martes, octubre 14, 2025

La firma del acuerdo de paz

Si Trump quería un día a mayor gloria suyo en el que todo el mundo le hiciera la pelota no hay duda de que ayer lo obtuvo, retransmitido en directo para todos los países y con la pompa de los acontecimientos especiales. El tiempo dirá si, además de coba, Trump obtendrá una reseña en la historia por ello, ya que Oriente Próximo es un lugar tan fértil en acuerdos de paz como en violentos incendios que los convierten en nada, llevándose por delante vidas y propiedades en estallidos de ira irrefrenables. ¿Cuál será la suerte de este acuerdo extraño? ¿Logrará persistir y dar fruto?

Esta es la primera vez que recuerde que, en los tiempos modernos, la diplomacia no la ejercen los profesionales, sino una serie de individuos que están allí y ocupan poder por ser amigos y familia de otros. Los que se presentaron hace unos días en la plaza de los rehenes de Tel Aviv para anunciar la futura liberación de los rehenes no fueron embajadores ni secretarios de estado ni nada por el estilo. Hablaron Steve Winkoff, millonario y amigo de Trump desde hace años, Jared Kushner, yerno de Trump, e Ivanka, hija de Trump y esposa de Jared. En una alocución anómala, desataron la euforia de los presentes y dieron esperanza a los familiares de los rehenes, creando el caldo de cultivo para la recepción que Israel le otorgó ayer a Trump, de rendida pleitesía y agradecimiento. Frente a la figura de Netanyahu, enemigo de parte de la sociedad israelí y gobernante rechazado por los familiares de los secuestrados, Trump se erigió ayer en el salvador de Israel, en el hombre fuerte del país, en el reinante. Todo fue un despliegue del poder y la sociedad israelí como pocas veces se habrán visto. Es obvio que el ego del magnate se sentiría más que recompensado, y viendo lo que se veía tenía motivos para ello. Los rehenes vivos fueron finalmente liberados, casi dos mil presos palestinos se soltaron de cárceles israelíes y fueron mandados a Gaza, y algunos de los cadáveres de los rehenes que han fallecido durante el secuestro han empezado a ser entregados a sus familias. Los frutos directos del acuerdo de paz se produjeron ayer en medio de escenas de enorme emotividad, de gran impacto humano, y el gran rentabilizador de todo ello fue Trump, que se convirtió en el hacedor de lo que estaba sucediendo. Es cierto que quizás haya sido más relevante el enfado de Qatar tras el ataque que Israel perpetró contra su territorio y la presión del resto de monarquías del golfo a la Casa Blanca para que se produjera lo de ayer que cualquier idea surgida de Trump y de su equipo, pero por una causa o por otra el magnate se apropió de lo que estaba sucediendo y la sociedad israelí se entregó a sus brazos por completo. A los suyos, no a los de Netanyahu o a los de cualquier otro político local. En el acto celebrado en el complejo turístico egipcio de Sharm el Sheikh, Las Vegas locales, se reprodujo la entrega de todos los presentes a la figura de un Trump que lo acaparó todo, en gestos, declaraciones y cualquier otro aspecto. Todos los invitados a la ceremonia, presidentes y primeros ministros de sus naciones actuaron de una forma algo infantiloide, aplaudiendo las gracias del presidente norteamericano y dejándose dominar por sus gestos y formas. Quizás, conscientes de su pequeñez, los europeos acudieron para solamente refrendar algo en lo que no han participado y para lo que no han sido consultados, como muestra de la total irrelevancia de la UE en el mundo global, y dieron por bueno que hacer la pelota al líder puede ser la única opción que les quede para que el niño rubio no se enfade y le de una rabieta en forma de aranceles, trabas o cualquier otra medida alocada. Para los expertos en protocolo y gestos el encuentro de ayer fue un festival de obscenidades, y para los diplomáticos, la muestra clara del fin de su papel en el mundo, arrumbados por magantes, amigos y familiares, que se han convertido en los tratadistas que escriben acuerdos y se reparten botines. El nuevo mundo de hombres fuertes que establecen las reglas se escenificó ayer en la costa del mar rojo egipcio.

