miércoles, septiembre 05, 2018

Descalabro del empleo en agosto


Durante el pasado fin de semana era una constante en todos los medios de comunicación la reiterada llamada a la angustia derivada de la vuelta al trabajo tras las vacaciones. Tristeza, resignación, caras largas y una especie de nube melancólica llenaba crónicas y artículos relatando la presunta penitencia de volver a las obligaciones, a la rutina, al esfuerzo diario. Me enfadan mucho este tipo de informaciones y su simplismo, dado que puede haber gente amargada en su trabajo y no, pero las vacaciones se definen por oposición a trabajo, y si no se posee empleo no se puede volver de unas vacaciones eternas, horrendas, llamadas paro. Eso sí es un problema que puede ser angustioso. Mucho o muchísimo.

Cuéntele el cuento de su depresión postvacacional (cómo inventamos cosas para tratarlas y generar negocios, es increíble) a los miles de personas que fueron despedidas el 31 de agosto, a un ritmo nunca visto en España. Quince mil despidos a la hora durante las 24, para totalizar algo más de 350.000 personas que vieron cómo se acababan sus contratos de verano y no tenían “rutina” a la que volver el lunes 3 de septiembre. Algunos de ellos, sin duda, serían estudiantes o personas que habían buscado una ocupación para los meses de la temporada turística alta y una vez pasada ya no querían trabajar, pero seguro que habría otros que trabajaban porque lo necesitaban, y que el lunes de esta semana tienen un serio problema. ¿Cuántos hipotecados habrá en ese enorme conjunto de personas? ¿o alquilados que pagan las actuales rentas, módicas y asequibles donde las haya (ironía)? Muchos, sin duda, y este lunes todos ellos, poseedores de vidas, circunstancias, cargas y deseos distintos, están unidos por el desempleo. La cifra es la de los habitantes de una ciudad como Bilbao, un disparate. ¿Es esta cifra un reflejo de que la economía se frena? Agosto suele acabar mal tradicionalmente en el mercado de trabajo por el fin de esa temporada alta turística, pero los datos de este año son especialmente peores. Aumenta la contratación indefinida, sí, pero sigue representando muy poco sobre el total, y que se produzca tal volumen de despidos en una sola jornada indica que algo no funciona bien ni en nuestro mercado de trabajo ni en el sistema de contratación. Los años del PP en el gobierno no han servido para modificar en serio ninguno de estos dos marcos, dado que sus medidas han servido para pulir algunas de las aristas y aumentar otras de sus divergencias, pero se han mantenido prácticamente igual: Es un mercado segmentado, de fijos muy protegidos y temporales completamente a la intemperie, en una estructura económica procíclica que crea mucho empleo cuando la economía tira y lo destruye a la misma exagerada velocidad cuando la economía cae. Ahora que gobierna, es un decir, el PSOE, nada va a hacer al respecto, de primeras por la ausencia de capacidad legislativa de su exigua minoría, y de segundas porque en gobiernos socialistas precedentes se ha tendido a aumentar los sesgos del mercado laboral, creciendo las protecciones a los ya resguardados y reduciendo aún más las coberturas a los que apenas las poseen. Los únicos que presentan un programa alternativo para el mercado de trabajo son los de Ciudadanos, que encabezan su propuesta con el contrato único de indemnización creciente, una figura frente a la cual se han posicionado en contra tanto PP como PSOE, por lo que algo bueno tendrá. No sería demasiado útil alterar sólo el sistema de contratación, dejando sin tocar la estructura económica el país, tano en sectores como en dimensión empresarial, con una sobreabundancia de autónomos y PYMEs sobre el conjunto del sector productivo, y la ausencia de grandes empresas en sectores punteros (Vestas, que ahora quiere cerrar en León, es danesa, y es allí donde toma sus decisiones, acertadas o erróneas) pero todos los expertos coindicen en que el mercado laboral español es tan ineficiente como injusto. ¿Por qué no probar e implantar la propuesta de Ciudadanos?

El temor de fondo que me surge tras ver las cifras de agosto es que puede ser otra gota en el vaso del frenazo económico que se empieza a intuir, y eso es un problema muy serio. Las tendencias económicas suelen ser de fondo y tardan algunos trimestres en manifestarse. Algunos factores coyunturales han hecho mella en la temporada turística, como el buen tiempo europeo y la recuperación de destinos de competencia, como Egipto o Turquía. Habrá que ver si los malos datos de agosto son flor marchita de un mes o grano picado de una temporada que se avecina mala (es lo que me temo) y eso condicionará las vidas y esperanzas de muchos de los cientos de miles de despedidos del pasado viernes. Seguro que tampoco les hizo ninguna gracia vera los “deprimidos por la vuelta al trabajo”.

No hay comentarios: