viernes, marzo 07, 2025

Pilar Ruiz, de los Pagaza. Una mujer valiente

Esta semana, a la edad de noventa y tres años, ha fallecido Pilar Ruiz. Puede que este nombre, dicho así, no signifique mucho, pero si les digo que era la madre de los Pagaza, los Pagazaurtundúa, a buen seguro les vienen recuerdos de años oscuros en los que el terrorismo etarra actuaba a discreción, el miedo corría por las calles del País Vasco, no sólo, y los asesinos y sus cómplices, muchos de ellos en las instituciones, ejecutaban sus sentencias de muerte sin que nada ni nadie pareciera hacerles frente. No fue ese el caso de Pilar, que desde sus años jóvenes mostró un compromiso pleno con la libertad y, primero, lucho contra la dictadura franquista y luego contra la nacionalista vasca.

Pilar sufrió lo más cruel que puede experimentar una madre, que es la muerte de su hijo, no accidental, no casual, sino provocada. Joseba, policía municipal de Andoan, fue asesinado en un cruel atentado etarra en el que el asesino le disparó mientras estaba tomando algo en una cafetería de su pueblo, en fin de semana. Los cómplices ya habían trabajado durante un tiempo dando información al comando que iba a ejecutar a un inocente, y la suerte de Joseba estaba echada desde hace tiempo porque desde el Ayuntamiento de su pueblo y la Consejería de Interior del Gobierno Vasco se le había abandonado. Fundador de Basta Ya, protestón habitual cada vez que ETA y sus socios ejercían su labor sanguinaria, Joseba era un objetivo obvio para los nazis locales y una molestia para los que recogían las nueces del árbol que los terroristas golpeaban con saña. Su ejecución fue absoluta, sin piedad, de día. El objetivo, además de eliminarlo, era mandar un aviso a todos los que se manifestaban en contra de ETA y su mundo, para que se callasen. La mafia batasuna y su brazo ejecutor dejaban claro qué les pasaba a los que se les oponían. El silencio de la sumisión garantiza la vida, era el mensaje claro. Lo que no tuvieron en cuenta en ningún momento toda esa calaña de sujetos es que en los Pagaza había una familia con un valor y coraje que era impensable, y más para unos cobardes como los etarras, basura moral que no son nada sin armas. Ahí muchos descubrimos los arrestos de unas mujeres, Pilar y su hija Maite, pero sobre todo Pilar, en aquellos momentos de conmoción, que nos hicieron levantarnos de nuestros cómodos asientos vitales y expresar la mayor de las admiraciones ante una mujer pequeña, menuda, físicamente poca cosa, pero con un gesto enérgico, una voz firme, y una convicción plena. Rota de dolor, pero a sabiendas de que los malnacidos eran los asesinos, Pilar defendió en todo momento la vida, obra, imagen y recuerdo de su hijo Joseba, denunció cómo las instituciones lo habían abandonado, a sabiendas de que estaba en el objetivo de ETA desde hacía tiempo, y que ahora, tras el asesinato, vendrían palabras falsas de condena por parte de políticos rastreros que se mostraban compungidos por lo sucedido pero que, en el fondo, lo celebraban, porque compartían las ideas fanáticas que justificaban el terror etarra, porque estaban inundados de nacionalismo sectario y, también, porque vivían gracias a poltronas bien conservadas en las que el terrorismo era una pieza necesaria para mantener callada a la población y sometida. Ya en el funeral de Joseba Pilar se mostró con un temple inaudito, e impidió que batasunos y representantes del régimen nacionalista vasco se acercasen al féretro de su hijo, destacando el enfrentamiento que tuvo con Xavier Arzallus, máximo dirigente del PNV y, quizás, la persona con más poder en todo el País Vasco, el padrino. Nadie se atrevía a echar en cara a Arzallus su connivencia con el terror, su proximidad moral e ideológica con los asesinos, de los que mantenía una distancia física para no mancharse, pero que siempre tenía cerca en el corazón, tan cerca como lejos a las víctimas. Pilar Ruiz le hizo frente, y para el nacionalismo carca, sectario y, también, misógino, que una mujer se les enfrentara supuso una conmoción que muchos no lograron superar. Pilar se convirtió en objeto de ataque por parte de todo el mundo nacionalista, y ella siguió ahí, valiente, hablando sin miedo.