Sobre el acuerdo en sí, ahora viene lo más complicado, una vez puestos en libertad los rehenes. La posibilidad de que se de una paz estable en la zona es escasa, y no son pocas las fuerzas que tratan de que así sea, y está por ver como lo acordado, vago y ambiguo como poco, permite una mínima estabilidad. En todo caso hace ya algunos días que no hay bombardeos en Gaza, no mueren civiles y la situación no empeora, y eso es un avance. El futuro de la arrasada franja y de sus habitantes sigue siendo sombrío, el islamismo desquiciado no ha desaparecido y el sionismo militarmente poderoso sigue crecido. El tiempo lo dirá. De momento, Trump ya tiene la gloria a la que aspiraba, sea efímera o no.

lunes, octubre 13, 2025

Nobel muy merecido para Marina Corina Machado

Hubo el viernes un suspiro de alivio en medio mundo por la no concesión del Premio Nobel de la paz a Donald Trump. El personaje, ególatra hasta el extremo, desea todo para sí, incluido ese galardón. No sabe, como es habitual en él, que el comité Nobel suele otorgar sus premios tradicionalmente no por un hecho concreto, sino por una carrera, por un esfuerzo de años. Cierto es que a veces se han saltado esta norma, y una de las más sonadas, y erróneas, fue la concesión del premio de manera preventiva a Obama nada más llegar al cargo. Ese galardón no lo entendió nadie, creo que ni el mismo presidente de EEUU.

Marina Corina Machado, la premiada de este año, es una de las cabezas más visibles de la oposición venezolana y, a la vez, una de las mujeres más escondidas del mundo. Desde que el régimen la enfiló y ella, candidata a las presidenciales, vio de manera clara que su vida corría peligro, decidió esconderse dentro de Venezuela, sin que se sepa su paradero. Por eso, pese a ser la candidata unitaria de la oposición, no pudo disputar las últimas elecciones presidenciales, las amañadas, las de las actas que nunca aparecerán, y ella, junto con el resto de líderes opositores, escogieron la figura de Edmundo González como candidato para disputarle a Maduro el sillón presidencial. Tras lo que pasó en aquellos comicios y la posterior represión del régimen, Edmundo, un señor mayor y de carácter suave, tuvo que huir del país y reside en España, y Machado permanece escondida. Marina es una mujer fuerte, valiente, directa, que sobrevive en medio de una de las dictaduras más burdas y crueles de la historia de América Latina. Lo que comenzó con el triunfante golpe de estado de Hugo Chávez y se transformó en una dictadura vestida de revolucionaria para congraciarse con ciertas élites izquierdistas occidentales se ha convertido en un régimen militar obseso con el control del poder, del dinero y de la nación. Venezuela hace tiempo que se ha convertido en una gran prisión al aire libre, donde el ciudadano que no ha optado o podido salir del país malvive sometido a los designios de un poder arbitrario, caótico y despiadado. La economía de la nación es un desastre absoluto, con tasas de pobreza enormes y con unos indicadores que no dejan de agravarse año tras año, y el endémico problema de la violencia en la sociedad civil ha sido agravado por los actos represivos del régimen. Venezuela es un fracaso absoluto desde todos los puntos de vista, un país en el que, nadie, en su sano juicio, desea vivir, y no es mucho más allá de la finca particular para recreo de los militares del país, con Maduro en la presidencia y Diosdado Cabello como hombre fuerte, haciendo y deshaciendo a su antojo. Los vínculos de ambos personajes y, en general, los altos cargos del régimen, con el narcotráfico son bastante claros, y el enriquecimiento ilícito de todos los que se encuentran en la cúpula de semejante entramado es cada vez mayor, en una nación en la que la pobreza se ha convertido en la manera de vida habitual de los que permanecen en ella. La oposición al régimen ha actuado varias veces de manera dividida, con intentos significativos de cambiar las cosas, como la autoproclamación de Guaidó como presidente legítimo del país, que acabó siendo flor de pocos días, y ha visto como muchos de sus dirigentes eran apresados o perseguidos con saña. Escaparse del país ha sido la manera que han encontrado no pocos de ellos para mantenerse con vida. Marina Corina Machado ha sido la última gran figura unitaria de la oposición y ha mostrado poseer una valentía que pocos de los líderes nacionales han sido capaces de igualar. Su figura, y el hecho de ser mujer, le han catapultado a la relevancia internacional, y desde un principio el régimen tuvo claro que era peligrosa para sus intereses. El hostigamiento hacia ella ha sido contante, pero de una manera novedosa, Marina opto por exhibirlo, por mostrar al mundo cómo se las gastan los siervos de Maduro, y lo hizo en público hasta que el riego de su vida se disparó y tuvo que esconderse.

