miércoles, noviembre 21, 2012

Tropezando de nuevo en Grecia


Los miembros del eurogrupo debieran residir de manera permanente en Bruselas y, la inversa de lo que hacen actualmente, viajar a sus respectivos países un día por semana para ver que tal están las cosas, dado que no hacen más que pasar días y noches encerrados en la capital belga para tratar de alcanzar acuerdos en un montón de asuntos que, uno tras otro, se antojan imposibles. Si ahora se habla mucho del presupuesto comunitario, el tema que siempre está encima de la mesa es Grecia, y esta noche no ha habido acuerdo sobre Grecia, su deuda, la posible quita y todo este lío.

La situación de las finanzas griegas es asfixiante, eso lo sabe todo el mundo, y cada vez que se aprueba un paquete de ayudas es para refinanciar el anterior, y así uno tras otro, y en el camino el montante total de deuda generado por una economía muerta como la griega no deja de crecer. A principios de año hubo un acuerdo para realizar una quita, impago parcial, de esa deuda, la que estaba en manos de los acreedores privados. Bancos, hedge funds y otras entidades similares juntaron la mayoría requerida, forzados en muchos casos por sus gobiernos, para canjear títulos de deuda griega de un plazo dado por otros de un plazo mucho más elevado, lo que en definitiva suponía renunciar al cobro del principal en el plazo fijado y dejarlo para algunas décadas después. Este acuerdo se vendió como la panacea, el bálsamo de fierabrás que iba a arreglarlo todo. Algunos, muchos, dijimos que no, y a finales del año el asunto de la deuda griega vuelve a la palestra. Ahora de lo que se discute es si se hace otra quita, pero en este caso en la deuda que está en posesión de los estados. El FMI propugna esa idea, y los países del eurogrupo, especialmente los más grandes encabezados por Alemania, se oponen. La idea de base es la misma, aunque puede adoptar muchas fórmulas distintas, pero en el fondo se trata de, o bien renunciar directamente al cobro de una parte o diferirlo muy lejos en el futuro, de tal manera que los plazos calculados para los vencimientos no se cumplan. En ambos casos el tenedor de la deuda no cobra lo que esperaba ni cuando lo esperaba, es decir, pierde. ¿Cómo afecta esto a los estados? En que por vez primera resultan perdedores directos del asunto griego. Y es que como he comentado aquí algunas veces, los fondos de rescate europeo, tanto el temporal EFSF como el permanente MEDE, son fondos apalancados, con respaldo proporcional de cada uno de los estados de la UE, que actúan como avalistas, y que acuden a los “malignos” mercados financieros a recaudar los recursos que utilizan en los rescates. Así la UE avala 100, con esos 100 el EFSF se apalanca, digamos cinco veces, y pide 500 en el mercado, y destina 400 a refinanciar la deuda griega. Si Grecia devuelve los 400 no hay problema, pero si no los hace, los operadores de mercado que han prestado el dinero al EFSF palman, y exigen cobertura, y entonces los países de la UE deben responder con el aval y cubrir la diferencia. Hasta ahora rescatar a Grecia, o a Portugal o a Irlanda, les había salido “gratis” a los países de la UE en el sentido de que no habían soltado un euro de sus propios presupuestos. En ellos cada año figuraba una partida destinada como aval al mecanismo EFSF o MEDE, pero no se utilizaba. Si hay quita de deuda en el tramo público, habrá que usarla, y entonces nos tocará poner dinero en efectivo para compensar el importe de la deuda a la que se renuncia, y ningún país europeo quiere hacer frente a ese escenario, ni la rica Alemania ni la endeudada España ni ningún otro, pero la realidad es que Grecia no va a poder pagar. Y esa es la base del problema y la causa profunda del desacuerdo.

Además hay problemas legales. Si un gobierno renuncia a parte de sus créditos respecto a otro en el fondo está financiando a ese otro país, y eso está prohibido por los tratados de la UE. Y está por medio el BCE, que también es poseedor de mucha deuda griega. Si acepta la quita estaría financiando a un país, y eso, sí, también, está prohibido por los tratados de la UE, el reglamento del BCE, el Tribunal Constitucional alemán y el sumsum corda. En definitiva, que el lío organizado en torno a Grecia no deja de complicarse, aunque lo más seguro es que finalmente se vaya a la quita porque, en el fondo, Grecia jamás pagará lo que debe. Eso lo sabe todo el mundo, pero las consecuencias de ese impago pueden ser inmensas.

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