viernes, noviembre 22, 2024

El horrible caso Pelicot

Vivimos una burbuja de series criminales, un bombardeo en las plataformas de infinitas variantes sobre cómo cometer crímenes e investigarlos, con argumentos cada vez más retorcidos y, sospecho, inverosímiles y, pese a ello, la realidad nos muestra casos de abyección humana difícilmente imaginables, situaciones totalmente incomprensibles que, a buen seguro, hubieran sido rechazadas por cualquier guionista de una u otra productora, bajo la excusa de lo imposible o de lo retorcido. El caso Pelicot, cuyo juicio está llegando a su conclusión en Francia, es una de esas historias que, si no fueran reales, sería prácticamente imposible de imaginar. Tristemente, ha sucedido.

Que el violador sea tu marido, que la violada sea la esposa, es algo que se ha dado en demasiados matrimonios a lo largo del tiempo, lo que no quita ningún ápice a ese delito, pero la variante que ha creado el marido de Guiselle, cuyo nombre no recuerdo y, aunque así fuera, no escribiría, es de lo más repugnante. Usaba a su mujer como pieza de caza para aquellos que la deseasen, la drogaba e, inconsciente, era abusada por hombres sin cesar, previo acuerdo del violador y el marido. Ella no se enteraba de nada, estaba sometida de una manera absoluta, pero, a la vez, inconsciente. Su voluntad no existía. Este proceso de abuso se ha mantenido en el tiempo a lo largo de decenas y decenas de hombres crueles, cuyo único objetivo era mantener sexo con una mujer y que nunca vieron objeción alguna en lo que se les proponía. En la lista de abusadores, que sobrepasa ampliamente la media centena de sujetos, hay de todo, desde inmigrantes hasta franceses de más pura cepa que las viñas de Burdeos, personas de clase alta y media, poseedores de propiedades o asalariados comunes, una muestra de la vida real del país y de sus muchos estratos. Sólo les igualan dos cosas, ser hombres y repugnantes. Los testimonios que han ido sucediéndose durante el juicio muestran el arrepentimiento, a posteriori, de los abusadores, pero la plena coincidencia entre ellos de no ver nada extraño en lo que sucedía, en obviar por completo la vida y voluntad de la mujer abusada, que para todos ellos no era una persona, sino un objeto de carne flácido e inerte con el que hacer lo que quisieran, una especie de muñeca hiperrealista para dar rienda suelta a sus deseos. Nada había por encima de esos deseos, nada. Ni la ética, ni la moral, ni la extrañeza de la situación ni, desde luego, la conmiseración que pudieran tener ante la mujer abusada, que no era sino una agrupación de coño y tetas en un envoltorio carnal deseable. Ninguno vio delito en lo que sucedía, no hubo tentación alguna de denunciar ante la policía lo que, visto desde fuera, es una violación en toda regla, y los encuentros se sucedían uno tras otro, con el marido usando a su mujer como un mero envoltorio y, se supone, disfrutando como voyeur privilegiado de la representación que creaba en cada una de las violaciones que apalabraba. Nadie en la localidad en la que tenían lugar los hechos vio nada raro, ni se mosqueó ante un reguero de visitas a una casa en la que no tenía lugar un negocio privado anunciado en la puerta. Los periodistas que han intentado hablar con los vecinos se han encontrado con un muro de silencio, que esconde seguramente vergüenza ante lo sucedido, pero también, no lo duden, complicidad, el escondido sinsabor de ser conscientes de que algo pasaba y que no hicieron nada por evitarlo, quizás porque más de uno aspiraba a unirse al carrusel de abusadores, y una vez desarticulada la trama se han quedado con las ganas. ¿Tiene sentido lanzar una acusación semejante? Visto el éxito que tuvo la asquerosa iniciativa del marido y de la complacencia de los distintos abusadores tampoco es demasiado difícil suponer que no eran pocos los que hubieran querido sumarse a semejante festín de atrocidades. La sensación de impunidad y el secretismo abren puertas que nos conducen a abismos en los que cada uno de nosotros puede transformarse en un monstruo.

Giselle, la abusada, la que ha sufrido semejante delito, ha optado en el juicio por una postura valiente, frontal llena de mérito. No se ha escondido, no ha aparecido cubierta ni tras una mampara. No. Con la cara bien visible, ha respondido a todas las preguntas, ha estado en la sala y en ningún momento ha sentido la vergüenza que muchos hubieran creído que la iba a poseer, porque ella era muy consciente de que el autor del delito, su marido, y sus cómplices, los abusadores, eran los que debían sentirse avergonzados por lo que habían hecho. Ella es la víctima de una crueldad insoportable, que ha destruido a esa familia y que no podrá ser reparada sea cual sea la condena a la que se le someta al marido. Pero ella mantiene la mirada firme ante un tribunal asombrado y una sociedad hipócrita, que ahora la defiende y antes la traicionó.

jueves, noviembre 21, 2024

Crisis de la industria del automóvil

Una de las cosas que trato de hacer cuando subo al pueblo es enterarme de cómo está la coyuntura económica real, la de las empresas y negocios que producen, facturan y crean empleos. Mi trabajo está muy relacionado con la economía, pero de una manera distante respecto a eso que llamamos mercado, y aunque hago cientos de cuadros y análisis donde son euros las materias implicadas, nuestro negocio, por así decirlo, no depende claramente de si el ciclo sube o baja, de si estamos en crisis o en bonanza. Ambas cosas se acaban notando, pero tarde y de forma indirecta.

Pues bien, por si no lo tenían claro, hay una crisis bastante seria en el sector de la automoción en toda Europa, y llega hasta la última de las empresas que fabrica componentes. En Elorrio, y en otras localidades del entorno, la estructura fabril sigue siendo intensa y determinante, son esas empresas las que sostienen todo el tejido comercial, inmobiliario y vital, y las cosas no pintan bien. Muchos de esos negocios son industria auxiliar del automóvil, producen componentes de todo tipo para el montaje final de los vehículos o de partes intermedias, y es que un coche, tal y como los hemos conocido, propulsado por motor de combustión interna, es una máquina compleja llena de miles de piezas de todo tipo, forma, dureza, exigencia, que se producen de manera distribuida en una red de aprovisionamiento espectacular diseminada por todo el mundo. Las fábricas del norte exportan, pero son las plantas de montaje nacionales sus principales destinatarias. Landaben, de Volkswagen, en Navarra, Stellantis en Figueruelas, la antigua Opel, y en Vigo, la antigua Citröen, Villalobón Palencia con Renault, etc. En función de la carga y demanda de esas enormes plantas se produce un efecto arrastre que determina las necesidades y cargas de trabajo del resto de empresas de la cadena. Si las ventas de coches suben, se piden más, y bajan, los coches nuevos se empiezan a acumular en los aparcamientos infinitos de esas instalaciones de montaje, y con ello la necesidad de suministros decae. Pues ahora estamos en uno de esos momentos en los que los alrededores de las grandes plantas de montaje deben tener sus aparcamientos repletos y los turnos de ensamblado a un nivel muy bajo. La cascada de noticias sobre el efecto de los coches eléctricos y la pérdida de competitividad de las marcas clásicas europeas ante el empuje de las japonesas y coreanas, reyes en el mercado híbrido, se traduce en que ya hay en Elorrio fábricas con ERTEs, de tal manera que los fines de semana se extienden y el lunes no trabaja gran parte de la industria local. El ERTE, herramienta pensada precisamente para estos momentos de caída de demanda, con el objetivo de salvaguardar el empleo y aguantar el tirón, se hizo muy famoso en la pandemia, y ahora vuelve a los titulares tras el desastre de Valencia, pero es algo que las empresas que viven del ciclo económico tienen ahí en la cartera, esperando si hace falta, y deseando no tener que recurrir a ello. Por definición es una manera de ganar tiempo, de comprar futuro oscuro para que más allá haya opciones de que la producción vuelva a los ritmos habituales y, con ella, la demanda de empleo, pero no son infinitos si la situación se vuelve demasiado larga. Ante problemas de coyuntura son una herramienta perfecta, pero si el problema es de fondo no van a lograr solucionarlo. ¿En qué escenario estamos? Me temo que en el segundo. El coche europeo, éxito de ventas y de prestigio en todo el mundo, se encuentra amenazado por competidores que le aventajan en tecnología y ayudas. Nuestras empresas no han apostado lo debido por tecnologías como la eléctrica o, sobre todo, la híbrida, y pierden cuota de mercado a pasos agigantados.

