miércoles, abril 30, 2025

Cuando nada es sólido

Uno de los mejores libros de Antonio Muñoz Molina es su ensayo “Todo lo que era sólido” en el que se retrata el derrumbe de una orgullosa España que asiste perpleja al estallido de una burbuja negada y sostenida por todos. Desde el gobierno inepto de ZP hasta el último de los ciudadanos que especulaba con los pisos, cada uno con su cuota de responsabilidad, el texto repasa el paso de la gloria a la nada, y de cómo la grandilocuencia de los años de auge carecía de sostén. Apenas unos humildes pregonaban en el desierto de la vanidad, y todos acabamos pagando las consecuencias de aquellos errores, que aún hoy muchos no quieren aceptar como propios.

Desde el título, la metáfora es perfecta para describir lo que sucedió el lunes, y la absoluta sensación de hundimiento de la vida bajo los pies que se siente cuando las certezas que se dan por hechas desaparecen. La luz se enciende al apretar un pulsador, el metro acude a su estación, los ascensores suben y bajan, los semáforos regulan…. Miles y miles de actos a los que no damos importancia porque los consideramos automáticos se convierten en obstáculos insalvables cuando dejan de producirse, y en ese momento llega la zozobra. En medio de la ausencia total de información, y con la incógnita de saber lo que ha sucedido y cuánto tiempo va a tardar en volver la normalidad, el comportamiento se altera, y la sensación de fragilidad crece. No nos engañemos, a medida que las sociedades crecen y se hacen complejas, sus riesgos también lo hacen, y la única manera de evitarlos es cercenar la vida social. Por eso, los sistemas de seguridad crecen y se hacen cada vez más complicados en el mundo moderno a medida que los sucesos que pueden llegar a pasar creen en cantidad y dimensión. Y por eso, también, hay miles de personas que trabajan para evitar que esos sucesos no ocurran y, de pasar, paliar sus consecuencias lo más rápido posible. Pero a veces las cosas ocurren, bien por accidente, sabotaje o negligencia, y entonces todo se vuelve enrevesado, y la sensación de fragilidad en la vida se dispara. Día a día nos agarramos a certezas que son volátiles, que están ahí porque hay gente que trabaja con empeño para que se mantengan, y desaparecerían si no fuera así. El domingo, sin ir más lejos, se llegó a un acuerdo para que la huelga de basuras que había en Madrid capital se desconvocara. La basura sale de nuestra casa y llega al contenedor porque la llevamos, pero sigue su camino porque hay personas y empresas que se encargan de su recogida y gestión. Sin ellas la basura no se mueve, se va acumulando en los contenedores y crece. No desaparece sola, no se evapora ni transfigura en la nada. Lo mismo la luz. Es enorme el complejo empresarial, técnico y humano que, sin cesar, todos los días a todas horas, logra que el sistema eléctrico funcione sin interrupciones, y lucha constantemente contra todo tipo de incidencias. En nuestra vida real hemos delegado el mantenimiento de casi todo a otras personas que realizan esa función, pero imaginamos que todo ocurre de manera autónoma, natural, como el crecimiento de la hierba tras los días de lluvia. Y no, no es así. Lo que creemos sólido no es sino el resultado de mucho trabajo y esfuerzo. Mantener viva la ficción de que todo funciona correctamente siempre y sin incidencias, y que es inmune a problemas es un pensamiento profundamente infantil, de hecho es lo propio en bebes y niños, para los que sus padres son dioses capaces de todo, y que les proporcionan alimento, seguridad, cobijo y todo tipo de necesidades sin saber de dónde surgen. Se las dan sus padres y punto. En nuestro mundo el grado de infantilismo social es creciente, y enfrentarse a golpes como el del lunes es una manera de recordar que no podemos dar nada por supuesto, que las cosas funcionan porque otras personas logran que funcionen, y que poner de nuestra parte para que todo transcurra normalmente es, casi seguro, lo mejor que podemos hacer para minimizar riesgos, propios y sociales. Recuerden, minimizarlos, eliminarlos no es posible.

