La última de las sanciones aprobadas por la UE, excluida Hungría, para hacer la vida más difícil a la economía rusa es la imposición de un precio máximo al petróleo ruso, pactado en 60$ el barril, de tal manera que no se pagará por encima de ese valor si la cotización del crudo es superior. Así mismo, las navieras europeas no podrán transportar petróleo ruso y, en caso de hacerlo, no podrán contratar seguros marítimos, que son obligatorios en cada viaje. Sí se permite la adquisición de petróleo por oleoductos, pero con el límite de precio antes comentado. El viernes, la cotización del petróleo, en su variante europea y norteamericana, superaba por poco los 80$.
El objetivo obvio de estas medidas es frenar los ingresos de la economía rusa, ahogarla aún más e impedir que así se pueda financiar la guerra de Putin contra Ucrania. Es una acción que daña a ambas partes, al productor y exportador ruso y al importador y consumidor europeo. Los países de la UE deben diversificar las fuentes de las que se abastecen de petróleo y así eludir al ruso, y Moscú debe encontrar compradores alternativos y que, además, estén dispuestos a saltarse este límite de precio. Parece que ambas partes ya están haciendo parte de ese trabajo. La UE era muy dependiente del gas ruso, pero no tanto del petróleo, porque ahí ya tenía una amplia cartera de países suministradores que le cubrían, de tal manera que, salvo excepciones, como Hungría y otras naciones del este, es posible que nos podamos abastecer sin el suministro ruso sin que los precios globales suban demasiado. Para Rusia la UE era uno de sus principales mercados de exportación de crudo, por lo que la medida es más dañina, pero desde que empezó la guerra Putin y sus compinches ya se han encargado de abrir nuevos mercados de exportación, principalmente China e India, naciones que se han convertido en las grandes consumidoras de los hidrocarburos rusos. El barril que sale de los Urales, con denominación propia, suele cotizar a precios menores que los del mercado global norteamericano y europeo, y a eso se suma que Rusia ha hecho ofertas a la baja a los nuevos socios, de tal manera que, cuando los precios del barril superaban los 100$ Rusia estaba ofertando su petróleo a la mitad de ese precio a los nuevos socios. Ahora les subirá algo, pero dado que esas naciones no se han adherido al acuerdo de precios máximos es posible que Moscú logre evadir por ese lado el impacto de las sanciones. Más complicado lo va a tener para el mero transporte del mismo, porque no hay una red de oleoductos de gran capacidad que comuniquen Rusia con Asia, por lo que la inmensa mayoría del petróleo se transporta por barco. Y ahí el tema de los seguros a las navieras europeas sí puede hacer daño efectivo. ¿Alternativas rusas? Las hay, sucias, pero las hay. Principalmente tres; El uso de barcos en la sombra, viejos y que no están muy registrados, de los que Rusia y otras naciones poseen más de uno; el pirateo, es decir, que barcos de navieras sujetas a sanción actúen bajo cuerda llevando el petróleo y cobrando en negro, literalmente, y claro, el que navieras de naciones que no se unan al acuerdo petrolífero los transporten. El hecho de que el mercado mundial de seguros navales esté controlado por la city de Londres, con Lloyds como emblema, hace que empresas de terceros no adheridos al acuerdo no tengan tan fácil ofrecerse a hacer de transportistas para Rusia, porque en el tema de los seguros estarían comprometidos, pero vamos a ver qué sucede, si la presión del dinero ruso crea un mercado de seguros encubierto, basado en corruptelas y pagos al estilo mafioso, donde se puedan comprar seguros y coberturas que no sean legales, pero hacerlas pasar como tal. Lo cierto es que en esto del comportamiento ilegal Rusia tiene bastante experiencia, por lo que no es descartable nada de nada.
¿Van a tener éxito estas sanciones de la UE? Esperemos que sí, pero es pronto para asegurarlo. Hay que esperar a ver cómo reacciona el mercado global de petróleo, de momento sin restricciones adicionales de oferta tras el comunicado de ayer de la OPEP, y las tácticas putinescas que busquen eludir el bloqueo. A priori es una medida que puede hacerle daño, pero de una manera lenta, y eso nos llevaría a que en este invierno de frío ucraniano mortal el daño no sería lo suficientemente severo como para condicionar las decisiones del Kremlin. En todo caso era una decisión que había que tomar, seguramente mucho antes. Ahora, a medir efectos y a aguantar las consecuencias.
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