Este premio es un acto de justicia a la causa por la libertad en una nación sometida desde hace décadas a una crueldad pasmosa, y los silencios que se han dado en España al conocerse su concesión dicen mucho. Nuestro desgobierno aún no ha felicitado a Corina, muestra de cobardía absoluta y de complicidad con la dictadura madurista. Los socios del gobierno al menos sí han hablado para expresar lo que se esperaba, su alineamiento pleno con los represores y su absoluta hipocresía, la de unos personajes ricos y que hablan sin cesar del paraíso venezolano residiendo a cuerpo de rey a miles de kilómetros de allí. Por sus hechos les conoceréis, y Marina, con su valor, los desnuda a todos.

viernes, octubre 10, 2025

José Sacristán, 88 años, una voz

Raro es el día en el que, tras ver el concurso de Cifras y Letras en La2, permanezco delante de canales de televisión nacionales. Apenas doy una vuelta rápida por ellos y otros que me ofrece mi proveedor de telefonía para acabar siempre o en la CNN o la BBC, tratando de ver noticias no contaminadas por la cutre actualidad nacional y, de paso, hacer algo por mi pobre inglés. A veces estoy contento porque soy capaz de entender algo y me sube la moral, pero otras tengo auténticas dificultades para discernir si eso que hablan es inglés o no, y me da la depre. Supongo que será lo habitual, o al menos, como cenutrio en esto de los idiomas, eso quiero pensar.

Ayer tuvo lugar una excepción, porque al pasar fugazmente por El Hormiguero me encontré a José Sacristán, y eso le obliga a uno a hacer una parada en el camino y quedarse quieto, callado y atento. Sacristán, 88 años, comienza una nueva gira con una obra basada en la vida de Fernando Fernán Gómez, uno de los mayores genios españoles del siglo XX, al que él conoció en detalle. Ya sólo tener delante a alguien que, a esa edad, se sube a las tablas para hacer la función diaria es motivo de respeto constante, pero es que Sacristán es una máquina de contar anécdotas de su época, de la presente, y de cualquier otra, con un estilo propio inconfundible y lleno de sorna, que imposibilita al que lo ve no sonreír. Además, cuando habla de cosas de actualidad, lo hace con el aplomo del tiempo y con una enorme razón. Ayer no se explayó mucho sobre la actualidad nacional, pero su diagnóstico de cutrez generalizada, de bajeza de nivel en todos los sentidos y lados (y su especial dolor por que la izquierda, a la que el siempre ha dicho pertenecer, sea indistinguible en esto de la derecha) es compartida por muchos, y desde luego por el que les escribe. Pero más allá de sus historias, opiniones y frases, Sacristán es un gusto en sí mismo al ser oído. Posee una voz poderosa que el tiempo ha ido llenado de matices y profundidad. Empezó su carrera con papeles muy cómicos y con voz estirada frente a las ya graves de sus maestros de profesión, pero con los años no sólo él se ha convertido también en un maestro, sino que su voz ha alcanzado el temple propio de los doctos, de los que con su mero sonido logran captar la atención de todos aquellos que los rodean. Una presencia, una calidad, un timbre, una gravedad absoluta. Realmente da igual de lo que estuviera hablando Sacristán, podía ponerse a leer un recetario cocina o una lista de los infinitos y plúmbeos considerandos que preceden a todo reglamento comunitario, que el que lo escucha queda atrapado por su sonido y no puede hacer ya otra cosa. Sacristán pertenece a una escuela de actores que, durante años, han trabajado como locos por calles, plazas, teatros, salas y espacios de todo tipo, a los que el cine les hizo famosísimos y logró que tuvieran un elevado nivel de vida, pero no dejaban de ser cómicos de teatro. En ellos, la voz, el uso de la voz, era uno de sus principales instrumentos, a veces el más poderoso con el que contaban cuando el espectador estaba lejos, al fondo del patio de butacas, y el gesto del actor no le llegaba de ninguna manera. La capacidad de esa generación para hablar bien, no sólo con buen idioma, sino con una vocalización precisa, es excepcional. Frases entonadas con precisión, acentos marcados, nada de sube y bajas ampulosos o chillones, línea de sonido estable y no sujeta a extraños vaivenes, dicción precisa, proyección perfecta… no era sólo que se les entendiera perfectamente, es que era un gustazo oírlos. En el caso de Sacristán, ayer en la tele o cualquier día sobre el escenario, su voz es una presencia con un poder magnético y una capacidad de atracción irresistible. Desde el momento en el que alguien así te dice “hola” ya te ha ganado, y sospecho que saca un par de cuerpos de ventaja al resto de compañeros en el caso de las obras de reparto múltiple. Era imposible no estar pegado a la tele mientras en ella estaba Sacristán. Fuese, y no hubo nada.