Pilar se enfrentó también a los suyos, a los socialistas, cuando quedó claro que el PSE iba a pactar con Batasuna para llevarse beneficios de las treguas etarras y se iba a iniciar un proceso de blanqueamiento del terrorismo que ha llevado hoy a la indignidad de que Bildu sea visto como “progresistas”. Como Zelensky hace una semana en la Casa Blanca, Pilar Ruiz estuvo rodeada muchos años por matones, y les hizo frente. Algunos de ellos hoy siguen cobrando elevados sueldos públicos, y arrastrando la indignidad de sus actos hasta el fin de sus días. No será nunca símbolo feminista, pero Pilar Ruiz fue una mujer que mostró un valor, convicciones y entereza como muy pocos y pocas pueden hacerlo. A ella todo mi reconocimiento.

Subo a Elorrio este fin de semana y me cojo dos días. Si no pasa nada raro nos leemos el miércoles. Seguirá lloviendo.

jueves, marzo 06, 2025

Gastar más en defensa, sí, pero ¿cómo?

La comparecencia de hace dos días de la presidenta de la Comisión Europea, Von der Layen, ha supuesto el pistoletazo de salida de la carrera para gastar de manera conjunta en defensa entre los países de la UE. Úrsula habló de movilizar recursos de la cohesión (eso nos afectará en el trabajo) de importes del plan de recuperación pandémico que están pendientes de absorción, de recurrir a la iniciativa privada juntamente con el esfuerzo público, etc. No, no mencionó la posibilidad de emisiones de deuda mancomunada, como se hizo en el caso del Covid, pero no es descartable. Habló de cifras de entorno a 800.000 millones de euros en un programa plurianual. Es un poco menos es lo que gasta EEUU en defensa en un año

El abandono por parte de Trump del compromiso de la defensa colectiva de occidente, plasmado en la OTAn y en otra serie de acuerdos, pone sobre la mesa la necesidad de que Europa se dote de una seguridad eficaz para que le sirva en caso de que su vecindario, Rusia sobre todo, pero no sólo, se lo piense dos veces antes de seguir con una política intimidatoria. Se trata, en el fondo, de que la UE tenga una capacidad de disuasión, palabra mito en el mundo de la defensa, que viene a significar que uno mete tanto miedo que el otro no se atreve a atacarle. Suele haber armamento nuclear por medio en ese logro disuasorio. El problema de fondo que veo, que pregunto a gente que sabe mucho más que yo de todo esto y no logran contestarme con solidez, es que aumentar el gasto en sí mismo no sirve para nada si no se crea una estructura militar unificada para los países UE. Si sumamos los presupuestos de defensa de cada una de las naciones de la UE obtenemos un gasto anual de unos 500.000 millones de euros, cifra enorme, que es la mitad de la norteamericana, sí, pero resulta la segunda del mundo. ¿Cuál es el problema? Que esa suma es mentira, que aunque sean euros idénticos, lo que gasta Francia en defensa no es acumulable a lo que hace Italia o Polonia, porque cada nación posee un ejército propio, integrado, cerrado, diseñado para enfrentarse al resto, con especificaciones propias, empresas suministradoras en las que los estados suelen estar muy presentes, tradiciones, logísticas y formas de funcionamiento particulares… es decir, conjuntos estancos que no son simplemente agrupables. Los únicos ejercicios conjuntos que realizan todas esas fuerzas dispersas son los que se hacen bajo la tutela de la OTAN, en la que un mando de una nación dada es el que da órdenes a tropas de otras naciones, algo que resulta aberrante desde el punto de vista de la defensa nacional de cada uno de los países. Pero esos ejercicios son eso, ejercicios, días de adiestramiento en los que los participantes se “visten” de soldados OTAN, y cuando se acaban vuelven a la disciplina de sus estructuras nacionales. De nada sirve que cada nación europea gaste más dinero en cosas propias si no se replantea, totalmente, la estructura de control y mando que permitiría crear una unificación de fuerzas. De nada sirve que las naciones europeas acumulen stocks de munición que sólo es compatible con el calibre de las piezas de artillería propias, y que no puede ser cedida a terceros porque, simplemente, o no entra en el cañón o baila. Y eso en Ucrania es el pan nuestro de cada día. Es necesario replantearse muchas cosas de fondo para poder lograr que ese esfuerzo de gasto sirva para algo más que para realizar una acción keynesiana de estímulo de la demanda industrial de cada país. Y por ahora sólo me he referido al material, no a la tropa. Un ejército son soldados, que en la UE hablan en multitud de idiomas distintos, que tienen formación dispar, que provienen de contingentes profesionalizados pequeños y con enormes particularidades… ¿cómo coordinar esos “recursos humanos” de manera única?

Otro melón en el gasto de defensa es el de la dependencia tecnológica y de todo tipo respecto a EEUU. Ayer, tras la decisión de Trump de suspender la colaboración en materia de inteligencia con Ucrania, las lanzaderas HIMARS dejaron de poder disparar a objetivos rusos porque su software ya no recibía la información necesaria, desde EEUU, para determinar objetivos. Si en Europa nos gastamos millonadas en material norteamericano que luego depende del capricho de su presidente para funcionar habremos hecho una profunda estupidez en lo que hace a estrategia de seguridad. No, no es sólo gastar por gastar, el problema es mucho más profundo y complicado.

miércoles, marzo 05, 2025

Ruinosas guerras comerciales

El comercio es una necesidad que nace cuando se da una mínima complejidad social, y se ve que la autosuficiencia de los individuos y sus comunidades no existe, e intercambiar cosas entre ellos, y con otras comunidades, resulta la manera más sencilla de cubrir los agujeros que uno no es capaz de tapar. De ahí a la complejidad económica de nuestro mundo hay un aparente universo de distancia, pero la esencia es la misma, cubrir necesidades que otros son capaces de satisfacer. Puede haber trampas en esos intercambios, ilegalidades, e intentos de boicotearlos, como en todas las áreas de la vida en la que participamos las personas.

