No se qué tipo de maldición
tenemos en España en relación a los atentados islamistas, que ya de por sí son
muy difíciles de evitar. Cuando se producen, me bastaría con que los gobiernos
informasen de lo que saben, entendería que no con todo, por cuestión de
precaución, pero por favor, que no mientan, que no engañen. En el 11M, atentado
salvaje donde los haya, la gestión del gobierno del PP no pudo ser peor, la
desinformación y la confusión fue total y al final el que lo pagó, además de
toda la nación, fue el gobierno, que perdió unas elecciones por no haber dicho
la verdad de lo sucedido. Pensábamos que al menos eso no se volvería a repetir,
pero mira por donde, aquí tenemos a otro gobierno mintiendo ante otro atentado,
islamista.
Porque lo grave no es el
tratamiento que se hizo de la información sobre un posible atentado en Las
Ramblas en verano, no. Avisos de este tipo se recibirán a mansalva,
provenientes de distintas fuentes, y es más que seguro que muchos de ellos no
servirán para nada. Ante esos avisos, las fuerzas de seguridad sobre el terreno
deben decidir, junto a toda la demás información que poseen, cuáles pueden ser útiles
y cuáles no, cuáles seguir y cuales desechar. En este proceso se pueden cometer
errores o valoraciones que conduzcan a ellos. Es normal y, hasta cierto punto,
inevitable. Es lo mismo que ha pasado en Francia o Reino Unido ante ataques de
sujetos que estaban previamente fichados. Es imposible seguir a todos los
sospechosos, no hay ni puede haber medios suficientes para ello, se debe escoger
y valorar cuáles parecen ser más peligrosos, y por tanto elegir. Y esas
elecciones pueden salir bien o mal, y la injusticia es que sólo conocemos el
resultado de las que han salido mal, en forma de atentado perpetrado. Repito,
no se critica a la Generalitat por esto, ni mucho menos, sino por mentir a la
hora de ocultar que sí recibió esa información. El
Periódico de Cataluña, que en este aspecto está realizando un trabajo admirable,
publicó después de los atentados que una fuente les había informado hace
semanas de ese aviso de los cuerpos de inteligencia norteamericanos a los
Mossos. Ellos lo tenían desde hacía tiempo, pero por seguridad no lo habían
desvelado, para no generar miedo. Una vez que el miedo estaba en las calles en
forma de asesinados, lo publican, y a partir de ahí la Generalitat se embarca
en una campaña de desmentidos, desde Puigdemont al Consejero de Interior
pasando por todo tipo de portavoces y cargos, acusando al Periódico de mentir. Ayer,
con la nueva confirmación de que ese aviso sí se dio, se organizó una rueda de
prensa en Barcelona en la que el Consejero de Interior reconocía la alerta,
pero la tachaba de infundada, de poco creíble, para esconder el error (natural,
humano, comprensible) de no haberle hecho caso en su momento, y dedicó la mayor
parte de esfuerzos en esta comparecencia pública no a lo que debía, pedir perdón
por haber mentido, sino a atacar a la prensa, y más concretamente al Periódico,
por su campaña contra el catalanismo, el referéndum, y demás, y el deseo del
director del medio, Enric Hernández, de desprestigiar el trabajo de los Mossos.
La actuación del Consejero de Interior en la rueda de prensa de ayer fue de una
infamia absoluta, en un claro ejemplo de la táctica de “matar al mensajero”
para querer evitar las responsabilidades propias, y en un nuevo ejercicio de envoltura
en la estelada independentista para querer tapar los fallos de gestión de una
administración que se ve cada vez más desbordada por la realidad y que huye de
la misma a golpe de referéndum imposible, campaña secesionista y discurso
alocado. Si ya el sábado pasado vimos hasta qué punto el nacionalismo
extremista es capaz de apropiarse de una manifestación contra el terror, ayer
vimos de lo que sería capaz de hacer, si pudiera, contra los medios de
comunicación.
¿Se imaginan que esto que le pasa
a la Generalitat le sucediera a un gobierno no nacionalista? ¿Hasta dónde
llegaría el escándalo, la vergüenza y las peticiones de dimisión? Sí, hasta el
infinito, y con lógica. Y, les recuerdo, hasta el infinito más alto llegaron
tras el 11M, porque en ese caso el gobierno también ocultó información y trató
de manipular el atentado. Cierto es que la escala de mentiras de aquel caso fue
de mucho mayor calibre de la que el que nos ocupa hoy, pero el procedimiento es
el mismo. El de unos gobernantes que, a sabiendas del daño que les puede
producir la verdad, y muertos de miedo ante la necesidad de dar explicaciones,
huyen, mienten y buscan a quien hacer culpables de sus errores. Lamentable. Muy
lamentable.
1 comentario:
David,
Eres consciente que se ha demostrado que es FALSO ese mensaje de la CIA.
Wikileaks y Julian Assange han demostrado que parece más un trabajo de becario del El Periodico que otra cosa.
Cuidado con difundir mierdas
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