jueves, diciembre 22, 2022

Se acaba el año, resumen internacional

De todo lo que ha sucedido en el mundo, dos han sido las noticas que, por derecho propio, pasarán a la historia. Una, de carácter local, pero trascendencia global, fue la muerte de Isabel II, la más longeva y duradera reina de Reino Unido, figura pop reconocible en cualquier otra nación, que desempeñó su trabajo durante décadas, trabajo consistente, en la práctica, en hacer bien poco, peo con una exquisitez que lo encumbrase. En un año en el que Londres ha sido epicentros de caos políticos que, por su cutrez, le acercaban a lo que vivimos en España en nuestro día a día, la figura de Isabel II permanecía como único baluarte al que poder asirse con firmeza. Ya no está.

La otra noticia, la gran noticia, que a todo eclipsa, es la guerra de Ucrania. El 24 de febrero Putin ordenó la invasión de su país vecino mediante una operación militar que incluía tanto el uso de la fuerza convencional como unidades de élite destinadas a tomar la capital y descabezar al gobierno de Kiev. Fracasado este intento de golpe decapitante, la guerra se convirtió en una lucha encarnizada en frentes que avanzan poco en medio de las llanuras de la estepa, con destrucción masiva de infraestructuras civiles por parte de la artillería rusa y resistencia heroica por parte de un ejército ucraniano que nos ha demostrado a todos lo que es el valor, frente a un enemigo más cruel y poderoso. El patético comportamiento de las unidades rusas, viejas, carentes de equipamiento, negligentemente dirigidas, ha hecho que tras 300 días de guerra la zona ucraniana ocupada por Rusia sea hoy menor que la que existía al inicio de las hostilidades. Las bajas por ambos bandos se cuentan por decenas de miles de soldados y, en el lado ucranianos, se deben sumar miles y miles de civiles asesinados por los rusos, tanto por el efecto de los bombardeos a distancia como, sobre todo, por el exterminio llevado a cabo en las zonas ocupadas, como se ha comprobado al poder liberar algunas de ellas. La comunidad internacional ha reaccionado ante esta guerra de manera unitaria, pero menos de lo debido. Los regímenes dictatoriales han respaldado a uno de los suyos, con China a la cabeza. Quizás no con la voz muy alta, pero si en todo lo que sea necesario. Las democracias occidentales nos hemos posicionado claramente contra el agresor, aunque en nuestro seno también existen profundas corrientes de extremismo, que se dicen de izquierdas y derechas, algunas de ellas con ministerios en nuestro gobierno, que admiran tanto a Putin que siguen esperando a que gane la guerra para emitir algún juicio al respecto, a ser posible absolutorio para el tirano de Moscú. Varias naciones, tradicionalmente aliadas de occidente, se han puesto de perfil ante este asunto, cuando no claramente a favor de Rusia, y es de destacar los apoyos que Moscú ha encontrado en las satrapías del golfo, unidos como están por vivir a cuenta de la exportación de hidrocarburos. La India, país democrático regido ahora por un gobierno bastante nacionalista, y que el año que viene se convertirá en el más poblado del mundo, se ha mostrado comprensivo con Moscú y no ha respaldado claramente la batería de sanciones que se han impuesto a la economía y autoridades rusas. En la UE; con varios países fronterizos con Ucrania y no pocos con el recuerdo de haber vivido bajo el dominio soviético hasta hace bien poco, la respuesta gubernamental ha sido casi unánime, y firme. Es de destacar el compromiso báltico, donde naciones como Finlandia y Suecia, tradicionalmente neutrales, han sentido el miedo en el cuerpo y han corrido a solicitar su adhesión a una OTAN que se encontraba medio muerta y que la invasión ha revitalizado de una manera espectacular. ¿Por qué señalo lo de “casi” unanimidad? Porque algún gobierno, especialmente el del húngaro Orban, ha seguido mostrando su pleitesía la sátrapa moscovita y ha tratado de torpedear todos los acuerdos que, pese a sus esfuerzos, se han ido alcanzando. Orban en el poder, Berlusconi cerca y formaciones como Podemos en nuestro país, y otras en otras naciones, han sido los portavoces interpuestos de un Kremlin que, pese a sus reveses, sigue siendo hábil elaborando argumentarios basura para los que no faltan propagandistas bien subvencionados (no, en rublos no) que los vendan y público ávido por comprarlo. A destacar también el silencio cómplice de un Vaticano degradado hasta el extremo, que nada ha hecho para ayudar a Ucrania y mostrarle apoyo real. Nada.

El estallido y desarrollo de la guerra lo ha condicionado todo, disparando una inflación que ya venía de antes pero que con las restricciones energéticas y de materias primas se ha hecho insoportable. Eso ha obligado a los bancos centrales a disparar los tipos de interés y por ahí se han pinchado burbujas como la de las criptomonedas. El mundo termina 2022 con la esperanza de la resistencia ucraniana, con Zelensky convertido en merecido héroe global y la sensación de que queda mucho para que este desastre se acabe. Millones de refugiados siguen fuera de su país y las perspectivas de volver a una nación en paz y reconstruible se antojan escasas en el corto plazo. Pro primera vez desde la II Guerra Mundial, un país europeo ha sido invadido. Estamos en guerra.

Subo hoy a Elorrio a pasar las fiestas. Cuídense, felices navidades entrada en el nuevo año. El siguiente artículo debiera ser el martes 3 de enero de 2023

miércoles, diciembre 21, 2022

Mejores libros del año 2022

En lo literario, este 2022 ha estado marcado por la repentina muerte de Javier Marías, probablemente el mejor escritor de nuestro idioma. El hueco que deja su marcha, en todas las facetas, es enorme. Su obra pervive, pero ya sabemos que no seguirá, y eso duele. Mucho. No hace falta que hagan caso de estas recomendaciones que les hago, porque, ante la prosa de Marías qué puede competir…. En esta lista hay dos autores que también han fallecido en este 2022.
 
Recuerden que no tienen por qué ser libros editados en este año sino los que más me han gustado de entre los que he leído. Salvo los ganadores de cada categoría, el orden del resto de libros reseñados no indica una mayor o menor calidad, sólo que son los que más destaco.
 
Mejor libro de ficción. Disputado, complicado, difícil decisión
La ciudad de los vivos, de Nicola Lagioia, ed Random House, 464 páginas
Es una novela, un ensayo, un reportaje periodístico, una de esas mezclas que tanto se dan ahora y resultan difíciles de clasificar. Lagioia es periodista, y en este trabajo disecciona y trata de buscar el porqué de un terrible asesinato entre jóvenes que tuvo lugar en Roma en 2016. Entrevistas con el entorno de los implicados, declaraciones, el papel de los medios, reflexiones vitales y un sinfín de párrafos perfectamente engarzados conducen al autor a un pozo en el que no encuentra respuestas, sólo enormes vacíos. Excelente crónica del nihilismo social en el que vivimos y de un tiempo, el nuestro, con algunas luces y grandes sombras. Aires de Capote y Carrere.
 
* La única historia, de Julian Barnes, editorial Anagrama, 240 páginas
Todas las historias son la misma, una de amor, nos dice Barnes, y en ella contamos si queremos amar y gozar y sufrir o renunciar al amor, a sus gozos y sombras. Paul es un joven que conoce a una mujer casada con la que empieza una relación que será la que marque toda su vida. Es alucinante como Barnes va relatando la narración con un lenguaje limpio, sencillo, que te lleva en volandas, que devoras, pero que a la vez excava en lo más profundo de unos personajes creados con la mayor verosimilitud posible. Es casi imposible escribir de una manera tan clara y redonda como la suya.
 
* Normas de cortesía, de Amor Towles, editorial Salamandra, 416 páginas
Primera novela que leo del exitoso autor norteamericano. Y sí, está muy bien. Hay un cierto aire de Gatsby en esta historia, ambientada principalmente a finales de los años treinta en un Manhattan de oficinas, copazos nocturnos y jóvenes que se beben la vida. Katey y Eve son las protagonistas que buscan medrar y, desde luego, sacar partido a una vida más allá de su trabajo, y en esta aparece Theodore, joven y adinerado. La ambientación y trama están perfectamente construidos y el relato avanza gracias al juego de azar que es la vida.
 
* El último barco, de Domingo Villar, editorial Debolsillo, 712 páginas
Domingo Villar, autor superventas de novela negra “gallega”, falleció por sorpresa con cincuenta y pocos años muy poco antes del inicio de la feria del libro de Madrid. Duro golpe. Sus novelas, con el comisario Leo Caldas como protagonista y la ría de Vigo como escenario, mezclan suspense, trama policiaca y humanidad de una manera tan agradable como atractiva. Esta novela, la tercera de la serie, es la más compleja y, para mi gusto, la mejor. Es sumamente entretenida y ofrece unos giros de guion que atrapan al lector sin posibilidad de escapatoria. Y todo bien regado de Albariño.
 
* La policía de la memoria, de Yoko Ogawa, editorial Tusquets, 400 páginas
Otra autora desconocida para mi, y una novela que mezcla tanto la intriga como lo distópico. En un mundo en el que la existencia de los objetos resulta abolida por las autoridades, y con ellos también sus recuerdos asociados, la protagonista ve cómo su vida se va estrechando sin que pueda saber el porqué. Escritora, intenta construir una novela pero día tras día hay cosas que dejan de existir y su mente se vacía. La relación clandestina con su editor y un viejo que vive sólo en una zona de costa le ayudarán a entender que es lo que pasa. Es una novela atractiva y algo inquietante.
 
* Agua y jabón, de Marta Riezu, editorial Anagrama, 240 páginas
Al parecer Marta es periodista, y esto digo porque hasta que vi este libro y lo leí nada sabía de ella, ni su existencia. Ahora daría mucho por poder conocerla. No es una biografía, pero sí un conjunto de retazos de su vida, aderezados con gustos, opiniones y dichos en los que la moda y estética, que deben ser su especialidad, mandan mucho. Es una joya de texto, escrita con primor, fácil de leer, pero que a cada frase requiere parar y volver a repetirse, por lo bien escrita que está y por el contenido que tiene.
 
* Cocido y violonchelo, de Mercedes Cebrián, editorial Random House, 200 páginas
A Mercedes le conocía de antes, pero no la había leído textos largos, sólo artículos de opinión en publicaciones culturales. Aquí se muestra como es, una apasionada de la música y la comida. Su proyecto de aprender a tocar el chelo se cruza con la pandemia y con los aromas de guisos y experiencias pasadas, cuando la música, esta vez de tecla, ocupaba el papel instrumental de su vida. Escrito con mucha gracia y naturalidad, se lee casi del tirón y deja un sabor de lo más delicioso.
 
* La vida mentirosa de los adultos, de Elena Ferrante, editorial Debolsillo, 368 páginas
Si no ha leído la tetralogía “dos amigas” puede darse el festín con ella, pero este libro es independiente de esa serie. Lo que se mantiene es el estilo limpio, claro, de una autora (o autor, o equipo, no se sabe) que describe a unos personajes complejos, poliédricos, que temes y amas a la vez, en una Italia de mucha pasta al pesto y amargor para regalar. Sus novelas son excelentes en lo formal y literario, y además entretienen. Es difícil pedir más.
 
* Sigo aquí, de Maggie O’farrell, editorial Libros del Asteroide, 272 páginas
El año pasado le di a O’farrell mi “premio” y voy a tratar de leer toda su obra. Esta no es una novela, sino un compendio de pequeños episodios de su vida que tienen como hilo común el haber sentido que su vida estaba en peligro. Accidentes o casi, momentos en los que se ha sentido amenazada ella o los suyos… resulta ser una biografía de lo más extraña a base de sobresaltos, con la conclusión final de que una brillante y pelirroja escritora irlandesa es mucho más dura de lo que la vida se pueda llegar a creer.
 
* Línea de fuego y Sidi, de Arturo Pérez Reverte, editorial Debolsillo,688 y 376 páginas
Sigue Pérez Reverte embarcado en un alto ritmo de producción, prácticamente a novela por año. Estas dos son distintas en forma y temática, una mucho más densa y coral, centrada en un episodio de la batalla del Ebro, otra más breve y estructurada en la figura de Sidi, el Cid en su época de destierro, como soldado de fortuna, pero ambas comparten lo que ha hecho grande a Arturo; escritura ágil, fluida, entretenida, personajes consistentes que viven y actúan según unos códigos. Emoción, aventuras y el constante batallar contra la perra vida.
 
* El trueno en el reino, de Hillary Mantel, editorial Booket, 992 páginas.
Hillary Mantel falleció hace poco más de un mes. Especialista en novela histórica, suya es la monumental trilogía de Cromwell, que se basa en este valido de Enrique VIII para contar los sucesos más importantes de ese convulso reinado de la dinastía Tudor en la Inglaterra del siglo XVI. Esta novela, la tercera, es enorme en sus dimensiones, y exige tiempo y dedicación. A cambio ofrece un relato que mezcla historia y novela de manera brillante, superando por mucho a entretenidas sagas de tronos que juegan, cuyos personajes serían, realmente, decapitados por el cruel Enrique sin miramiento alguno.
 
 
Mejor libro de no ficción.
He dudado algo, pero creo que en conjunto el ganador está claro.
Los hombres de Putin, de Catherine Belton, editorial Península, 928 páginas
El mejor resumen es su subtítulo “Como el KGB se apoderó de Rusia y se enfrentó a occidente”. Monumental ensayo sobre la deriva del poder en Rusia en las últimas décadas, articulado en torno al ascenso de Vladimir Putin, el inesperado triunfador de una camarilla de espías crueles y obsesos por el poder. Los capítulos en los que explica las tramas financieras que permiten a estos mafiosos controlar y evadir el dinero se pueden hacer áridos, pero otros, como el de la época de San Petersburgo, dejan a muchas violentas novelas fantásticas convertidas en relatos de guardería.
 
* Los innovadores, de Walter Isaacson, editorial Debolsillo, 608, páginas
Cualquier libro de Isaacson es una garantía de entretenimiento y calidad. Biógrafo de referencia y excelente contador de historias, en este caso realiza un viaje explicando el desarrollo de la informática, desde las ideas de Bagagge y Lovelace hasta internet y Google, pasando por la creación de las computadoras, el transistor y la industria tecnológica asociada. Excelente compendio de personajes, y un muy profundo estudio de la vinculación que a veces se da, y no, entre genio creativo, liderazgo y capacidad de gestión empresarial.
 
* Por el cambio, de Ignacio Varela, Editorial Deusto, 512 páginas
Conocía al Varela demoscópico y opinador, pero no su pasado como político. Jefe de gabinete en Moncloa durante los primeros gobiernos socialistas, este libro termina en 1982, y arranca diez años antes, y en él se relata como Felipe y un grupo de fieles refundaron un partido que apenas era poco más que un recuerdo hasta convertirlo en una máquina electoral arrasadora. Historia de una época decisiva contada de una manera espectacular por alguien que la vivió, sin protagonizarla, junto a muchos que sí. Es uno de los mejores relatos políticos que he leído.
 
* La frontera, de Erika Fatland, editorial Tusquets,656 páginas
Dejado por un buen amigo, y leído en las navidades y año nuevo pasadas, este libro de viajes adquiere ahora un significado distinto. La autora hace un viaje a lo largo de toda la frontera de Rusia, desde el límite de Corea del Norte hasta Noruega, pasado por todas las repúblicas centroasiáticas, China, Europa del Este y, desde luego, Ucrania. Tratando de buscar los restos dejados por el antiguo imperio soviético en esas naciones, el libro retrata en parte un mundo detenido en el tiempo y otro que la guerra actual está arrasando. La autora tiene una enorme perspicacia y mucho estilo para narrar.
 
* La guerra de Ucrania, de Revista Ejércitos, varios autores, editorial catarata, 176 páginas
Es imposible saber cómo va a concluir la guerra de Ucrania. El seguimiento diario que está realizando Revista Ejércitos es espectacular. Este libro, que pretende ser el primero de varios, es una recopilación de la situación geopolítica previa al inicio de la invasión rusa y una crónica de los primeros cien días de batalla. La idea es elaborar un trabajo similar cubriendo periodos similares de tiempo mientras la guerra continúe. Escrito a varias manos, incluye un capítulo dedicado al papel de la UE y las sanciones acordadas, y a los recursos y formas de financiación del ejército español.
 
* El hijo del chófer, de Jordi Amat, editorial Tusquets, 256 páginas
Este libro cuenta la vida de Alfons Quintà, un nombre que a muchos no les dirá casi nada, pero que llegó a serlo todo durante los años de gloria de Jordi Pujol. Desde su juventud a la sombra del gran Josep Pla hasta el apogeo de su poder como periodista en medios nacionales o a cargo de TV3, Quintá llevó a lo más alto sus sueños y egos a medida que la paranoia le consumía y llevaba el desastre a todo el que le rodeaba. Violento, desatado, maquiavélico, brillante, retorcido, suicida, su vida es digna de un personaje de película siniestra. El oasis catalán, en versión real.
 
* Algo nuevo en los cielos, de Antonio Martínez Ron, editorial Crítica, 712 páginas
Esta es la obra maestra de Martínez Ron, famoso divulgador científico español. Este libro se dedica al aire, en todas sus facetas. Desde las investigaciones de la época clásica sobre la composición de la atmósfera al desarrollo de la ciencia meteorológica, desde la explicación de los fenómenos que vemos en el cielo hasta el desarrollo de la aviación, todo lo que pase “ahí arriba” encuentra su sitio en esta obra excelente. Y de propina, el relato en primera persona de una excursión en globo y de un experimento de vuelo.
 
* Roma desordenada, de Juan Claudio de Ramón, editorial Siruela, 344 páginas
Roma es infinita. Si en el libro que he reseñado en novela ofrece una visión decrépita y sucia de la ciudad, esta recopilación de impresiones de Juan Claudio no es un contrapunto, pero sí un recorrido por lugares trillados y no que ofrecen un Roma vivible, con sus luces y sombras. Varios años de trabajo como diplomático en la ciudad resumidos en un texto muy bien escrito, que no es una guía de viajes, pero que también puede valer como tal. Cómo desenvolverse en el día a día en el marco de la gran belleza capitolina.
 
* La lira desafinada de Pitágoras, de Almudena Martín Castro, editorial Harper Collins, 416 páginas
Licenciada en física, interprete de piano y soprano, la capacidad divulgadora de Almudena es incuestionable. Este es su primer libro, y utiliza la música como hilo conductor para desarrollar la apasionante tesis de si la belleza está detrás de los descubrimientos científicos, y el papel de la música en la vida de los científicos que los desarrollaron. ¿Es armónica la ciencia? ¿La belleza sirve como guía para determinar cómo debe ser la realidad? El texto es sencillo, fácil de seguir para no iniciados y lleno de anécdotas atractivas.
 
* Piensa claro, de Kiko Llaneras, editorial Debate, 288 páginas
Kiko Llaneras, mucho más que analista demoscópico, adquirió notoriedad en la época pandémica por sus análisis de los datos que, mal, suministraba el Ministerio de Sanidad. Ingeniero, experto en análisis de números y en saber qué es lo que de ellos se puede extraer y qué no, resume en este texto no las técnicas matemáticas de análisis, sino los sesgos que muchas veces hacen que queramos que los datos corroboren nuestros prejuicios, y los problemas que son ineludibles en la vida real. Claro, accesible, sencillo, es un trabajo muy necesario para todo aquel que quiera estudiar, de manera honrada, la realidad.
 
* Money and Power, de Vince Cable, editorial Atlantic Books (en inglés) 400 páginas
En este libro el autor, estudia el papel que tienen los líderes políticos en el desarrollo de la economía de las naciones a las que han dirigido, mostrando que en el mundo real las teorías económicas que tan bien parecen funcionar sobre el papel a veces no lo hacen. Perón, Thatcher, Roosevelt, Den Xiaoping, Hamilton, Lenin, Bismarck… un excelente estudio práctico de políticas de todo signo que han dejado un potente legado económico. Honesto, accesible y con un grado de objetividad y desapego que resulta muy de agradecer.
 
