martes, septiembre 25, 2012

Acemoglu y Robinson han escrito un libro maravilloso y obligatorio


A parte de ver a amigos y familiares, lo más intenso y placentero de estas vacaciones ha sido… un libro. Sí, sí, un libro. Me llevé seis para la semana y los acabé todos, cinco de ellos eran pequeños y de bolsillo y uno era grande, denso y pesado, pero fue el que más satisfacciones me produjo. Precedido de magníficas críticas en todo el mundo, y esta vez sin la habitual tardanza de las editoriales españolas ante textos especializados, editorial Deusto ha sacado este 1 de septiembre la edición española de Por qué fracasan los países, de Daron Acemoglu y James A. Robinson, libro llamado a ser un clásico.

Este libro trata de responder a esa pregunta tan compleja que siempre nos ha rondado en la cabeza, porque si todos los humanos somos iguales resulta paradójico ver que hay países ricos y triunfantes mientras que otros siguen sumidos en la pobreza, de la que no pueden escapar de manera alguna. Historias de frustración y miseria que desde antaño se han explicado en base a condicionamientos tales como la superioridad del pensamiento protestante frente al católico, origen de las diferencias entre el norte y sur de Europa, la existencia o no de restricciones medioambientales, causa a al que se achaca el colapso de la civilización maya, e ideas por el estilo. Los autores rebaten todas estas teorías y proponen una alternativa general, que basan en lo que se da en llamar la teoría institucional. Así, explican que hay dos tipos de sociedades posibles, unas son las inclusivas, en las que la mayor parte de sus miembros tienen algo de poder y fomentan la creatividad y el progreso tecnológico, y otras, denominadas extractivas, en las que una pequeña casta controla los recursos del poder y extrae la riqueza del resto de la sociedad, impidiendo que los demás miembros puedan acceder al poder y eliminando los incentivos a la innovación y el progreso. Así, las sociedades inclusivas crean círculos virtuosos de innovación, prosperidad tecnológica y desarrollo económico, mientras que las sociedades extractivas generan círculos viciosos de apropiación, usurpación y sometimiento, en los que la innovación se encuentra muy limitada al ser una posible fuente de nuevas clases y focos de poder y la tecnología no prospera. Tras explicar de manera más precisa todos estos conceptos, los autores se lanzan a un apasionante y, porqué no decirlo, maravilloso viaje en el tiempo desde el neolítico hasta nuestros días, analizando decenas de ejemplos de sociedades que en el mundo han sido, caracterizándolas según los parámetros antes expuestos y observando su evolución en el tiempo. Los asentamientos urbanos del creciente fértil, el imperio romano, el feudalismo, la edad media, Venecia, el imperio español, francés, los mayas, las diferentes culturas americanas del norte y del sur, los imperios africanos de la costa del índico y del atlántico, China, Japón y otros imperios del extremo oriente, etc todos ellos son diseccionados metódicamente, y el patrón que se observa es siempre el mismo. Mientras la sociedad que estudiemos tenga características inclusivas prosperará, al desarrollar una economía de corte inclusivo basada en la innovación y la tecnología, pero en el momento en el que, bien por una intervención exterior o por una dinámica interna, el modelo de poder dominante se vuelva extractivo, la economía también lo hará y comenzará un declive que puede acabar por hundir por completo al sistema económico y a la sociedad que lo alberga. Resulta escalofriante, a la par que luminoso, comprobar con qué exactitud se repite este patrón a lo largo del tiempo y en contextos geográficos, culturales y medioambientales completamente diferentes y, en muchos casos, carentes de contacto entre sí.

El libro da para miles de reflexiones, debates y aproximaciones, dada la riqueza de la información expuesta, pero una de las más importantes (y deprimentes) es que el comportamiento extractivo por parte de los dirigentes de un país es el más sencillo de sostener y de explicar para ellos mismos, y por tanto de justificar en aras del mantenimiento de sus privilegios. Este argumento es el que utilizó César Molinas en su ya famoso artículo de hace unas semanas en El País en el que detallaba el comportamiento extractivo de la clase política española y el porqué no cambia de actitud ni pide perdón por ello. En definitiva, un libro maravilloso, ilustrador, muy bien escrito y accesible para toda clase de público. Una joya.

2 comentarios:

peich dijo...

Muchas gracias por la recomendación. Me ha hecho pensar que al igual que las sociedades, las personas también son "inclusivas" o "extractivas" y de ahí cómo alcanzan lo que se pudiera llamar éxito. O no.

David Azcárate dijo...

Aunque poseen dinámicas propias que escapan a nuestro control, las sociedades se componen de, obviamente, personas, y desde luego las conductas particulares influirán sobre el resultado global... y sí, vivan las inclusivas!!!!