Hubo el viernes un suspiro de alivio en medio mundo por la no concesión del Premio Nobel de la paz a Donald Trump. El personaje, ególatra hasta el extremo, desea todo para sí, incluido ese galardón. No sabe, como es habitual en él, que el comité Nobel suele otorgar sus premios tradicionalmente no por un hecho concreto, sino por una carrera, por un esfuerzo de años. Cierto es que a veces se han saltado esta norma, y una de las más sonadas, y erróneas, fue la concesión del premio de manera preventiva a Obama nada más llegar al cargo. Ese galardón no lo entendió nadie, creo que ni el mismo presidente de EEUU.
Marina Corina Machado, la premiada de este año, es una de las cabezas más visibles de la oposición venezolana y, a la vez, una de las mujeres más escondidas del mundo. Desde que el régimen la enfiló y ella, candidata a las presidenciales, vio de manera clara que su vida corría peligro, decidió esconderse dentro de Venezuela, sin que se sepa su paradero. Por eso, pese a ser la candidata unitaria de la oposición, no pudo disputar las últimas elecciones presidenciales, las amañadas, las de las actas que nunca aparecerán, y ella, junto con el resto de líderes opositores, escogieron la figura de Edmundo González como candidato para disputarle a Maduro el sillón presidencial. Tras lo que pasó en aquellos comicios y la posterior represión del régimen, Edmundo, un señor mayor y de carácter suave, tuvo que huir del país y reside en España, y Machado permanece escondida. Marina es una mujer fuerte, valiente, directa, que sobrevive en medio de una de las dictaduras más burdas y crueles de la historia de América Latina. Lo que comenzó con el triunfante golpe de estado de Hugo Chávez y se transformó en una dictadura vestida de revolucionaria para congraciarse con ciertas élites izquierdistas occidentales se ha convertido en un régimen militar obseso con el control del poder, del dinero y de la nación. Venezuela hace tiempo que se ha convertido en una gran prisión al aire libre, donde el ciudadano que no ha optado o podido salir del país malvive sometido a los designios de un poder arbitrario, caótico y despiadado. La economía de la nación es un desastre absoluto, con tasas de pobreza enormes y con unos indicadores que no dejan de agravarse año tras año, y el endémico problema de la violencia en la sociedad civil ha sido agravado por los actos represivos del régimen. Venezuela es un fracaso absoluto desde todos los puntos de vista, un país en el que, nadie, en su sano juicio, desea vivir, y no es mucho más allá de la finca particular para recreo de los militares del país, con Maduro en la presidencia y Diosdado Cabello como hombre fuerte, haciendo y deshaciendo a su antojo. Los vínculos de ambos personajes y, en general, los altos cargos del régimen, con el narcotráfico son bastante claros, y el enriquecimiento ilícito de todos los que se encuentran en la cúpula de semejante entramado es cada vez mayor, en una nación en la que la pobreza se ha convertido en la manera de vida habitual de los que permanecen en ella. La oposición al régimen ha actuado varias veces de manera dividida, con intentos significativos de cambiar las cosas, como la autoproclamación de Guaidó como presidente legítimo del país, que acabó siendo flor de pocos días, y ha visto como muchos de sus dirigentes eran apresados o perseguidos con saña. Escaparse del país ha sido la manera que han encontrado no pocos de ellos para mantenerse con vida. Marina Corina Machado ha sido la última gran figura unitaria de la oposición y ha mostrado poseer una valentía que pocos de los líderes nacionales han sido capaces de igualar. Su figura, y el hecho de ser mujer, le han catapultado a la relevancia internacional, y desde un principio el régimen tuvo claro que era peligrosa para sus intereses. El hostigamiento hacia ella ha sido contante, pero de una manera novedosa, Marina opto por exhibirlo, por mostrar al mundo cómo se las gastan los siervos de Maduro, y lo hizo en público hasta que el riego de su vida se disparó y tuvo que esconderse.
Este premio es un acto de justicia a la causa por la libertad en una nación sometida desde hace décadas a una crueldad pasmosa, y los silencios que se han dado en España al conocerse su concesión dicen mucho. Nuestro desgobierno aún no ha felicitado a Corina, muestra de cobardía absoluta y de complicidad con la dictadura madurista. Los socios del gobierno al menos sí han hablado para expresar lo que se esperaba, su alineamiento pleno con los represores y su absoluta hipocresía, la de unos personajes ricos y que hablan sin cesar del paraíso venezolano residiendo a cuerpo de rey a miles de kilómetros de allí. Por sus hechos les conoceréis, y Marina, con su valor, los desnuda a todos.
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