La decisión de Trump de iniciar una guerra comercial abierta contra sus vecinos Canadá y México, y también China, con aranceles que llegan hasta el 25% de lo que importa EEUU es un enorme error económica, es una medida políticamente estúpida y es una manera de comenzar un proceso de guerra comercial que es muy sencillo de señalar cuándo empieza, pero difícil saber cómo acabará y qué largo se hará. Evidentemente, los países afectados ya han dicho que van a responder de manera recíproca ante una medida unilateral tomada por un vecino con el que las relaciones comerciales son muy intensas y, en el caso de Canadá, únicas, dado que todas las fronteras físicas canadienses limitan con EEUU. Trump sigue mintiendo como un bellaco cuando acusa a propios y extraños de maltratar a EEUU y de expresar un deseo de venganza colectivo contra todo aquel que no siga sus dictados al pie de la letra. La escalada de aranceles que suele darse cuando se empiezan rondas de sanciones de este tipo crece a alta velocidad, el número de productos implicados se dispara y, poco a poco, las trabas crecen. Y con ellas, obviamente, los precios. Los precios suben en el país que impone las trabas porque se encarecen los productos importados, que lo son para el consumo directo de los ciudadanos, pensemos en los aguacates mejicanos, o se integran en la cadena de producción de EEUU como insumos intermedios, pensemos en acero y energía procedente de Canadá. Ese incremento en los costes de los productos importados va a tener que ser repercutido por los intermediarios y fabricantes a lo largo de toda la cadena de producción, y al final va a llegar al consumidor, que es el último eslabón, que paga el bien o servicio que disfruta, y va a ver cómo los precios de muchos de los artículos que compra, habitualmente o de manera esporádica, van a subir de precio, en lo que va a ser una nueva espiral inflacionaria que va a golpear, sobre todo, a las clases medias y bajas del país. A los oligarcas que han respaldado a Trump todo esto les preocupa bien poco en su bolsillo diario, porque los gastos de vida no representan para ellos sino una ínfima proporción de su riqueza, pero para la clase media norteamericana, que es más rica que nosotros, pero que hace la compra en el supermercado, paga las facturas de la casa y sus suministros, compra ropa, hace frente a los gastos escolares y tiene, por tanto, hábitos de vida y consumo que nos son muy familiares, esto va a supone un golpe directo a su línea de flotación financiera. Acostumbrada a gastar mucho, a tirar del crédito ya  tener tasas de ahorro muy bajas, la s familias norteamericanas sufrieron bastante con la inflación que llegó tras la reapertura del Covid, y ese dolor financiero es una de las causas de la victoria trumpista frente a los demócratas. ¿Cómo se lo agradece el presidente Donald? Generándoles una nueva ronda de subida de precios, y esta vez no por el efecto indirecto de una catástrofe global, ni nada por el estilo, sino por una medida estúpida tomada a propósito, un error forzado, un desastre provocado por la ineptitud de un dirigente y la camarilla que le sigue. La subida de aranceles, la guerra comercial, es un error que suelen defender con ahínco los autócratas y, en general, todos aquellos ideólogos que desean controlar a su país y someterlo. Se ve que Trump desea ambas cosas.

Desde hace unos pocos días las bolsas norteamericanas están cayendo con ganas, habiendo perdido ya todas las ganancias registradas desde las elecciones de noviembre. Las bajadas, de más de un punto porcentual diario, empiezan a dejar un rastro rojo en los índices y en muchas empresas. ¿Cotiza en los mercados el deterioro económico que Trump va a causar a su país? ¿Va a meter la imbecilidad del personaje a EEUU en una crisis económica? ¿Es todo tan irracional como parece? Las dudas crecientes en los analistas ante las medidas proteccionistas de Trump se basan en la dimensión de sus efectos, pero no en que van a ser negativas para el país y el resto del mundo. En eso estamos casi todos de acuerdo, salvo los ciegos adoradores del personaje.

martes, marzo 04, 2025

Anora gana el Oscar

Hasta hace pocos años trataba de mantener una rutina a principios del ejercicio para intentar ver todas las películas que estaban nominadas a la categoría de mejor film en la ceremonia de los Oscar, y así tener mi favorita personal y ver si el resultado era coincidente con mis gustos o no. El disparo en el precio de las entradas y, sobre todo, el que desde hace un tiempo la categoría de mejor película ha disparado sus candidatos hasta llegar casi a la decena ha hecho que esto sea casi imposible, por lo que últimamente la ceremonia se da entre películas rivales de las que apena puedo opinar. Curiosamente, no fue así el año pasado, cuando ganó Oppenheimer.

Pero vuelve a ser este, donde el triunfo se lo ha llevado una producción independiente, menor en ambiciones, llamada Anora, de la que no puedo expresar opinión alguna, porque no la he visto. De entre las candidatas, sí vi El Brutalista, que reseñé aquí y me gustó mucho, y veía claro el premio a Adrian Brody, y me alegra que le hayan otorgado también el reconocimiento a la Banda Sonora, que me encantó. Del resto de nominadas, hasta un total de diez, sólo Dune 2 también la tenía vista, y estéticamente me gustó, pero me dejó algo frío. Dos de diez es un magro balance para que pueda opinar, y es que este es otro de esos años en los que Hollywood premia, o selecciona, películas que no han sido un bombazo, y no me refiero a recaudación, sino a impacto. Es sabido que el cine ha perdido su preminencia como referente audiovisual, desbancado por las series televisivas en el caso de los adultos y por las redes sociales para el conjunto de la población. Hace unos años ganar el Oscar era sinónimo de encumbrar la producción a nivel global, pero eso hoy no pasa. De todas las nominadas ha habido dos que han acaparado atención mediática por encima del resto. Por un lado Cónclave, británica, que aspiraba a varios premios y tenía aire de favoritismo los últimos días, y que se ha llevado bien poco. Sí he leído la novela de Robert Harris en la que se basa (gran y entretenido escritor, no lo duden, lean sus obras) y no deja de tener su aquel que esa película esté en el candelero cuando el titular de la Santa Sede pasa su tercera semana hospitalizado y entre crisis respiratorias que a algunos ya les recuerdan al preludio de una sede vacante. La otra, que ha sido la película de la temporada es Emilia Pérez, francesa, que ha cosechado premios durante toda la temporada de festivales de 2024 y era el título que contaba con mayor número de nominaciones, y hasta hace pocos meses pareciera destinada a arrasar en la ceremonia del domingo. La temática y algún otro aspecto de la película (un semi musical) no me llamaban mucho y no tenía ganas de verla, pese a sus buenas críticas. El papel de Karla Sofía Gascón era reverenciado por todo el mundo, al parecer con razón, y finalmente Zoe Saldaña se ha llevado el Oscar a la mejor actriz de reparto, y ese, junto con otro de carácter técnico, ha sido el único de los trece a los que estaba nominado que la cinta ha conseguid. Evidentemente todo el escándalo de los tuits de Karla ha derrumbado las posibilidades de premio para la película, y desde luego para la protagonista, que pasó injustamente de ser alabada por todos a ser apedreada de una manera infame, empezando por el despreciable sujeto que ha resultado ser el director de la película, que mientras pudo se subió a la ola de Karla y fue de los que con más saña la repudió cuando su nombre empezaba a ser tóxico de cara a los premios. Emilia Pérez ha quedado sojuzgada por un asunto extra cinematográfico y se va casi de vacío de lo que podría haber sido su consagración. Esa es una de las noticias más importantes, y reveladoras, de la noche de los Oscar.

Se ha comentado mucho entre críticos y entendidos las despiadadas campañas de promoción de las candidaturas que se han desatado durante estos meses, habituales en Hollywood, pero en pocas ocasiones más crueles, descaradas y onerosas. Todos los productores estaban buscando un momento “Karla” en el que alguno de los protagonistas de las otras películas candidatas hubiera meado fuera de tiesto para sacarlo a la luz y hundir sus aspiraciones. Muchas productoras han gastado muchísimo más dinero en promocionar su película que en producirla, en un año de productos relevantes baratos (El Brutalista, diez millones de dólares, Anora seis). La carrera de los Oscar está llena de codazos, zancadillas y pisotones. Da para una buena peli.

lunes, marzo 03, 2025

La infamia del viernes

Casi lo sigo en directo, de casualidad. Me quedé el viernes por la tarde en la oficina un rato largo trabajando y, tras ello, fui al centro a hacer un recado, y acabé en una cafetería tomando algo y, sin más que hacer, saqué el móvil y me conecté a la red de Eloncio para ver qué pasaba. Sabía que esa tarde, mañana en Washington, Trump recibía a Zelensky y estaba prevista la firma del acuerdo de explotación colonial de las reservas minerales y energéticas de Ucrania, aunque no se supiera nada de las garantías de seguridad que EEUU fuera a conceder a cambio del expolio organizado. Esa firma me parecía un ultraje, una humillación. No me gustaba nada.