* Energía y civilización de Vaclav Smil, editorial Arpa editores, 640 páginas
En este libro asistimos a una visión general de la historia de la humanidad desde la perspectiva de la energía, viendo como el incremento de rendimiento de las fuentes de energía utilizadas es lo que permite aumentar la productividad, el crecimiento demográfico y el desarrollo de las sociedades. Lleno de curiosidades y datos de interés, es uno de esos trabajos que trata de abarcar toda la realidad a partir de un factor fundamental explicativo, con lo que ello tiene de posible reduccionismo. En nuestro contexto de crisis energética resulta mucho más que interesante.

Se acaba el año, resumen nacional

Si todo va como preveo, mañana publicaré el último artículo de este 2022, así que toca hacer un poco de resumen en un ejercicio que ha sido más aciago de lo esperado y mucho, mucho más cruel. En casa, ruido y furia, pero sin el arte de Shakespeare de por medio. La política nacional ha ido enfangándose cada vez más en medio de acusaciones y manipulaciones de todo tipo, encabezadas por el gobierno, que es el que tiene más capacidad para embarrar y serenar, pero lo cierto es que la política se ha “futbolizado” de una manera que la hacen ser casi repulsiva para los que nos sentimos interesados por ella. Como dijo Ortega y Gasset “no es esto, no es esto”.

Para los dos grandes partidos ha sido un año de luces y sombras. Sánchez se mantiene en el gobierno y ha logrado sacar adelante unos nuevos presupuestos, mostrando lo engrasada que está la mayoría de la investidura, aunque eso requiera reformas legales como la supresión de la sedición o la rebaja de la malversación que, hace pocos meses, eran negadas tajantemente y ahora se venden como urgentes y lógicas. El desastre de la aplicación de la ley del “solo sí es sí” y la negativa de los morados a apoyar las demandas de ayuda a Ucrania han supuesto los mayores roces en una extraña coalición de gobierno en la que siguen habitando dos ejecutivos que no se hablan. De cara al año que viene, superelectoral, la estrategia sanchista pasa por hacerse más podemita que muchos de Podemos para quedarse con esos votos, aunque en el camino el PSOE quede convertido apenas en una triste sombra de lo que era, todo a mayor gloria del líder incuestionado. En ese lado del tablero sigue siendo una incógnita el comportamiento electoral de la plataforma sumar, que lidera Yolanda Díaz. Aunque me sigue pareciendo un ejercicio de melancolía, el año que viene veremos si se presenta, dónde, cómo y con qué resultado. Por ahora el trabajo más intenso en torno a ese proyecto lo está realizando el líder supremo de Podemos, el sectario Iglesias, que no deja de intentar destruir todo lo que no sea acorde a su visión estalinista de la vida, en la que él, y sólo él, es la verdad revelada. En el PP ha sido un año convulso, con intento de suicidio colectivo incluido. El liderazgo de Casado, endeble y sometido a malos resultados en comicios regionales, gran gatillazo en Castilla y León, acabó siendo destruido cuando se enfrentó a Ayuso en un episodio que era difícil de entender. Bisoñez, falta de experiencia y unos cargos ejecutivos bastante incapaces arrastraron el partido hasta una crisis total, que supuso la llegada de Feijoo a la dirección de Génova con la aclamación que él siempre había deseado. Tras un repunte potente en las encuestas, Feijoo va aprendiendo que Madrid es una plaza dura en la que no se perdonan los errores y en la que siempre te van a someter a un tercer grado hagas lo que hagas. Sigue teniendo cara de añorar la vida gallega tranquila y se la juega al todo o nada en las generales de finales de 2023, con las autonómicas y municipales de mayo como previa. El excelente resultado de Moreno Bonilla en Andalucía, con un estilo sosegado, ha dado alas a los estrategas del PP, que aspiran a repetir algo similar en el conjunto del país. Lo veo casi imposible, porque la fragmentación política y el populismo han venido para quedarse más tiempo de lo que uno pueda aguantar. Ha sido un mal año para Vox, lo que es una buena noticia, y el año de la casi descomposición de Ciudadanos, lo que es una pena. Los exaltados de Abascal han hecho el ridículo varias veces, especialmente en las autonómicas andaluzas, y mostrado que son muy buenos en el insulto y la bronca, pero en nada más. Al igual que su reflejo exaltado de Podemos, son la muestra de un problema en nuestra política, el sectarismo extremo, y ambos siguen realizando un ejercicio de presión ideológica a través de las redes sociales que mantiene parcialmente secuestrados a los grandes partidos, les roban voto que impide mayorías estables y les obligan a hacer caso a la minoría ruidosa y faltona, mientras que los problemas de la mayoría social del país, de clase media, templada en lo ideológico y espero que no tan desnortada en lo vital como yo, son dejados de lado.

Ha sido el año del disparo de precios, que venía de antes, pero que la guerra de Ucrania llevó al extremo, el año del verano eterno, de calor insufrible, ausencia de lluvias e incendios por doquier. En 2022 hemos vencido al coronavirus en España y la pandemia quedó atrás por completo, de tal manera que ya pocos la recuerdan. Su final ha puesto sobre la mesa el desastroso estado de la atención primaria en las CCAA y el abandono de los profesionales sanitarios, que es más destacado por los medios en algunas regiones que en otras, pero que se repite sin cesar. Ha sido un ejercicio más duro de lo esperado. Confiaba en que fuera de recuperación y festejo tras la pesadilla del Covid, pero el regusto que me deja es amargo.

martes, diciembre 20, 2022

¿Qué no comprará Qatar?

Una primera respuesta breve y de urgencia. Por ahora, el tribunal Constitucional. Una respuesta algo más larga… No lo se. Queda bastante por descubrir en la trama de sobornos desarticulada en el Parlamento Europeo, pero si algo ha quedado claro es que la corrupción estaba plenamente instalada allí, gestionada presuntamente por responsables de la nación qatarí y con presencia de agentes de Marruecos (esta derivada es muy muy interesante) que supieron a quienes engatusar vía bolsas de dinero para acceder a los más altos puestos de responsabilidad en la institución. Por ahora la formación política más salpicada es la socialista, pero sospecho que habrá comprados en todas las familias de la eurocámara, y quizás más allá.

La corrupción es humana y sencilla, basta saber qué teclas hay que pulsar para desatar la codicia de cada uno de los corrompibles y, sino, con mucho dinero es suficiente, porque ante cifras desatadas las voluntades flaquean como el acero al fundirse en un alto horno. Y a Qatar lo que más le sobra es dinero. Es imposible que la corrupción se de sin fuentes de dinero que la engrasen, por eso fue disparada en nuestro entorno en el marco de la burbuja inmobiliaria, cuando el dinero corría a lo loco, y se frenó tras la crisis, cuando mucho de ese dinero se evaporó, pero volverá cuando nuevos flujos financieros permitan “desvíos”. Lo significativo del caso europarlamentario ha sido para muchos el lugar en el que se ha producido, las sacrosantas instituciones comunitarias, vistas desde nuestro paleto punto de vista como lugares inmaculados en los que la corrupción no se da. Desengáñese, la corrupción es inherente al ser humano, y sólo la efectividad de la justicia es capaz de controlarla, que no erradicarla (y rebajar el delito de malversación es, justo, lo que desean los corruptos, por su tenía dudas). Al menos en esta ocasión la trama ha sido intervenida por las autoridades del país en el que se encuentra la sede parlamentaria, por lo que algo ha funcionado bien en el sistema policial y judicial belga, acostumbrado como nos tiene a ser objeto de mofas. Un control que ha sido operativo. A mi lo más interesante del caso no me parece dónde se ha producido, sino quién ha sido el corruptor, y lo que demuestra sobre la variación de la tenencia del poder. Los países exportadores de energía siempre han sido poderosos, los petrodólares son un invento de los setenta, con la primera crisis del petróleo, pero no deja de ser un fenómeno que va a más y que, nos guste o no (a mi nada) condiciona cada vez más aspectos de nuestra vida diaria. Para estas naciones la respetabilidad es algo que se puede comprar, entre otras cosas porque quienes la otorgamos estamos obligados a ponerla en venta a cambio de seguir manteniendo un suministro de energía fiable. Es así de crudo. La guerra de Ucrania de este 2022 nos ha puesto a todos delante de decisiones energéticas crueles e hipócritas, hasta un grado que no se había visto en mucho tiempo, y hemos actuado como era de esperar, con el objetivo único de mantener suministros y sistemas en marcha. Hemos pasado de repudiar a un príncipe saudí por el presunto descuartizamiento de un periodista crítico a sentarlo al lado de todos los jefes de gobierno con el decoro que sólo se les otorga a ciertas estrellas mediáticas. El jeque qatarí, que rige una monarquía absoluta y rigorista en un territorio en el que, en la práctica, la esclavitud existe y las mujeres son tratadas como meros objetos de compañía, ha sido recibido por los presidentes de nuestras naciones, también Pedro Sánchez lo hizo, como si fuera Tom Cruise presentando su última película. Un barril de petróleo caro, un gas ruso no disponible, unos precios de las materias primas desatadas, y todos nuestros valores se van por el desagüe a cambio de calefacción, transportes que funcionen y la vida normal de cada día. Este fin de semana vi una pintada en una pared madrileña que decía “no te hagas adulto, es una estafa”. Pues en gran parte, sí.