Ayer se supo que Ford va a prescindir de 4.000 empleos en toda Europa, de momento sin afectar a su planta valenciana de Almusaffes, en medio de un escenario de recortes de ventas. Las cifras de vehículos matriculados en Europa no remontan a los niveles prepandemia y el mix de tecnologías que se emplean es muy distinto al que era. Si las cosas no cambian de manera profunda, una buena parte de esa enorme estructura auxiliar del automóvil va a tener que empezar a pensar en cambiar de sector en un proceso de reconversión lleno de costes e incertidumbres. Pintan bastos para esas empresas.

viernes, noviembre 15, 2024

Millones emparedados

Cuando se descubren tramas corruptas muchas personas que no han estado involucradas en ellas se preguntan el por qué de tanto dinero involucrado, cómo la avaricia puede seguir existiendo en personas que se llevan cientos de miles de euros. La respuesta obvia es que hay deseos humanos que no conocen límites, que una vez que se alcanza un grado se considera lo normal y es necesario escalar al siguiente. El de los cientos de miles, convencido de que eso es lo natural, aspira a la cifra mágica de los millones, y el que en ella ya está escala a la decena, y así hasta las estratosféricas cifras de Elon Musk. Salvo excepciones, la naturaleza humana es así, el corruptor lo sabe y explota.

El caso reciente del jefe de blanqueo de la policía de Madrid esconde todo este tipo de comportamientos y un contexto tan sórdido como paradójico. Que un alto cargo de la policía, encargado del fraude financiero, sea pillado con millones de euros fruto de su corrupción es similar a, no se, que un político tan declaradamente feminista como Errejón fuera descubierto en una faceta de abusador de mujeres, no se si me explico. El sujeto policial escondía unos veinte millones de euros en su casa, emparedados entre los tabiques. Le gustaba el dinero, pero le venían mal los lofts. Enormes cantidades de billetes entre ladrillos y revocos, que sin duda proporcionaban un aislamiento térmico y acústico de primera división. Seguro que había un factor ecosostenible en su actuación que aún no ha sido desvelado, pero que puede llegar a eximirle de alguno de sus delitos. Además, el sujeto guardaba cerca de un millón de euros en billetes en su despacho de trabajo, en la sede de la policía, en la mesa de la oficina. Es de suponer que no en papeles sueltos encima del escritorio, a modo de caramelos golosos, sino a buen recaudo, en algún cajón cerrado con llave. El señor iba a trabajar en coche, que era cambiados cada pocos meses, y con una nivel motorizante de aúpa, en el que los Lamborghinis y otro tipo de vehículos de esos que le gustan a Pedro Sánchez cuando quiere hacer comparativas falaces, se sucedían como en una especie de concesionario. Son buenos coches, se diría así mismo y a sus compañeros, para perseguir a los delincuentes, ya es hora de la que las fuerzas del bien pasen del Dacia o el Renault a un coche de alta gama para que los macarras que se nos escapan sepan lo que es bueno. No descarten que soltase alguna perla por el estilo. No se si el aparcamiento del complejo en el que trabajaba, es un decir, el sujeto detenido es descubierto o subterráneo. De serlo al aire libre debía de ser llamativa la llegada del jefe en un coche llamativo, ruidoso y más bien propio de los sujetos a los que decía perseguir. ¿Nadie de su equipo de trabajo tenía la más mínima sospecha del tren de vida que llevaba su jefe? Lo cierto es que todos trabajan en un sector en el que se investigan delitos, y la sospecha de lo que sucede alrededor es una de las más valiosas herramientas que pueden tener en su profesión. No se, no era una oficina de seguros o una contrata de parques y jardines. A todo esto debemos sumar que la pareja del personaje, también policía, ha sido detenida igualmente, porque ha quedado claro que el hombre emparedante no llevaba una doble vida y no le ocultaba a su mujer lo que servía para decorar el interior de su vivienda y vida. Ambos circulaban en esos ostentosos coches y se beneficiaban de un tren de vida que para sí lo quisiera la Alta Velocidad en época de incidencias constantes. El sujeto acabó ligando y echándose pareja en el trabajo, cosa que no es lo más recomendable, pero decidió compartirlo todo con ella. Era sincero, no le ocultaba nada ni le engañaba, entiéndase que a ella. A todos los demás sí, empezando por sus compañeros, superiores jerárquicos (que no son tantos) y, en general, a la sociedad, que le pagaba el sueldo, más bien la propina, y le respetaba dado el uniforme y placa que portaba. Descubierto el pastel, o el tabique, la vergüenza es absoluta.

