viernes, noviembre 30, 2012

La metáfora del Madrid Arena


Ayer, tras casi un mes ingresada en la unidad de cuidados intensivos, inmersa en un coma del que parece que nunca se despertó, falleció la quinta joven herida en el aplastamiento de la feita de Halloween del Madrid Arena. María Teresa Alonso, que así se llamaba la víctima, muestra en las fotos de la presa un semblante sonriente, parcialmente cubierto por unas gafas de sol de pasta y con una amplia y rizada melena que seguramente se agitaba al son de la música pocos minutos antes de que la desgracia acabara con su vida, llevándose sus energías, fuerzas, sueños e ilusiones a otro mundo mucho más oscuro, el de las portadas de las crónica de sucesos y la bronca política.

Transcurrido un mes desde aquel desgraciado episodio la sensación que me embarga a mi, y sospecho que a muchos ciudadanos, es de una incredulidad cada vez mayor a medida que se conocen más detalles de ese desastre, se da cuenta uno de que cinco fallecidos es quizás un coste muy bajo teniendo en cuenta lo que allí se podía haber organizado. Se ha creado una comisión de investigación en el ayuntamiento de Madrid para que, como es habitual, realice un paripé mediático con objeto de absolver al compungido equipo municipal, y eche las culpas al empedrado de todo lo sucedido, pero ese esfuerzo por esconder la evidencia no es capaz de tapar las múltiples vergüenzas que encubre este caso, en el que todos los estamentos oficiales, todos, fallaron en el cumplimiento de su deber, en el que ninguna ley o reglamento, ninguno, fue cumplido, y en el que cual cualquier cosa que se pudiera haber hecho mal o ilegalmente se hizo. La lista de delitos por las que pueden ser encausados los organizadores de la fiesta, las autoridades municipales, la policía y demás agentes públicos y privados es tan larga como las colas que se agolpaban ante las puertas del Madrid Arena horas antes de que empezara la maldita fiesta. Por ello, la tentación en la que están cayendo los acusados, hispánica hasta la médula, es tratar de eludir su culpa echándosela a todos los demás. La empresa organizadora, diviertt se llama, miente en el número de entradas vendidas, a sabiendas de que realizaba un delito fiscal ocultando la mayor parte de los ingresos, y culpa de lo sucedido al ayuntamiento, gestor de las instalaciones, y en el ayuntamiento, muchos de los cargos que, presuntamente, eran untados mediante los ingresos ilegales generados por la fiesta, no hacen más que rasgarse las vestiduras y acusar al empresario jocoso y a la policía. Los cuerpos de seguridad de todos los tipos y competencias posibles, se ponen de acuerdo para autoexculparse y largarle el muerto, concretamente cinco, al resto de implicados, y así sucesivamente. Vomitivo. Me imagino que la comisión municipal concluirá tras un sesudo debate afirmando que todo se hizo como era debido y que la desgracia, inevitable, fue fruto de la casualidad. Quizás se cese a un cargo intermedio, o mejor, a su chófer, y aquí paz y después gloria y canapés pagados con dinero ilegal. Pero confío, iluso de mi, en que los jueces acaben sentando en el banquillo a la alcaldesa de Madrid, a su vicealcalde, al organizador de la fiesta y al resto de sujetos que, por acción, omisión o pura incompetencia, están detrás de todo esto, y sean duramente condenados, y que las cinco víctimas pesen sobre su conciencia hasta que esta se desvanezca por la edad o la enfermedad. Sí, soy un ingenuo, lo se, pero deseo que así suceda.

Y, en referencia al título de la entrada, dónde está la metáfora se preguntará el lector. Se esconde en que usted puede sustituir Madrid Arena por Bankia y al resto de implicados municipales por gestores financieros y reguladores y el resultado es el mismo. Un desastre absoluto y un montón de culpables que no admiten sus errores y se dedican a endilgárselos a todos los demás. Sí, igualmente vomitivo, pero tradicional hasta la médula en un país en el que la responsabilidad no existe, en el que se lucha por ponerse medallas pero nunca por asumir los errores, y que nos condena a repetirlos una y otra vez, revolcándonos como puercos en el barro de la autosatisfacción sin darnos cuenta de que estamos cubiertos de mugre.

El Lunes me lo cojo festivo, por lo que no habrá entrada. Abríguense mucho y, si pueden, jueguen con la nieve.

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