En este mundo postmoderno en el que vivimos uno puede leer de todo. Una de las últimas modas de las que se habla es la de la dictadura del mérito. Propagada por algunos estudiosos de renombre, y repetida sin cesar por eslabones que carecen de cualquier tipo de conocimiento, defiende que el mérito y la capacidad son cosas que se deben a la desigualdad de nuestro mundo, al injusto acceso a los medios y la educación y que usarlos como criterio para acceder a empleos y cargos es una manera de perpetuar las injusticias, el patriarcado y, a partir de ahí, la retahíla de conceptos que uno puede obtener en la Wikipedia referidos a desigualdades.
Más allá de que, como ha pasado siempre, y pasará, habrá personas que, por sus medios económicos, podrán llevar sus capacidades hasta el final de sus posibilidades, mientras que otras vean como su potencial no es valorado ni explotado por vivir en entornos económicos o sociales desfavorecidos, la teoría es un absoluto disparate y una manera de permitir que los mediocres, que son quienes más la defienden, puedan hacerse con cargos y puestos que, de valorarse sus capacidades, jamás alcanzarían. No deja de ser otro movimiento corporativo de un grupo de presión, en este caso los incapaces, que ven como con argumentos modernos de denuncia social, que reconozcamos que algo de base puede tener, tratan de hacerse con ingresos que hasta ahora les estaban vedados. Lo más divertido es ver cómo ascienden algunos de esos mediocres gracias a todo lo que denuncian, mostrando así no sólo su hipocresía, sino la profunda indigencia mental en la que viven. La semana pasada Lilith Verstrynge fue nombrada secretaria de estado de agenda 2030 en el ministerio de Asuntos Sociales, que dirige Jone Belarra. Ni usted ni yo vamos a llegar a un cargo del empaque del que tiene ahora Lilith, y me temo que tampoco a su sueldo. El mío es menos de la mitad del que ella va a recibir oficialmente. ¿Cuáles son los méritos de Lilith? Actual número tres de Podemos, su principal respaldo es ser la hija de Jorge Verstrynge, un personaje que ha transitado desde la casi extrema derecha a la casi extrema izquierda, manteniendo contactos en todas partes y permitiendo a los suyos hacerse una carrera gracias a ellos. Lilith no sería nada sin contar con el apoyo de su padre, que es habitual en tertulias y medios afines a Podemos desde hace no poco, logrando así que su apellido pase a ser parte de la nomenclatura de la formación, cosa que, por concepto y denominación, es algo que ilusiona plenamente a todo enamorado del pasado soviético. Lilth ha ascendido a un puestazo público gracias a todo lo que denuncia; el amiguismo, el compadreo, los contactos de las élites que favorecen a los suyos frente a los que trabajan y se esfuerzan, etc. Es cierto que la disputa de Podemos con Yoyolanda Díaz le ha venido bien a la hija del camarada, dado que eso ha precipitado el cese del anterior secretario de estado, Enrique Santiago, secretario general del PCE y afín a la idea sumante de Yoyolanda. Los podemitas empiezan a estar más que hartos de las ínfulas de la Vicepresidenta y Ministra de Trabajo, y han empezado con saña el trabajo de torpedear su iniciativa, todo con la supervisión a distancia, desde el chalet de Galapagar, de quien todo lo fue y sigue con ganas de ser tan imprescindible como para no perderse una buena purga, que es otra cosa que los comunistas hacen por mero placer. En fin, que el nombramiento de Lilith es tan sonrojante como injusto, y demuestra que, en ciertos entornos profesionales, y desde luego en la política española de la actualidad, cuando más incompetente eres más lejos llegarás y más te forrarás. Lamentable. Sí, mucho.
Por contraste, en la misma semana en la que el nepotismo elevaba al gobierno a Lilith dejaba la política Luis Garicano, un hombre con un currículum que echa para atrás, y que da miles de vueltas a cualquiera de los que ahora ocupan cargos y dirigencias en gobierno y oposición. Cuando más necesitamos mentes brillantes y con ganas de reforma en la política y sociedad española es cuando las pocas de las que disponíamos huyen y las cabezas huecas saltan por encima para ocupar jugosos sillones. Es deprimente. Piense fríamente, sin sesgos políticos, si usted tuviera una empresa o negocio, si se jugase su dinero, a quién contrataría para que trabajara para usted; a Lilith Verstrynge o a Luis Garicano. Piense la respuesta sin engañarse.
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