1 de agosto, empieza el mes vacacional por excelencia. Se mantiene un calor desatado e imagino las playas llenas de nacionales y extranjeros buscando consuelo en aguas que no están nada frescas. La guerra en Ucrania prosigue, no entiende de vacaciones. Las batallas suspenden el ciclo del tiempo al que estamos acostumbrados, y como si fuesen pandemia, transforman a todos los días en semejantes, rompen las fronteras entre lo que es festivo y laboral. Se combate, mata y muere sin cesar, a veces con frío, a veces con calor, pero se hace lo mismo todos los días. La lucha por la supervivencia que mantiene en guardia a unos y otros, para lograr una victoria y, sobre todo, para no ser eliminado.
La decisión del presidente ucraniano Zelensky de ordenar la evacuación de la población civil que permanece en la región de Donetsk es lo más parecido a una capitulación en el Dombás de lo que hemos visto hasta ahora. Hace algo más de un mes que los rusos se hicieron con el control de la provincia de Lugansk, y desde entonces los combates más duros han estado centrados en la otra provincia, oblast es como se denominan allí. Las confusas noticias sobre avances y retrocesos no parecen ser capaces de ocultar que, en esas zonas, la capacidad de las fuerzas ucranianas no era la suficiente como para impedir avances rusos, sostenidos por un constante machaque de la artillería, que lamina todo previo al paso de la infantería rusa. Las tropas de Putin conquistan localidades que no son sino ruinas, destrozos absolutos provocados por sus mismas milicias desde la retaguardia, y en las que va a ser difícil, cuando no imposible, que algo parecido a la vida normal pueda desarrollarse en un horizonte de tiempo cercano. Si la retirada ucraniana es cierta Rusia se habrá hecho con toda la región del Dombas, que es lo que los amigos del kremlin, que siguen también entre nosotros, exponían como territorio necesario para la seguridad de Moscú y condición necesaria para que las hostilidades se frenasen por parte del Kremlin, pero me da a mi que esos amigos prorrusos saben tanto de las intenciones de Putin como el resto del mundo, más bien poco. Las fuerzas rusas siguen lanzando ataques descoordinados, con misiles de crucero y de aviación, a otras zonas de Ucrania, y aunque son acciones que no permiten lograr el control de poblaciones lejanas a las zonas de combate, resulta evidente que impiden la vida normal en el resto del país, y destruyen poco a poco la confianza de los ucranianos, y su economía. La economía del país debe estar en un estado calamitoso, y ahora mismo sólo las transferencias y apoyo que el gobierno de Zelesnky logra por parte de las naciones occidentales es la que mantiene en pie l entramado de un estado carcomido por la guerra. No se si el plan auspiciado por Turquía de sacar el trigo ucraniano por el mar negro será finalmente viable, pero lo que es seguro es que las cosechas del año que viene, que debieran ser plantadas a la vuelta de este verano, no existirán, o al menos lo harán de una manera muy muy reducida frente a lo normal. En las zonas conquistadas el terreno está arrasado, y en las que aún no lo están la mano de obra agraria está movilizada en el esfuerzo de la guerra, por lo que el grano de hoy será de los últimos que veamos de procedencia ucraniana. ¿Está en la estrategia del Kremlin rendir a Ucrania en un próximo invierno de bombardeos y privaciones? Es obvio que a medida que lleguen los próximos fríos la capacidad de las viviendas ucraniana de tener calefacción será muy escasa, con infraestructuras dañadas por todas partes. La escasez de víveres puede ser angustiosa, y las tropas rusas, acostumbradas a ser maltratadas por sus superiores, comerán mal pero al menos tendrán abrigo y realizarán pillajes sin reparos. El nivel de desprecio que Rusia está mostrando frente a su vecino lleva a que veamos escenas de violencia desatada y cruel que nos recuerdan a los peores episodios de la II Guerra Mundial desarrollados en escenarios no muy lejanos a los de la actual contienda. Si la idea de Putin es la de exterminar a cuantos más ucranianos pueda la verdad es que mal no lo está haciendo el muy capullo.
No he mencionado en este artículo el papel del chantaje al que Putin nos va a someter a los europeos a medida que ese frío invernal se acerque. Si su plan funciona y la unidad europea se rompe en medio de calefacciones apagadas y ciudadanos, votantes, enfurecidos, el gobierno de Kiev apenas podrá aguantar semanas si el apoyo occidental se frena. Vladimiro lo sabe, y será una carta que use, cuando más daño y más efectiva pueda llegar a ser. Zelensky lo sabe, y lo teme. Replegar sus fuerzas es una opción que crece si busca sostenerse en un territorio que sea capaz de controlar por completo. La guerra sigue, cientos mueren al día. Y nuestras playas, llenas de turistas.
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