Hace un par de días ha terminado en las arenas de Qatar cierto espectáculo relacionado con algo de dar patadas a un balón. Ese evento fue comprado de manera privada por el estado / régimen / familia qatarí sin que nadie protestara, a buen seguro gracias a celebraciones cofinanciadas a todas las partes interesadas. Esto del balón se repetirá sin fin, porque la capacidad de compra de estas naciones es infinita, y no habrá evento, club deportivo, sociedad o cargo público que pueda escapar de los cantos de sirena embolsada de billetes que sean capaces de entonar. ¿Cómo se frena algo así? ¿Cómo evitar la corrupción a esa escala? ¿es directamente posible?

lunes, diciembre 19, 2022

china, del covid cero al covid libre

Como la actualidad política nacional es un cenagal, prefiero no opinar sobre ella aunque me salgan pareados. Es deprimente lo que puede hacer un gobierno para persistir. Por ello, me voy a ir lejos para asistir a un experimento médico y social de dimensiones apabullantes. Si recuerdan, hace no mucho comentábamos las protestas contra el régimen chino por parte de ciudadanos aprisionados en sus viviendas por el régimen de covid cero impuesto por la dictadura. Eran las mayores manifestaciones vistas desde los sucesos de Tianan Men y el régimen se puso nervioso. Inicialmente optó por la clásica vía represiva, un poco a lo iraní, pero en unos días, de manera sorprendente, decidió dar la razón a los manifestantes y desmantelar las restricciones covid por completo.

Tres años de incesantes mensajes sobre la gravedad absoluta de la enfermedad, la propaganda del régimen ha puesto a todo volumen el mantra de que ómicron no es peligrosa y que el autocuidado es el que debe reinar. Se acabaron los controles PCR, los confinamientos estrictos o laxos, se acabó todo. El ciudadano debe autodiagnosticarse si cree que está enfermo y recurrir a medicación paliativa de los síntomas, y ya está. Se ha reforzado el proceso de vacunación a la población general, especialmente a los mayores, con el suero patrio, menos eficaz que las vacunas occidentales de tecnología ARN, y el seguimiento de casos y todo eso se ha paralizado y las cifras ya no sirven para nada. Las estadísticas de los infectados y fallecidos en China siempre han sido sospechosas, por usar un término diplomático, porque nadie se cree que los poco más de cinco mil fallecidos oficiales que aseguraba tener el gobierno de Beijing sean los únicos que han caído en aquella inmensa nación. La decisión de pegar un volantazo en la estrategia covid va a tener enormes consecuencias para la nación, y no sólo en aspectos económicos o sociales, sino simplemente sanitarias. Cientos de millones de chinos ni están inmuinizados vía vacuna ni, desde luego, han pasado la enfermedad fruto de las enormes restricciones sufridas en estos años, por lo que poseen en la práctica un grado de inmunidad natural nulo. A efectos prácticos, están como estaba España en febrero marzo de 2020 ante una variante menos letal como es ómicron. El resultado que puede esperarse es difícil de estimar, pero dadas las enormes cifras de la población china, y el envejecimiento que ha experimentado en los últimos años, es fácil suponer que, aunque la mortalidad causada por ómicron sea baja, se lleve por delante a muchos chinos, y muchos pueden ser cifras medidas en unidades de millón. Lo más divertido del caso es que si antes las cifras de la enfermedad eran falsas, ahora directamente serán inexistentes, por lo que nunca sabremos realmente el impacto de la epidemia en aquel país. La información que nos llega, fruto de testimonios de los que allí viven, es de una sensación de nerviosismos, de autoconfinamiento general de la población ante el temor a la enfermedad y de disparo de casos sintomáticos compatibles con covid en el entorno de los que son nuestras fuentes de información. Corresponsales de prensa, españoles que trabajan allí, etc, cuentan la imagen de unas ciudades semiapagadas, con negocios cerrados y escasa vida en las calles. Colas en las farmacias para conseguir pruebas de antígenos, recientemente implantadas en el país, y medicamentos para bajar la fiebre, que se agotan nada más ser dispensados. Las toses y mocos se reproducen y, según comentan, las funerarias avisan que empiezan a tener mucho trabajo, síntoma inequívoco de que las defunciones comienzan a darse. Las dimensiones de la ola, en cuanto a contagios e impacto, pueden ser tremendas.

Me da que el régimen de Beijing ha decidido dar carpetazo al covid en una especie de traca final en la que sea la naturaleza la que determine quién se salva y quién no, siempre que los gerifaltes del partido estén convenientemente protegidos. Si la ola pasa, devasta y desaparece, China puede afrontar gran parte de 2023 con una economía en recuperación y una vitalidad social como antaño. Y los que se queden, los que fallezcan, serán olvidados casi tan deprisa como lo han sido en nuestras propias naciones. Como experimento no me digan que no está mal. Como probable resultado en lo mortífero, a la altura de otras grandes medidas llevadas a cabo en China en décadas pasadas. Una pesadilla.

viernes, diciembre 16, 2022

Año de subidas de precios y tipos de interés

De mientras el desgobierno nuestro se enfangaba hasta el extremo y lanzaba acusaciones de todo tipo para esconder el nocivo efecto de sus reformas legislativas a la carta delincuencial, en Frankfurt se escribía parte de nuestro futuro, el del próximo año y siguientes, futuro al que el desatado populismo patrio no podrá poner en vereda. La subida de tipos del BCE fue la esperada, del 0,5%, pero no el mensaje de la rueda de prensa de Lagarde, que parece que acordó con Powell repartirse los papeles de esta semana. Si el miércoles el presidente de la FED estuvo serio pero conciliador, Lagarde hizo el discurso más duro desde que es gobernadora, y dejó claro que el 0,5% de subidas es algo que se va a reiterar todo lo que haga falta para controlar una inflación que, en la zona euro, roza la media del 10%.

Este año ha sido el de la subida de los tipos de interés, al calor de la subida de la inflación, que empezó intensa, siendo considerada por casi todos como transitoria, para ser un fenómeno persistente y peligroso. No estaba yo muy seguro de que las subidas de precios fueran algo que iba a dudar poco, pero si mi error ha sido pequeño, grande ha sido el de los que pontificaron que eso era flor de un día. Como era de esperar, no he visto escritos de mea culpa o similar de los muy equivocados. En fin. En enero la inflación española estaba en el 6,1, con una subyacente del 2,4. Las tasas se dispararon con el inicio de la guerra hasta el 9,8%, bajando luego suavemente y alcanzando un pico del 10,8% en julio, para luego moderarse hasta el 6,8% de este pasado noviembre. Al subyacente se ha quedado en una meseta del entorno del 6,3% desde julio, y se resiste a bajar. Ante estas cifras nefastas, y pese a ello mejores que las de varios países de nuestro entorno, es imposible que las autoridades monetarias se crucen de brazos. Todos los bancos centrales han ido endureciendo sus políticas, pillados por unos precios que se les han adelantado y puesto en jaque. Una de las lecciones de la lucha contra la inflación de las décadas de los ochenta y noventa es la del manejo de las expectativas. Si las autoridades monetarias se hacen creíbles, y muestran que harán lo debido, sin vacilar, para controlar los precios, los agentes actuarán como si eso se fuera a producir y no subirán demasiado sus expectativas sobre los precios futuros, de tal manera que la espiral de precios que se retroalimentan se puede cortar. El error cometido por todos que antes comentaba ha dejado a los bancos centrales con el pie cambiado y ahora deben esforzarse más de lo debido para embridar la situación. Una de las críticas más consistentes que se hacen ante su política actual es que, dado que la inflación que vivimos no sólo tiene causas monetarias (el shock de precios energéticos es fundamental) controlarla sólo mediante herramientas monetarias es un parche, y provocar una recesión de demanda para bajar los precios cuando estamos ante un problema de oferta resulta absurdo. Parte de este argumentario es cierto, y no debe desdeñarse, pero también es verdad que las enormes expansiones monetarias producidas antes y, sobre todo, durante la pandemia, han alimentado la actual espiral de precios. Y eso es un factor monetario. Además, los bancos centrales tienen las herramientas que tienen, que no son otras. Uno desearía poder tomar sopa con cuchara, pero si sólo tiene tenedor es probable que pueda comerla muy poco a poco, de una manera ridícula, dejando a cada intento más líquido goteando del que llega a la boca. En todo caso la subida de tipos de este año es de las más aceleradas de la historia, y ha venido para quedarse e intensificarse, al menos, hasta el primer semestre de 2023, y será en función de cómo evolucionen los precios en el próximo año como tengan que moverse las autoridades monetarias. Su situación ahora mismo es muy complicada, con unos mercados de renta variable tensionados, que no dejan de hacer apuestas sobre el “pivote” o momento en el que la FED dejará de subir tipos. Ese punto se aleja cada vez más en el tiempo, y no lo conoce nadie.

¿Cómo van a evolucionar los precios el año que viene? Dependerá de muchos factores. De cuánto ahorro pandémico les quede a los consumidores por sacar de sus huchas y gastar alegremente, de cómo se comporten los precios energéticos y de las materias primas, minerales y agrarias fundamentalmente, de la intensidad y duración de la más que probable recesión que afrontaremos en ese nuevo año, de si China tras retirar su política de Covid cero vuelve a tasas altas de crecimiento y tensa la demanda global y, desde luego, de imponderables de imposible predicción, entre los que la guerra de Ucrania sigue siendo el mayor de todos. De lo que pase en las llanuras del este dependerá mucho de lo que suceda en nuestros bolsillos.

jueves, diciembre 15, 2022

Diluvios en Diciembre

No sólo caen reformas legislativas gubernamentales como chuzos de punta, que anegan el marco jurídico y lo colapsan, no, también llueve. Este extraño 2022, que tuvo un invierno suave y una primavera de lluvia abundante, pero sin exceso, se encabritó en el verano y se convirtió ahí en histórico, superando día tras día la intensidad en los termómetros y el reseco en los suelos. En la práctica el verano duró hasta el final de octubre, pero la bajada de temperaturas no vino con lluvia. La sequía prolongada, preludiada por años pasados escasos de precipitación, se empezó a convertir en otro problema al que nadie, ni si quiere los trileros de Moncloa, podían ponerle remedio. Sólo la lluvia era capaz de arreglarlo.

