jueves, agosto 28, 2025

Nvidia y la IA

Ayer presentó resultados trimestrales Nvidia, la mayor empresa del mundo por capitalización bursátil. Al cierre de ayer, antes de publicarlos, su valor en Wall Street era de 4,4 billones de dólares, billones europeos, billones burros. El PIB de España es de aproximadamente 1,6 billones de euros, por lo que esta empresa vale bastante más del doble de toda nuestra producción anual. Es una de las que está en el centro de la IA, la fabricante de los mejores chips para los centros de datos que alimentan a ChatGPT y demás modelos LLM que pueblan nuestros dispositivos, y reflejo de la fiebre que existe en el sector sobre la IA y todo lo que se le parezca.

Los resultados han estado en la línea de lo esperado, sin sorpresas. La empresa ha ingresado 46.700 millones de dólares en el trimestre que va de abril a junio, y el beneficio por acción se sitúa en 1,04 dólares (tiene unos 24.400 millones de acciones cotizando a diario). Son cifras mareantes que sonrojan a cualquier otro negocio, y que ayer fueron recibidas, tras el cierre de mercado, que es cuando se publican los resultados, con caídas en la cotización del entorno del 3%. Nvidia ha acostumbrado a los inversores a batir las expectativas, y eso de que se ajuste a ellas los dejó algo fríos. Los resultados de ayer son los primeros que se publican tras la puesta en funcionamiento de ChatGPT 5.0, la última evolución del LLM de OpenAI, que ha resultado ser parcialmente un fiasco, y la creciente publicación de estudios y opiniones que hablan de un riesgo de burbuja en el sector de la IA. Uno de los que ha utilizado esa palabra es Sam Altman, el todopoderoso líder de OpenAI, afirmando seguidamente que, pese a ello, la IA es la tecnología más importante en estos momentos y que cambiará nuestras vidas. Por definición una burbuja sólo se puede afirmar que ha existido una vez que se ha reventado, porque alzas explosivas sin bajadas no lo son. La IA ahora mismo cumple varias de las condiciones necesarias que se relacionan con estos fenómenos, como el acaparamiento de inversiones, el disparo de precios o cotizaciones de todo lo relacionado con ello y la sensación de vivir algo nuevo, nunca visto, el no va más, donde las expresiones grandilocuentes se suceden una tras otra. Todas las burbujas que han sido han tenido momentos similares y luego han pinchado, dejando tras ellas numerosas expectativas frustradas, ruinas abundantes, empresas quebradas, hileras de adosados abandonados o lo que tocase en aquel momento. Quizás la imagen de burbuja que más fácilmente nos viene a la cabeza es la de la inmobiliaria de 2008, pero creo que, dado el sector del que estamos hablando, puede que sea la de las puntocom del dos mil la que no sirva mejor como referente. Con el surgimiento de internet como fenómeno social y económico se produjo un disparo desaforado de inversión, creación de empresas y empleos, y anuncios maravillosos sobre todo aquello que tuviera una versión web, fuera lo que fuese. En España Terra se convirtió en el fenómeno burbujero. Partiendo de los 11 euros de cotización llego a superar los 130, y acabaría con el tiempo valiendo nada. Aquella burbuja, que arruinó a más de uno, produjo una depuración del ecosistema empresarial ligado a internet, arrasó muchas empresas, algunas de ellas valiosas, la mayoría superfluas, y creo las bases de lo que luego ha sido el negocio en la web tal y como lo conocemos. Internet sí transformó nuestras vidas, como se anunciaba por entonces, pero de una forma algo más lenta y para nada como se esperaba, ya que fue la eclosión de la web y sus simbiosis con los teléfonos móviles lo que realmente ha transformado las economías, y sociedades, en lo que ahora son. Por tanto, algo de aquellos mensajes de trascendencia que se postulaban en su momento sí se ha cumplido, pero obviamente no todo. La inversión en la red y en todo lo relacionado con ella ha seguido creciendo tras el derrumbe y hoy en día es imposible imaginar la vida sin conectividad. Los negocios que sí han sabido subirse a esa ola se han hecho de oro, el resto han logrado adaptarse o se han quedado atrás, y de aquel reventón queda bastante como resto útil, por lo menos si lo comparamos con el desastre del ladrillo patrio de hace tres lustros.

¿Va a pasar lo mismo con la IA? ¿Estamos en el punto álgido de una burbuja que ha sobreestimado sus efectos y va a generar una crisis? ¿Surgirá de esa crisis la economía de la IA libre de humo y promesas huecas que ahora pueden estar llenándolo todo? No lo se, es muy difícil hacer vaticinios sobre esto. Estudiar el pasado permite reconocer patrones que, como les señalo, se vuelven familiares en la situación actual, pero el futuro no está escrito y no tiene por qué repetirse de igual manera. En todo caso, Nvidia y el resto de las empresas que ahora, o pertenecen a ese sector o apuestan por él, son, hoy en día, las más punteras, valiosas e importantes del mundo. Y eso ya es mucho. Mañana ya se verá.

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