Y entonces compruebo, asombrado, que surge una catarata de tuits puestos por los corresponsales de los medios españoles e internacionales que estaban en Washington, contando algo que no era lo previsto, ni mucho menos. Una bronca, un enfrentamiento, una discusión en la que Trump acusaba a Zelensky a voz en grito de ser un provocador en medio del despacho oval, delante de todos los periodistas. Cortes de una escena en la que el presidente ucraniano está sentado en una silla, algo adelantado, y el norteamericano no deja de dirigirse a él de manera amenazante, señalándole con el dedo, abroncándole. ¿Pero qué XXX es esto? Me preguntaba, sin entender nada de lo que estaba pasando. Poco a poco los corresponsales empiezan a relatar lo sucedido y lo que descubro es aún peor de lo que imaginaba, una discusión enorme, comenzada por el vicepresidente JD Vance, secundada por algún periodista forofo del trumpismo, y el gran jefe maestro de todo, Donald, que actuaba como el presentador de un reality en el que fuera la estrella, el invitado y el patrocinador. Los hechos se precipitaban y a los pocos minutos se confirmaba que la prevista firma del acuerdo de expolio se suspendía, y Zelensky abandonaba la Casa Blanca al rato en medio de una tormenta diplomática de primera. El desastre que se había escenificado a gritos se plasmaba en la ruptura absoluta. La sensación de todos los que habían asistido al acto era de estupefacción, incredulidad, vergüenza, bochorno… escojan ustedes el término que quieran. Durante la noche empezaron a circular los primeros análisis de lo que había sucedido, todos teñidos de dramatismo y de asombro a partes iguales. Con el paso de un par de días se puede decir sin temor a equivocarse que lo que se vivió el viernes fue la escenificación de una ruptura, el teatro creado por Trump y los suyos, la encerrona indigna a la que fue sometido Zelensky, la actuación a plena luz del día del grupo de mafiosos que rigen los destinos del gobierno de EEUU, que decidieron dar una lección al díscolo Zelensky para que aprenda lo que es bueno, para que se someta y deje de dar la coña. El viernes una escena de acoso y abuso de colegio, de “bulling” que se dice inapropiadamente ahora, donde los abusones de la clase acorralan al débil en el hueco de los baños y deciden darle una buena paliza para que quede claro quien manda. Esos abusones son los dueños del colegio, son los que dictan las normas, tienen el poder y abusan de él sin cortapisa alguna. La escena era repugnante en fondo y forma, injusta y llena de odio. Ejemplifica lo peor de la condición humana en un contexto de negociación, de intercambio de pareceres, y no deja de ser sino la expresión manifiesta de como los sujetos como Trump se manejan por la vida, con la chulería absoluta de quine no sólo se cree en posesión de la verdad, sino que también tiene el poder y dinero para comprar voluntades que le secunden y respalden. Zelensky, que preside un país bombardeado por el dictador Putin, acudió a la Casa Blanca en busca de ayuda, vendida como chantaje, y recibió una encerrona de uno de los más fieles socios del malnacido que masacra a diario su país. Su cara de asombro, de descoloque, en un lugar que le es ajeno y en un idioma que no es el propio, lo decía todo. No entendía muy bien lo que pasaba, sólo sabía que allí, también allí, estaba rodeado de enemigos.

Trump el viernes escogió bando, y decidió claramente alienarse con Putin, sellar ante la audiencia global un pacto entre el sátrapa conocido y el que aspira a serlo, y tras ese nauseabundo acto, se fue a Florida a vaguear y mandó a todas sus huestes, incluidos los payasos que le secundan en España, a escribir como locos defendiendo la indignidad que acababa de suceder. Trump ya es un enemigo del mundo libre, y no tengo nada claro como el resto de las naciones vamos a ser capaces de defendernos de él. Las opciones de Ucrania, asediada por Putin, traicionada por Trump, son muy escasas. Las de Europa, en su conjunto, no son mucho mayores.