Una de las cosas que he comprobado en los últimos tiempos, comparando las noticias en los canales anglosajones y los nuestros, más allá de la caída de la calidad y el sesgo infantiloide que domina en España, es la aparición cada vez más frecuente en nuestras cadenas de locuciones estridentes, de voces que, por hablar muy alto, de manera chillona, creen dar más empaque a las noticias o que estas sean más ciertas. En el mundo anglosajón se cuidan más los tonos y los informativos llevan un volumen sonoro mucho más estrecho, sin los sustos que uno se pega aquí. En ninguno hay voces como las de Sacristán, claro. Pero no requiero la excelencia para el informativo diario, me basta la sobria imitación.

jueves, octubre 09, 2025

Primer acuerdo Israel Hamas

Ya ayer por la noche, pasadas las 23 horas, existía en las redes el runrún de que las conversaciones que mantienen Israel y Hamas en Egipto podían dar unos primeros frutos. La propia presión de la Casa Blanca, exigiendo casi que esta semana misma se pudiera tener algo tangible y los mensajes que empezó a lanzar Trump al respecto daban esperanzas de que, realmente, se pudiera alcanzar un logro en no muchas horas. Se especulaba incluso con una visita del presidente norteamericano este mismo fin de semana a la zona para, con su presencia, ratificar el acuerdo. Sobre esto último aún se especula, sobre lo primero, ya hay certezas

