Los
resultados aún son preliminares, pero no dejan lugar a ninguna duda. Boris
Johnson no ha ganado, ha arrasado en las elecciones celebradas ayer en el Reino
Unido. La mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes se sitúa en 326 y el
resultado final de los conservadores se puede llegar a la cota de los 360, por
lo que su éxito es incontestable. La actual mayoría incapaz sobre la que se
asentaba su gobierno torna ahora a un soporte fijo sobre el que podrá ejercer
sus funciones de primer ministro sin muchas cortapisas, algo que no se produce
en aquel país desde que May adelantó las elecciones tras ser nombrada en
sustitución del innombrable Cameron.
El
éxito de los conservadores es también el fracaso de los laboristas, y si
Johnson hoy puede levantarse triunfante y con el pelo alborotado (como siempre)
por una buena razón, el muy incapaz de Corbyn debiera estar ya empaquetando sus
enseres y abandonando la sede de un partido laborista al que ha llevado al peor
resultado desde la década de los años treinta del siglo pasado. No llega a los
200 escaños, su fuerza es nula y ha perdido feudos históricos en los que su
voto estaba más anclado a las urnas que la mugre depositada en los viejos
ladrillos de las casas. Corbyn encarnaba lo peor de un movimiento izquierdista
extremo, que jugaba a rememorar los años marxistas de su lejana juventud en
pleno siglo XXI, y que no se ha decantado en el debate del Brexit salvo para
opinar más bien a favor el mismo cuando le han forzado a expresarse. También ha
representado una siniestra ala del izquierdismo caracterizada por un
antisemitismo larvado y apenas escondido, dando vergüenza ajena algunas de sus
opiniones y, sobre todo, silencios. Lo peor, sin duda, de este laborismo de
Corbyn ha sido que ha desperdiciado la gran oportunidad de enfrentarse a los
conservadores encabezando, sin disimulos, sin tapujos, la bandera del “remain”
la permanencia en la UE. La sociedad británica sigue muy dividida en torno a
este asunto, pero frente a la dispersión de los votantes que desean volver a la
UE, Johnson ha sabido concentrar el deseo de marcha de los que votaron salir en
el referéndum de hace ya tres años, y lo que es más importante, ha conseguido
con este movimiento capitalizar voto obrero que siempre ha sido laborista, y
que ahora, movido por la promesa de un nuevo país tras la salida, se ha
decantado por los conservadores. Con un partido conservador desgarrado por el
brexit, con división entre sus familias internas y un candidato tan peculiar
como Boris, la oportunidad que tenían los laboristas por delante era enorme, y
de poseer un candidato de verdad y un programa moderno y europeísta quizás lo
hubieran logrado, o al menos conseguido que la mayoría absoluta no existiera,
pero no ha sido así. El suicidio laborista en Reino Unido es un aldabonazo para
muchas formaciones progres de todo el continente que se están escorando hacia
mensajes de izquierda pasados de moda (y lo peor, ineficientes) sin conseguir
nada a cambio, excepto derrotas y derrotas. En estas elecciones el que aquí
escribe no hubiera votado ni por los conservadores ni por los laboristas, sino
por los liberales demócratas, que han quedado relegados a una tercera posición
(nacional) muy mediocre y sin apenas valor en sus pocos escaños. El desbarre
que ha mostrado la política británica ha sido tal que estas elecciones
obligaban a escoger entre alternativas nefastas y horrendas. Así no hay manera
de cohesionar una sociedad y que esta pueda avanzar a ninguna parte.
He
puesto la coletilla de nacional en el resultado de los liberales porque, en
escaños, la tercera formación del parlamento británico son los nacionalistas
escoceses, que han arrasado, consiguiendo 55 de los 59 escaños que se
disputaban allí. Proeuropeos y con aires independentistas, su posición se
refuerza enormemente tras los resultados de ayer, y obliga a pensar que, junto
con el problema irlandés ahora que se va a ejecutar el Brexit en pocos días, la
U de Unido que acompaña al Reino va a haber que escribirla, de momento, en minúscula,
porque las tensiones territoriales de esa nación se van a disparar, y de rebote
nos afectarán aquí. Aclaran mucho el panorama los resultados de ayer, pero
crean nuevos inquietantes problemas.
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