Ya veremos cómo se distribuye la causalidad de lo sucedido el lunes entre lo que antes comentaba; accidente, sabotaje o negligencia. Hoy en día, y con la información que se tiene, y las advertencias técnicas que llevan circulando desde hace tiempo, lo más probable es que nos encontremos ante una mezcla entre el primer y tercer factor, pero ya se verá. Me da que no habrá especial interés por parte del gobierno, parte implicada en lo sucedido, en descubrir las causas de lo sucedido, no vaya a ser que algunas de las personas colocadas en puestos de responsabilidad por su afinidad política sean vistas como posibles cabezas de turco de uno de los mayores desastres técnicos de la época moderna de nuestro país.

Mañana y el viernes son festivos en Madrid. Si no pasa nada raro, y dada la racha en la que estamos vaya usted a saber, nos leemos el lunes 5 de mayo.

martes, abril 29, 2025

Simulacro de colapso

El título de hoy se lo tomo prestado a Rafa Latorre, el presentador de la Brújula de Onda Cero, porque me parece una buena definición de lo que se vivió ayer, en uno de los días más anómalos, desagradables y peligrosos de nuestras vidas. Lo que empezó en la oficina pasadas las 12:30 como un suceso llamativo, con las pantallas vueltas a negro, se convirtió en pocos minutos en una experiencia colectiva extraña que se fue oscureciendo mucho más que el nulo reflejo de los ordenadores, en medio de un sol radiante. A los pocos minutos estaba claro que el día iba a ser muy negro.

Dentro de la secuencia de eventos históricos que se ha puesto de moda vivir, y de la que me manifiesto harto, el apagón general es uno de los que más se ha descrito como disruptor de la vida conocida, y tanto series como otras obras de ficción han relatado la sensación de desamparo que surge cuando todo se apaga. Divertido para verlo desde el sofá, pero nefasto en la realidad. La electricidad es la que hace que todo, todo, todo lo que nos rodea funcione. No hay ascensores sin luz, por lo que las torres de pisos u oficinas se convierten en celdas inaccesibles. No hay transporte colectivo de gran dimensión, porque trenes, metro y sistemas similares se paran y no sirven para nada. Los coches funcionan, pero las bombas que sirven para que el combustible suba de los depósitos subterráneos a las mangueras se paralizan, por lo que el surtidor se vuelve inútil, y la autonomía del vehículo empieza a descontarse a medida que se consume el líquido que resta en el depósito, y una vez terminado, el coche no sirve para nada. Los grifos del agua funcionan en algunos casos por gravedad, gracias a la presión, pero son muchos los sistemas de abastecimiento que requieren bombeo para que el líquido mantenga la presión en las tuberías, y esas bombas son eléctricas, por lo que el abastecimiento en muchos casos se paraliza, especialmente en los barrios altos de las ciudades. Así, poco a poco, uno empieza a contar todo lo que le rodea y se da cuenta de que la electricidad lo sostiene todo, y su ausencia nos devuelve rápidamente a un mundo medieval. Y luego, claro, está el mundo moderno de las telecomunicaciones, internet, móviles, datos y demás. Todo eso requiere electricidad a mansalva, y si falta todo se acaba. A una velocidad progresiva, pero se acaba. Los servidores de datos y equipos de nube suelen disponer de sistemas de respaldo para garantizar un cierto tiempo de vida encendidos o, en todo caso, proceder a apagados controlados, pero acaban cayendo, y la telefonía móvil y datos requiere que los miles de antenas situadas a lo largo de la geografía nacional puedan mantener su contacto con la red eléctrica. Algunas de ellas poseen baterías que les permiten aguantar más tiempo, pero cuando su capacidad se apaga dejan de funcionar. Ese es el motivo por el que ayer, alguna hora aún después de producido el apagón, móviles y redes todavía funcionaban y permitían conectarse, llamar, informar, avisar. Pero el proceso de caída de las antenas empezó, de manera inexorable, desde el primer momento en el que la corriente general se fue, por lo que era cuestión de tiempo que el sistema de telecomunicaciones del país colapsara. En mi caso perdí la conectividad a eso de las 15:30 más o menos, y desde entonces el aislamiento en el que se vivía hasta no hace muchas décadas empezó a ser la norma obligada para todo el mundo. A partir de ese momento, con o sin batería, el móvil tampoco servía para nada. Millones de personas, empresas y servicios que viven por y para la realidad digital se convirtieron en nada, en oscuridad y silencio. No es, ni mucho menos, lo más relevante de lo sucedido ayer, pero los adictos digitales se vieron sometidos a todo un síndrome de abstinencia ante el fracaso de la tecnología moderna. No hay influencer que aguante vivo más de una hora sin luz. Como definición de la fragilidad de nuestro mundo no está mal.