Parece bastante claro que este jefe policial era empleado de alto nivel de un cártel de la droga, a los que informaba de las operaciones que se estaban desarrollando y avisaba de posibles redadas, siendo recompensado muy generosamente por parte de los delincuentes con papelitos de colores en cuantía suficiente como para montar un Monopoly. Quién mejor que el responsable de blanqueo de la policía para que sea nuestro hombre, debió pensar la organización traficante en un pensamiento de chulería propio de Bilbao centro. Y el resultado, ahora descubierto, ha debido ser de lo más rentable. Si el policía capullo se ha llevado veinte millones, calculen lo que habrán sacado de beneficio los narcos. En fin, lo de siempre, pero como nunca.

Subo a Elorrio y me cojo tres días de vacaciones. Si sobrevivimos a la vorágine actual, nos leemos el jueves 21. Pásenlo bien.

jueves, noviembre 14, 2024

DANA tras DANA

Desde luego este otoño va a pasar a la historia meteorológica del país, con letras muy grandes y rojas. Ayer se volvió a repetir el fenómeno de la DANA, esta vez centrado especialmente en la zona de la costa malagueña y de Castellón Tarragona. La ciudad de Málaga vivió inundaciones intensas que, afortunadamente, no causaron desgracias personales, pero sí todo tipo de incidencias y daños, siendo aún muy pronto para valorarlos. Esta noche ha vuelto a llover ahí, y también en la zona valenciana arrasada por la DANA de hace un par de semanas, y hoy se esperan chubascos fuertes en costa de Cádiz y Huelva, siendo el litoral atlántico el más perjudicado. A partir de mañana se espera una estabilización general.

