En esta cada vez más extraña sociedad en la que vivimos crecen como la espuma las palabras que no podemos usar, por ser consideradas ofensivas o malas. Tradicionalmente han sido sobre el sexo, y desde pequeños se nos ha reñido si decíamos cosas como pene, coño, follar o similares. Eso ahora ha cambiado, y los tabúes tratan de hacernos la vida más amable, complaciente y, claro está falsa. Parece que cuando menos menciones una cosa menos importante es, pero eso no es más que un triste autoengaño. Y el sumun del problema se da con todo lo relacionado con la muerte.
Los atestados de tráfico, o los portavoces de los servicios de emergencia han cogido la costumbre de decir que, por ejemplo, en un accidente de tráfico, uno de los pasajeros poseía lesiones incompatibles con la vida” estúpida perífrasis en mi opinión para no decir lesiones mortales. Quizás la trampa verbal más famosa y típica se de con una enfermedad cuyo nombre voy a poner en mayúsculas, para sí escandalizar aún más. CÁNCER. El famoso nosequién murió “de una larga y penosa enfermedad”, habitual rodeo para no decir que tenía cáncer de algo. Muchas veces al oír esa palabra pensamos en una condena a muerte, y ciertamente a veces lo es, pero no siempre. La capacidad de superación, de lucha y de ánimo que poseemos ante las dificultades de la vida es mucho mayor de lo que creemos. Si caemos en el abatimiento, desistimos y no nos enfrentamos perderemos. Sólo luchando, resistiendo, y afrontando al enemigo cara a cara tenemos alguna oportunidad de vencerle, y creo que mal empezamos si tenemos miedo a los nombres y las palabras. Harry Potter es casi el único personaje de sus libros que se atreve a llamar a Voldemort, el mago malo, por su nombre. El resto tienen miedo a pronunciar esa palabra y le llama el_que_no_debe_ser_nombrado, lo cual refuerza el temor del mago o el muggle común ante este siniestro personaje. Al usar su nombre, Potter ya está venciendo una barrera, ya está ganando una primera batalla, como Frodo o Gandalf al llamar Sauron al Nigromante (me da que JK Rowling se inspiró en esto). Ahora que empieza la nueva campaña de la Asociación Española contra el Cáncer, protagonizada por algunos famosos, poseedores de la enfermedad o no, pensemos en el ejemplo que nos han dado personas como Loyola de Palacio, que luchó y perdió, o como Lance Armstrong, el ganador del Tour, de quién yo digo que debiera haber plazas y estatuas dedicadas por todas partes, porque pocos ejemplos más grandes he visto yo de superación y de lucha personal. Lance tuvo cáncer de testículos, y de estar públicamente desahuciado, acabado, se recuperó, no dejó de pelear día tras día, y claro, logrando salir de un futuro tan lleno de muerte y oscuridad, enfrentarse a una prueba ciclista es algo trivial, y así corría, con piernas de roble, sí, pero con una moral y mentalidad de superhombre, a un nivel fuera de lo común.
El problema es que las autoridades públicas tampoco contribuyen a estos ejercicios de sinceridad y de encaramiento de la realidad. Abandonando cuestiones tan trascendentes, en medio de la crisis que vivimos, ZP, Solbes y el resto del gobierno no deja de decir cosas como “desaceleración pronunciada”, “declive”, “enfriamiento” u otras tonterías para no mencionar la palabra CRISIS. ¿Por qué? Si el gobierno acaba de ganar las elecciones, y vive sin oposición, ¿por qué se empeña en engañarnos? ¿Será que el miedo le puede? ¿O que no sabe cómo enfrentarse a la crisis? ¿Donde esta el Armstrong económico del gobierno?, porque desde luego últimamente Solbes más parece un paciente en estado descomposición que un competente médico de urgencias.
2 comentarios:
Querido David,
Solo una matizacion. Loyola de Palacio no lucho y perdio.
En esas circunstancias, el hecho de luchar es una victoria en sí mismo.
O como diria el otro: "Cuando la empresa es imposible, la derrota es no intentarlo".
Totalmente de acuerdo
No lo hubiese podido decir mejor
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