Lo de Egipto es muy importante. Todo el mundo lo dice, pero es que además es cierto. El único régimen de la zona aliado de Israel y Estados Unidos (y de Europa, dicho sea de paso) puede caer en cualquier momento por la revuelta popular que llena sus calles y plazas. Hay muchos y buenos artículos en prensa que exponen el porqué de la importancia de lo que sucede en El Cairo y Suez, y de los múltiples e inciertos escenarios que se abren, así que yo, que no soy un experto en la zona, ni mucho menos, no voy a poder añadir nada sobre todo eso.
Pero sí quiero fijarme en un detalle que ví de pasada el Viernes por la noche y que no ha tenido mucha más cobertura. Como en todas las revueltas, el orden establecido se relaja, luego puede caer o no, y se crea el caldo de cultivo para que aparezcan los aprovechados, asaltantes, ladrones, y demás buitres, que se ceban sobre tiendas, casas y todo lo que pueda estar a su alcance. El Viernes fue el Museo Egipcio de El Cairo el que sufrió el intento de asalto de estos energúmenos. Este museo conserva la mayor muestra del patrimonio de Egipto, y supongo que allí están todos los restos que no se encuentran en el British Museum. Pues bien, ladrones y saqueadores lograron entrar en el interior y trataron de robar y de paso destrozar un poco las salas del museo, por el simple hecho de destruir, expoliar o forrarse con la venta y tráfico de lo que de allí pudieran sacar, qué más da. Contaban las crónicas que al enterarse de lo sucedido muchos ciudadanos acudieron al museo para perseguir a los intrusos y montar improvisadas guardias que, ante la ausencia de vigilancia oficial, defendieran el tesoro. Algo así como “Atentos, nos roban lo más importante!!” se extendió por las calles, y un movimiento en cierto modo espontáneo logró contener el saqueo. Al oírlo lo primero que me vino a la cabeza fueron las historias que se cuentan en España sobre como algunos voluntarios empezaron a sacar los cuadros del Museo del Prado en la época de la Guerra Civil para evitar su destrucción en los bombardeos que sufría Madrid. Ellos entonces, y los egipcios ahora, sabían que esos cuadros eran lo más valioso que poseían, no por el valor monetario, no, sino por el patrimonial, porque en ellos estaba escrita la historia del país, decenas de generaciones, miles de personas a través de los siglos los han contemplado. El testimonio de lo que es su país estaba en esos cuadros, y en el caso de los egipcios están en los restos de los faraones, sus tesoros, ajuares, escritos, grabados, relieves y todo los demás enseres que nos han llegado como resto de la impresionante cultura que se desarrolló en aquellas tierras hace cuatro mil años. Las pirámides parecen indestructibles por su dimensión, inhumana para cualquier época que uno se plantee, pero un sarcófago, una tablilla, un fresco, son algo frágil, misterioso, y hasta cierto punto es un milagro que algunos hayan llegado hasta nuestros días, con todos los avatares que han debido sufrir, incluyendo esta última revolución, que se transmite en directo por la tele e Internet.
Según parece los daños, aunque menores, existen. Dos son las momias que han sido destruidas y habrá que hacer balance de cuantas figuras y enseres se han visto afectados, pero al menos parece que no se va a repetir un desastre como el que se vivió en el museo de Bagdad hace algunos años. Se que no me va a oír nadie de los interesados, pero desde aquí quiero dar las gracias a los valientes que, en la noche oscura de El Cairo, se lanzaron a la calle a defender su patrimonio, su historia. En el fondo salvaron parte de la historia de todos y cada uno de nosotros, de la humanidad en su conjunto. Es un acto de heroísmo, y como tal merece ser reconocido.
1 comentario:
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