Para esta DANA las cosas han funcionado razonablemente bien, como debieran. La predicción de AEMET ha sido ajustada, el aviso rojo por lluvias puesto de manera firme y con antelación y los sistemas de aviso a la población por parte de las autoridades han respondido como es debido, incluyendo el sistema de mensajes a móviles. Colegios y otras muchas actividades fueron cancelados preventivamente, se ha desalojado a algunas personas que residen en zonas bajas e inundables, y junto a otras, es casi seguro que todas estas medidas han evitado alguna desgracia personal. Bien. Correcto. Se ha hecho prácticamente todo lo que no se hizo en la DANA de Valencia, y quizás el ver el desastre causado en la región levantina ha hecho que todo el mundo, con lógica, tenga el susto en el cuerpo, y se haya prevenido de manera general e intensa. ¿Se habría actuado igual dentro de unos meses, cuando la vorágine en la que vivimos haya hecho a muchos olvidar el desastre valenciano? El recuero de lo que allí ha pasado es la mejor señal de alerta que tenemos para prever episodios similares, que se van a dar en el futuro sí o sí, y lo que ha pasado en Málaga es un bue ejemplo de que, actuando de manera preventiva, no se podrán evitar destrozos físicos causados por un agua imparable, pero sí salvar vidas humanas, que es lo más importante. Tenemos ya, en apenas un año, tres ejemplos de gestión de una DAAN catastrófica que nos sirven de lección. El primero, en septiembre del año pasado, fue el que pudo afectar a Madrid ciudad y al final descargó en Aldea del Fresno, causando algunas víctimas y destrozos. Fue el primero en el que se usó el aviso a los móviles, y esa medida recibió críticas de todo tipo por parte de mucha gente, no sólo de los desquiciados habituales. A AEMET le llovieron críticas porque no fue capaz de ajustar la precisión de una tormenta de tal intensidad (no es posible hacerlo) y como lo que pasó fue muy localizado, en una localidad del sur de Madrid, cerca de la provincia de Toledo, la desgracia quedó olvidada rápidamente. La prevención fue correcta, pero nadie se la tomó en serio. Valencia es el ejemplo perfecto en el que todo se ha hecho mal, desde el antes hasta el después, y sirve como guía maravillosa para saber cómo no actuar ante un desastre similar. Sólo AEMET hizo bien su trabajo, con una previsión más que correcta, pero ninguna administración se lo tomó en serio, no se avisó, el desastre ha sido apocalíptico y, tras él, todas las administraciones han fallado clamorosamente. Un destrozo físico apocalíptico (difícilmente evitable dadas las precipitaciones registradas) y más de doscientos fallecidos (probablemente varios de ellos evitables) son el balance de la total necedad. En el tercer ejemplo, Málaga, se juntan una precipitación extraordinaria, aunque menor que la de Valencia, y una gestión de prevención correcta, y que ha sido tomada en serio por las instituciones y la población. Como antes señalaba, muchos de los daños causados por el agua embravecida no son evitables, pero al menos el balance humano es, por ahora, inexistente. Tres ejemplos para aprender a hacer las cosas como es debido.

Sí, las DANAS son consustanciales a nuestro clima, especialmente el Mediterráneo, y el calentamiento cada vez mayor de las aguas de ese mar les proporciona energía extra, por lo que, cuando se den, pueden ser potencialmente más dañinas. Remodelar cauces y construcciones es un trabajo enorme que lleva décadas y es probable que, dada la desidia que nos caracteriza, no se haga nunca, pero avisar, gestionar la emergencia previa con la mejor información, y ser precavidos, es algo que nos puede evitar desgracias como las sufridas en Valencia. Las DANAS son erráticas, muy difíciles de precisar. Los avisos deben ser generalizados, extensos en superficie y drásticos cuando algo así se espera. No nos queda otra.

miércoles, noviembre 13, 2024

Musk en la corte de Trump

Una de las mayores incógnitas sobre cómo se va a desempeñar la futura presidencia de Trump es el papel que en ella va a jugar Elon Musk, el multimillonario y emprendedor personaje capaz de todo. Por de pronto, la jugada electoral le ha salido bastante bien, porque ha destinado algunos cientos de millones de su astronómica fortuna, es el hombre más rico del mundo, para financiar la campaña del tío Donald y, tras la victoria, el subidón de la bolsa y de sus empresas, en especial Tesla, le ha reportado más de diez mil millones de ganancias de capitalización bursátil, por lo que no se le puede negar ojo al señor Musk. Todos los que le critican sin cesar debieran probar a hacer estos juegos de apuestas, a ver qué tal les salen.