Y diciembre ha traído lluvias como no se recordaban en mucho tiempo. El bloqueo anticiclónico que se empezó a gestar en el polo norte a finales de noviembre abría la posibilidad de que la corriente en chorro por la que circulan las borrascas bajase de latitud y nos impactara, y finalmente así ha sido. Un tren de borrascas ha llegado a nuestro país en las últimas semanas y regado los campos, que estaban áridos. La inmensa mayoría de esas lluvias han sido oro, maravilla caída del cielo, puro regalo para unos cultivos, bosques y terrenos que estaban en las últimas, y preludio de ascenso en las reservas de los pantanos, que empezaban a parecer extensiones yermas propias de las películas del oeste. Algunas de las lluvias, sin embargo, sí han causado problemas, en forma de inundación. Afortunadamente no de las tempestuosas, de esas que, en forma de catarata, lo arrastran todo y causan graves daños y víctimas, sino inundaciones de las lentas, fruto del desborde de los cauces de ríos grandes que anegan vegas y convierten en lagos las zonas aledañas a las riberas. Para los que allí tienen casas y enseres les preocupa poco el tipo de inundación sufrida, porque el destrozo que el agua causa es elevado en todo caso, pero hemos tenido la fortuna que las desgracias personales están siendo muy escasas, a excepción del agente forestal fallecido ayer Salamanca, cuyo coche fue arrastrado por una riera. En general, toda esta agua es de lo mejor que nos ha pasado en este aciago año, lleno de malas noticias, y como tal debemos recibirla. En Madrid, ese lugar que sale en la tele cuando llueve, volvió a caer con ganas, tras varios días de precipitaciones. Más de cien litros por metro cuadrado han caído en lo que llevamos de diciembre en la capital, lo que supone la cuarta parte de la lluvia recogida en un año normal por estos lares. Ayer, sobre mojado, el cielo decidió darnos un escarmiento a los capitalinos, quizás también enfadado por la actitud del gobierno, y se desató una enorme tormenta que, con algún rayo y todo, algo muy poco habitual en estas fechas del año, convirtió la ciudad en el país de los lagos. Salir de la oficina a eso de las 19 era una aventura, mejor con paraguas, pero realmente podo distinguible, dada la manta de agua que precipitaba y los ríos en los que se habían convertido las calles. En el escaso trayecto entre la puerta del trabajo y el metro me empapé hasta bastante más arriba de los tobillos, porque era imposible vadear los torrentes que subían casi hasta las aceras desde un asfalto sumergido. Alcancé el metro y no tuve problemas en el trayecto a casa, pero a medida que pasaban los minutos veía por Twitter que las estaciones cerradas por estar inundadas iban a más. Inicialmente fue sólo la de Banco de España, pero luego era un rosario, en distintas líneas, las que se iban uniendo al parte de bajas, fruto de la catarata que nos caía encima. Al poco de llegar a mi casa la lluvia remitió, y ya apenas cayó nada el resto del día. El frente nos abandonó y se dedicó a descargar sobre Guadalajara y el alto Tajo. El metro, poco a poco, iba anunciado la reapertura de estaciones que, como pacientes tratados, se daban de alta.

Veo en los registros de AEMET que cayeron ayer unos 30 litros a lo largo de la tarde en Madrid, lo que es bastante, y más tras algunos días seguidos de lluvia que ha dejado jardines y demás superficies proclives a absorber ya muy saturadas. Esa lluvia, que causo enormes atascos y problemas de todo tipo, irá claramente a menos hoy y mañana, y no estará el fin de semana. De manera desordenada, concentrada, casi como un atracón bulímico, nos ha caído lo normal de unos tres meses en semana y media. La curva de ascenso de los pantanos, como la del pico inflacionario, reflejará la cuantía de lo recogido. Y con ella regaremos, y beberemos. De ella viviremos.

miércoles, diciembre 14, 2022

Avances en la fusión nuclear

Uno de los chistes clásicos del mundo científico, que se viene repitiendo más o menos desde los años sesenta, es que quedan veinte años para que podamos usar la fusión nuclear como fuente segura, limpia e infinita de energía. Esa expresión se reitera sin cesar y los veinte años avanzan desde el pasado hasta el futuro. Se suceden las inversiones y los experimentos, y la cosa sigue instalada en una promesa a la que no se llega. Ayer se hizo un anuncio importante relacionado con esta tecnología, que supone, cierto, el primer avance real registrado al respecto desde hace décadas, pero es el primero de un montón de pasos que quedan, sin que se sepa, ni mucho menos, cómo llevarlos a cabo. Alegría, sí, pero nada de ilusión.

La tecnología nuclear que dominamos es la de fisión, en la que un elemento se escinde, de manera natural o forzada, en otros, emitiendo energía en el proceso en forma de ondas de múltiples tipos, luz y calor. Centrales nucleares, bombas atómicas convencionales, radioterapia contra el cáncer…. Todo eso se basa en la fisión. Son elementos muy pesados, o isótopos de los mismos, que se transforman en elementos más ligeros. La fusión es otra cosa, se trata de que dos elementos muy ligeros se unan, idealmente dos átomos de hidrógeno en uno de helio, de tal manera que en esa fusión se libera energía, en una tasa mucho más alta que en el caso de la fisión. Es lo que sucede en el interior de las estrellas. La inimaginable presión de la gravedad, fruto de su propia masa, comprime los núcleos de tal manera que la fusión “arranca” cuando el tamaño del núcleo de condensación es lo suficientemente elevado. El encendido del horno nuclear genera una enorme presión hacia fuera y la estrella, en marcha, estabiliza sus presiones y así se queda hasta que el combustible se vaya agotando. Recrear algo así en nuestro mundo es un reto fascinante. Se han propuesto dos posibles tecnologías para ello; una es en la que se basa el reactor que se construye en Cadarache, Francia, dentro del proyecto internacional ITER. En este caso se calienta hasta alcanzar millones de grados el hidrógeno, hasta que se alcanza el estado de plasma, previo al de la posible fusión. Ese plasma se contiene en enormes campos magnéticos, dado que no hay material físico que lo soporte, y se trata de que el plasma “arranque” la fusión al alcanzar temperaturas disparatadas. La otra tecnología utiliza una diminuta pastilla de deuterio, un isótopo del hidrógeno, que es bombardeada por cientos de láseres de altísima frecuencia. La concentración de energía en ese punto minúsculo dispara la presión y temperatura en él hasta los millones de grados requeridos y se busca que se produzca el “arranque” antes comentado. Son dos vías distintas, una más inmensa en lo que hace a sus instalaciones, otra un poco menos, pero ambas carísimas y muy consumidoras de energía. Lo que anunció ayer el laboratorio norteamericano que desarrolla la segunda tecnología es que, por primera vez, el arrancado de la máquina ha generado más energía de la que ha consumido, por lo que, por primera vez, se puede decir que se ha conseguido generar energía vía fusión. Ese es el enorme logro. Y no es poco. Es un gran avance que, hasta ahora, sólo existía en los Power Points de los ingenieros y físicos que trabajan en estos proyectos. Pero tan ilusionante es celebrar lo conseguido como frustrante esperar que de aquí se abra la puerta a un mundo de energía limpia, gratuita y casi inagotable. No. El logro se ha dado una vez, en un laboratorio gigantesco, en una instalación científica como no hay otra, y bajo unas condiciones muy concretas. Ha sido un experimento que ha salido bien. Convertir esto en una tecnología práctica, escalable, rentable, utilizable, es un proceso que, vuelve el chiste, puede llevarnos fácilmente un par de décadas, por lo que es necesario borrar el entusiasmo que se vivía ayer en varios medios, sin duda agobiados por la factura energética de este invierno. No, la fusión no nos va a salvar de los precios caros provocados por la guerra de Ucrania. Lo hará, si lo logra, dentro de muchos muchos años.

Realmente los humanos sí hemos conseguido desarrollar reacciones de fusión nuclear en la tierra, y sabemos que son devastadoras. Las usamos como arma, y son las bombas termonucleares, los arsenales más destructivos que poseen potencias como EEUU o Rusia. En ese caso, la bomba atómica de fisión se usa para crear las condiciones de fusión en un instante dado, por lo que el proceso se da, y la energía resultante es devastadora. Las capacidades de destrucción de estas armas, diseñadas para borrar grandes ciudades del mapa son, simplemente, devastadoras. Queda mucho para poder domesticar este poder.

martes, diciembre 13, 2022

Ida y vuelta de Artemisa a la Luna

Cosas del espacio tiempo. Cuando el cohete gigantesco que transportaba la misión Artemisa despegaba de cabo Cañaveral, el gobierno desmentía rotundamente que fuera a aprobar reforma alguna del delito de malversación. Tres semanas después, con el amerizaje de la nave en las aguas del Pacífico californiano, el desgobierno ya había firmado la devaluación del delito a mayor gloria de los independentistas, dejando a los mariachis, que se dicen periodistas, que defienden a capa y espada las locuras del ejecutivo, más chamuscados que la plataforma de lanzamiento de la misión espacial. A veces es más peligrosa la despolítica que el espacio exterior.

