Quizás recuerden aquella última previsión de Fernando Simón en la que el epidemiólogo aseguraba que los casos de la variante delta no serían dominantes y, de serlo, no supondrían un cambio de fase en la pandemia que vivimos. Como ha sido habitual a lo largo de este año y medio, la realidad le ha llevado siempre la contraria a las afirmaciones de un experto que ha ido viendo como su credibilidad se deshacía a golpe de ola y medida no impulsada por él. Delta es ahora mayoritaria en gran parte de las naciones del mundo y entre nosotros provoca, más o menos, cuatro quintas partes de los contagios. Acabará por ser casi la absoluta dominante dada su alta capacidad de contagio.
¿Delta cambia el panorama pandémico? Sí y no, dependiendo principalmente del porcentaje de personas vacunadas que tengamos en la población. La relación es sencilla, a más vacunados, el efecto de cada ola en la mortalidad será menor, y con la inmunidad de rebaño, que delta coloca en el entorno del 90 – 95% de inoculados con pauta completa, la mortalidad no debiera responder de manera significativa a olas de contagios. En los países que tenemos elevados porcentajes de vacunación. España está entre los primeros del mundo, las curvas muestran claramente como se ha roto la correlación entre positivos y mortalidad, de tal manera que esta quinta ola europea es tan abrupta como las pasadas, o más, en positividad, pero muy liviana, perceptible pero muy suave, en mortalidad, y eso se debe a que las vacunas funcionan. Recordemos que las vacunas no impiden que te contagies, ni impiden que contagies a otros, pero te otorgan una muy elevada protección frente a la enfermedad, que de eso se trata al final, y hacen que, con un porcentaje elevadísimo, el Covid se convierta para el vacunado en un catarro. Las vacunas no están pensadas para erradicar la enfermedad, eso va a ser imposible, sino para convivir con ella, para que no suponga el freno a la vida que ha sido ni degenere en colapsos sanitarios y morgues llenas. Es así de fácil y de crudo, más vacunados, menos efectos. El inverso es igualmente cierto, y por eso tiene sentido que organismos como el CDC, el encargado para el control de enfermedades en EEUU, lancen señales de alerta en su nación, porque allí el proceso de vacunación, que empezó muy deprisa, se ha frenado bruscamente. Hay enormes sectores de la población a los que la vacuna no ha llegado y otros que se niegan a ponérsela, y la llegada de delta a esos grupos de población puede causar estragos. De hecho, los contagios en estados como Florida o Luisiana están disparados, pero lo peor es que UCIs y morgues empiezan a notar que crecen como antaño. Eso es una nefasta noticia, porque como señalan varios medios norteamericanos, cunde la decepción, el cansancio, y hasta la ira, en la población del país. Algunos porque están ya hartos de todo lo relacionado con esta enfermedad, otros, los vacunados, porque ven como la vida no se normaliza por el enorme grupo de no vacunados que persisten en estar así, y estos últimos, muchos negacionistas, indignados contra lo que ellos creen que es el mal, que no lo asocian al virus, sino a oscuras teorías carentes de sentido en las que siguen creyendo. Visto en su conjunto, el caos no deja de ser tan intenso como peligroso, y lo que se suponía que iba a ser, para aquel país, el verano de la liberación del Covid se está convirtiendo en una época frustrante, con restricciones crecientes, con pagos monetarios por vacunarse para vencer resistencias y negocios que pensaban hacer su agosto pero que ahora comprueban que las cuentas amarillean antes de llegar al otoño. Si aquí, con tasas más altas de vacunados, tenemos una cierta sensación de “gatillazo” de verano, piensen cómo deben estar al otro lado del charco.
Pese a ello, nuestras autoridades, que ya fracasaron en la gestión de las cuatro olas anteriores y han vuelto a mostrar su dejadez absoluta en esta quinta (todavía hay “responsables” que tienen el morro de decir que no se podía saber que un multitudinario festival de música iba a causar miles de contagios) ya se han puesto a correr para relajar restricciones de cara a organizar una sexta en un par de meses, mostrando otra vez al mundo en qué ineptas manos estamos de cara a gestionar un problema de salud, economía y sociedad como el que nos atenaza desde hace año y medio. Nada se podía saber según unos irresponsables que saben, seguro, que seguirán cobrando mes a mes. Vacúnense, es la única manera de protegerse de la enfermedad y la estupidez.
Subo a Elorrio dos semanas y un día de vacaciones, a hacer poca cosa, a vegetar en formato jubilado, a descansar. Si todo va bien el próximo artículo será el martes 24. Cuídense y vacúnense si aún no lo han hecho
No hay comentarios:
Publicar un comentario