Cosas que funcionaron bien. La seguridad, en una jornada potencialmente peligrosa, que parece haberse saldado sin incidentes violentos ni actos de pillaje significativos. Los sistemas de respaldo diésel de hospitales y aeropuertos, que se activaron y permitieron que esas instalaciones críticas funcionaran de manera más o menos normal, frente a lo que sucedió hace pocas semanas en Heathrow, donde un cortocircuito no fue suplido por el sistema de respaldo y el aeropuerto se tuvo que cerrar. Y la paciencia de un país, exhausto, que ayer volvió a ser sometido a una prueba de estrés de enormes dimensiones, sin que a esta hora ni se sepa el por qué ni se haya esbozado una explicación coherente.

lunes, abril 28, 2025

Arte vaticano

Quizás el momento más simbólico de toda la ceremonia funeraria del pasado sábado en el Vaticano fue ese, cercano al final, en el que los sediarios, esas personas que portaban el féretro de Francisco, lo levantaron e inclinaron hacia el público que abarrotaba la plaza, como queriendo incorpora el cuerpo que portaban en su interior, lo que provocó un aplauso espontáneo y cerrado. Ese mismo gesto se repitió poco después, cuando tras el traslado el ataúd se disponía a acceder al templo de Santa María la Mayor, donde ya reposa para siempre. Mismo gesto, misma respuesta del público.

