lunes, junio 23, 2008

Noche ruidosa

Me han hecho la pascua. Resulta que, es cierto que con pocas ganas y sin la mentalización necesaria, estoy estudiando para una oposición de grupo B de estadística. Teóricamente las Bs son más fáciles que las A, las de licenciado, pero a mi ya me supera el temario en gran parte. Resulta que el Viernes salieron las listas de admitidos al primer examen (estoy) y la convocatoria al mismo que es dentro de un mes, el 22 de Julio, y eso me ha toro bastantes planes, porque los pasados años este examen era en septiembre. Mejor, me digo, así acabo antes, pero estas semanas deberé acelerar algo más de lo previsto....

En esas que ayer por la noche, después de una tarde relajante, estaba en casa mirando unas bellas distribuciones estadísticas cuando cada dos por tres se oían ruidos y gritos...... UUUYYYY!!!! ... CASIII!!!!!!!!!!! AAAJJJ!!!!..... hombre, el condenado partido de fútbol ese del que todo el mundo habla, que entre el congreso valenciano del PP y el fútbol no ha habido nada más este fin de semana.... Unas cuantas páginas más adelante en mi apasionante labor (se nota el matiz irónico) los gritos se habían calmado. Suponía yo que España ya había perdido y así se acababa la plasta mediática, porque no se si ustedes se han dado cuenta, pero no me gusta el fútbol, y eso en este país puede ser algo delictivo, y llegado el caso un enemigo del balompié puede ser peor visto que un ladrón o un acosador sexual, aunque parezca una exageración. Pues nada, avanza la noche y empiezo a estar cansado, con algunos mosquitos revoloteando el flexo caliente en medio de una oscuridad aún más cálida si es posible, y vuelven los gritos y espasmos. Yo tenía puesta algo de música de fondo, a no muy elevado volumen en este caso, pero se oía más el acople de los televisores de todos mis vecinos y los.... UUUU!!!!!!! que las piezas de piano de Bach que
Glenn Gould desgranaba suave y plácidamente en mi salón. Esto no se acaba nunca, pensaba mirando las hojas de encima de al mesa y los grititos sueltos que se extendían por el barrio. Harto, puse la tele, y resulta que se estaba acabando la prórroga, que es lo que ocurrió cinco minutos después. Vaya vaya, empiezan los penaltis... esto si que es divertido. Por lo tanto, apagué el flexo, quité la cadena y silencié al santo Gould, apagué el televisor y me dirigí hacia la ventana del salón. Allí, a oscuras, con más de treinta grados en la calle, unos árboles inmóviles, asfixiados tras un días de sol justiciero, me preparé para que mi vecindario me retransmitiera los disparos. Total, me dije, va a ser imposible abstraerse de ellos, así que por lo menos vivamos un espectáculo público. Personalmente prefería que España perdiese, así se acaba el bombo de la prensa y las televisiones con la Eurocopa y dejan de dar la plasta con esas cosas, pero la verdad es que me traía al fresco si ganaba España o no. Al poco empezaron los disparos, o eso suponía, porque oía gritos de gol y silencios apagados cuando, se suponía, marcaba Italia.

En una de estas parece que España detuvo uno de los penaltis, y empezaron los aplausos y las tracas, pero ser apagaron rápido. Tras unos pocos minutos hubo otros silencios y gritos comedidos, y en uno de estos gritos se desató el jolgorio, síntoma suponía yo de que España había ganado (Por cierto, los que veían el partido en analógico gritaban y callaban unos pocos segundos antes de los de la TDT, generando un efecto de eco anticipatorio muy curioso). Petardos, bengalas, sirenas, bocinas... como si algo grande e importante hubiese sucedido la alegría se desbordaba, se oían gritos, chillidos, aplausos y cánticos por doquier, hasta ruidos de somier pude oír en abundancia posteriormente, y yo allí, mirando por la ventana, no salía de mi asombro.

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