lunes, noviembre 11, 2024

Crisis seria en Alemania

El sábado 9, festividad local en Madrid de la Almudena, se conmemoraba el treinta y cinco aniversario de la caída del muro de Berlín, lo que fue el inicio del derrumbe de la dictadura soviética y la apertura de las naciones del este de Europa a un futuro desconocido para ellas, en forma de libertad y competencia económica. Quizás ahí se abrió uno de los momentos más optimistas y esperanzadores de este continente en mucho tiempo, especialmente en la propia Alemania, que pudo por fin empezar a afrontar su proceso de reunificación, tras la separación que supuso el fin de la IIGM y la guerra fría entre el bloque occidental y el soviético.

Hoy esa Alemania unida, el más poblado y más potente país de la UE, afronta una crisis seria, que se extiende por todas las estructuras de la nación, y que se ve reflejada perfectamente en los datos económicos y en su situación política. La economía alemana lleva tiempo tocada, no ha salido de la pandemia como se esperaba y, tras el inicio de la guerra de Ucrania, ha descubierto con horror el inmenso error que fue confiar en el aliado ruso y ponerse en sus manos a la hora de diseñar su estructura energética. La decisión propia de cerrar las centrales nucleares ha sido un clavo más en la estrategia de la no competitividad energética que lastra los costes de las empresas germanas. China y su coche eléctrico también están haciendo un daño enorme a lo que antaño fue la más pujante industria de Europa, la del coche alemán, sumida ahora en enormes problemas estructurales. La decisión de Volkswagen de, por primera vez en su larga historia, cerrar plantas en suelo alemán, en medio de una bajade ventas de sus modelos térmicos puros, es la señal de que las cosas por allí van realmente mal. Trimestres de crecimientos anémicos y bajadas nimias llevan al país a bordear las recesiones o salir de ellas en un perfil que es similar al de un enfermo necesitado de suero, reposo e inmovilización. En lo político, el gobierno que surgió tras las elecciones de 2021 ha resultado ser débil y lleno de contradicciones La coalición llamada semáforo, entre los rojos del SPD, los amarillos liberales y los verdes ecologistas ha resultado ser bastante disfuncional, y presidida por un canciller, Scholtz, que ha demostrado ser un personaje frío, carente de fuerza y gris hasta el hartazgo. En cada una de las elecciones regionales los socialdemócratas se han pegado grandes batacazos, sólo superados por los descalabros de los liberales y los tristes resultados de los verdes. Los conservadores de toda la vida de la CDU, el partido de Merkel, han ido subiendo poco a poco en voto, pero los grandes ganadores en cada comicio han sido los extremos de izquierdas y derechas, que suben como la espuma en medio de un descontento social creciente, con la economía como principal fuente de inquietud. Las tensiones en la coalición de gobierno han ido creciendo a cada una de esas elecciones locales han las que ha recibido palos y palazos y, finalmente, el miércoles pasado, en medio de la conmoción por la victoria de Trump, Scholtz anunció que prescindía de los ministros liberales, dando por rota la coalición. La intención del canciller es la de presentar una moción de confianza en breve, se discute si antes o después de las navidades, y la sensación es que, con elevadas probabilidades de no superarla, se produzca un adelanto electoral. Inicialmente las federales estaban previstas para otoño, pero ya no será así. Se baraja un calendario que va desde febrero hasta Semana Santa, que cae a mediados de abril en el próximo año, condicionado a la fecha en la que se produzca la citada moción de confianza. En el ánimo de Scholtz estaba, la semana pasada, atrasar todo esto lo más posible, pero me da que ya no controla los tiempos.

En definitiva, que tenemos ahora mismo a Alemania paralizada en lo económico y bloqueada en lo político. La posibilidad de que, de las elecciones, surja un parlamento fragmentado y con gran peso de las formaciones extremistas resulta inquietante, y que la gobernabilidad misma del país se deslice por el camino del desacuerdo y la brevedad de ejecutivos inquieta a propios y extraños. En este momento, a dos meses de la toma legal del poder por parte de Trump, con el evidente riesgo de que el socio trasatlántico nos de la espalda, los dos grandes países de la UE, Francia y Alemania, están sumidos en un marasmo total. Algo malo en el peor momento posible.

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