Puede sonar a chiste, pero en todo esto del ceremonial y el arte asociado, el Vaticano está en el más allá. Sólo por disponer de escenarios de grandeza tales como la plaza vaticana o el interior de la basílica uno sale a jugar cualquier partido estético con una ventaja enorme, y mal lo tiene que hacer para desperdiciarlo. Y, obviamente, no fue ese el caso. La ceremonia de exequias del sábado fue un ejemplo de profesionalidad en lo religioso, en lo artístico y en lo televisivo. Quiso contribuir el día en Roma, despejado y suave, sin calor agobiante ni viento molesto, una agradable mañana de abril en la que la luz lo invadía todo y permitía que la realización del acto en el exterior fue no sólo posible, sino inmejorable. El uso de la música en el recitativo de la misa fue muy adecuado, recurriendo a repertorio polifónico de total garantía (Palestrina) temas gregorianos y algunas composiciones más modernas, y sin apenas contemplar los intérpretes se pudo disfrutar de ellos. El uso del color, reforzado por la presencia roja de los cardenales y el negro de los invitados, con la excepción de quien ustedes ya saben, permitía unos juegos de contraste muy llamativos, y así fueron explotados por una realización televisiva que hizo un trabajo excelente. En todo momento la cámara estaba atenta a lo que sucedía en el altar y en otros puntos de interés, y se compaginaban escenas de proximidad, primeros planos del oficiante o del ataúd, con vistas generales de la plaza, enfocadas tanto hacia el obelisco y la vía de la Conciliación como en el sentido inverso, hacia la fachada de San Pedro, tratando de hacer con la cámara el mismo juego con el que Bernini pretendió diseñar la columnata, el acogimiento, el abrazo que estrecha a quienes allí se congregan. Por eso, era un el maestro un genio, no sólo por lo arquitectónico, sino también como escenógrafo. Entre los planos de origen moderno o innovador, hubo uno que destacó mucho, supongo que mediante el uso de drones, que era esa visión cenital de la parte inicial de al plaza, en la que se encontraba situado el altar, ataúd, autoridades y cardenales, un plano cerrado visto perfectamente desde arriba que otorgaba una imagen de simetría espectacular, y que ofreció algunos de los mejores momentos, tanto cuando el féretro abandonó el interior de la Basílica y, tras él, lo hizo el séquito de cardenales que le honraban en el pasillo de la nave, cuando al terminar la ceremonia se vivió el proceso inverso, con el cadáver abandonando la plaza en medio de todo el mundo, portado por los sedarios, y tras él la disolución del bloque de cardenales, como el deshilachado de una tela, en la que una trama se iba desgajando en un hilo continuo. Las imágenes tomadas desde lo alto ofrecían una sensación de movimiento espectacular, preciosa, insuperable. Se sentía uno en lo alto, con la música de fondo y el juego de movimientos perfectamente coreografiados. Había momentos en los que la toma se movía y enfocaba, además de lo que sucedía en la plaza, la hilera de estatuas de los apóstoles que coronan la fachada de San Pedro, creando la sensación de que ellos mismos eran los que observaban desde allí y dirigían la ceremonia. Más allá del valor religioso del hecho y de la liturgia, todo resultó ser un espectáculo de un nivel estético insuperable y de una enorme belleza, lo que en sí mismo le otorga un valor indudable.

De entre los ausentes, y que sean realmente relevantes, el único que merece referencias es Xi Jinping, el presidente chino. Y es China quizás la única civilización del mundo que es capaz de enfrentarse a la idea de contemplar los ritos y ceremoniales de la institución occidental más longeva, dos milenios, con la sensación de estar ante algo que pueden entender. Ellos poseen ritos también llamativos, intensos y cargados de una tradición aplastante. Este sábado occidente ofreció al mundo, también a China, una muestra de lo más refinado de lago que en Beijing sí son capaces de apreciar y de valorar. Historia.

viernes, abril 25, 2025

Crisis entre India y Pakistán

La actualidad produce noticias de interés a una velocidad mucho mayor de la que somos capaces de asimilar, por lo que ni les cuento sobre reflexionar al respecto. Además, hay noticias gordas, por importancia y recorrido, que opacan otras que son también muy relevantes. Todo lo que hace el desquiciado Trump llena titulares sin dejar sitio a muchos otros temas, y ahora mismo, lo relacionado con la muerte del Papa Francisco y el proceso de sucesión, tan estético como intrigante, apasionan a la audiencia. Súmenle un poco de la basura política de nuestra nación y tendrán un menú en el que cosas como las que les voy a comentar apenas logran espacio.