Sí, hay anuncio oficial de un primer acuerdo entre las partes, en el marco del plan presentado por Trump. Resumidamente, Hamas acepta entregar todos los rehenes, vivos y muertos, en un canje que incluye a una larga lista de presos palestinos e Israel detiene sus operaciones militares en Gaza y comienza un repliegue de sus fuerzas en toda la franja. A lo largo de la mañana se conocerán más detalles de este primer acuerdo, pero al menos supone un notable avance respecto al desastroso punto en el que nos encontramos y, si no me equivoco, supondría también el final de los combates militares en la franja. No es sólo una tregua, sino el inicio del final de la guerra, o al menos así es como el plan presentado hace unas semanas recoge en su espíritu. Se supone que los islamistas de Hamas han aceptado el pacto muy presionados por sus aliados cataríes y que hoy Netanyahu, muy presionado por Trump, llevará este resultado a su gabinete para que lo ratifique. Es probable que en la reunión del gobierno israelí haya una gran bronca, porque los aliados ultras del primer ministro han expresado claramente, desde el principio, su oposición a la idea del pacto, desde cuando se presentó hace un par de semanas, pero es poco probable que logren desdecir a un primer ministro que ve como su aliado, su único aliado, está ya más que harto de todo lo que pasa en Gaza y le exige el final de una batalla cruel que también ha soliviantado a buena parte de la sociedad norteamericana. Para Israel el pacto supone, por encima de todo, la devolución de los rehenes, que es la gran aspiración de sus familias y del conjunto de la sociedad, y la esperanza de que todo esto suponga el estabelecimiento de unas condiciones de seguridad reales que impidan que algo como lo del siete de octubre de 2023 se vuelva a repetir. Sobre todo, para Israel, esto puede servir para empezar a asumir el desastre que su respuesta militar a los atentados de Hamas ha causado en el pueblo palestino y ver, a las claras, el hundimiento de su posición en el mundo. La imagen del país ha quedado destrozada tras verse embarcado en una guerra salvaje por parte de la minoría ultra que ahora lo gobierna. Sin la guerra, esos ultras se quedan sin motivo de existencia y está por ver cuál será la estabilidad del ejecutivo (no olvidemos las tramas de corrupción que asedian a Netanyahu y que ahora volverían a reactivarse, de lograrse la paz). Para los palestinos el acuerdo supone, primero, la supervivencia de todos aquellos que iban a seguir muriendo día tras día víctima de la ofensiva israelí y de las deplorables condiciones de vida, es un decir, que existen en la franja. Destruidos como sociedad, masacrados en lo militar, convertido en escombros su lugar de residencia, los gazatíes han sido los arrasados a lo largo de estos dos años, gracias al islamismo de Hamas y al integrismo de los halcones israelíes, y su futuro es una incógnita. Aunque llegue la paz Gaza es ahora mismo un lugar de pesadilla, y sin una asistencia internacional de verdad, masiva y coordinada, la hambruna que allí se vive y las pestilentes condiciones que lo rodean todo impedirán que cualquier tipo de solución prospere. No se sabe nada aún de todo este tipo de cosas, ni si se van a dar ni cuándo ni cómo.

El mero hecho del acuerdo y de que las bombas dejen de atronar en la franja es una muy buena noticia, tras dos años y dos días de desastre absoluto ininterrumpido, y de derrota absoluta, a mi parecer, de un Israel herido y un islamismo cruel. Que haya paz es la condición necesaria para que los gazatíes puedan volver a pensar que futuro es un concepto y no una mera unión de letras en forma de palabra. La solución de los dos estados, la única que tiene sentido, volverá a estar sobre la mesa, supongo, en un futuro cercano, y como se ha visto, sólo será viable si hay una presión internacional profunda, léase imposición de EEUU, que lo imponga. Esto es sólo el principio.

miércoles, octubre 08, 2025

Francia, encallada

“Durar menos que un primer ministro francés” es una expresión que puede acabar calando en la calle como sinónimo de brevedad, ahora que la campaña contra el azúcar sigue hostigando a los vendedores de dulces, estén o no junto a colegios, y la política francesa ha entrado en una deriva de inestabilidad impropia. Si en España el panorama político es deprimente, lo cierto es que no están las élites de París para dar muchas lecciones sobre estabilidad, mantenimiento del orden y estrategia. Antaño era Italia la que devoraba gobiernos a un ritmo casi anual, quién iba a pensar que Francia dispararía la frecuencia de sus ceses a apenas unos meses.

