Era conocido por todos que en la relación de Trump y Musk existía un exceso desatado de ego en ambos que iba a acabar convirtiendo lo que parecía una extraña amistada en enfrentamiento. Tarde o temprano personas de carácter tan extraño y opuesto, y poseedoras cada una de una enorme cantidad de poder y creencia en sí mismo estaban destinados a chocar, por lo que el que se haya producido ya la ruptura no ha cogido a nadie por sorpresa. Pero sí lo ha hecho la velocidad y las formas. En apenas un día han pasado de mandarse elogios en las redes a cruzarse amenazas de un enorme calibre y de consecuencias difíciles de imaginar.
Más allá de la despedida oficial que Trump le tributó en el despacho oval el otro día, cuando Musk apareció con el ojo morado, por el fin de su cargo temporal al frente del departamento de eficiencia administrativa (DOGE) Musk había empezado a tuitear en su red mensajes en contra de la nueva propuesta de presupuesto federal que el equipo de Tump ha presentado en la Cámara de Representantes, una ley que Trump califica de maravillosa y genial y Musk, directamente, de abominable. En ella se recorta el presupuesto de varias de las agencias federales, especialmente la que tienen que ver con la ciencia e investigación, (pobre NASA) pero el gasto global se dispara, y con él el déficit y la deuda, en un proceso de bola de nieve fiscal que empieza a ser preocupante. Musk llevaba dos días criticando intensamente esta norma y anunciando que iba a hacer todo lo posible para que los congresistas la rechazaran, y eso ya despertó ayer las iras de Trump y los suyos, empezando a acusar a Musk de traición y cosas por el estilo. En apenas unas horas el grado de acusaciones mutuas escaló de una manera inimaginable y ayer por la noche en España, primera hora de la tarde allí, Musk soltó que Trump aparece en los archivos no desclasificados del pedófilo Epstein, calificando ese anuncio como de bomba nuclear. Trump le llamó de todo, Banon, uno de los más peligrosos jefes de la secta MAGA abogó por deportar a Musk y el tecnólogo amenazó con desmantelar la cápsula Dragon, de su empresa SpaceX, la única manera que tienen ahora mismo los astronautas norteamericanos, y el resto de occidentales, para acceder al espacio. En medio de esta escalada cuasimilitar las acciones de Tesla se despeñaban, y al final de la sesión en Wall Street cayeron en el entorno del 14%, lo que supone una pérdida de más de cien mil millones de dólares de capitalización. Una sangría absoluta. El coro de adeptos trumpistas no cesó de lanzar mensajes insultantes contra Musk, reclamando la cancelación de todo contrato federal con sus empresas, mientras que Elon consultaba en la red la necesidad de crear un partido de centro que aglutine a la mayoría social del país y reclamaba un “impeachment” para destituir a Trump. Todo esto casi en tiempo real, a esta velocidad, y con esta virulencia. El asombro de periodistas y del resto del mundo ante lo que se escribían dos de las personas más poderosas del mundo era absoluto, a la vez que la venta de palomitas virtuales se disparaba al contemplar el espectáculo del despellejamiento que ofrecían. Lo cierto es que ayer debió ser un día de locos en Washington y en todos los estratos del poder de EEUU, y nadie puede sentirse extraño por ello. Colocar al frente de la nación a un desquiciado como Trump y que se haya apoyado en un excéntrico como Musk es una perfecta receta para acabar teniendo un caos absoluto en todo. El proceso de degeneración de la política que vivimos ha arraigado también allí y, sí, ayer EEUU dio un espectáculo patético y denigrante. Imagino que China, Rusia y otros rivales, tan asombrados como el resto, aprovecharían para brindar con lo que suelan hacerlo, vodka ruso aparte.
¿Cómo va a acabar esto? Ni idea. Tras lo de ayer es difícil pensar, como sostienen algunos, que estamos ante un teatro, una actuación cara a la galería, y se me antoja imposible una reconciliación. Quizás un futuro pacto de no agresión sea posible, pero ante sujetos tan extraños como estos nada es descartable. En todo caso, el daño reputacional que provocan a su país es enormes, y las consecuencias económicas, tecnológicas y de poder pueden ser inmensas. La bronca del miércoles de Aldama y Dolset en versión norteamericana. Y ya se sabe, allí todo es a lo grande.
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