Y eso que es serio. Esta semana se ha producido un grave atentado en Cachemira, región al noroeste de India, partida en dos y administrada cada parte por India y Pakistán, que comparten ahí un buen pedazo de frontera. El ataque se ha producido en la parte india y ha causado la muerte a veintiséis personas, todos ellos turistas procedentes del resto de la nación hindú. Es uno de los mayores ataques registrados en años en esa zona y que hayan sufrido los nacionales indios. Las investigaciones sobre la autoría aún son preliminares, y es sabido que en esa zona abundan los movimientos nacionalistas que reclaman la autonomía de la región cachemir, pero los detenidos, por lo que por ahora ha contado el gobierno de Delhi, tienen bastante más relación con Pakistán que con los residentes en la propia región. Las relaciones entre ambos países nunca han sido muy buenas, y es necesario recordar que su mera existencia separada es fruto del convulso proceso de independencia indio respecto a la corona británica, cuando deja de ser una colonia, y acaban existiendo dos naciones, una musulmana y otra hindú, donde antes sólo existía un protectorado controlado por Londres. El actual gobierno de India, presidido por Modri tras su reelección, se ha mostrado como uno de los más nacionalistas de la historia del país, y ha ejercido una presión creciente contra todos aquellos que no sigan la confesión hindú, registrándose numerosos incidentes en los que, no sólo, pero sobre todo los musulmanes, han sido los perseguidos, con la complacencia de unas autoridades indias que miraban para otro lado y dejaban hacer. Tras el atentado, las declaraciones del gobierno de Delhi han subido mucho de tono y se han lanzado acusaciones muy graves contra las autoridades pakistanís, a las que se les acusa de haber instigado el atentado, con una retórica agresiva muy subida de tono. La respuesta de Islamabad no ha tardado en llegar, en un tono muy ofendido y con la intención de responder a cualquiera de las represalias que el gobierno de Delhi decida emprender. La palabra guerra ha sido pronunciada en ambos discursos, y eso ha hecho que más de un analista se haya mosqueado seriamente ante la posibilidad de que se produzca un conflicto abierto entre ambas naciones. Por ahora, la respuesta directa india ha consistido en la suspensión de todo tipo de intercambios comerciales entre ambas naciones, en un estilo que, sin duda, a Trump le gustaría, y ha roto todas las relaciones diplomáticas, expulsando a algunos de los miembros de la legación paquistaní en Delhi y cortando vínculos. Una de las acciones que ha emprendido es la movilización de los regimientos militares que se encuentran en la zona cachemir y, en una acción que es muy llamativa, está restringiendo los caudades del río Indo, que es el principal de Pakistán, pero que nace en la zona cachemir india. De las múltiples represas que lo regulan varias se encuentran en la zona india, y la orden del gobierno está siendo la de disminuir los caudales que bajan y derivar esas aguas a otras cuencas, en un ejercicio llamativo de extorsión hídrica en una zona en la que la aridez de las mesetas muy habitadas es paliada por los cauces de los grandes ríos que nacen en el entorno de la inmensa cordillera del Himalaya. Pakistán ha protestado enérgicamente ante esta acción india y amenaza con responder, sin que nadie tenga muy claro cómo.

¿Es posible una guerra entre ambas naciones? No sería la primera. Tras la partición de 1947, violenta, se han producido conflictos armados en 1965 y 1971, y la tensión siempre ha estado presente en la zona limítrofe. Ambos países son potencias nucleares, siendo Pakistán, por ahora, el único país musulmán en tener la bomba. Un enfrentamiento entre ambos ejércitos, aun por medios convencionales, puede tener una enorme repercusión en lo que hace a bajas y daños. No se si sucederá, pero el hecho de que la policía global que representaba EEUU esté en retirada abre la puerta, cada vez más, a que disputas locales acaben en lucha abierta, lo que es muy peligroso. Habrá que seguir con atención lo que allí pase, esperemos que la cosa no vaya a más.

jueves, abril 24, 2025

¿Se deshace el desgobierno?

Ayer se produjo una crisis en público entre los miembros de la coalición que sostiene a este desastre de gobierno a cuenta de un contrato de armamento no cancelado a una empresa israelí, cuyo objetivo es el de suministrar munición a la Guardia Civil. Varios millones de balas están recogidas en la compra, y alguna, metafóricamente, se ha disparado entre los miembros del ejecutivo, con el ministro de interior Marlaska como principal destinatario de los ataques por parte de los miembros de Restar y de algunas de las marcas, como IU, que medio están en ese conglomerado.

