Vamos con el tema de los insultos, que al parecer es la manera más rápida de coger notoriedad en esta sociedad ansiosa de vanidad y noticias de usar y tirar. El que abrió la veda la semana pasada fue Javier León de la Riba, alcalde de Valladolid del PP, que se despachó a gusto contra Leire Pajín, haciendo alusión a las pajas mentales (y de las otras) que le producían los morritos de la nueva Ministra de Sanidad. Obviamente la escandalera fue muy sonada y con motivo.
Y es que lo que dijo León, el de Valladolid, fue una guarrada pura y dura, típica de viejo verde y de tasca. Lo que piense en privado cada uno o una al ver a otra persona es asunto suyo, y en su mente se queda, pero que un alcalde diga cosas semejantes es lamentable. Como este señor no ha dimitido, ni parece que lo vaya a hacer, lo normal sería que el PP le quitase de las listas de cara a las elecciones del año que viene y que el turrón de este año sea el último que tome en la Plaza Mayor de Valladolid. Pero es que además de la salida de banco de la Riba ha cometido un imperdonable error político, y es que su obscenidad ha ocultado el hecho importante, el de la competencia o no de Leire Pajín para ocupar su puesto. Si este señor hubiera estado callado muchos analistas se habrían centrado en la absoluta incapacidad de Pajín para ser ministra, y menos de algo técnico como es la Sanidad. Tras tres años de fracaso absoluto en la secretaría general del partido, ZP le ha recompensado con un Ministerio, y allí está la Pajín ocupando el sillón y cobrando, sin que tenga la menor idea de qué hacer. Pero ese no ha sido el debate relevante gracias al alcalde bocazas, por lo que el PP debiera castigarle, además de por lo dicho, por el error político que supone el mero hecho de haberlo dicho, para que purgue sus pecados de palabra y obra, por así decirlo. En este caso he visto además algunos comportamientos que me hacen pensar que la política y parte de la sociedad española está aún más podrida de lo que ya me temía. El PP se ha defendido argumentado en principio la nada, porque no dijo ni pío, y luego sacando una ristra de casos en los que algunos del PSOE han dicho cosas semejantes de mujeres, como aquel que acusó a una periodista catalana de estar mal follada tras una entrevista a Montilla. Vamos a ver. La comisión de delitos, errores o faltas no es un partido de baloncesto en el que quien más las hace es condenado, algo así como que si yo robo doce y tú trece, tú eres peor que yo. No. Todo está mal. Lo de la mal follada y lo de los morritos feladores (curioso, el Word marca felación en rojo, no está en su diccionario…) Esta táctica exculpatoria del “y tú más” se usa día a día al hacer el recuento de municipios intervenidos por corrupción, concejales imputados, y cualquier otro tipo de delito, y tendría un pase si se tratara de una discusión de críos de colegio, pero es indecente e insoportable en el caso de personas adultas, o adúlteras, como parece ser el caso que nos ocupa hoy. Otra oportunidad de rectificación que en este caso el PP ha desaprovechado, volviendo a mostrar al ciudadano la miseria moral que parece regir la política hoy en día.
También me he referido como enferma a parte de la sociedad, en la que incluyo sobre todo al coro de palmeros que, desde sus medios de comunicación, alaban al PP y PSOE hagan lo que hagan. En este caso concreto ha sido bastante triste ver como Juan Manuel de Prada, devoto católico, retorcía su discurso en prensa y televisión de una manera lastimera para disculpar a de la Riba, porque en este caso el pecado lo había cometido uno de los suyos. Pues no, Prada, no. De la Riba, a aparte de bocazas y torpón político, ha pecado en público. Así de sencillo. Y tu defensa de él no contribuye a su perdón, sino a tu propia inculpación.
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