Cuando uno tiene mucho presupuesto va al supermercado sin miedo a la inflación, y compra sin miramiento alguno. Usted y yo compramos pan, productos de limpieza, alimentos y cosas por el estilo. Los emires de, pongamos, Qatar, son un poco más selectos y llenan su cesto de eventos deportivos internacionales y cargos políticos y funcionarios, que parecen seleccionar como si fueran uvas en la frutería, pillándolos por racimos, al peso. No importa qué cargo ostenten, cuál sea el origen nacional o la responsabilidad que se les atribuya. Se les compra y envuelve adecuadamente, y ya serán servidos adecuadamente, a mayor gloria del jeque que toque alabar.
Hace unos días me metía aquí con el responsable global de la cosa esa de pegar patadas a un balón, cuyo campeonato internacional tiene lugar estos días en Qatar, y le daba cero no tanto por ser un corrupto, cosa que puede distinguir al verle, desde la lejanía, el más ciego de los pertenecientes a la ONCE, sino sobre todo por ser un profundo hipócrita, que con tal de hacerse merecer las mordidas que se ha llevado, pongamos el presuntamente por delante, se permitía el lujo de insultar a todo el que le afease lo que parece evidente, haciéndose pasar por un personaje comprometido con ciertas causas sociales. Quizás en su contrato entraba que los qataríes también iban a comprar los Oscar y le reservaban uno a la mejor interpretación secundaria (el de actor principal para el jeque, por supuesto). Pues me parece que Infantino, así se llama ese personaje, va a tener compañía abundante en la ceremonia de entrega de mordidas organizadas en el emirato. Desde el viernes está cogiendo mucho vuelo el escándalo de sobornos a altos cargos del parlamento europeo, incluida una de sus vicepresidentas, Eva Kaili, acusados de, presuntamente, aceptar dinero de Qatar para que, desde sus responsabilidades, engrasasen lo debido para que la imagen del emirato en la UE mejorase y se aprobaran ciertas normas que flexibilizaran las relaciones comerciales y de todo tipo. De hecho, esta semana estaba previsto votar una iniciativa en el europarlamento que eliminaba los visados que se requieren a los ciudadanos de ese estado para venir a las naciones de la UE. Queda mucho por saber de la trama corrupta destapada, pero ya empiezan a aparecer clásicos de las corruptelas, como los padres de algunos implicados como bien sobornados y las inefables bolsas llenas de dinero, que son tan cutres cuando te las imaginas tiradas en medio de una habitación, pero tan jugosas al soñarlas cuando el corruptor te las muestra o insinúa. Desde la trama de Marbella, con Juan Antonio Roca a las escenas delirantes en la película de El lobo de Wall Street, la gestión del efectivo por parte de los corruptos ha dado para subtramas de todo tipo en las labores de unte y las posteriores de investigación y desarticulación de tramas. Se rumoreaba en el mundo de la mafia siciliana que era tal el volumen de efectivo manejado que se enterraba literalmente en hoyos excavados en el suelo porque no había manera más práctica de ocultarlo. ¿Kaili y su familia han hecho agujeros en el jardín de sus bellas casitas de alquiler bruselenses? No lo descarten, en todo caso le han provocado un enorme agujero de credibilidad a la institución comunitaria y, de rebote, a toda la Unión, al destaparse un caso en el que la trama de sobornos ha escalado hasta el nivel de la vicepresidencia del parlamento. ¿Cuántos más, en instituciones comunitarias, han sido untados? ¿No hay nadie de la sacro santa Comisión implicada? Los contactos que las autoridades cataríes mantienen con las jefaturas de estado de todo el mundo son tan tentadores y extensos que resulta difícil de imaginar hasta dónde han podido llegar las ofertas de “compra” de los emisarios jequeríes. Qatar exporta gas natural licuado, lo que en tiempos de guerra con Rusia vale más que el oro. Si antes del conflicto su músculo financiero era inmenso ahora es, realmente, inabarcable. Hace unos pocos días los jeques de ese país firmaron con China un contrato que se va a extender a lo largo de 27 años, sí, 27, para suministrar millones de toneladas de gas al gigante asiático. Refrendado por las autoridades de ambas naciones, que comparten su repulsión a las democracias liberales, es uno de los contratos energéticos más grandes jamás firmado en la historia.
Realmente, el coste de sobornar a un cargo occidental es nulo para una nación que, en el fondo, no es más que una familia que dicta lo que se hace en la finca que posee. Las trabas y frenos clásicos ante las corruptelas poco pueden hacer frente a una chequera infinita capaz de inflamar las almas de todo aquel que, ante sus ojos, puede pedir simplemente lo que desee, sin miedo a que el corruptor no pueda alcanzar sus sueños. En ese punto sólo una profunda ética personal, abisal cual fosa de las marianas, y el no pasar la vergüenza de ser el honesto en medio de todos los comprados, evita que alguien sea sobornado. El test que se dio en el caso del consejo de administración de Bankia, con dos que no cayeron frente a los ochenta y tantos que sí, nos da una estimación del mercado que tienen disponible los qataríes en nuestras instituciones.
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