A eso de las cinco de la mañana ha muerto Luciano Pavarotti (y yo estoy escribiendo esto tres horas después, y publicándolo en breve, fascinante... esto es Internet). Ya hace tres semanas corrieron rumores de que estaba enfermo de neumonía, y debilitado tras las operaciones efectuadas para librarle del cáncer, su cuerpo no estaba en condiciones de una lucha prolongada, pero al parecer salió de aquella, aunque no por mucho tiempo. Ese cáncer parece haber sido el culpable de llevárselo a la tumba y privarnos para siempre de su voz y de su presencia en directo.
No soy un experto en ópera, ni tengo cientos de discos sobre Luciano, por lo que musicalmente sólo puedo afirmar que me gustaba y que, según los entendidos, era un genio. Su personaje, una especie de encarnación física de Pantuflo Zapatillas, el padre de Zipi y Zape, era conocido en todo el mundo. La imagen del tenor con sus pañuelos, su frondas de pelo sudoroso y ese gesto tranquilo y bonachón encarnaban la imagen arquetípica del tenor italiano. Además Pavarotti fue uno de los principales impulsores de eso que se ha dado en llamar la fusión de estilos, o mezclas entre tipos de música en principio no muy afines, que habitualmente producen resultados calamitosos, pero otras, las menos, generan frutos apreciables. Si la unión de Bebo Valdés y el Cigala produjo aquel éxito llamado Lágrimas Negras, no es menos cierto que las canciones napolitanas, cantadas y difundidas por Pavarotti, han llegado a todo el mundo. El espectáculo de los tres tenores, en el que Pavarotti consiguió enrolar a José Carreras (quién diría que él iba a sobrevivir más que alguno de sus compañeros) y a Plácido Domingo cosechó un éxito absoluto, mundial, aunque es cierto que la crítica lo trató de una manera algo dura y a mi, gustándome, no era lo que más me llenaba. Pero sirvió para que mucha gente que tenía miedo a la ópera, o a un tenor, por verlo algo serio, lejano y distante, se atreviera a oírlo, y descubriera que la voz portentosa de un genio como Luciano es algo al alcance de unos pocos, sí, pero el disfrutar de ella es accesible para todo el mundo. Y sólo por eso Pavarotti se merecería una gran reseña musical, pero los entendidos ya le tienen en el pedestal que se merece.
En los últimos años, aquejado de esa grave enfermedad degenerativa llamada fama, fue más popular Pavarotti por sus matrimonios, divorcios y reuniones con famosos de alterne o música ligera que por su labor operística. Hace pocos años se retiró de los escenarios, ya enfermo, y al parecer preparaba un nuevo disco de estudio, quizás para así poder gritar alto y claro su desesperación, y mostrar su fuerza frente a la enfermedad que al final le ha podido. Probablemente hoy mi madre ponga el “Nessun Dorma” en casa y se entristezca al saber que Luciano se ha muerto. Una pena..... y que los ángeles lo disfruten.
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