Se esperaba el dato con ansia, y se temía un registro malo, y así fue. EEUU ha entrado en recesión técnica tras encadenar dos trimestres seguidos con descensos en el PIB. La bajada este segundo trimestre es del 0,9% y podemos decir que sitúa en EEUU en el maldito mundo de la estanflación, esa fea palabra que combina estancamiento económico, bajada en este caso, y disparo de los precios, con unas tasas de inflación que allí también se sitúan en cotas no vistas en décadas, muy cercanas al 10%. El mercado de trabajo norteamericano, por contraste, sigue viviendo un momento extraordinario y las tasas de paro se sitúan poco por encima del 3%, cota que se considera como desempleo friccional, el que ya es casi imposible de reducir.
Lo más interesante de la noticia de ayer no son tanto las causas de ese descenso del PIB, bastante conocidas, las mismas que van a provocar en nosotros un efecto muy similar, sino cómo la política retuerce sus argumentos para tratar de eludir la realidad sobre la que debe trabajar. Tiempo le faltó a los portavoces de la Casa Blanca para salir a decir que aunque las cifras son esas, la economía se muestra robusta y no estamos frente a una crisis. Da igual que el consenso desde hade muchas décadas entre la profesión dictamine que recesión es encadenar dos trimestres de descenso de PIB, si se produce bajo mi gobierno me salto la definición y ya está, debieron argumentar los ideólogos que asesoran al cada vez más desnortado Biden, y elaboraron un discurso que daba vergüenza ajena. Evidentemente, desde el lado republicano, un dato así es gasolina de cara a las elecciones de mitad de mandato que se celebran en noviembre, donde se renueva el legislativo y las encuestas, con un Biden hundido, ofrecen a los elefantes trumpistas la posibilidad de hacerse con el control de las dos cámaras, haciendo que el resto de la presidencia de los demócratas sea un tortuoso camino. “La recesión de Biden” era como se denominaba en los canales pro republicano al resultado conocido ayer, atribuyendo l presidente toda la responsabilidad de unos números tan nefastos. Si la táctica demócrata de negar la realidad es estúpida, la republicana de achacar la caída de PIB al otro bando es necia, y así discurre el debate político. Ambos mienten y se mienten con tal unos de salvar el poder que mantienen y otros volver a recuperarlo. Si estos pasados trimestres han sido duros más lo van a ser los siguientes, donde el encarecimiento de la energía seguirá pesando en los hogares y empresas, y todo ello con vistas al otoño invierno. Además, se empezará a notar de verdad el efecto en la economía real de las subidas de tipos que la FED ha puesto en marcha a toda potencia para tratar de aplacar los precios. Tras la decisión de esta semana de subir tres cuartos de punto más las tasas de referencia, Powell dejó claro que en septiembre no le temblará la mano para volver a hacerlo con tal de que los precios se moderen. No lo dijo, pero el mensaje es que si hay que hacer que la economía caiga para que los precios lo hagan, así se hará, y eso es devastador para la administración de turno. La coyuntura actual obliga a Biden a escoger entre presentar a su partido a las legislativas de noviembre con unos precios descontrolados, pero con la actividad a todo trapo o a hacerlo con unas tasas de inflación menguantes pero la economía en recesión. A día de hoy lo más probable es este segundo escenario, porque el primero es insostenible, pero ambos son tóxicos electoralmente hablando. En todo caso, si los demócratas quieren tener alguna opción para mantener las cámaras en sus manos deben conseguir que las tasas de inflación bajen, y me da que ahí estará esperando Putin, para ayudar a que eso no suceda.
Como les comentaba, el panorama europeo que se nos viene encima es similar. Allí el ciclo está más avanzado y EEUU nos sirve como bola de cristal para saber lo que nos espera. Nuestras subidas de tipos, las llevadas a cabo por el BCE, van con menor ritmo e intensidad, pero ya han comenzado. Los datos de coyuntura de las empresas y consumidores alemanes muestran un desplome de las expectativas a la vuelta del verano y es probable que, si no el tercer trimestre, en el cuarto ya veamos descensos generalizado de PIB en las economías europeas, poniéndonos la recesión técnica al maldito alcance de la mano para finales de este 2022 en muchas naciones. Y todo con la amenaza de que Rusia, con la llegada del frío, sea chantajista en extremo. Da igual lo que le diga su partido o el contrario al respecto. Esto es lo que viene.
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