Pan y circo

Ayer por la noche se dio la unanimidad absoluta en todas las cadenas de televisión. LA primera, Antena 3, Tele 5, Cuatro, Telemadrid, y no estaba la Sexta porque todavía emite en pruebas. Y ¿cuál era el prodigioso acontecimiento que unía a Polanco, Lara, Caffarell, Soriano y Vasile??? Acaso un gran atentado terrorista, o el anuncio de la rendición de ETA, o el descubrimiento de una nuevo planeta que contiene trazas de vida, o la llegada del hombre a Marte, o que se ha descubierto la vacuna de la malaria...........

Pues no, nada de eso. Se trataba de una rueda de prensa en la que un señor llamado Florentino (y por lo que me dicen poseedor de una actitud igualmente sibilina) anunciaba su dimisión como presidente de (EEUU???, Rusia???? La ONU???) un club de fútbol llamado Real Madrid. Todas las cadenas de España daban a las 21:30 la imagen de este señor sobre un fondo repleto de carteles publicitarios, con cara seria y preocupada, como si la gripe aviar hubiese acabado con su familia, y yo, sólo en el salón de casa, no podía evitar una cara de asombro y vergüenza ante lo que veía. Como era esto posible, como nos hemos vuelto una sociedad tan simple e indolente que asuntos como estos copan las programaciones de la televisión (y hoy de todos los periódicos, deportivos o no). Luego me paré a reflexionar un poco, y me asusté más, porque claro, si alguna de esas cadenas no llega a emitir esa rueda de prensa se le echaría todo el mundo encima por irresponsable, no permanecer atenta a la actualidad y su audiencia caería en picado, sus patrocinadores se revelarían y hoy alguno de sus presentadores y rectores de programación serían crucificados en los medios por “dejadez en sus responsabilidades”.

Y es entonces cuando uno se acuerda del discurso final que Edward R. Murrow, encarnado magistralmente por David Strathairn en la obligatoria “Buenas Noches y Buena Suerte” de George Clooney, desgrana ante un auditorio algo avergonzado, palabras de recriminación de un periodista ante muchos periodistas sobre el riesgo (ya certeza en la época en EE.UU) de que los medios de comunicación se convirtiesen en meros transmisores de banalidades, simplezas y mensajes sin contenido formativo, a excepción del publicitario, deformativo por definición. Qué gran película, qué grandes diálogos, discursos y reflexiones, y que dura es la realidad que uno observa al ver como la tecnología más avanzada, las pantallas más planas, los mandos más versátiles, las redes de banda más ancha, etc sirven para los mismos fines para los que era usada la arena del circo romano, generan las mismas emociones y contemplan al mismo público, ávido de diversión organizada por aquellos que, seguramente, son tan listos como para saber “lo que el publico quiere y demanda”. Y luego dicen que hemos avanzado mucho en 2.000 años.