La espantada de Lecornou (sí, el apellido da para muchos chistes) ha supuesto el último fracaso del presidente Macron de dotarse de un gobierno tras las mociones de censura que derribaron a los ejecutivos de Barnier y Bayrou. Desde su disparatada idea de adelantar las legislativas a apenas un mes de la cita olímpica del verano pasado, todo ha sido un caos en Francia. La cámara quedó dominada por fuerzas extremistas de izquierda y derecha, y el macronismo no tiene el peso suficiente para ganar votaciones en ella. Es cierto que la constitución francesa otorga enormes poderes al presidente, elegido directamente por voto popular, y puede gobernar a golpe de decretos, e incluso impugnar decisiones que salgan del legislativo, pero una cosa es que la ley lo contemple y otra que la posición de poder efectiva del presidente lo soporte. Macron está siendo erosionado de manera determinante por el rumbo de los acontecimientos, y cada primer ministro que cae es un fuste que se derrumba de la columnata que lo sostiene. No puede aguantar mucho más en esta situación. Ha rogado de Lecornou que se lo piense y que medite sobre su renuncia, efectuada al día siguiente de haberse presentado el gobierno, y está por ver si Sebastián asumirá el sacrificio de quedarse para verse chamuscado en unos pocos meses o, directamente, le dirá a Macron que se niega a sumarse al grupo de cadáveres que salen de la Asamblea Nacional. Si decide aguantar, Macron habrá ganado algunos meses, pocos, pero sino, la decisión que le toca al presidente es profunda. Puede escoger a otro candidato, y sospecho que no habrá muchos voluntarios para el puesto. Puede lanzarse a la piscina y convocar legislativas anticipadas, repartir la baraja de los escaños y ver si se conforma una nueva mayoría estable. Los extremos claman por elecciones desde hace tiempo, conscientes de que aumentarán aún más su representación en la cámara, y quizás sea en esas siguientes legislativas, cuando se convoquen, cuando la extrema derecha de LePen alcance el número de escaños suficientes para que un primer ministro de Francia sea de su partido. Lo único que parece seguro de esas nuevas elecciones, cuando sean, es el más que probable derrumbe del partido de Macron. Una tercera opción, la más drástica de todas, es que Macron anuncie que dimite, que lo deja, y adelanta las presidenciales, un hecho que sería el gran terremoto de la política gala. Esas son las elecciones determinantes en aquel país. Siempre se ha dicho que Francia decapitó al Rey pero se quedó con ganas de tenerlo, y el presidente francés tiene un mandato poderoso sobre la nación y sus instituciones. Su figura determina todo el juego político y la llegada a ese cargo de un candidato de extrema derecha (pongamos Bardela) sería no ya una convulsión en aquel país, sino en toda la UE, donde es el equilibro entre Francia y Alemania lo que determina el rumbo de la Unión. Esa opción de presidente extremista gana enteros día a día, porque sino me equivoco, y no hay adelantos, las presidenciales serían en primavera de 2027, dentro de año y medio de manera irremediable. ¿Qué va a hacer Macron?

De mientras todo esto sucede, la economía gala sigue mostrando síntomas de estancamiento y la cotización del bono francés ha superado al italiano, hecho absolutamente histórico. Ahora mismo el bono a diez años galo cotiza al 3,5670 frente al 3,5610 del romano. Esto significa que al estado galo le sale más caro endeudarse que al italiano. Los costes de la ingente deuda francesa y la elefantiasis que vive su estado, a la que nadie se atreve a meter mano, ponen cada vez más cerca a esa nación de una posible crisis de deuda, como la que vivimos las economías del sur en 2012 2013.Algo que sigue siendo impensable para muchos, pero que ya no se mide con un cero por ciento de probabilidad. Y el caos político, evidentemente, no ayuda.

martes, octubre 07, 2025

Dos años de los atentados de Hamas en Gaza

Hoy se cumplen dos años de los salvajes atentados yihadistas de Hamas que causaron más de mil muertos en Israel, y del secuestro posterior de cientos de ciudadanos, tomados como rehenes por la milicia, con lo que se iniciaba el actual ciclo de terror que se vive en la franja y en toda la región. El ataque fue sorpresivo, devastador, de unas dimensiones nunca vistas en Israel. Fue el día en el que murieron más hebreos desde los de la liberación de los campos de exterminio. Un fantasma traumático se despertó en la sociedad israelí y no ha cesado, desde ese momento, de golpear con saña a todo lo que sienta como enemigo, lo sea o no.

