Allí estaba yo, frente al televisor, al filo de la media noche del pasado 28 de Diciembre, en lo que se anunciaba como el fin de las emisiones del canal de noticias CNN+. A escasos cinco minutos de las 24 horas apareció el locutor de continuidad de aquel momento en la mesa del plató rodeado de decenas de personas, técnicos y trabajadores del canal, supongo, que hacían coro a su espalda. De mientras el locutor hablaba y emitía un pequeño editorial de queja ante lo que sucedía, el coro se iba disgregando poco a poco y abandonaba el estudio. Llegaron las 24 horas, y se acabó.
Días, semanas antes, al conocer la noticia, algunos, creo que incluso yo dije algo así, hacíamos chistes sobre lo que haría Mierdacinco con el canal de Prisa, y alguien llegó a pensar que podían poner una Gran Marrano continuo, o una edición sin descanso de Operación Truño, o cosas similares. Yo sonreía y decía “no serán capaces” expresando más un deseo que una convicción, casi rezando en alto. En Navidades se hizo público que, en efecto, sería una dosis continuada de basura y zafiedad de alto voltaje en el formato de telerrealidad de Gran Marrano lo que nos iban a meter por ese canal. No, no, pensaba, y decía al leerlo, no puede ser, es demasiado cruel…. Sustituir un digno y elegante canal de noticias que, cierto, no veíamos demasiada gente, por semejante basura es hiriente, insultante, despreciable, y me venían a la cabeza otros adjetivos que mejor no los pongo porque me mandarían una querella. Cuando a las 24, en la oscuridad del salón de Elorrio, se acabó la señal de CNN+ crucé los dedos como en las películas, esperando que al final no fuese cierto, que el héroe de turno cortase el cable rojo, no el azul, y que la bomba de basura que se anunciaba finalmente no se emitiera, pero mis plegarias fueron en vano. Al instante empezó una monótona y mareante carátula que anunciaba el canal de 24 horas de los sinvergüenzas encerrados en la casa. Y con una enorme tristeza, me fui a la cama, como si ese día de los inocentes hubiera acabado un poco con la inocencia televisiva de un servidor. A todo el mundo con el que he hablado le he expresado mi queja, congoja, pena y rabia por lo que ha sucedido, por la pérdida de pluralidad y calidad que supone que un canal así se vaya y esa cutrería infecta llegue nuestras pantallas. Supongo que he logrado aburrir a muchos de mis interlocutores, y en algunos casos he conseguido muestras de comprensión, pero pocas de pena. Muchos han repetido el argumento de que CNN no era rentable, y que eso es lo que tiene la economía de mercado. Es difícil rebatirlo, teniendo en cuenta que, en efecto, el canal de noticias perdía en torno a los catorce millones de euros al año, pero sigo pensando que rentable no es sinónimo de bueno. Telahinco es, sin duda, la cadena de televisión más rentable de España, pero no es sino la mayor muestra de porquería audiovisual que uno pueda imaginarse. Digna hija de un sujeto como Berlusconni, muestra todas las indecencias humanas, morales y personales posibles, llena de gritos, insultos, incultura chulesca y demagogia de alcantarilla la pantalla mientras su dueño, presidente de Italia, alterna entre amantes, prostitutas y demás ralea. Bien pensado quizás algún día puedan poner un 24 de Berlusconni en Villa Certosa, con sus Belllinas. Eso sí que sería rentable.
Comentaba Elvira Lindo en un gran artículo, de los no muchos que ha habido dedicados a este triste asunto, que algunos amigos le acusaban de ser elitista por defender un canal como CNN+ y ella respondía que, dado el nivel cultural que se respira en nuestros días su actitud no es de elitismo, no, sino de pura rebeldía. Y es totalmente cierto. Hoy el rebelde parece que es el que lee, razona, piensa (y se equivoca, cómo no) y el integrado social debe ser seguidor de esas basuras que no dejan de vomitar nuestras cada vez más grandes y potentes y planas pantallas. Es antisocial quejarse porque la mierda nos ha invadido…….. Vivan los antisociales!!!!!!
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