Ayer fue un día en el que un par de declaraciones hechas
ante los medios de comunicación demostraron lo perdida, desnortada y, hasta
cierto punto, desnuda, se encuentra la clase política y financiera española en
medio del temporal en el que vivimos, y que sumadas, nos enseñan lo lejos, muy
lejos, que estamos de salir de nuestra propia crisis, sobre todo porque tras lo
dicho no se tiene ni asumido dónde nos encontramos, porqué estamos como estamos
ni qué es lo más lógico que podemos hacer al respecto. Es muy deprimente oír
cosas así a estas alturas, créanme.
Por un lado el gobierno, que ve que no hay manera de hacer
caja ni de quitarse de encima los pisos muertos, se sacó de la manga una
ocurrencia tal como que la
compra de un piso de más de 160.000 euros por parte de un extranjero (no
comunitario, los de la UE no lo necesitan) llevará aparejada la concesión del
permiso de residencia. Se trata de que, como se indicó, compradores rusos y
chinos se hagan con los pisos de la costa que siguen esperando comprador, a cambio
de lo que se las permitiría vivir allí dándoles la residencia temporal sin, se
supone, colas, trámites ni esperas. Leída así de golpe la noticia suena a
chiste, porque parece que lo que quiere hacer el gobierno es reformar la ley de
extranjería y poner un precio a la residencia, de tal manera que sea 160.000
euros el coste de ser español, dicho muy a lo bruto. De donde venga ese dinero
nos da igual, pero que se venga aquí. Es cierto que otros países tienen medidas
similares, con el objeto de atraer capitales, pero no deja de ser como mínimo
una idea chocante. Lo más importante es que no funcionará porque el mercado
inmobiliario está muerto y los pisos no valen ni la cuarta o quinta parte de la
cifra señalada. Muchos de esos inversores extranjeros comprarán promociones
caras, de lujo, o bien situadas, pero las miles de viviendas semiabandonadas, a
terminar o concluidas en medio de eriales sin fin no las va a comprar nadie, ni
un ruso borracho ni un chino engañado. Además, está por ver que una reforma de
tantas leyes como las que implica la medida ayer anunciada se pueda hacer en un
plazo tan breve como le gustaría al gobierno. En fin, me parece más uno de esos
globos sondas que se hacen una mañana, generan una escandalera y luego se
esfuman poco a poco en medio de la nada. Mucho más grave y alarmante me parece
la postura que ayer mismo expresó Miguel Martín, el presidente de la AEB,
Asociación Española de la Banca, que en un desayuno informativo soltó la perla
de que para
salir de la crisis lo que hay que hacer es construir más casas y dar más
hipotecas. Alucinante. Puede tener un pase que el representante del lobby
de la banca realice declaraciones en las que defienda a su sector, pero de ahí
a soltar semejante frase, y en público, hay un trecho muy largo. La mayor parte
de las entidades financieras españolas están enfangadas, cuando no directamente
quebradas, por el estallido de la burbuja inmobiliaria, sus balances son
falsos, están plagados de pisos que no valen lo que dicen que valen, y su
sostenimiento está siendo una losa muy pesada que el conjunto d país trata de
sostener con el objeto de que no le arrastre su probable caída, y opina el
defensor de esas entidades que la solución es edificar más y conceder más
créditos!! Esto, directamente, es no entender como funcionan las cosas, o aún
peor, es pensar que las cosas funcionan como lo hacían antes. Quizás crea la
AEB que, cinco años después de iniciado el desastre, seguimos en un paréntesis
temporal y que en breve todo volverá a ser como antes. Pues no, nada va a
volver a ser como antes y si en serio se creen lo que dicen, si yo fuera un
inversor huiría de España, al oír tonterías de este calibre.
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