Entre medias, además de la vergonzosa degeneración del gobierno, la NASA puede presumir de un éxito completo en una de las misiones más importantes de los últimos años, tanto por los esfuerzos a ella dedicados como los objetivos que se basaban en que todo fuera bien. El programa Artemisa nació gafado, heredero de intentonas previas, principalmente el Constellation, que fueron canceladas por su elevado presupuesto y falta de rumbo. Artemisa surgió como solución de compromiso para reciclar gran parte de la tecnología disponible, añadir nuevas piezas y reconfigurar unas misiones que tuvieran el atractivo de la Luna como objetivo declarado, con la ambición de Marte de fondo. El progresivo abandono al que va a ser sometida la Estación Espacial Internacional a medida que se acerca la fecha final de su vida útil, unida a la ruptura de la cooperación con Rusia, obligaba a EEUU a poseer un programa propio en el espacio, y la NASA, agencia pública, a desarrollar una iniciativa que le volviera a poner como líder, agobiada por el estrellato de SpaceX, iniciativa privada de Elon Musk que se ha quedado, en la práctica, con el mercado de lanzamiento de satélites (su tecnología de reutilización de cohetes es imbatible) y era el proveedor de naves tripuladas para llegar a la órbita baja. Artemisa, además, debía generar carga de trabajo para los diferentes contratistas y centros de pruebas que, asociados a la NASA, se ubican por toda la nación y emplean a miles de trabajadores. En este sentido, la carrera espacial es, en esencia, un enorme programa de inversión pública creadora de empleo y desarrollo en aquellos lugares donde las empresas involucradas se instalan. Una NASA sin proyecto ni presupuesto de respaldo son miles de despidos. Por eso la arquitectura de la misión recuerda mucho a las extintas Apollo, empezando por el diseño de la cápsula, y el lanzador le sonará familiar a los seguidores de las andanzas del transbordador, dado que se diseñó en base a mezclar sus motores con el depósito externo de combustible. En su primera misión, no tripulada, Artemisa debía probar que el nuevo proyecto es viable, que el lanzador funciona, que la sonda era capaz de llegar a la Luna y orbitarla de manera intensiva, que podía salir de esa órbita y entrar en trayectoria terrestre, que el escudo protector permitiera llevar a cabo la reentrada en nuestra atmósfera y que el amerizaje se hiciera sin riesgos ni entrada de agua en la nave. Y de paso miles y miles de testeos, telemetrías y todo tipo de secuencias de prueba para comprobar que la estructura de la misión es sólida. En el interior de la nave, capaz de albergar a cuatro personas, iban tres maniquíes que también debían ser fuente de datos para los futuros astronautas, de tal manera que aceleraciones, atmósferas, presión y demás parámetros que se midieran en el interior de la nave fueran compatibles con la vida. Si algo falla allí arriba las opciones de rescate son nulas y las posibilidades de arreglo, muy difíciles, como ya comprobó la misión del Apollo XIII. La sensación que ofrece Artemisa I, ya de vuelta, es que todas las pruebas se han superado con éxito y que todo ha salido tal y como se esperaba. La NASA se jugaba gran parte de su prestigio (y su viabilidad presupuestaria) en esta misión y, creo, puede estar tranquila y satisfecha. Está en condiciones de seguir adelante con el programa y solicitar fondos adicionales para ello.

Además de las barrabasadas de nuestro gobierno, la vuelta de Artemisa ha coincidido con el cincuenta aniversario de la llegada a la Luna de la misión Apollo XVII, la última que puso a un ser humano en el suelo de nuestro satélite. En el año en el que nacía éste que esto les escribe se acabó el sueño de la conquista de otros mundos. Desde entonces nadie ha vuelto allí, ni a una órbita superior a los más o menos 400 kilómetros a los que se encuentran las estaciones espaciales. Dudo que el plan de la NASA de que Artemisa sea la puerta de entrada al viaje marciano tenga algo de fundamento, pero sí es una misión viable para volver a nuestro satélite y plantearse un programa de investigación permanente en él. Felicidades, NASA, prueba superada.

lunes, diciembre 12, 2022

La lista de la compra de Qatar

Cuando uno tiene mucho presupuesto va al supermercado sin miedo a la inflación, y compra sin miramiento alguno. Usted y yo compramos pan, productos de limpieza, alimentos y cosas por el estilo. Los emires de, pongamos, Qatar, son un poco más selectos y llenan su cesto de eventos deportivos internacionales y cargos políticos y funcionarios, que parecen seleccionar como si fueran uvas en la frutería, pillándolos por racimos, al peso. No importa qué cargo ostenten, cuál sea el origen nacional o la responsabilidad que se les atribuya. Se les compra y envuelve adecuadamente, y ya serán servidos adecuadamente, a mayor gloria del jeque que toque alabar.

Hace unos días me metía aquí con el responsable global de la cosa esa de pegar patadas a un balón, cuyo campeonato internacional tiene lugar estos días en Qatar, y le daba cero no tanto por ser un corrupto, cosa que puede distinguir al verle, desde la lejanía, el más ciego de los pertenecientes a la ONCE, sino sobre todo por ser un profundo hipócrita, que con tal de hacerse merecer las mordidas que se ha llevado, pongamos el presuntamente por delante, se permitía el lujo de insultar a todo el que le afease lo que parece evidente, haciéndose pasar por un personaje comprometido con ciertas causas sociales. Quizás en su contrato entraba que los qataríes también iban a comprar los Oscar y le reservaban uno a la mejor interpretación secundaria (el de actor principal para el jeque, por supuesto). Pues me parece que Infantino, así se llama ese personaje, va a tener compañía abundante en la ceremonia de entrega de mordidas organizadas en el emirato. Desde el viernes está cogiendo mucho vuelo el escándalo de sobornos a altos cargos del parlamento europeo, incluida una de sus vicepresidentas, Eva Kaili, acusados de, presuntamente, aceptar dinero de Qatar para que, desde sus responsabilidades, engrasasen lo debido para que la imagen del emirato en la UE mejorase y se aprobaran ciertas normas que flexibilizaran las relaciones comerciales y de todo tipo. De hecho, esta semana estaba previsto votar una iniciativa en el europarlamento que eliminaba los visados que se requieren a los ciudadanos de ese estado para venir a las naciones de la UE. Queda mucho por saber de la trama corrupta destapada, pero ya empiezan a aparecer clásicos de las corruptelas, como los padres de algunos implicados como bien sobornados y las inefables bolsas llenas de dinero, que son tan cutres cuando te las imaginas tiradas en medio de una habitación, pero tan jugosas al soñarlas cuando el corruptor te las muestra o insinúa. Desde la trama de Marbella, con Juan Antonio Roca a las escenas delirantes en la película de El lobo de Wall Street, la gestión del efectivo por parte de los corruptos ha dado para subtramas de todo tipo en las labores de unte y las posteriores de investigación y desarticulación de tramas. Se rumoreaba en el mundo de la mafia siciliana que era tal el volumen de efectivo manejado que se enterraba literalmente en hoyos excavados en el suelo porque no había manera más práctica de ocultarlo. ¿Kaili y su familia han hecho agujeros en el jardín de sus bellas casitas de alquiler bruselenses? No lo descarten, en todo caso le han provocado un enorme agujero de credibilidad a la institución comunitaria y, de rebote, a toda la Unión, al destaparse un caso en el que la trama de sobornos ha escalado hasta el nivel de la vicepresidencia del parlamento. ¿Cuántos más, en instituciones comunitarias, han sido untados? ¿No hay nadie de la sacro santa Comisión implicada? Los contactos que las autoridades cataríes mantienen con las jefaturas de estado de todo el mundo son tan tentadores y extensos que resulta difícil de imaginar hasta dónde han podido llegar las ofertas de “compra” de los emisarios jequeríes. Qatar exporta gas natural licuado, lo que en tiempos de guerra con Rusia vale más que el oro. Si antes del conflicto su músculo financiero era inmenso ahora es, realmente, inabarcable. Hace unos pocos días los jeques de ese país firmaron con China un contrato que se va a extender a lo largo de 27 años, sí, 27, para suministrar millones de toneladas de gas al gigante asiático. Refrendado por las autoridades de ambas naciones, que comparten su repulsión a las democracias liberales, es uno de los contratos energéticos más grandes jamás firmado en la historia.

Realmente, el coste de sobornar a un cargo occidental es nulo para una nación que, en el fondo, no es más que una familia que dicta lo que se hace en la finca que posee. Las trabas y frenos clásicos ante las corruptelas poco pueden hacer frente a una chequera infinita capaz de inflamar las almas de todo aquel que, ante sus ojos, puede pedir simplemente lo que desee, sin miedo a que el corruptor no pueda alcanzar sus sueños. En ese punto sólo una profunda ética personal, abisal cual fosa de las marianas, y el no pasar la vergüenza de ser el honesto en medio de todos los comprados, evita que alguien sea sobornado. El test que se dio en el caso del consejo de administración de Bankia, con dos que no cayeron frente a los ochenta y tantos que sí, nos da una estimación del mercado que tienen disponible los qataríes en nuestras instituciones.

viernes, diciembre 09, 2022

De charla con la Inteligencia Artificial

Una de las cosas que ha sucedido este año es la apertura de la Inteligencia Artificial (IA) al común de los usuarios de internet, el que haya sistemas de este tipo con los que cualquiera pueda interactuar y jugar. Los éxitos de las sucesivas versiones de Alpha (go, fold, etc) desarrollada por Deep Mind se quedaron en el mundo de quienes las habían contratado y el mortal sólo podía leer las consecuencias de esos desarrollos, pero no trabajar con ellos. Este año, la compañía OpenAI ha revolucionado la red con algunos de sus desarrollos, llevándonos a un lugar que se empieza a parecer a algunos escritos y películas de ciencia ficción.

El primer gran exitazo de Open AI ha sido Dall-E-2, un software que entiende lo que se le pide, en forma de texto escrito, y genera una imagen o conjunto de ellas que tienen relación con lo que el usuario busca. Dall-E-2 dibuja, pinta, colorea, crea de la nada una imagen que, empiezan aquí las dudas, muchos consideran arte. Algunas de sus creaciones son esperables, pero otras poseen un componente daliniano, por así llamarlo, que llaman mucho la atención. A lo largo del verano expertos, curiosos y cualquiera que tuviera relación con el mundo de la IA y el arte se quedaron asombrados con la imaginación y creatividad que mostraba el programa, sobre todo porque, como todo sistema de IA, esos conceptos le son ajenos. Tras las imágenes, ha venido el texto, y aquí si que Open AI ha triunfado en los medios. ChatGPT es un software de IA que se escribe con el usuario, en multitud de idiomas. Entiende las preguntas que se le hacen y contesta, elabora párrafos con sentido y crea frases que se pueden leer y tienen significado, y que se vinculan a lo que se le ha preguntado. Escribe también artículos sobre temas que el usuario le pida, pudiendo desarrollar un concepto, creando breves explicaciones de temas y de lo que sea. Desde hace unas semanas miles de usuarios de todo el mundo se han dado de alta en la web correspondiente y están lanzando preguntas y frases, y chatGPT las contesta al instante, creando la sensación de que es una inteligencia real la que se encuentra detrás de la web. La tecnología de este sistema no se basa en el descubrimiento de una forma alternativa de inteligencia a la nuestra, sino en la fuerza bruta. Los algoritmos de chatGPT, basados en redes neuronales profundas, han sido “entrenados” con miles, millones de páginas de texto (toda la Wikipedia, millones de libros, webs, etc) de tal manera que, ante una pregunta, que es una cadena de caracteres, el algoritmo busca la secuencia de caracteres que más probable ve que pueda ser adecuada. El chat no entiende el idioma en el que se le escribe, de hecho no tiene conciencia de qué es un idioma (empezando porque no tiene conciencia) pero sabe crear estructuras que se adaptan a las reglas de algo que nosotros llamamos idioma, ante estructuras y patrones similares, dando como resultado algo que nosotros podemos reconocer como idioma. La enorme capacidad de cómputo actual, el acceso masivo a datos, el óptimo diseño que van adquiriendo los algoritmos a medida que pasa el tiempo y la tecnología de redes neuronales, que no deja de mejorar, ofrece como resultado una emulación que, realmente, contesta a lo que se le pregunta, que es capaz de mantener un diálogo con un usuario humano y que, desde luego, da plenamente el pego de ser capaz de razonar, aunque no lo sea. Al ponerse en marcha el experimento y el acceso público al mismo las redes explotaron con comentarios de todo tipo, en las que los que escribían pegaban pantallazos de las preguntas hechas y respuestas obtenidas. En algunos casos se “pillaba” a la máquina, y se obtenía un texto con absurdeces, o clamorosos errores (chatGPT no sabe qué es verdad o mentira, y puede contestar falsedades) pero, en general, dominaba el asombro y, si me apuran, el nerviosismo de miles de humanos que, por primera vez, veían que el lenguaje humano era ya no sólo patrimonio de seres de carne y hueso como nosotros, sino también de máquinas. A más de uno esto les ha puesto nervioso.