El balance de estos dos años es desolador, y apenas mencionar algunos de sus efectos deja sin muchas esperanzas a nadie con dos dedos de frente. Gaza, la zona de la que surgieron los atacantes, se ha convertido en una escombrera debido a la invasión que han desarrollado las tropas israelíes, que no se han cortado en lo más mínimo. Decenas de miles de personas han muerto en unos combates donde la caza del islamista de Hamas o la búsqueda de los secuestrados ha mutado a un mero ejercicio de fuerza bruta sin conmiseración alguna. La franja ahora mismo es inhabitable y por ella deambulan los supervivientes sin rumbo, tratando cada día de escapar de los bombardeos. Asediados por Israel y abandonados por el resto del mundo, empezando por el conjunto de los países árabes, los palestinos han sufrido el mayor desastre en décadas por la acción combinada de los yihadistas de Hamas y el gobierno sionista de Netanyahu. Las IDF han mostrado unas capacidades enormes, y a lo largo de este tiempo han sido capaz de desarrollar ataques en hasta cinco frentes, a veces de manera simultánea: Gaza, Líbano, Siria, Irán y Yemen, dejando claro que no hay nadie que pueda hacerles frente. Irán, principal valedor de Hamas y la milicia libanesa de Hezbola, ha sido el país más debilitado por los ataques y ha perdido gran parte de su influencia en la región, y con ello la debilidad de sus proxy se ha visto muy claramente. Sólo los hutíes de Yemen se han mostrado irreductibles y capaces de hostigar a los israelíes, logrando alcanzar su territorio con misiles de una manera reiterada. También, junto con estos frentes convencionales abiertos, el gobierno de Netanyahu ha ido presionando sin cesar a la población de Cisjordania, en una campaña de enfrentamientos soterrados, alentando la violencia de los colonos y su expansión mucho más allá de lo que los acuerdos internacionales reconocían. No hay ahí una guerra como tal, pero si una presión violenta que busca convertir a esa zona en un lugar lo más hostil posible para los palestinos. Convertida en una especie de Esparta desatada, Israel ha ido dejando atrás su normalidad institucional, la propia de una democracia, para ir cayendo en un autoritarismo en el que su gobierno, presidido por el encausado en tramas de corrupción Netanyahu, apoyado en una serie de partidos extremistas, se ha lanzado descaradamente a la ejecución de una política sionista pura, ni semita, sino nacionalista integrista. Durante este tiempo algunos de los ministros del gabinete israelí han pronunciado discursos de un tono racista, supremacista, absolutamente indignos, idénticos a los que los islamistas proclaman cuando aspiran a la pureza en su región y desean acabar con el estado de Israel. El comportamiento durante estos dos años de guerra de la política y las IDF sobre el terreno ha supuesto un ejercicio de degeneración permanente hasta la pérdida completa de legitimidad que atesoró la nación hebrea cuando, hace dos años, Hamas le golpeó con una crueldad nunca vista.

Este proceso ha ido convirtiendo a Israel en un estado paria a ojos cada vez de más naciones en el resto del mundo, y la opinión pública global ha ido mutando de la solidaridad con Israel tras los atentados a una condena inequívoca de las acciones del gobierno de Tel Aviv. Hoy en día el gobierno de Netanyahu deshonra la bandera de la estrella de David y la arrastra por el fango violento causado por sus actos. Los palestinos han sido masacrados y la región, a pesar del acuerdo de paz que impulsa EEUU, el único que puede detener los acontecimientos, sólo ha visto dolor y muerte en este par de malditos años. El dominio absoluto de los extremistas en ambos bandos ha causado el mayor de los desastres, el horror sin freno.

lunes, octubre 06, 2025

Vara y Lambán

Ayer, un día antes de cumplir los sesenta y siete años, falleció Guillermo Fernández Vara, ex presidente de Extremadura. Tenía un cáncer de estómago que ha ido consumiéndolo a ojos vista durante los últimos tres años. Vara alcanzó el poder regional a la sombra de Rodríguez Ibarra, del que fue consejero, luego lo perdió cuando Monago, del PP, se lo arrebató en unas elecciones en las que un tal Iván redondo jugó un importante papel como asesor de los populares, y luego volvió a retomarlo al derrotar a Monago. Era la figura más conocida de la política extremeña y tenía mucho predicamento en el conjunto del país.

