martes, junio 17, 2008

Jarrea jarrea

Definitivamente este año se está saliendo de madre. Por si no había llovido poco hasta ahora, una tromba de agua cayó ayer sobre Elorrio y al parecer a inundado garajes y bajos. Gracias a mis “enviados especiales” puede saber que el río se desbordó por la tarde en San Agustín, a la altura de Eroski, y anegó parte de los aparcamientos, con el consiguiente susto para todo el mundo que, avisado por megafonía, salió corriendo en busca de su coche antes de que el agua provocase un destrozo mayor. Quizás mi padre piense que los pinos aún no se han mojado lo suficiente, pero yo creo que sí, que se han empapado del todo.

Hablando por teléfono ayer por la tarde con mi madre me contaba algunos aspectos de la tormenta vivida, con un cielo oscuro y plomizo como pocas veces había visto ella. Dada la situación de mi casa en el pueblo es imposible que se inunde, aunque la alcantarilla sita en frente siempre está llena de porquería, y rebosa con las primeras gotas, dejando la calle hecha un asco sin que nadie, ni del Ayuntamiento ni de otra parte, se moleste una simple mañana en arreglarla, limpiando los matojos y porquerías que la llenan. De mientras hablaba por teléfono y hacía unas “bellas” tablas, una tormenta “se acercaba a Madrid por la Nacional V”, en una expresión que a veces me ha granjeado cachondeo por aquí cuando la he dicho, pero que es muy gráfica. Desde esta atalaya podía ver como un cúmulo oscuro descargaba con saña en los barrios de Carabanchel, Campamento, la carretera de Extremadura y todos los núcleos cercanos a la Casa de Campo, mientras que en línea recta al sur, la zona de Villaverde y al carretera de Andalucía, o en el centro de Madrid mismo lucía u sol bastante espléndido. En medio, como un hito que marcaba la separación a mi vista, Torre Picasso lucía brillante, y el espectáculo visual era precioso. Poco a poco la nube fue desplazándose sentido sueste noroeste, en una trayectoria paralela a la calle Alcalá, por así decirlo, y dejó unas pocas gotas por el barrio donde está el Ministerio, mientras que las cortinas oscuras y densas seguían golpeando, en este caso ya saliendo de Madrid ciudad por el barrio de Moratalaz y Las Musas. Tras esa nube llegaron chubascos más dispersos sueltos y sucios, que mojaban a ráfagas y carecían de la espectacularidad y el encanto de la nube madre que los había precedido. Así, tras un fin de semana de sol y tiempo delicioso, sin llegar a ser muy cálido, una típica tormenta venía a anunciar la ya inminente llegada del verano, el próximo fin de semana, verano que nadie sabe como va a ser, aunque hay predicciones para todos los gustos.
Comenta Roberto Brasero en su blog algunas de las tendencias que se apuntan por parte de organizaciones meteorológicas internacionales. Parece haber consenso respecto a que va a ser un verano normal o un poco menos caluroso de lo habitual, pero ya se sabe que estas previsiones fallan mucho.

De momento parece que, pese a la existencia de riesgos tormentosos para el día de hoy, nos encaminamos hacia un resto de semana y fin de semana cada vez más estable y soleado, y con temperaturas en caro ascenso. En Madrid tocaremos los 30 grados el Viernes y pasaremos de ellos por poco el fin de semana, e incluso puede que en Vizcaya llegue a lucir el sol, y empiece a secar un poco el suelo y a levantar unos ánimos que llevan semanas, meses, ocultos bajo espesas nubes, fríos vientos y continuos chaparrones, capaces de desmoralizar a los más optimistas, e incluso hastiar a los condenados pinos, tan sedientos ellos, emborrachados como estarán ahora de agua y fango por doquier.

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