jueves, marzo 06, 2025

Gastar más en defensa, sí, pero ¿cómo?

La comparecencia de hace dos días de la presidenta de la Comisión Europea, Von der Layen, ha supuesto el pistoletazo de salida de la carrera para gastar de manera conjunta en defensa entre los países de la UE. Úrsula habló de movilizar recursos de la cohesión (eso nos afectará en el trabajo) de importes del plan de recuperación pandémico que están pendientes de absorción, de recurrir a la iniciativa privada juntamente con el esfuerzo público, etc. No, no mencionó la posibilidad de emisiones de deuda mancomunada, como se hizo en el caso del Covid, pero no es descartable. Habló de cifras de entorno a 800.000 millones de euros en un programa plurianual. Es un poco menos es lo que gasta EEUU en defensa en un año

El abandono por parte de Trump del compromiso de la defensa colectiva de occidente, plasmado en la OTAn y en otra serie de acuerdos, pone sobre la mesa la necesidad de que Europa se dote de una seguridad eficaz para que le sirva en caso de que su vecindario, Rusia sobre todo, pero no sólo, se lo piense dos veces antes de seguir con una política intimidatoria. Se trata, en el fondo, de que la UE tenga una capacidad de disuasión, palabra mito en el mundo de la defensa, que viene a significar que uno mete tanto miedo que el otro no se atreve a atacarle. Suele haber armamento nuclear por medio en ese logro disuasorio. El problema de fondo que veo, que pregunto a gente que sabe mucho más que yo de todo esto y no logran contestarme con solidez, es que aumentar el gasto en sí mismo no sirve para nada si no se crea una estructura militar unificada para los países UE. Si sumamos los presupuestos de defensa de cada una de las naciones de la UE obtenemos un gasto anual de unos 500.000 millones de euros, cifra enorme, que es la mitad de la norteamericana, sí, pero resulta la segunda del mundo. ¿Cuál es el problema? Que esa suma es mentira, que aunque sean euros idénticos, lo que gasta Francia en defensa no es acumulable a lo que hace Italia o Polonia, porque cada nación posee un ejército propio, integrado, cerrado, diseñado para enfrentarse al resto, con especificaciones propias, empresas suministradoras en las que los estados suelen estar muy presentes, tradiciones, logísticas y formas de funcionamiento particulares… es decir, conjuntos estancos que no son simplemente agrupables. Los únicos ejercicios conjuntos que realizan todas esas fuerzas dispersas son los que se hacen bajo la tutela de la OTAN, en la que un mando de una nación dada es el que da órdenes a tropas de otras naciones, algo que resulta aberrante desde el punto de vista de la defensa nacional de cada uno de los países. Pero esos ejercicios son eso, ejercicios, días de adiestramiento en los que los participantes se “visten” de soldados OTAN, y cuando se acaban vuelven a la disciplina de sus estructuras nacionales. De nada sirve que cada nación europea gaste más dinero en cosas propias si no se replantea, totalmente, la estructura de control y mando que permitiría crear una unificación de fuerzas. De nada sirve que las naciones europeas acumulen stocks de munición que sólo es compatible con el calibre de las piezas de artillería propias, y que no puede ser cedida a terceros porque, simplemente, o no entra en el cañón o baila. Y eso en Ucrania es el pan nuestro de cada día. Es necesario replantearse muchas cosas de fondo para poder lograr que ese esfuerzo de gasto sirva para algo más que para realizar una acción keynesiana de estímulo de la demanda industrial de cada país. Y por ahora sólo me he referido al material, no a la tropa. Un ejército son soldados, que en la UE hablan en multitud de idiomas distintos, que tienen formación dispar, que provienen de contingentes profesionalizados pequeños y con enormes particularidades… ¿cómo coordinar esos “recursos humanos” de manera única?

Otro melón en el gasto de defensa es el de la dependencia tecnológica y de todo tipo respecto a EEUU. Ayer, tras la decisión de Trump de suspender la colaboración en materia de inteligencia con Ucrania, las lanzaderas HIMARS dejaron de poder disparar a objetivos rusos porque su software ya no recibía la información necesaria, desde EEUU, para determinar objetivos. Si en Europa nos gastamos millonadas en material norteamericano que luego depende del capricho de su presidente para funcionar habremos hecho una profunda estupidez en lo que hace a estrategia de seguridad. No, no es sólo gastar por gastar, el problema es mucho más profundo y complicado.

No hay comentarios: