Relato
es la palabra mágica por la que disputan todos sus actos los políticos
españoles en este momento. Y mucho más allá, relato se ha impuesto como
concepto entre todo tipo de personajes e instituciones para tratar de amoldar
lo sucedido, la verdad, a sus intereses, sean estos del tipo que sean. No es
más que construir una historia, un cuento con lógica y que ofrezca el desenlace
deseado para que sea comprado, apoyado, por los propios y a ser posible alguno
de los contrarios. Saben los que tratan de elaborarlos que el poder de las
historias que se relatan es tan elevado que no hay campaña de marketing que
pueda contra ellas. Crear ese texto mágico que de coherencia a lo sucedido y
soporte a la visión propia es el santo grial que todos buscan.
A
día de hoy, a esta hora, la probabilidad de que haya elecciones en noviembre es
muy alta, casi el único escenario posible. Tras
la reunión fracasada de ayer entre PSOE y Podemos no parece haber muchas
opciones de un acuerdo de última hora, por lo que puede que nos tengamos
que enfrentar a las urnas otra vez, en un tedio de votaciones que harta a todo
el mundo. Los hechos crudos a los que nos enfrentamos admiten poca discusión y
son compartidos por todos. Hubo unas elecciones a finales de Abril que ganó el
PSOE, con notable distancia respecto al resto de partidos, pero muy lejos de la
mayoría absoluta. En función de las reglas de investidura que poseemos (y que
requieren de un alto consenso para ser alteradas) es necesario que el candidato
a presidente cuente, en alguna votación, al menos con más votos a favor que en
contra, sino no podrá ser escogido como tal. Transcurridos los plazos del
proceso, si no se logra investir un candidato, la convocatoria electoral es
automática. Estos son los hechos, y lo que puede pasar el lunes 23 de este mes
si nadie es investido antes. A partir de aquí empieza la construcción de ese
relato soñado que trate de justificar el por qué se repiten las elecciones y el
grao de culpa que tienen unos y otros en todo ello. La base de la construcción
es siempre la misma, y se puede resumir en “yo he hecho todo lo posible y la
culpa de que no haya acuerdo es de otros” y a partir de ahí se cogen momentos
reales, hechos ciertos, y se tejen de tal manera que el que cuente la historia
sea capaz de embaucar con lo narrado a la mayor cantidad de ciudadanos, léase
votantes, posibles. A día de hoy, a esta hora, el que más fácil lo tiene para
engarzar sus pelar en el collar de la historia es el PSOE. Puede argumentar que
ganó y que ha sido la intransigencia de Podemos la que le ha impedido acceder
al gobierno. Tras los resultados de abril Sánchez era el único candidato a
presidente posible y los de Iglesias, sobre todo Iglesias, lo han frustrado. A partir
de aquí se desarrollaría toda la campaña electoral con el objetivo de laminar a
Podemos y quedarse con la mayor parte de sus votos, todo ello aderezado con
toques de miedo a la derecha, que nunca faltan en este caso. Podemos, a día de
hoy, tiene que fabricar un discurso casi inverso, en el que sea la
intransigencia de un PSOE crecido y orgulloso la que ha impedido alcanzar el pacto,
que aparezca Sánchez como el orgulloso, el que ha impuesto un trágala que la formación
morada no podía aceptar, y es verdad que en el estado actual de la negociación
ese relato es el de más difícil venta. Una jugada estratégica de última hora de
Iglesias, que regalase sus votos a cambio de nada sería una manera de forzarlo
todo. Ayer se comentaba en los medios que, ante esta última opción, Sánchez no
aceptaría, al sentir que se le daba una investidura válida pero una presidencia
tocada. De hacer ese movimiento, y de optar el PSOE por esa respuesta, también
iríamos a elecciones, pero los relatos de ambos partidos debieran alterarse y
las opciones de Podemos de vender su posición mejorarían mucho respecto a la de
un PSOE que podría ser acusado mucho más fácilmente de ser el culpable de que
volvamos a votar.
En
el resto de partidos esa necesidad de relato de cara a las elecciones es algo
menor, porque para el centro derecha la base de la historia es culpabilizar
tanto a PSOE como a Podemos de ser los culpables de la repetición, pero como en
todo en la vida hay matices. Así, Vox no tiene argumentos ni parece
necesitarlos, le
bastan plantas de chalet irregular. El PP sabe que de repetirse las
elecciones mejorará resultados, porque peor no puede estar, y es Ciudadanos el
que tiene que estar muy preocupado porque su posición en estos meses ha quedado
muy tocada, para los suyos y los ajenos, y no está claro cómo va a poder
construir una historia que le salve los papeles. Rivera necesita urgentemente
un hábil relatador que le ayude a sobrellevar una probable derrota en caso de
nuevos comicios.
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