¿Es esto inteligencia? Es difícil contestar a esta pregunta, dado que definir inteligencia es, en sí mismo, algo problemático, pero lo cierto es que si la simulación funciona y es capaz de obtener resultados aparentemente válidos ante miles de cuestiones, su validez es plena. No es inteligente, pero lo aparenta en ciertos aspectos, y eso ya es un avance. Bots de este tipo son comunes, como les señalaba, en referencias futuristas de todo tipo, y al enterarme de lo que hacía chat GPT no pude evitar pensar en la excelente película de Her, pero ese futuro ya está aquí. ¿Puede superar chatGPT el test de Turing? Puede que sea lo más cercano que conocemos que lo haga. Y dado que todo lo relacionado con estos bots no deja de avanzar, vamos a ver cosas asombrosas en este campo. Sí, habrá burbujas y patrañas, pero también realidades.

miércoles, diciembre 07, 2022

Ya somos 8.000 millones

Hace unas pocas semanas la ONU hizo oficial que ya somos 8.000 millones de humanos los que habitamos el planeta. Creo que se escogió a un niño nacido en la república Dominicana como el habitante que alcanzaba ese guarismo, como un gesto. Realmente es difícil saber cuántos somos, dado que la demografía de ciertas zonas del mundo destaca por su imprecisión, pero es muy probable que, a lo largo de este 2022, se haya alcanzado esa cifra redonda. Es el máximo de población conocida en la historia, y se ha logrado tras apenas once años desde el millar anterior, el 7.000, fechado en el año 2011.

Si hay datos que tienen inercia y se mueven despacio son los de la demografía. Ahí las tendencias tardan en cambiar y, cuando lo hacen, funcionan durante largo tiempo. En este momento son dos las características que están siendo las más relevantes en la evolución demográfica. Una, el freno a la velocidad de crecimiento, que cada vez es menor, y la otra, el envejecimiento global de la población, hecho muy derivado de lo anterior. China sigue siendo el país más poblado del mundo, con algo más de 1.300 millones de habitantes, pero se espera que la India le alcance y supere en este mismo año o en apenas uno o dos. En China se ha producido una abrupta transición demográfica, replicando el patrón que ya es norma común en los países desarrollados. La altísima supervivencia de los recién nacidos, el encarecimiento de la cada vez más prolongada educación, la emancipación de la mujer y su decisión libre sobre el hecho de tener hijos y las alternativas de ocio y vida de la sociedad moderna han derrumbado la tasa de natalidad del gigante, a pesar del levantamiento de la restricción del hijo único, decretada por Beijing para frenar el crecimiento explosivo del siglo XX. La natalidad China ha caído por debajo del 2,1 por pareja, que es la que permite garantizar el reemplazo de las cohortes, por lo que es de esperar que el número total de chinos se estabilice en pocos años y empiece a decrecer. En India esa tasa de natalidad es más alta, por lo que su población crece, y así seguirá aún durante un tiempo, aunque ya experimenta una acusada tendencia al freno natalicio. Si sumamos a estas dos naciones y las de su entorno, veremos que el mundo es cada vez más asiático. La mayor parte de la población mundial se concentra en el sureste de ese continente, y el resto pesamos cada vez menos. Europa declina, con tasas de natalidad de poco más del 1 en naciones como España e Italia, que perdemos población de manera constante desde hace algunos años. En esto, curioso, Corea del Sur nos está disputando el trono, con Japón a la zaga. Las cuatro somos sociedades envejecidas y que ven reducida su población vegetativa (nacimientos menos muertes) año tras años. Sólo la inmigración hace que la población residente en España crezca. Las pautas natalicias de los inmigrantes son mucho más altas que los de la población residente, pero se amoldan rápido al estilo de vida y decaen en pocos años, de tal manera que el saldo migratorio es el determinante actual de la población de nuestro país. Con pocas variaciones, lo mismo pasa en el resto de la UE, que con algo más de 300 millones de habitantes, ya representa menos del 5% de la población global, y ese peso se reduce a cada día que pasa. El mundo hace tiempo que dejó de ser Europacéntrico, u oocidentecéntrico, si quieren acumular palabros extraños. El viraje global hacia Asia es imparable, al menos en el peso de la población, y eso es determinante para otras muchas cuestiones, empezando por la economía, dado que donde hay población puede haber demanda y empleo. No siempre es así, pero desde luego el inverso sí es ley. Donde nadie hay, nada habrá.

¿Dónde crece la población en nuestro mundo? Además de en India y algunas naciones asiáticas, sobre todo, en África. El disparo de población que se vive en África central es enorme, y aunque allí se empieza a notar que el límite de la natalidad se acerca, aún queda mucho. Las proyecciones señalan que Nigeria puede alcanzar los 500 millones de habitantes dentro de tres décadas, bastante más que toda Europa junta, lo que la llevaría a disputarse con Pakistán el tercer puesto del mundo en la clasificación de naciones más pobladas. Se estima que la población global alcanzará un máximo en el entorno de los 11.000 – 12.000 millones, y a partir de ahí caerá. Desde luego, en nuestro entorno, la caída es un hecho desde hace ya años.

lunes, diciembre 05, 2022

Petróleo ruso a precio tasado

La última de las sanciones aprobadas por la UE, excluida Hungría, para hacer la vida más difícil a la economía rusa es la imposición de un precio máximo al petróleo ruso, pactado en 60$ el barril, de tal manera que no se pagará por encima de ese valor si la cotización del crudo es superior. Así mismo, las navieras europeas no podrán transportar petróleo ruso y, en caso de hacerlo, no podrán contratar seguros marítimos, que son obligatorios en cada viaje. Sí se permite la adquisición de petróleo por oleoductos, pero con el límite de precio antes comentado. El viernes, la cotización del petróleo, en su variante europea y norteamericana, superaba por poco los 80$.

El objetivo obvio de estas medidas es frenar los ingresos de la economía rusa, ahogarla aún más e impedir que así se pueda financiar la guerra de Putin contra Ucrania. Es una acción que daña a ambas partes, al productor y exportador ruso y al importador y consumidor europeo. Los países de la UE deben diversificar las fuentes de las que se abastecen de petróleo y así eludir al ruso, y Moscú debe encontrar compradores alternativos y que, además, estén dispuestos a saltarse este límite de precio. Parece que ambas partes ya están haciendo parte de ese trabajo. La UE era muy dependiente del gas ruso, pero no tanto del petróleo, porque ahí ya tenía una amplia cartera de países suministradores que le cubrían, de tal manera que, salvo excepciones, como Hungría y otras naciones del este, es posible que nos podamos abastecer sin el suministro ruso sin que los precios globales suban demasiado. Para Rusia la UE era uno de sus principales mercados de exportación de crudo, por lo que la medida es más dañina, pero desde que empezó la guerra Putin y sus compinches ya se han encargado de abrir nuevos mercados de exportación, principalmente China e India, naciones que se han convertido en las grandes consumidoras de los hidrocarburos rusos. El barril que sale de los Urales, con denominación propia, suele cotizar a precios menores que los del mercado global norteamericano y europeo, y a eso se suma que Rusia ha hecho ofertas a la baja a los nuevos socios, de tal manera que, cuando los precios del barril superaban los 100$ Rusia estaba ofertando su petróleo a la mitad de ese precio a los nuevos socios. Ahora les subirá algo, pero dado que esas naciones no se han adherido al acuerdo de precios máximos es posible que Moscú logre evadir por ese lado el impacto de las sanciones. Más complicado lo va a tener para el mero transporte del mismo, porque no hay una red de oleoductos de gran capacidad que comuniquen Rusia con Asia, por lo que la inmensa mayoría del petróleo se transporta por barco. Y ahí el tema de los seguros a las navieras europeas sí puede hacer daño efectivo. ¿Alternativas rusas? Las hay, sucias, pero las hay. Principalmente tres; El uso de barcos en la sombra, viejos y que no están muy registrados, de los que Rusia y otras naciones poseen más de uno; el pirateo, es decir, que barcos de navieras sujetas a sanción actúen bajo cuerda llevando el petróleo y cobrando en negro, literalmente, y claro, el que navieras de naciones que no se unan al acuerdo petrolífero los transporten. El hecho de que el mercado mundial de seguros navales esté controlado por la city de Londres, con Lloyds como emblema, hace que empresas de terceros no adheridos al acuerdo no tengan tan fácil ofrecerse a hacer de transportistas para Rusia, porque en el tema de los seguros estarían comprometidos, pero vamos a ver qué sucede, si la presión del dinero ruso crea un mercado de seguros encubierto, basado en corruptelas y pagos al estilo mafioso, donde se puedan comprar seguros y coberturas que no sean legales, pero hacerlas pasar como tal. Lo cierto es que en esto del comportamiento ilegal Rusia tiene bastante experiencia, por lo que no es descartable nada de nada.