Musk es tan brillante en lo ingenieril como chocante en lo personal. Cumple todos los requisitos para ser considerado como el rey de los frikys, de los nerd, de aquellos genios con notables taras en sus capacidades sociales. Tiene una capacidad de trabajo inmensa, estajanovista, que trata de que sea compartida por los que están a su alrededor, de tal manera que la intensidad laboral en sus empresas es realmente bestial. Visionario, capaz de crear una empresa de automóviles eléctricos que, ahora mismo, es la única capaz de replicar a las chinas, o algo como SpaceX, que ha revolucionado el mercado de lanzamientos espaciales con sus cohetes reutilizables, y que aspira a colocar naves enormes en órbita y rumbo a Marte, Musk también tiene un componente libertario descontrolado que se ha puesto muy de manifiesto cuando se compró Twitter, lo que el consideraba un juguete, lo rebautizó como X (sí, tiene una obsesión con esa letra) y se puso desde ese foro a lanzar mensajitos con carácter político que, en general, producían sonrojo por el infantilismo que destilaban. Durante la campaña ha sido aún más osado y paródico. En un momento dado, hace poco, Trump le dijo que si ganaba le encargaría la remodelación de la administración norteamericana, para hacerla moderna, ágil y carente de burocracia. Una labor como esa en manos de Musk, que en la primera semana como dueño de Twitter despidió a la mitad de la plantilla, es algo que puede resultar más que chocante. Además, y esto es un tema muy relevante, gran parte de los negocios en los que trabaja Musk están sometidos a regulación por parte de las administraciones, empezando por el nada convencional hecho de lanzar cohetes al espacio. Si finalmente Musk tiene poder sobre la administración, se llegaría al paraíso del plutócrata que sueña con hacerse con el regulador para que no le incomode. La captura sería completa. Estaríamos ante un caso de colisión de intereses de manual, pero me da que ni a Musk ni a Trump la ley y la apariencia de respetabilidad sea algo que les importe demasiado. Con su forma brusca de hacer las cosas Musk es capaz de llegar a Washington e, investido por el poder presidencial, hacer una escabechina entre el personal del gobierno federal, dejándolo en las raspas. Funcionarios, contratados, asesores y todo tipo de empleados que ahora mismo trabajan en la maquinaria de la administración del país deben estar aterrados sobre el futuro que les espera, más bien el que no, y es probable que en los apenas dos meses que le quedan a la administración Biden en el poder, principalmente dedicados al traspaso de poder a la nueva administración entrante, el principal empeño de los actuales trabajadores sea el de buscar un nuevo empleo fuera de la administración, a sabiendas de que van a ser liquidados. El comportamiento de Musk y la evidente colisión de intereses que esto supone no tiene nada de liberal, ni en lo político ni en lo económico. Estamos ante la toma de un aparato al servicio del estado, el de la administración, para ponerlo a rendir cuentas bajo no se sabe que intereses, sospechando que acabe favoreciendo de manera obvia a las empresas de Musk. ¿Se va a negar a sí mismo la posibilidad de que alguna de sus empresas se lleve contratos públicos? ¿va a respetar la competencia? Sólo el hacerse estas preguntas tan básicas hablando de una nación como EEUU nos señala hasta qué punto vamos a vivir toda una anomalía.

Musk tiene una vida personal muy desordenada, con varios hijos de múltiples parejas, algunos de los cuales han dejado claro que no quieren tener contacto con su padre. Es un personaje casi más propio de una película, una especie de mezcla entre Tony Stark y Sheldom Cooper, y se ha instalado por completo en el círculo interno del poder, y de la familia, de Trump, en una simbiosis entre personajes extravagantes que produce fascinación e inquietud a partes iguales. Con una fortuna estimada en torno a los trescientos mil millones de dólares, la gran mayoría en acciones de sus empresas. Musk puede incluso opacar en titulares al propio Trump. Nadie tiene ni idea de lo que puede llegar a hacer.

martes, noviembre 12, 2024

Tonto el que dimita

Era toda una declaración de principios de la política nacional, y de la forma de ser que nos caracteriza, el conjunto de frases que soltó la portavoz del gobierno valenciano el pasado domingo cuando, entre otras cosas, afirmó eso de que no es momento de dimisiones, que dimitir es algo que no es una opción posible, que no se contempla. Ante el evidente fracaso de su gestión ante la pavorosa crisis de la DANA, esa política, que seguramente no sea capaz de hacer mucha cosa más allá de loar a quien le ha colocado en ese lugar, expresaba en voz alta y clara lo que es el auténtico lema de (casi) todos los que alcanzan un cargo púbico en España. Aguanta, el que aguanta gana, el que se va es bobo.

