Una de las cosas que ha sucedido este año es la apertura de la Inteligencia Artificial (IA) al común de los usuarios de internet, el que haya sistemas de este tipo con los que cualquiera pueda interactuar y jugar. Los éxitos de las sucesivas versiones de Alpha (go, fold, etc) desarrollada por Deep Mind se quedaron en el mundo de quienes las habían contratado y el mortal sólo podía leer las consecuencias de esos desarrollos, pero no trabajar con ellos. Este año, la compañía OpenAI ha revolucionado la red con algunos de sus desarrollos, llevándonos a un lugar que se empieza a parecer a algunos escritos y películas de ciencia ficción.
El primer gran exitazo de Open AI ha sido Dall-E-2, un software que entiende lo que se le pide, en forma de texto escrito, y genera una imagen o conjunto de ellas que tienen relación con lo que el usuario busca. Dall-E-2 dibuja, pinta, colorea, crea de la nada una imagen que, empiezan aquí las dudas, muchos consideran arte. Algunas de sus creaciones son esperables, pero otras poseen un componente daliniano, por así llamarlo, que llaman mucho la atención. A lo largo del verano expertos, curiosos y cualquiera que tuviera relación con el mundo de la IA y el arte se quedaron asombrados con la imaginación y creatividad que mostraba el programa, sobre todo porque, como todo sistema de IA, esos conceptos le son ajenos. Tras las imágenes, ha venido el texto, y aquí si que Open AI ha triunfado en los medios. ChatGPT es un software de IA que se escribe con el usuario, en multitud de idiomas. Entiende las preguntas que se le hacen y contesta, elabora párrafos con sentido y crea frases que se pueden leer y tienen significado, y que se vinculan a lo que se le ha preguntado. Escribe también artículos sobre temas que el usuario le pida, pudiendo desarrollar un concepto, creando breves explicaciones de temas y de lo que sea. Desde hace unas semanas miles de usuarios de todo el mundo se han dado de alta en la web correspondiente y están lanzando preguntas y frases, y chatGPT las contesta al instante, creando la sensación de que es una inteligencia real la que se encuentra detrás de la web. La tecnología de este sistema no se basa en el descubrimiento de una forma alternativa de inteligencia a la nuestra, sino en la fuerza bruta. Los algoritmos de chatGPT, basados en redes neuronales profundas, han sido “entrenados” con miles, millones de páginas de texto (toda la Wikipedia, millones de libros, webs, etc) de tal manera que, ante una pregunta, que es una cadena de caracteres, el algoritmo busca la secuencia de caracteres que más probable ve que pueda ser adecuada. El chat no entiende el idioma en el que se le escribe, de hecho no tiene conciencia de qué es un idioma (empezando porque no tiene conciencia) pero sabe crear estructuras que se adaptan a las reglas de algo que nosotros llamamos idioma, ante estructuras y patrones similares, dando como resultado algo que nosotros podemos reconocer como idioma. La enorme capacidad de cómputo actual, el acceso masivo a datos, el óptimo diseño que van adquiriendo los algoritmos a medida que pasa el tiempo y la tecnología de redes neuronales, que no deja de mejorar, ofrece como resultado una emulación que, realmente, contesta a lo que se le pregunta, que es capaz de mantener un diálogo con un usuario humano y que, desde luego, da plenamente el pego de ser capaz de razonar, aunque no lo sea. Al ponerse en marcha el experimento y el acceso público al mismo las redes explotaron con comentarios de todo tipo, en las que los que escribían pegaban pantallazos de las preguntas hechas y respuestas obtenidas. En algunos casos se “pillaba” a la máquina, y se obtenía un texto con absurdeces, o clamorosos errores (chatGPT no sabe qué es verdad o mentira, y puede contestar falsedades) pero, en general, dominaba el asombro y, si me apuran, el nerviosismo de miles de humanos que, por primera vez, veían que el lenguaje humano era ya no sólo patrimonio de seres de carne y hueso como nosotros, sino también de máquinas. A más de uno esto les ha puesto nervioso.
¿Es esto inteligencia? Es difícil contestar a esta pregunta, dado que definir inteligencia es, en sí mismo, algo problemático, pero lo cierto es que si la simulación funciona y es capaz de obtener resultados aparentemente válidos ante miles de cuestiones, su validez es plena. No es inteligente, pero lo aparenta en ciertos aspectos, y eso ya es un avance. Bots de este tipo son comunes, como les señalaba, en referencias futuristas de todo tipo, y al enterarme de lo que hacía chat GPT no pude evitar pensar en la excelente película de Her, pero ese futuro ya está aquí. ¿Puede superar chatGPT el test de Turing? Puede que sea lo más cercano que conocemos que lo haga. Y dado que todo lo relacionado con estos bots no deja de avanzar, vamos a ver cosas asombrosas en este campo. Sí, habrá burbujas y patrañas, pero también realidades.
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