miércoles, noviembre 07, 2012

Obama vuelve a ganar las elecciones de EEUU


Tras una noche emocionante, en la que he estado desde las 3 de la mañana sentado delante del televisor, Obama ha ganado las 57 elecciones presidenciales de los Estados Unidos con una clara ventaja en el colegio electoral y un muy ajustado margen de voto real. En este momento, a falta por asignar el estado de Florida, los 303 votos electorales que ya posee le garantizan la reelección (recordemos que hacen falta 270) y en voto popular la ventaja sobre Romney es ahora mismo inferior al millón de sufragios, con 53 millones y medio para el partido demócrata frente a los 52 millones ochocientos mil votos que ha obtenido el candidato republicano.

Obama ha logrado el triunfo en los estados más disputados, especialmente Ohio, Pensilvania y Virginia, lo que hace irrelevante el papel de Florida en el recuento global. Las encuestas apuntaban a un margen de ventaja muy estrecho para el demócrata y así ha sido finalmente. La victoria es incuestionable, pero supone un toque de atención al presidente, porque es de las pocas ocasiones, cinco han sido mencionadas en el debate televisivo que ha dado TVE esta noche, en las que el presidente reelegido ha obtenido peor resultado en el colegio electoral que cuando fue escogido por primera vez. Obama llegó el loor de multitudes a la Casa Blanca hace un año y era de esperar el desgaste de imagen y popularidad que el contacto con la realidad produce en toda enseña electoral, y viniendo de tan alto como venía era de esperar una caída más pronunciada, como así ha sido. Además Romney, el candidato republicano, a mi modo de ver un mal candidato, que ha cometido multitud de errores en la campaña y que sólo al final de la misma ha sido capaz de elaborar un discurso estructurado, ha sido suficiente como para poner a Obama contra las cuerdas, y eso es algo a estudiar por parte de los demócratas. Si un partido republicano, secuestrado en parte por un ala integrista que lo aleja de su espíritu liberal, que se congrega en eso que se hace llamar Tea Party, es capaz de aunar más de cincuenta millones de votos el bando demócrata tiene un serio problema, ya que si algún día el republicanismo se libera de ese yugo y es capaz de situar a un candidato de verdad en la carrera electoral pocas probabilidades hay de que la victoria se le escape. En el mérito de Obama se encuentran tres aspectos muy importantes. Ha sido capaz de resucitar parte del entusiasmo que concitó hace cuatro años, que se encontraba muy diluido, ha conseguido que lo que se denominan “minorías” (hispanos, negros, etc) se decanten mayoritariamente por el partido demócrata, demostrando que una suma de muchas minorías da una mayoría, y sobre todo, ha sido el primer jefe de estado que, desde que empezó la crisis, ha logrado ser reelegido. Francia, Reino Unido, España (no digamos Grecia o Italia)… la lista de políticos dirigentes de un lado y de otro del espectro político que han sido destruidos por la crisis es interminable. Uno se fija en la imagen de las cumbres internaciones de estos últimos años y puede ir tachando mandatarios al ritmo de las elecciones en cada uno de sus países. Obama se ha salvado de la quema, y lo ha logrado con unas cifras económicas que objetivamente son malas (para EEUU, claro) pero que, viniendo de donde venía la economía norteamericana cuando la tomó en 2008 saben a victoria. Sobreponerse a la tasa de paro y al bajo crecimiento es el mayor de los logros de este triunfo, a mi modo de ver.

Ahora empieza lo realmente difícil para Obama. La Cámara de representantes sigue en manos republicanas y el senado en las de los demócratas, por lo que gobernar será muy difícil, pese a que los retos son enormes y exigirán acuerdos. A muy corto plazo, la ralentización de la economía y el precipicio fiscal de fin de año (ya les explicaré que es esto en otra ocasión). A medio la crisis con irán, la consolidación de la reforma sanitaria y un auténtico debate sobre la inmigración en el país, y a largo todo lo que ustedes puedan imaginar. Hoy es el día de las celebraciones, merecidas, entre los demócratas, por una trabajada victoria.

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