Si hace años era común el chiste fonético ese que decía que en España no se iba nadie de su cargo por que dimitir es un verbo ruso, lo cierto es que ahora ya vivimos en el apogeo de la irresponsabilidad total, en el descaro absoluto de la gentuza que ocupa puestos de responsabilidad, institucional o no, que ensucia sin cesar el nombre de los lugares que ocupa, y que ha descubierto que en el absoluto clima de toxicidad sectaria en el que nos encontramos pueden llevárselo crudo sin problema, con total desparpajo. Nadie dimitió del gobierno cuando se destapó la trama Koldo, que afecta a quien fuera ministro y secretario de organización del PSOE. Nadie dimitió cuando la aplicación de la ley del sólo sí es sí empezó a dejar las consecuencias que varios previeron, en forma de delincuentes sexuales beneficiados por rebajas de penas injustas. Nadie dimitió cuando se negaba la amnistía a los sediciosos del procés y, de un día para otro, se decidió concedérsela, humillando a todos aquellos que estamos obligados a cumplir las leyes. Nadie ha dimitido en Restar ni en el resto de las organizaciones que han encubierto la conducta depredadora sexual de Íñigo Errejón, a sabiendas de lo que estaba haciendo. Nadie ha dimitido del gobierno de la Generalitat Valenciana después de haber mostrado una incompetencia absoluta en las primeras fases de la gestión de la DANA y no haber avisado a la población cuando todavía había tiempo para salvar vidas, que no enseres. Nadie ha dimitido en el gobierno nacional que, cruzado de brazos durante días, dejó abandonados a los ciudadanos de las zonas arrasadas de Valencia, calculando de mientras cuánto daño le haría al PP su nefasta gestión de la riada. Nadie ha dimitido de entre los altos mandos encargados de la gestión logística, civil o militar, que han demostrado una inoperancia y descoordinación absoluta durante días y días, en los que una panda de pringados, los voluntarios, han sido los que han permitido salvar algunas vidas y ofrecer algo de normalidad a los que se han quedado encerrados en medio de ruinas y mierda. Nadie ha dimitido en las Confederaciones Hidrográficas, que teniendo los datos sobre la crecida no hicieron lo debido alertando a quienes podían avisar a la población (aunque luego esos estuvieran haciendo necedades conocidas). Nadie ha dimitido de los medios de comunicación que ignoraron la llegada de la DANA y que el martes noche, con cientos de muertos ya en las calles, no daban cobertura alguna sobre lo que había pasado no en un recóndito valle afgano, sino a apenas unos pocos kilómetros de la tercera mayor ciudad del país. Nadie ha dimitido de los responsables de ciertos programas de televisión y medios de otro tipo, que han alimentado el morbo con cifras de miles de víctimas y con barro estratégicamente repartido por el cuerpo de algunos reporteros minutos antes de que conectasen en directo en sus coberturas. Nadie ha dimitido, en fin, en medio del absoluto desastre institucional en el que se ha traducido la gestión de la DANA, en medio de un fracaso absoluto de un país que no ha sabido, podido y querido, las tres, hacer lo que tenía que hacer para paliar en lo posible el daño causado por un fenómeno natural arrollador.

Lo único que interesa a la gentuza que actualmente rige en la mayor parte de nuestras instituciones es su cargo, sueldo, puesto, privilegio y, cómo no, la propaganda que les ensalce lo más posible. El día del desastre lo que le preocupaba a Mazón era colocar a alguien al frente de la televisión valenciana para que le sirviera de altavoz a su servicio. Lo único que le preocupaba al gobierno de Sánchez el miércoles tras la DANA era colocar a los suyos en el Consejo de RTVE para lo mismo que quería Mazón en la televisión valenciana. En el fondo, todos son unos Rubiales, una panda de sinvergüenzas que ofenden sólo con su presencia, y que gritan a los cuatro vientos que no quieren dimitir, porque vana seguir trincando hasta que no tengan opción alguna.

lunes, noviembre 11, 2024

Crisis seria en Alemania

El sábado 9, festividad local en Madrid de la Almudena, se conmemoraba el treinta y cinco aniversario de la caída del muro de Berlín, lo que fue el inicio del derrumbe de la dictadura soviética y la apertura de las naciones del este de Europa a un futuro desconocido para ellas, en forma de libertad y competencia económica. Quizás ahí se abrió uno de los momentos más optimistas y esperanzadores de este continente en mucho tiempo, especialmente en la propia Alemania, que pudo por fin empezar a afrontar su proceso de reunificación, tras la separación que supuso el fin de la IIGM y la guerra fría entre el bloque occidental y el soviético.

