miércoles, diciembre 19, 2012

El personaje de 2012 en España se llama Bankia


Llega el final del año, y es inevitable hacer balance de lo sucedido. En los próximos días revistas, periódicos y otros medios de comunicación les invadirá con listas de acontecimientos, personajes y hechos que permitan condensar en pocos nombres todo lo que ha sucedido en un año apasionante, voraz y, a mi entender, deprimente. Para el caso de España habrá opiniones para todos los gustos, pero creo que el nombre que más se ha repetido, el que más se ha escuchado en boca de todos, y el que resume perfectamente dónde estamos y cómo hemos llegado hasta aquí es el de Bankia, el perfecto ejemplo de nuestros males.

Le dije a mi querida ABG cuando tuve el honor de estar unos días con ella en Madrid, a principios de año, y quedamos en Plaza Castilla, que esa torre inclinada coronada con un osito verde se caería, figuradamente, claro, y que su derrumbe iba a arrastrar a todo el país al fondo de un pozo muy oscuro. Y así fue. A mediados de años las vergüenzas de Bankia quedan al descubierto, su agujero financiero es inmenso, pero pequeño en comparación a la mala gestión que ha tenido lugar en su seno, y su derrumbe implica que España tenga que solicitar el rescate financiero el 9 de Junio de 2012, el día más importante del año, y uno de los más importantes en lo que hace a la economía nacional de todos los tiempos. Bankia estaba hecha una mierda, para decirlo en plata, y todo el mundo lo sabía, pero nadie lo decía porque todo el mundo estaba involucrado en la creación y gestión de ese engendro. Partidos políticos, sindicatos, empresarios, comisionistas, arribistas, confabuladores, medios de comunicación, grupos de interés, conseguidores…. La lista personajes que han participado a lo largo de estos últimos años en la creación, gestión y operativa de Bankia es tan extensa como triste, y muestra un compendio de malas prácticas difícil de superar. En general se juntan los actos directamente delictivos, como el saqueo de cuentas, ocultación de bienes, engaño, desvío de fondos y otras figuras junto con la incompetencia y la desidia, hasta hacer de esa entidad un inmenso castillo de naipes marcados, que al caerse ha arrastrado a todos los jugadores de timba. Su derrumbe puso en ridículo a toda España a ojos del mundo, que contemplaba con asombro y miedo como el cuarto grupo financiero del país era una porquería quebrada sin que ninguna autoridad reguladora pública, privada o medio pensionista hubiera advertido de nada, de ahí que sean fabricados por Bankia los clavos con los que se ha clavado el ataúd en el que se ha enterrado el prestigio del Banco de España, la CNMV, el gobierno y otros muchos órganos de supervisión, control y autoridad, que han quedado muy tocados, tanto que se ha llegado al lamentable espectáculo de que una consultora privada, Oliver Wyman, haga el papel de estimador del estado del sistema financiero español, dado que nada de lo que se diga al respecto tenía al más mínima credibilidad a ojos de los que, desde fuera, nos debían prestar el dinero necesario para rescatar esas hundidas entidades, entre las que no sólo se encuentra Bankia, cierto, pero de las que es el buque insignia, el Titanic de nuestra banca, con la diferencia de que el barco de Liverpool exhibía orgulloso su tecnología y novedad, mientras que el banco madrileño era una ruinosa estructura en la búsqueda de un tropezón que acabara con ella.

Analizar Banlkia desde el plano financiero es triste, pero hacerlo desde el plano moral es, simplemente, para llorar. Nadie se hace responsable de ese desastre, fraguado entre tantos que son suficientes para echarse la pelota unos a otros, los miles de ahorradores estafados poco van a poder para recuperar sus bienes, es una quimera pensar que el proceso judicial en marcha acabe mandando a la cárcel a muchos de los gestores económicos y políticos de la entidad, como así debiera suceder, y las continuos esfuerzos de gestores y entes involucrados en el escándalo por taparlo, o minimizarlo, no hacen sino confirmar que, además de la crisis financiera, hay una crisis moral que corroe las entrañas de nuestro país. Bankia y su patetismo nos retratan y avergüenzan como ninguno otro ejemplo.

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