Ha sido una triste coincidencia que, en poco tiempo, hayan fallecido dos expresidentes autonómicos socialistas, devorados por el cáncer de una forma tan cruel como inexorable. Javier Lambán, el otro fallecido, llegó al poder en Aragón, región más poderosa que Extremadura, pero que tiene, curiosamente, menor peso en la política nacional que la sureña. Ambos expresidentes han tenido en común algo más allá de su final compartido e injusto, que es su pertenencia a un socialismo clásico que ahora mismo se encuentra en casi total retirada. Dotados de convicciones de partido, de ideología socialdemócrata profunda, combinaban la defensa cerrada de sus posturas con unos postulados generales de lo que, para ellos, era la izquierda, y la creencia absoluta en las instituciones democráticas y en el respeto a la ley. Sabían lo que pasa cuando la ley se vulnera, lo hace el más fuerte, el que puede, y se impone al débil. Procedentes de zonas de rentas bajas y de gran tradición agraria, vivieron en sus tiempos mozos lo que es que el poder absoluto de la dictadura se enseñorease de tierras, haciendas y personas. Sabían en sus carnes lo que era combatir la represión y nunca dejaron de luchar por conseguir la democracia. Encarnaban, junto con muchos otros, el espíritu de la transición, esa idea de que la reconciliación del país requiere cesiones mutuas, y que más vale que estemos todos juntos y si n que cada uno se lleve toda la razón que a la gresca desde la trinchera particular. Consiguieron, especialmente en el caso de Vara, victorias electorales absolutas, indiscutibles, y nunca dejaron de tener voz propia en un partido que les respetó mientras se respetó a sí mismo. A medida que el socialismo iba mutando en sanchismo, la presencia de barones regionales con peso y opinión propia fue vista cada vez más como un estorbo. De mientras mantuvieron cargo y poder regional, ambos alzaron su voz ante los cada vez mayores dilates que iba cometiendo el gobierno de Sánchez, especialmente en todo lo relativo a la cesión ante los sediciosos puigdemoníacos y sus aliados. Page y Lambán sí tenían en su cabeza una idea de España, de conjunto de país, y la defendían a pesar de que, desde el gobierno, para comprar su permanencia en la Moncloa, se apostara por el discurso falaz de los sediciosos. Era una situación que no podía prolongarse mucho en el tiempo, sabida la egolatría que rige en los pasillos que rodean a Moncloa, y más desde que Sánchez se encuentra en ella. La pérdida de poder que ambos sufrieron, junto con otros cargos socialistas, en las autonómicas de mayo de 2023 los llevó a la oposición en sus parlamentos regionales y, despojados del mando, al ostracismo en su organización política. Ahora el aparato sanchista podía hacerles pagar todas las declaraciones que habían realizado en contra de las decisiones de Moncloa. Ante esta disyuntiva, Lambán optó desde el principio por mantenerse en sus opiniones, sin importarle lo que eso le supusiera ante el partido. En él la enfermedad comenzó antes. Vara optó por tragarse algunas de sus palabras en el entendimiento de que la organización a la que pertenecía era más importante que todo lo que pudiera decir, pero a la vez, decidió ir retirándose de todos sus cargos, dejando paso a otros. Veía que lo que él entendía como política no era lo que ahora se lleva, en un tiempo de infantil confrontación mediática, de insultos en redes y de analfabetos opinadores que se dedican hora tras hora a repetir argumentarios de pacotilla fabricados por expertos en marketing.

Este ya no era su tiempo, y la crueldad del destino ha decidido que en él fallezcan y se vayan. Ambos han recogido unánimes mensajes de condolencia, en algunos casos bañados en hipocresía barata, especialmente de no pocos que en su tiempo fueron compañeros suyos de partido. La izquierda clásica, la de verdad, la que se preocupa por la vida de los que menos tienen, ha perdido a dos de sus grandes figuras, y el debate nacional, ya mermado hasta el extremo, echará mucho de menos a dos personajes que, desde su ideología, que uno puede compartir o no, mostraban nobleza de formas y fondo. ¿De cuántos se puede decir hoy eso?