Hoy esa Alemania unida, el más poblado y más potente país de la UE, afronta una crisis seria, que se extiende por todas las estructuras de la nación, y que se ve reflejada perfectamente en los datos económicos y en su situación política. La economía alemana lleva tiempo tocada, no ha salido de la pandemia como se esperaba y, tras el inicio de la guerra de Ucrania, ha descubierto con horror el inmenso error que fue confiar en el aliado ruso y ponerse en sus manos a la hora de diseñar su estructura energética. La decisión propia de cerrar las centrales nucleares ha sido un clavo más en la estrategia de la no competitividad energética que lastra los costes de las empresas germanas. China y su coche eléctrico también están haciendo un daño enorme a lo que antaño fue la más pujante industria de Europa, la del coche alemán, sumida ahora en enormes problemas estructurales. La decisión de Volkswagen de, por primera vez en su larga historia, cerrar plantas en suelo alemán, en medio de una bajade ventas de sus modelos térmicos puros, es la señal de que las cosas por allí van realmente mal. Trimestres de crecimientos anémicos y bajadas nimias llevan al país a bordear las recesiones o salir de ellas en un perfil que es similar al de un enfermo necesitado de suero, reposo e inmovilización. En lo político, el gobierno que surgió tras las elecciones de 2021 ha resultado ser débil y lleno de contradicciones La coalición llamada semáforo, entre los rojos del SPD, los amarillos liberales y los verdes ecologistas ha resultado ser bastante disfuncional, y presidida por un canciller, Scholtz, que ha demostrado ser un personaje frío, carente de fuerza y gris hasta el hartazgo. En cada una de las elecciones regionales los socialdemócratas se han pegado grandes batacazos, sólo superados por los descalabros de los liberales y los tristes resultados de los verdes. Los conservadores de toda la vida de la CDU, el partido de Merkel, han ido subiendo poco a poco en voto, pero los grandes ganadores en cada comicio han sido los extremos de izquierdas y derechas, que suben como la espuma en medio de un descontento social creciente, con la economía como principal fuente de inquietud. Las tensiones en la coalición de gobierno han ido creciendo a cada una de esas elecciones locales han las que ha recibido palos y palazos y, finalmente, el miércoles pasado, en medio de la conmoción por la victoria de Trump, Scholtz anunció que prescindía de los ministros liberales, dando por rota la coalición. La intención del canciller es la de presentar una moción de confianza en breve, se discute si antes o después de las navidades, y la sensación es que, con elevadas probabilidades de no superarla, se produzca un adelanto electoral. Inicialmente las federales estaban previstas para otoño, pero ya no será así. Se baraja un calendario que va desde febrero hasta Semana Santa, que cae a mediados de abril en el próximo año, condicionado a la fecha en la que se produzca la citada moción de confianza. En el ánimo de Scholtz estaba, la semana pasada, atrasar todo esto lo más posible, pero me da que ya no controla los tiempos.

En definitiva, que tenemos ahora mismo a Alemania paralizada en lo económico y bloqueada en lo político. La posibilidad de que, de las elecciones, surja un parlamento fragmentado y con gran peso de las formaciones extremistas resulta inquietante, y que la gobernabilidad misma del país se deslice por el camino del desacuerdo y la brevedad de ejecutivos inquieta a propios y extraños. En este momento, a dos meses de la toma legal del poder por parte de Trump, con el evidente riesgo de que el socio trasatlántico nos de la espalda, los dos grandes países de la UE, Francia y Alemania, están sumidos en un marasmo total. Algo malo en el peor momento posible.