El
clarísimo resultado de las elecciones británicas del pasado jueves ofrece
numerosas lecciones para políticos de todo tipo, especialmente para las
formaciones que, como el laborismo, salieron muy derrotadas de las urnas.
Johnson no me cae bien, pero hizo la campaña que tenía que hacer y ha cosechado
una victoria incontestable. Su gobierno no va a ser un paseo y, como europeísta
convencido que soy, creo que es una tragedia que el continente y el Reino Unido
firmen un acuerdo de separación, cuando son dos partes de una misma integridad,
pero de momento es lo que hay. Y no es Johnson el principal culpable de que
este sea el final de la historia, dado que él era proseparación, sino los que
debieron luchar por seguir en la Unión y no lo hicieron.
Resumiéndolo
mucho, tres son los errores cometidos por el laborismo para alcanzar el nivel
de fracaso en el que vive ahora. El primero de ellos es, precisamente, el
Brexit, o más bien su tibia postura ante ese tema. Cuando el país vive
completamente dividido entre permanecer o quedarse, cunado la fractura social
ha permeado todas las capas que podamos imaginar que conforman el mundo
británico, los laboristas adoptan una posición de perfil y eluden el tema,
presentándose a la campaña con una idea de renegociación confusa y con la
alternativa de la salida blanda frente a la salida dura. La única opción que
tenían era la de enarbolar, con fuerza, la bandera del “remain”, permanecer, y
convertir estas elecciones en una especie de segundo referéndum en el que se
volviera a medir un pulso entre una y otra idea. No lo hicieron, dejaron
escapar esa oportunidad y, con razón, hoy muchos europeístas nos sentimos
traicionados porque un partido que, se supone, nos defendía, nos dejó en la
estacada. El segundo error fue del de acudir a las elecciones con un programa
que quizás hubiera tenido sentido para las formaciones eurocomunistas de los
setenta, pero que hoy en día es un auténtico disparate. Nacionalizaciones a
mansalva, intervención estatal impropia de una sociedad moderna, colectivismo
rescatado de trasnochadas ideas comunistas… el programa laborista no había por
dónde cogerlo y era una auténtica afrenta no ya al ideario moderno de una
Europa social y de mercado, sino un disparo a la línea de flotación de las
creencias británicas, donde el sentido de la responsabilidad e iniciativa
personal está mucho más arraigado que en nuestras tierras (debiéramos aprender
de ellos en estos sentidos). Esas propuestas generaban un terror por parte de
muchos votantes y una huida de los mismos hacia otras formaciones o,
directamente, hacia casa, a no votar. Con propuestas así el laborismo no va a
ir a ninguna parte, bueno, sí, a la ruina, como otras muchas formaciones
socialdemócratas que agonizan, como la francesa. El tercer error, que resume
los anteriores y los encarna, es la figura de Jeremy Corbyn, el líder del
partido, un personaje oscuro, gris, pero no en el sentido de frío y plano, sino
en el de negatividad asociada a esos tonos de color. Alguien que vive en un
mundo ideológico trasnochado, un personaje que, en el fondo, es pro brexit
porque añora tiempos soviéticos y para él la UE no es sino la reunión de
mercaderes que se decía en el tiempo de los bloques. Un personaje al que la
historia superó hace mucho tiempo pero que, ciego, ha decidido remar contra
ella. Y ya se sabe que tratar de remontar ríos y cascadas exige una enorme
fuerza, pericia y suerte. Nada de eso contiene un candidato como Corbyn, el
gran fracasado de la noche del jueves. No ha dimitido (no sólo en España los
políticos no lo hacen) y amenaza con liderar el proceso de búsqueda de un sucesor,
por lo que lo emponzoñará. El laborismo debe sentarse en el rincón de pensar y
reflexionar sobre lo que le ha pasado.
Corolario.
Una de las decadencias laboristas más intensa se ha dado en Escocia, y esta
historia sí que nos suena. Cada vez más proclive a flirtear con el nacionalismo
local, los votantes han abandonado la copia laborista por el original independentismo
escocés, y si hace apenas diez años el laborismo siempre sacaba mayoría
absoluta en aquella región ahora es casi inexistente. Piense usted en el
socialismo en Cataluña y los paralelismos son más que notables. Y todas esas
cesiones al nacionalismo, que es egoísta y de derechas por definición, por
formaciones que se dicen de izquierdas. Así es lógico que no les acaben votando
ni los suyos.
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