de revistas con una tropa de ídolos adolescentes que encandilaron corazones de ellos y ellas. Dogerty fue de las que menos rendimiento sacó a su presencia en la producción, y eso que era una de las protagonistas principales, encarnando el papel de Brenda, hermana de Brandon (ya sólo esa elección absurda de nombres me hizo pensar que toda la serie era un truño) y pronto fue presa de cotilleos de todo tipo con la relación que existía entre los actores del reparto. El papel de mala en la vida real le casaba bastante bien, y con el tiempo empezó a ser más conocida por todos esos asuntos que por su trabajo real como intérprete. Jugó a la fama, porque le ofrecieron el juego y aceptó, y se metió en un mundo en el que lo más probable es que uno salga destruido. Sin ver la serie, era imposible no topársela en portadas, artículos o piezas televisivas, donde seguía siendo para mi uno de los cúlmenes de la belleza y el atractivo. No seguía los chismorreos sobre su figura, me daban igual, sólo me interesaba su belleza y atractivo. Decir esto ahora es casi delito, pero me da igual. No estaba enamorado de ella, porque soy consciente, desde pequeño, que las personas famosas que uno ve en los medios no existen en el mundo real para los que no estamos en su entorno, por lo que es absurdo tener sentimientos hacia ellas, pero no podía evitar mirarla cada vez que, en lo que fuese, apareciera. Luego su fama fue declinando y, poco a poco, su imagen dejó de vender, y ya no se supo mucho más.

Lo que más me llamaba la atención de todo aquel mundo fue el subtítulo que se le puso a la serie en España, ese “sensación de vivir” que expresaba de una manera rotunda y aspiracional lo que la imagen de la pantalla proyectaba, una vida sensacional en medios materiales que estaba a años luz de los nuestros, con unas rentas, propiedades, coches y opciones infinitas. Eso me llamaba la atención, obviamente, para eso se creó el producto, pero lo que más me motivaba era lo realmente sensacional que podía ser la vida al lado de alguien como Shannen, poseedora de un atractivo que dejaba a las mansiones en las que vivían todos los protagonistas convertidas en mero cartón piedra. ¿Cómo sería vivir con ella? me preguntaba. Nunca lo supe. Ni lo sabré. ¿Dónde está la fuente de para vivir con sensaciones semejantes?

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