Me asombra la capacidad que tenemos los humanos para
desarrollar el comportamiento gregario, reflejo de que en el fondo seguimos
siendo un grupo de monos, algunos muy ídem. Se ponen tres a hacer una cola y al
poco surge la curiosidad y nuevas personas se animan a juntarse en fila en post
de no se sabe que, pero con argumentos tan sólidos como que si algunos estaban
antes, algo habrá. Creo que la densidad de población y al velocidad a la que se
transmiten las noticias son las variables que determinan que hechos de este
tipo sean más frecuentes e intentos, y hoy en día ambas alcanzan valores
inmensos.
Así lo demostró ayer Samsung, el gigante surcoreano, que se
merece un estudio aparte al ser una empresa que amenaza con colonizarlo todo
frente a sus rivales norteamericanas. La creadora de los Galaxy, que empiezan a
destronar a los iphone, tuvo la genial idea de ofrecer 50 euros de gasolina
gratis en una estación de servicio del norte de Madrid a todos aquellos
clientes que apareciesen por allí con uno de sus modelos de móvil o tablet,
pero que fuese de la gama Galaxy. Se corrió la voz por todos los medios
tecnológicos imaginables, la necesidad de combustible barato es perentoria y la
palabra “gratis” es mágica, y todo
ello juntado organizó el gran caos. Desde primera hora de la mañana largas
colas de coches se apostaban junto a la estación de servicio sita en el Campo
de las Naciones, y el atasco se iba extendiendo poco a poco a todo el norte de
Madrid, sin que muchos de los sufridores del mismo supieran a qué era debido
ese embotellamiento. Una de mis compañeras de trabajo, que reside de alquiler
en Montecarmelo, zona norte, comentó ayer que al venir había visto el mayor
atasco que recordaba en mucho tiempo, pero que nadie sabía si era por un
accidente o por cualquier otra causa. Me imagino los alrededores de la
gasolinera atestados, con un caos que va en aumento, y unos empleados
surtidores en mano que empiezan a ver que no van a dar abasto, y a unos
organizadores de la campaña, con las gorras de Samsung en al cabeza, que se las
quitan par rascarse preocupados al ver que la cosa se les empieza a ir de las mano.
El atasco no deja de crecer y llega un momento en el que hay que cortar una de
las salidas de la M40 porque se ha convertido en un aparcamiento improvisado de
coches que tratan de llegar a una gasolinera inaccesible. La Policía Municipal
se ve desbordada y, tras hablar con los genios del marketing viral coreano,
decide que el juego ha ido demasiado lejos y da por cerrado el evento ante las
dimensiones del atasco. Para entonces son varios los conductores que llevan más
de dos horas atrapados en el camino al combustible “gratis”, se supone que con
el motor apagado porque sino el ralentí les habrá consumido toda la ganancia, y
son muchos otros miles los que, por culpa del tapón, han llegado tarde a su
trabajo, a citas concertadas, entrevistas, reuniones o cualquier otro tipo de
actividad. Seguramente el comentario de muchos de ellos habrá sido que “hoy eso
estaba imposible, pero no se porqué” y me gustaría haber visto sus caras al
enterarse de la causa de su tardanza, del origen de su dilatada espera en el asfalto.
El acto, que estaba previsto que durase hasta las 20 horas, se acaba mucho
antes con varios cientos de coches beneficiados por la promoción y otros muchos
miles frustrados y desesperados por haber perdido media jornada esperando ante
el goloso reclamo que finalmente se ha traducido en nada. Seguro que a más de
uno se le acabó la batería de su Samsung en la interminable espera.
Viendo algunas entrevistas ayer a personas que se quedaron a
las puertas de la gasolinera algunos afirmaban su intención de denunciar a los
organizadores porque el evento había acabado antes de lo previsto y no se
habían llevado la gasolina, lo que me hace pensar que el que así opina no era
consciente del lío monumental que se había organizado por una simple (y muy
exitosa) campaña de publicidad ni los perjuicios que había ocasionado a miles
de personas que ni sabían de que iba la cosa ni les importaba en lo más mínimo.
¿Lo ven? Gregarios como monos, y protestones como simios, sólo nos falta un
poco de pelo en el cuerpo para ser auténticos miembros de la selva, urbana en
este caso.
Mañana es festivo nacional, pero no me cojo puente, por lo
que aquí estaré el Viernes 7.
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