¿Van a tener éxito estas sanciones de la UE? Esperemos que sí, pero es pronto para asegurarlo. Hay que esperar a ver cómo reacciona el mercado global de petróleo, de momento sin restricciones adicionales de oferta tras el comunicado de ayer de la OPEP, y las tácticas putinescas que busquen eludir el bloqueo. A priori es una medida que puede hacerle daño, pero de una manera lenta, y eso nos llevaría a que en este invierno de frío ucraniano mortal el daño no sería lo suficientemente severo como para condicionar las decisiones del Kremlin. En todo caso era una decisión que había que tomar, seguramente mucho antes. Ahora, a medir efectos y a aguantar las consecuencias.

viernes, diciembre 02, 2022

Paquetes incendiarios anti Ucrania

La recepción de un paquete incendiario en la embajada de Ucrania el pasado miércoles, que causó un herido leve en el personal de la legación al abrirlo, ha permitido conocer la existencia de varios de estos envíos, que llevan llegando, desde hace días, a distintos organismos oficiales y empresas, relacionados todos con la guerra de Ucrania. De hecho fue Moncloa el primer lugar en el que se detectó un envío de este tipo, que no causó efecto alguno, porque fue desactivado antes de tiempo, y luego paquetes similares han llegado a sedes ministeriales y bases militares, en lo que parece una acción coordinada, de baja intensidad, pero de importancia relevante.

Realmente no son paquetes explosivos, no hay bomba. El sobre acartonado contiene una pequeña cantidad de material pirotécnico que, al abrirse, con el mecanismo insertado, se incendia, de tal manera que no hay explosión, pero sí un pequeño fuego que, cogido con las manos o cerca de la cara, puede provocar heridas. La forma de actuar es la clásica del terrorismo, pero cierto es que la entidad de lo que se remite no llega a tanto, por lo que la alarma que se debe suscitar no es la máxima, pero sí es algo a estudiar. Pareciera que no hay una organización compleja tras los envíos, sino una persona, o pocas, que han usado métodos caseros para ello. ¿Un grupo de indignados pro rusos? Quién sabe. Se cree que, aunque no hay remite, todos los paquetes se han mandado desde el territorio nacional y que la forma, letra y disposición de los mismos, idéntica, apunta a un origen común. Es España el primer país, que yo conozca, en el que se producen incidentes de este tipo, más propios del sabotaje de la era analógica que de las ciberguerras de ahora, en el que alguna facción que ve con buenos ojos la invasión rusa, y con malos nuestro papel de apoyo a Ucrania, ha decidido pasar a la acción. Al inicio de la guerra se vieron algunas zetas (ZZZZ) serigrafiadas en fachadas del País Vasco, donde los de siempre seguramente sentían reverdecer sus instintos violentos al ver nuevamente bombas y explosiones contra civiles indefensos, y se morían de envidia. De hecho, se pudieron ver inscripciones de esas en las puertas y alrededores de instalaciones que fueron utilizadas para acoger la oleada inicial de refugiados ucranianos que salieron corriendo. Esas ZZZ en la puerta del refugio eran un símbolo de odio perpetrado por los intolerantes locales, que no descansan. La cosa no fue a más y no ha llegado registro de incidente de ningún tipo, al menos en nuestro país. El apoyo nacional a Ucrania ha sido muy elevado, aunque no tanto el militar, dadas las carencias de nuestro propio ejército y la posición pro rusa de parte del ejecutivo, pero el compromiso político y emocional de España con la defensa de Ucrania ante la salvaje agresión rusa es claro y sincero, y así lo han interpretado tanto los propios ucranianos como, obviamente, el que ha remitido estos paquetes, que sin duda reniega de esa solidaridad frente al agredido. ETA, en sus tiempos de actividad terrorista, recurrió algunas veces a este método de extorsión, en su caso remitiendo auténticas cartas y paquetes bomba, muchas de las cuales, afortunadamente, fallaron, pero otras causaron heridas significativas a sus pobres destinatarios. No hizo un uso masivo de este sistema porque las medias de seguridad de los objetivos empezaron a ser significativas, en forma de escáneres que inspeccionan los envíos, y la cosa se fue diluyendo, optaron por vías más expeditivas como la bomba convencional y el tiro en la nuca. El uso más reciente y aterrador del envío postal amenazante lo recuerdo en EEUU, con aquellas cartas con ántrax que surgieron pocas semanas después de los atentados del 11S, que sembraron de pánico parte del país y que, como aparecieron, dejaron de surgir y nada más se supo de ellas. En este caso el sobre es un buen medio para transportar el patógeno, que no será detectado por ningún sistema de escaneo.

De todos estos paquetes, el que ha llegado a la base de Torrejón se mantiene en uso, de tal manera que puede ser investigado en detalle su contenido y las posibles pistas, huellas o lo que sea que allí hayan quedado tras el proceso de elaboración llevado a cabo por los autores. Esperemos que, esta vez, las investigaciones lleguen a algún puerto y se detenga al autor, o autores, de estos actos. Quizás recuerden aquellos envíos de balas en la campaña autonómica madrileña de 2021, que tanto revuelo crearon, de los que nada más se supo y que ninguna investigación llevó a autoría conocida. Confiemos en que esta vez no pase lo mismo y los que se dedican a estas suciedades sean detenidos.

jueves, diciembre 01, 2022

Marlaska, abrasado

Supongo que Marlaska, el ministro de Interior, ha empezado a ver realmente su cargo en peligro cuando ha comprobado que son los suyos los que disparan contra él. No le preocupa mucho lo que pasase en la valla de Melilla, o los informes periodísticos de la BBC, que tan valiosos son cuando defienden las tesis del gobierno o de sus aliados. Menos aún, al parecer, las vidas perdidas hace ya casi medio año en una escena de atrocidad extrema. No, a Marlaska le han empezado a entrar temblores cuando el diario progubernamental le empieza a situar en la picota, a hacerle ver que es carne de fusible para salvar a quien realmente le importa al diario, al jefe. Si Marlaska debe caer para salvar a Sánchez, que caiga, lo demás da igual.

Caso curioso el de Marlaska, que da para un tratado sobre la tragedia y el error, sobre cómo de lo más alto puedes caer a lo más bajo al llevar al extremo la lealtad, algo que le honra, depositada en un personaje. Sánchez, que no la merece. El mérito de Marlaska en sus años de carrera judicial era, y es, incontestable, le debemos mucho los que hemos sufrido el zarpazo del terrorismo, directa o indirectamente todos los españoles. Por eso su nombramiento como ministro fue recibido con alabanzas por parte de muchos y con temor por pocos, entre ellos yo, no por lo que fuera a ser de su desempeño, sino por el inevitable destrozo que la política acarrea en la imagen de quienes la ejercen, dado que se exponen constantemente ante la opinión pública en asuntos que, muchas veces, carecen de una solución obvia. A medida que el gobierno Sánchez pasa de las promesas regenerativas al culto desatado a la personalidad del líder, y de la transversalidad política a la cesión permanente a los sediciosos y demás aliados de mal ver, la figura de Marlaska se desdibuja de una manera acelerada. El episodio del cese del coronel de la guardia civil Pérez de los Cobos, olvidado ya por casi todo el mundo, permite comprobar cómo esa prueba de fe en la autoridad eterna de Sánchez es superada por el antaño juez con una docilidad extrema. Acepta el ministro enfangarse hasta las trancas en una decisión injusta a sabiendas, con el conocimiento de que, al no estar juzgando, no es prevaricación, pero con el mismo pozo moral por debajo del acto que si estuviese decidiendo en una sala de vistas. De ahí en adelante la imagen de Marlaska no hace sino deteriorarse. Su escasa cintura política, su nula capacidad para gestionar de manera florentina temas vidriosos, el cargo que ocupa, y el odio que los aliados del gobierno le tienen por lo que les hizo (bien hecho) en años pasados lo convierten en presa fácil de escándalos y polémicas que son regalos para la oposición. Marlaska debió dimitir hace tiempo, para alejarse de este fangal, para que su nombre no fuera succionado del todo por el agujero negro de la bronca, pero no lo hizo. Quizás, como antes comentaba, pesó la lealtad, o el miedo a perder las prebendas de las que ahora disfruta, o la sensación de que dimitir es fracasar, cuando eso no es ni mucho menos así. Sea por lo que sea, no lo hizo, y entonces llegó la tragedia de Melilla, poco después del sorprendente (y aún no explicado) giro del gobierno en sus posiciones sobre el Sáhara y Marruecos, y la cosa se desmadró. Lo que hemos podido ver de lo sucedido allí es desolador, y me preocupa bien poco si un muerto se produjo en el lado español o no. La Guardia Civil fue completamente superada por un asalto ante el que carecía de información y medios, y la gendarmería marroquí acabó con todos los que pudo para contener la invasión. Cadáveres a decenas, cuyo número exacto aún no conocemos, y menos aún nombres, procedencias o vidas. Una salvajada. Y una orden desde Moncloa, defender a Marruecos por encima de todo. Y un hombre, Marlaska, para ello, hasta la extenuación.

Defender lo indefendible acaba llevando a la melancolía y, en muchas ocasiones, al fracaso. Como Marlaska no dimitió en su momento ahora se arrastra, como boxeador noqueado, en una lona en la que recibe golpes directos de la oposición, zancadillas de sus aliados y golpes bajos de los suyos, que ya lo ven completamente amortizado. Ya me da un poco igual si dimite, sigue, el doctor le cesa o no. Es un zombi, un ministro chamuscado, una brasa carente de capacidad, convicción y valor. Otro que no supo ver dónde se metía ni el riesgo que ahí le esperaba. Otro muñeco roto por la política, sacrificado en este caso en el altar del sanchismo, a mayor gloria de un líder que nunca lo ha sido ni la ha merecido.