Hace unas pocas semanas la ONU hizo oficial que ya somos 8.000 millones de humanos los que habitamos el planeta. Creo que se escogió a un niño nacido en la república Dominicana como el habitante que alcanzaba ese guarismo, como un gesto. Realmente es difícil saber cuántos somos, dado que la demografía de ciertas zonas del mundo destaca por su imprecisión, pero es muy probable que, a lo largo de este 2022, se haya alcanzado esa cifra redonda. Es el máximo de población conocida en la historia, y se ha logrado tras apenas once años desde el millar anterior, el 7.000, fechado en el año 2011.
Si hay datos que tienen inercia y se mueven despacio son los de la demografía. Ahí las tendencias tardan en cambiar y, cuando lo hacen, funcionan durante largo tiempo. En este momento son dos las características que están siendo las más relevantes en la evolución demográfica. Una, el freno a la velocidad de crecimiento, que cada vez es menor, y la otra, el envejecimiento global de la población, hecho muy derivado de lo anterior. China sigue siendo el país más poblado del mundo, con algo más de 1.300 millones de habitantes, pero se espera que la India le alcance y supere en este mismo año o en apenas uno o dos. En China se ha producido una abrupta transición demográfica, replicando el patrón que ya es norma común en los países desarrollados. La altísima supervivencia de los recién nacidos, el encarecimiento de la cada vez más prolongada educación, la emancipación de la mujer y su decisión libre sobre el hecho de tener hijos y las alternativas de ocio y vida de la sociedad moderna han derrumbado la tasa de natalidad del gigante, a pesar del levantamiento de la restricción del hijo único, decretada por Beijing para frenar el crecimiento explosivo del siglo XX. La natalidad China ha caído por debajo del 2,1 por pareja, que es la que permite garantizar el reemplazo de las cohortes, por lo que es de esperar que el número total de chinos se estabilice en pocos años y empiece a decrecer. En India esa tasa de natalidad es más alta, por lo que su población crece, y así seguirá aún durante un tiempo, aunque ya experimenta una acusada tendencia al freno natalicio. Si sumamos a estas dos naciones y las de su entorno, veremos que el mundo es cada vez más asiático. La mayor parte de la población mundial se concentra en el sureste de ese continente, y el resto pesamos cada vez menos. Europa declina, con tasas de natalidad de poco más del 1 en naciones como España e Italia, que perdemos población de manera constante desde hace algunos años. En esto, curioso, Corea del Sur nos está disputando el trono, con Japón a la zaga. Las cuatro somos sociedades envejecidas y que ven reducida su población vegetativa (nacimientos menos muertes) año tras años. Sólo la inmigración hace que la población residente en España crezca. Las pautas natalicias de los inmigrantes son mucho más altas que los de la población residente, pero se amoldan rápido al estilo de vida y decaen en pocos años, de tal manera que el saldo migratorio es el determinante actual de la población de nuestro país. Con pocas variaciones, lo mismo pasa en el resto de la UE, que con algo más de 300 millones de habitantes, ya representa menos del 5% de la población global, y ese peso se reduce a cada día que pasa. El mundo hace tiempo que dejó de ser Europacéntrico, u oocidentecéntrico, si quieren acumular palabros extraños. El viraje global hacia Asia es imparable, al menos en el peso de la población, y eso es determinante para otras muchas cuestiones, empezando por la economía, dado que donde hay población puede haber demanda y empleo. No siempre es así, pero desde luego el inverso sí es ley. Donde nadie hay, nada habrá.
¿Dónde crece la población en nuestro mundo? Además de en India y algunas naciones asiáticas, sobre todo, en África. El disparo de población que se vive en África central es enorme, y aunque allí se empieza a notar que el límite de la natalidad se acerca, aún queda mucho. Las proyecciones señalan que Nigeria puede alcanzar los 500 millones de habitantes dentro de tres décadas, bastante más que toda Europa junta, lo que la llevaría a disputarse con Pakistán el tercer puesto del mundo en la clasificación de naciones más pobladas. Se estima que la población global alcanzará un máximo en el entorno de los 11.000 – 12.000 millones, y a partir de ahí caerá. Desde luego, en nuestro entorno, la caída es un hecho desde hace ya años.
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