Cuando hace ya un par de años Gerardo Díaz Ferrán abandonó
la presidencia de la CEOE lo hizo por la puerta de atrás. Después de unos años
difíciles, y tras el eterno reinado de José María Cuervas, la figura de Ferrán
se vio desde un principio como débil y carente del empaque necesario para
dirigir a la gran empresa española. El sumidero de la crisis y los problemas de
sus propias empresas, Air Comet y Marsans principalmente, le obligaron a dejar
el cargo y poco más se supo de él, hasta ayer.
Y el que vuelva a ser noticia porque ha sido detenido
refleja hasta que punto ha llegado la crisis moral que nos rodea, que adherida
a la económica como si de una costra se tratase, nos impide salir a flote y nos
condena a revolcarnos en el fango de la corrupción y la miseria. Un
juez de la Audiencia Nacional ordenó ayer el arresto de Ferrán tras pasarse un
buen rato en su mansión madrileña, revisando documentación y bienes, y
encontrando dinero en metálico y oro suficientes como para pagar mi piso y
el de mi vecino, y eso en efectivo en el cajón de la mesilla. Asediado por
demandas, juicios y querellas, Ferrán legó insolvencia hace ya algunos meses
para no hacer frente a las millonarias deudas que le reclamaban los miles de
afectados por su nefasta gestión en las empresas que dirigía, que van desde
proveedores, clientes, subcontratas y, por supuesto, miles de empleados. Ahora
la cosa se aclara un poco, y a la vez se oscurece. Se aclara porque resulta
evidente que Ferrán no es insolvente bajo ningún punto de vista, lo que dará
alguna esperanza de cobro a los demandantes, pero se oscurece porque con él
también ha sido detenido Ángel Cabo, empresario valenciano apodado “el
liquidador” que compraba empresas arruinadas a precio de saldo para luego
revenderlas y descapitalizarlas, sin que nadie viera nada extraño en todo eso.
Parece que Cabo actuaba como testaferro, hombre de paja, de Ferrán, y puede ser
la pista que conduzca a numerosas propiedades y cuentas opacas que el genio
tenía en Suiza, con millones de euros escondidos, fruto muy probablemente de su
desfalco en sus propias empresas. El tal Cabo también compró otras empresas
para hacer lo mismo, entre ellas, atención, la nueva Rumasa de los Ruiz Mateos,
por lo que esta historia de detenciones que empezó ayer puede ser mucho más
jugosa. Algunas malas lenguas comentaban ayer que era muy casual que nada más
acabarse el plazo para acogerse a la amnistía fiscal se produzca una operación
de este tipo contra presuntos defraudadores, como un aviso a los (muchos)
navegantes que no han pasado por el redil de Hacienda, pero me da que las cosas
son más sencillas y que los jueces no actúan a la llamada de un Ministerio al
que no le hace ni caso ni siquiera los dirigentes del partido que lo rige. No,
en este caso el juez ha ido desenredando la madeja y al final se ha encontrado
con un pájaro de cuidado, que durante años fue un “agente social” que, entre
otras cosas, gestionaba las subvenciones que le caían, y que salía día sí y día
también en la tele dando consejos sobre como salir de una crisis que, en buena
medida, ha venido propiciada por muchos como él. Cada uno a su nivel, y el de
Ferrán es muy muy alto, la incompetencia, desidia, avaricia y mala fe nos han
llevado hasta donde estamos, y este es otro caso de total falta de escrúpulos,
arrepentimiento y enmienda.
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