viernes, noviembre 23, 2012

Por favor, dejen de ver Telecinco (para Pablo Herreros)


De mientras la línea de metro que me traía al trabajo estaba parada entre dos estaciones y acumulaba retraso pensaba sobre qué escribirles hoy. El cuerpo me pedía hacer referencia al rumor que se extiende por internet sobre un apasionante descubrimiento que Curiosity ha realizado en Marte, rumor alentado por las declaraciones uno de los científicos que encabezan el proyecto, que puede tener relación con al existencia de elementos orgánicos bajo la superficie del planeta, según muchos expertos, pero a medida que pasaban los minutos y el tren no se movía las vísceras me iban devorando y, pese al libro que leía, decidían no hablar de Marte y si de otro planeta, el televisivo, en el que no hay mucha vida pero si restos putrefactos.

Y todo tiene relación con Telecinco, esa horrenda cadena que se llama de televisión pero que bien pudiera ser de inodoro de los antiguos, que colgaban bamboleándose del techo. Esa empresa tiene en su haber, por usar la fórmula contable, la creación de lo que se llama telebasura, y no ahora, sino desde el momento de su fundación, a finales de los ochenta. Profesional hasta la médula, los programas que en su momento parecieron repugnantes al conjunto de la sociedad, y que eran devorados por ella en un ejercicio de hipocresía colectiva digno de estudio, eran sustituidos al poco tiempo por nuevos engendros nauseabundos que dejaban a sus predecesores a la altura de espacios culturales. Y el proceso ha seguido con el paso de los años, retorciéndose cada vez más y elevando cada día el nivel de porquería e infamia al que se puede acceder desde el salón de casa. Hoy en día mucha de la programación (eufemismo) de esa cadena se basa en la continua exposición pública de delincuentes convictos y confesos, que hacen alarde de sus adicciones y chutes, y que no dejan de gritar hasta la nausea e insultar a todos los que en el estudio se encuentran en ese momento y, sobre todo, a la dignidad de quienes desde su casa, muchos millones, lo ven. Es inaudito, pero esa porquería funciona, es una máquina de generar dinero (necesario para pagar costes, sustancias y abogados) y no deja de ser aplaudido por una audiencia pseudolobotoimizada que se traga todo lo que le echen. Pero hubo un día en el que un valiente se levantó y dijo “basta”. Un ciudadano anónimo, que supongo sintió tanta vergüenza como muchos españoles cuando en un programa de esa cadena se entrevisto a un presunto asesino de niñas dándole toda la notoriedad, prestigio y relevancia posible. El asesino elevado a protagonista, el súmun del programador, la orgía de la audiencia, el chollo para el contable. Pero hubo un valiente que se atrevió a alzar su voz, denunció esa vergüenza, y pidió desde su modesto sitio en la red que los anunciantes, los que sostienen económicamente ese ente corrupto, dejaran de salir en al cadena y, por tanto, le hirieran en el único sitio en el que siente algo una empresa como esa, en la cuenta corriente. Como si de un milagro se tratara, la campaña de ese héroe, que es como hay que llamarlo, tuvo éxito, y logró que muchas empresas comerciales de todo tipo, por vergüenza, por sumarse al carro o por auténticas convicciones, retiraran su publicidad del programa que había ensalzado al asesino. Y el programa cayó, y la cadena tuvo que hincar su rodilla, y por una vez en la vida la televisión se plegó a la verdad, y un rayo de esperanza salió de la pantalla. Ese héroe tiene un nombre, se llama Pablo Herreros, y posee un blog, http://comunicacionsellamaeljuego.com y a él le quiero dedicar este artículo de hoy. Tanto por lo que hizo como por apoyarle porque la cadena, en una de sus típicas maniobras, le ha denunciado, y le exige 3,7 millones de euros en concepto de indemnización por daños y perjuicios por la campaña que él movilizó para parar aquella nausea, cuando debiéramos ser los españoles quienes denunciáramos a Telecinco por los inmensos daños morales que nos ha causado.

En el fondo, la solución de este problema la tiene usted, y más concretamente se encuentra situada en uno de sus dedos, el que utilice habitualmente para cambiar de canal. Se trata de que no vea Telecinco, de que no pulse a ese botón, de que a la hora de hacer la rueda de canales de siempre se lo salte, y que haga cualquier otra cosa en vez de ver eso, lo que sea. Siempre será una alternativa más provechosa. Yo hace ya varios años que no veo ese canal, y pese a que se que mi batalla está perdida, sigo pregonando en el desierto que la telebasura, sea de esa cadena o de otras, es poca tele, y mucha basura y que, como la que se genera en la cocina o el baño, debe sacarse de casa en cuanto sea posible.

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