martes, septiembre 10, 2024

Draghi ante el declive europeo

Ayer se presentó en Bruselas uno de los informes más esperados de los últimos tiempos, el elaborado por el ex presidente del BCE Mario Draghi. El encargo de la comisión era que este prestigioso técnico estudiara la situación en la que se encuentra la economía europea y diera algunas ideas sobre cómo hacer que la UE vuelva a ser un espacio dinámico e innovador, lo que permita fomentar el crecimiento económico y, con él, llevar a cabo las políticas que las naciones europeas desean en el campo del bienestar de sus ciudadanos. Sin crecimiento no hay nada que hacer.

No me he leído el informe, a ver si lo hago en breve. Lo pueden descargar en este enlace. Lo más relevante es la necesidad de hacerlo, y la asunción de que la UE se ha quedado muy atrás respecto a las dos grandes potencias económicas globales, EEUU y China, que son las que ahora mismo deciden lo que sucede en el mundo en facetas tan relevantes como la investigación, la competitividad o el desarrollo de nuevas tecnologías o mercados. Durante las últimas décadas hemos visto como China ha ido creciendo sin cesar en el tablero global, achicando el espacio al resto de naciones, que han gestionado este movimiento de una manera u otra. EEUU, la potencia hegemónica, ya no lo es tanto, pero ha logrado reinventar su economía con una capacidad de innovación tecnológica que es realmente asombrosa. De allí siguen llegando técnicas, dispositivos y software que son utilizados en todo el mundo. China, que basó su crecimiento exponencial en la mano de obra barata y en convertirse en la subcontrata global ha ido mutando, de tal manera que, aun siendo una economía muy dependiente de la inversión y las exportaciones de manufacturas al resto del mundo, posee ya sectores tecnológicos avanzados que se encuentran a la vanguardia, y sólo mirar su programa espacial y éxitos como los de las sondas lunares demuestran de lo que es capaz. Está por detrás de EEUU en tecnología punta, pero le sigue a buen ritmo. ¿Y Europa? La pregunta nos lleva a la melancolía. El peso de la economía de la UE ha ido disminuyendo en el mundo, la presencia de sus empresas en los sectores punteros se ha convertido en residual y, aunque sigue siendo un fabuloso mercado de consumo, ya no lo es de producción. El control del mundo ha pasado de estar en manos de europeos a estarlo en manos norteamericanas y asiáticas, y empezamos a ser un mero espectador, y sufridor, de las disputas entre ambas potencias. El dinamismo inversor europeo se ha frenado en estos años y los sectores disruptivos, como puede ser el de los chips, con sus aplicaciones infinitas, o la biotecnología, están representados de una manera muy inferior a lo que lo hacen en las dos naciones de referencia. Se ha perdido impulso, atractivo, ganas… el continente se encuentra en un proceso de declive relativo respecto a una nación, EEUU, cuyos niveles de renta per cápita siguen subiendo sin cesar y una China que ha pasado en un cuarto de siglo de la pobreza relativa a ser colíder del mundo. La sociedad europea empieza a ser temerosa respecto a un mundo que no controla. Envejecida, con la sensación de tener más pasado que futuro, asustada por la llegada de inmigrantes que encuentran aquí el paraíso teniendo en cuenta de donde vienen, con la disyuntiva de rechazar a los de fuera a la vez que darse cuenta de que los necesita para prosperar, las naciones europeas navegan sin mucho rumbo por unas aguas que, en su momento, fueron suyas, pero hace tiempo que dejaron de serlo. Y esta sensación de decadencia de parte de la sociedad convive, en algunas naciones, con el absurdo deseo de volver a pasados remotos que ya son sólo historia, y eso en el mejor de los casos, lo que supone aumentar frustraciones y gastar energías en proyectos absurdos. El Brexit, o el surgimiento de las formaciones nacionalistas extremas en los países del continente son un perfecto ejemplo de esta tendencia autodestructiva, que en el fondo surge de ese miedo a un futuro en el que nos vemos menos ricos y poderosos de lo que éramos. Sí es probable que ese sea nuestro destino.

El hecho de que la Comisión haya pedido a Draghi, anteriormente lo hizo a Enrico Letta, que elaboren un estudio sobre dónde estamos y cómo podemos salir de este marasmo es un avance, porque reconocer que vivimos una situación complicada es el primer paso de los muchos que hay que dar para superarla. ¿Hay posibilidades reales de que Europa vuelva a ser un espacio de competitividad y de atractivo inversor global? ¿De que nuestras empresas sean líderes globales en sus sectores? ¿De que la prosperidad generalizada redunde en el sostenimiento seguro de nuestros estados del bienestar? Créanme, lo veo muy difícil, pero ya saben, la única batalla que seguro está perdida es la que no se combate. Nos jugamos el futuro, nuestro futuro, en esto.

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