Normalmente en agosto sube el
paro. La superación de la punta del verano, y con ella el fin de numerosos
contratos temporales provocan que a finales de mes muchos se apunten a las
listas del antiguo INEM. Normalmente el último día de ese mes recoge cifras de
destrucción de empleo salvajes, aunque nunca como en el presente año, en
el que un cuarto de millón de empleos se volatilizaron el 31, en una
operación retorno al desempleo nada escalonada. Las cifras de contratación son
tan elevadas como volátiles, síntoma de una precariedad en el empleo, asociada
a los tradicionales contratos veraniegos, que va a más.
Teniendo
en cuenta todos estos factores, aun así el dato de agosto es malo. Supone el
peor registro desde 2008 y rompe una racha de creación de empleo que duraba
ya muchos meses. ¿Estamos ante un dato anómalo o algo más?. Es esta una
pregunta importante y muy difícil de contestar a corto plazo. Habrá que esperar
a los próximos meses para ver si agosto ha sido “raro” o supone un cambio de tendencia.
Hay tres factores específicos que han jugado contra el sector turístico en este
mes. Uno es el atentado de Barcelona, minimizados sus efectos por parte de
todos aquellos implicados en el sector, pero que ha supuesto la noticia mundial
del mes y que, desde luego, no viene bien para nada. ¿Ha provocado el atentado
cancelaciones? Parece que no, pero está por ver si ha creado una sensación
propicia para que algunos que iban a venir no lo hagan. Este es otro de esos
aspectos que habrá que estudiar en detalle, a sabiendas que destinos como
París, cierto es que ante ataque más salvajes y continuados, sí se vieron
resentidos. Otro factor particular ha sido el temporal de lluvias y tormentas
que la última semana de agosto ha caído sobre el levante español, que quizás
haya animado a más de uno a adelantar la vuelta a casa, sobre todo los que
poseen segundas residencias y pueden hacer los viajes de ida y vuelta cuando
les plazca, dentro de su periodo vacacional. El tercer factor que puede haber
jugado en contra es la apreciación del euro, que está disparado, y que bordea
los 1,2 dólares. Es evidente que esto no afecta al turismo intracomunitario,
pero sí hace daño, y mucho, al turismo británico, uno de nuestros principales
mercados. una libra baja respecto al euro implica un encarecimiento de las
vacaciones, en cierta manera no previsto ante la velocidad de subida del tipo
de cambio, y puede haber reducido no tanto la llegada de británicos (eso puede
que se de en los próximos meses si el cambio se mantiene) como el gasto de los
mismos, que se habrá visto mermado cada vez que hayan cambiado sus libras por
escasos euros. Para otros visitantes, como norteamericanos y asiáticos, el
efecto del euro fuerte es igualmente doloroso, y afectará de una manera no
prevista, dado que en los modelos de muchos agentes no se encontraba esta
subida del tipo de cambio, que ha sido tan intensa como rápida. La conjunción
de estos tres factores puede explicar una cierta atonía en el mes y, como
resultado, un frenazo del sector turístico, provocando por tanto un desempleo
mayor del previsto. Cuanto más peso tengan los factores atípicos (tiempo y
atentados) más probable es que estemos ante un dato anómalo que ante otra cosa.
Pero la pregunta inicial sigue ahí, y la posible causa de fondo también. ¿Hemos
llegado al techo de la velocidad de crecimiento económico? Tras numerosas
revisiones al alza del PIB, ¿hemos alcanzado la máxima velocidad de crecimiento
y hemos soltado el acelerador? ¿Fue el segundo trimestre de este año, con el
0,9% de subida, el mejor? Bien pudiera ser que sí. En ese caso agosto no sería
tan atípico, sino el primero de una serie de meses que reflejasen una reducción
del ritmo de crecimiento.
Hay datos de ventas minoristas,
de compras de coches y otro tipo de indicadores que señalan, en efecto, un
freno en la demanda interna, un parón, lógico por otra parte tras muchos meses
de subida por encima de lo previsto. Gran parte de la demanda embalsada tras la
crisis, que esperaba a una mejor coyuntura, ya ha salido y ha sido satisfecha,
y con una vuelta a las tasas de ahorro muy bajas y con la moderación salarial
extendida, el consumo privado no va a poder aportar al PIB mucho más de lo que
ya lo hace. Los datos de este cuatrimestre serán determinantes para saber dónde
estamos. Es seguro que el año acabará con un crecimiento en el entorno del 3%,
lo cual está muy bien, pero que 2018 verá un ritmo de subida menor, cosa que ya
se preveía, empieza a tomar cuerpo.
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