miércoles, septiembre 12, 2018

Un montón de falsos másteres


Todavía no me había aprendido sin fisuras el nombre de la ministra de sanidad, Carmen Montón, y su dimisión hará que, quizás, no vaya a olvidarlo. Pillada de pleno en una serie de renuncios y falsedades, no tanto en sus declaraciones, como en los méritos que acreditaba para obtener el máster que lucía, su caída era obligada, y el tiempo que ayer transcurrió sin que sucediera fue uno de gran desgaste para el gobierno entero. Su renuncia, leída en una comparecencia sin preguntas, en la que presumía de lo hecho y no admitía fallo alguno, fue una perfecta lección de que, como puso alguien en redes sociales, ni dimitir sabía. Su gestión en estos días ha sido desastrosa.

Con todo, el que cometió ayer un grave error no fue ella, que estaba vendida a los caballos y trató de resistir de manera desesperada, sino su jefe, el presidente del gobierno, que la respaldó públicamente un par de horas antes de que supiéramos que copiando y pegando de la Wikipedia uno puede hacer un trabajo válido para ser convalidado como título de postgrado. Sánchez debió aprovechar ese asalto de periodista en el Senado por la tarde para anunciar la dimisión de la ministra, para defenderla si quería, pero para dejarla caer, y que así el problema no le afectara. Suena duro, pero la política es así. Si subes, subes acompañado, si bajas, bajas sólo. A lo largo del día se produjo una divertidísima puesta en escena por parte del PSOE y del PP para señalar las diferencias entre los casos propios y ajenos de másteres falsos (en lo mollar, ninguna, todos son unos tramposos pillados) y lo que para los acusados de la propia formación no era sino irregularidades por demostrar se convertía en enormes fallas y delictivas conductas en el caso de los acusados de la formación contraria. Era ridículo ver a Adriana Lastra y a otros portavoces del PSOE defender a Montón y acusar a Cifuentes o Casado a la vez que portavoces del PP exculpaban a los suyos y veían en Montón la encarnación de la corruptela administrativa. A lo largo del día el crédito de la ya ex ministra iba bajando y voces del PSOE empezaban a asumir que su caída era necesaria, pero el respaldo de Sánchez la protegió nuevamente. De poco sirvió, porque la experiencia nos demuestra que en estos másteres del Instituto de Derecho Público de la Universidad Rey Juan Carlos todo es torcido. Trabajos, asistencia, notas, expedientes… todo es manipulable, ocultable, falsificable, con tal de que el instituto universitario cobre sus emolumentos, que no serán baratos, y que el político o cargo público en ejercicio favorezca, a buen seguro que es así, a los que le han regalado la titulación. Un vulgar trato corrupto en el que no hay obra pública ni contratos amañados ni comisiones, que es lo que nos hemos hartado de ver en años y años, sino algo más relacionado con el prestigio y la carrera profesional, pero igualmente falso. ¿Cuándo la justicia va a disolver ese mafioso instituto universitario y encausar a los responsables de semejante aparto de corrupción? Podría decretarse, directamente, la nulidad de todos los títulos expedidos por ese instituto, o sino la publicación íntegra de todos los trabajos y expedientes de los alumnos que por ese lugar han pasado (en teoría) para ver quiénes son, cuántos son políticos, si hay algún partido que se libra y si, entre todos ellos, como en Sodoma y Gomorra, hubo alguno que sí fue a clase, sí hizo exámenes y escribió un trabajo en el que empleó algo más de tiempo del que, por ejemplo, me lleva a mi escribir este pobre artículo. Carmen Montón es el último de una serie demasiado larga de nombres que ensucian la marca de esa universidad, destruyen el prestigio que puedan tener sus licenciados y enerva a padres que pagan matrículas y docentes que hacen su trabajo, y que nada tienen que ver con comportamientos mafiosos como los que vemos. ¿Se hará algo finalmente? Apuesten a que hay un consenso entre, al menos, PP y PSOE, para que todo siga igual

Liquidado el tema Montón, apenas quedan parapetos en los que se pueda esconder Pablo Casado. Durante estos dos días ha adoptado un perfil bajo a sabiendas de que todo lo que dijera se iba a volver en su con razón, y han sido otros portavoces del PP los que han cargado contra la exministra. Su caso está judicializado y probablemente opte por mirar hacia otro lado hasta que haya algunas decisiones de los tribunales. Pero en la esencia del tema, su situación es igual de indefendible que la de Montón o Cifuentes, o de algunos otros que en el futuro probablemente descubramos que hicieron lo mismo. Esta táctica de elusión le emparenta, cosa que le hará rabiar, con el marianismo más puro. Ayer Sánchez también se vistió de Mariano por unas horas, pero sólo el original gestionaba bien con su estilo estas situaciones. El resto son advenedizos.

Me cojo unos días de vacaciones, y haré un pequeño viaje al Reino Unido. Si todo va bien nos leemos nuevamente el miércoles 19 de septiembre.

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