La verdad, es poco probable que el gobierno naufrague por deserción de sus socios, más que nada porque ninguno de ellos va a ser capaz de encontrar en mucho tiempo un trabajo tan cómodo y sobradamente remunerado. Nunca se han visto en semejante privilegio y saben que no volverán a él, porque los sondeos electorales no amañados dan, con seguridad, la pérdida del poder a la coalición actual. Así que, por el lado del amor a la moqueta mullida y al coche oficial no habrá deseos de ruptura. Lo que sí que puede naufragar por completo es el proyecto de Restar, bueno, oficialmente sigue llamándose Sumar, que nunca estuvo muy claro qué era y que, con la racha de estrepitosas derrotas electorales que ha ido cosechando se ha convertido en poco más que una carcasa para que Yolanda Díaz y Ernest Urtasun sigan creyendo que pintan algo en la política nacional. Sumar es, en sí mismo, una coalición de partidos, que se hace llamar espacio, pero que conforma agrupaciones varias cuyo principal objetivo es, como todas, alcanzar el poder, y que confluyeron, no en un espacio, sino en la obviedad de que yendo todas contra todas minimizaban sus expectativas electorales. La propia IU fue un primer intento de amalgamar fuerzas que se hacían la contra entre ellas, además de ser un ropaje en el que esconder algo tan vetusto como el Partido Comunista. En la polémica de ayer IU ha sido la formación que más claramente se ha manifestado por salir del gobierno, mientras que los portavoces de Sumar, con Urtasun y Yolanda a la cabeza, han expresado su indignación por lo del contrato de las balas con la misma intensidad de mantenerse en el gobierno, por los gastos propios que deben afrontar en sus vidas personales. La verdad es que corre más riesgo la propia Sumar, sea lo que sea, que el gobierno en sí mismo. Sánchez ya ha demostrado que la vida de autócrata le queda bien y es capaz de no pasar nada por el parlamento durante todo el tiempo que estime necesario para seguir gobernando, por lo que los votos de sus socios no son relevantes si no hay nada que votar. Quien observa con deleite todo esto es Pablemos, ese grupúsculo secta que se dice de izquierdas que no es sino una extensión de la familia Iglesias Montero, con una representatividad ridícula, pero que ve como la marca guay de la izquierda que encumbró a Yolanda y compañía se desmorona, fruto de sus propias inconsistencias. Desde la esquina de su bar, con un ojo puesto en la actualidad y otro en la hucha con la que intenta recaudar dinero para ampliarlo, Iglesias maquina un futuro en el que vuelve como salvador de la izquierda, con su formación como eje y con algunas de las marcas que se integraron en Sumar abandonando el barco semihundido para retornar a los rediles del líder supremo, al que nunca debieron abandonar. Ahora mismo los dirigentes de IU pueden estar dudosos sobre que hacer, y es probable que alguno de ellos sea más proclive a volver con el devaluado macho alfa que a seguir en el ridículo yolandista, pero que el futuro de una entidad política dependa de escoger entre esas dos horrendas alternativas dice mucho sobre cómo se encuentra la extrema izquierda de nuestro país, sometida a crisis constantes y en franco retroceso en todas las encuestas de verdad.

Desde lo que un día fue el PSOE, ahora Sánchez y su corte de aduladores, se contempla con preocupación relativa todo lo que pasa ahí. Por un lado, se creen beneficiados por estas luchas porque el votante de izquierdas contemplará a su sanchidad como la única alternativa de voto útil, esperando así quedarse con papeletas que fueron yolandistas o pablistas, pero también saben en Ferraz que con eso no basta para llegar a los 176 escaños, y que el desplome electoral de la extrema izquierda nacional (menudo oxímoron) impediría reeditar un Frankenstein en el Congreso. Toca, por tanto, seguir y aguantar todo lo que se pueda, de escándalo en escándalo, con la suculenta nómina pública de cada mes como premio para los fieles. No es mal incentivo, visto lo visto.

miércoles, abril 23, 2025

Francisco, político

Argentino en fondo y forma, Francisco no ha sido un marxista, como muchos le han acusado durante estos años, sino un peronista, una de esas cosas que son difíciles de definir, pero que arraigó en Argentina y se encarnó en la figura de Juan Domingo Perón, dirigente autoritario que mezclaba tanto una doctrina social paternalista con toques socialistas como un populismo desatado y, desde luego, una concepción del poder total en manos de una persona que dicta sin consultar a nadie. Una figura más cercana al Mussolini italiano que a otro tipo de dictadura, aunque es muy conocido lo bien que Franco y Perón se llevaban. Les unía algo muy profundo.

Francisco no se ha cortado mucho a la hora de opinar de los asuntos terrenales, dejando orillados temas de doctrina y espiritualidad, en los que no se sentía cómodo. Sabía que le iba a dar más relevancia una opinión sobre, pongamos, los inmigrantes, cuando jugaba con la ventaja de poder expresarse sin tener que tomar medidas al respecto. Que yo sepa, el Vaticano no acoge ni a refugiados ni a inmigrantes que han sido rescatados de sus embarcaciones ni nada. Tampoco el Papa se somete a un escrutinio electoral, y su puesto depende de los votos que saque. Es un rey absoluto que opina sin tener que sufrir el riesgo de perder su puesto de poder. Ello facilita que actúe como conciencia moral del resto, cosa que se agradece, pero que pueda caer en excesos populistas, que ha sido el caso de Francisco en muchas ocasiones. Es fácil atacar políticas y gobiernos que son vistos como hostiles por la opinión pública en ciertos aspectos, aspectos donde la hipocresía de esa opinión pública es manifiesta, y la inmigración vuelve a ser un ejemplo perfecto. Sin embargo, no ha sido un Papa nada locuaz en otras ocasiones donde su voz hubiera sido necesaria, no para alterar el curso de los acontecimientos, pero sí para ofrecer consuelo. La guerra de Ucrania me ha parecido el mayor de los fallos de este pontificado, sobre todo su actitud equidistante. No debiera sentirme extrañado, la iglesia católica, especialmente su jerarquía, no ha perdido la oportunidad de abandonar a las víctimas y comprender a los asesinos en cuanto ha visto que tenía el riesgo de convertirse en parte del primero de los grupos. La indiferencia, hasta complicidad, que demostró en el caso del terrorismo etarra en nuestro país es un caso clamoroso de traición de los purpurados y demás ordenados a sus votos, abandonando a las víctimas de la violencia etarra a su suerte, cuando no culpabilizándolas. Ni la iglesia española ni el Vaticano han pedido nunca perdón por lo que hicieron y dejaron de hacer en esos años, y no creo que lo hagan nunca. En la guerra de Ucrania Francisco se refería habitualmente al país invadido como “martirizado”, correcto, pero en cada una de sus declaraciones trataba de ponerse en el medio de una supuesta balanza que no lo es tal, ante un evidente caso de agresión matonista por parte de Putin. Es cierto que el Vaticano ha congelado sus relaciones con el patriarcado ortodoxo de Moscú, pero no le quedaba otra alternativa una vez que los popes moscovitas se han convertido en fervorosos seguidores de las matanzas que ejecuta el presidente ruso. Desde que se produce el inicio de la invasión, en febrero de 2022, Francisco no dejó de perder oportunidades de visitar Kiev, cosa que ha hecho cualquier dirigente con un mínimo de sentido de humanidad. Ni se previó nunca esa visita ni se escuchó opinión alguna en la Santa Sede sobre la necesidad de un viaje no hecho que empezaba a ser todo un agujero en la agenda papal. Excusas variadas que sirvieron para pasar el tiempo y que empezaron a ser menos necesarias cuando la salud del pontífice empezó a mostrar debilidades manifiestas. A mi entender, esa no visita es un enorme baldón en su trayectoria, y ejemplifica lo peor del pensamiento político de la persona que ocupaba el papado. Es fácil hacer gestos que son bien recibidos, es arriesgado ejecutarlos cuando suponen un peligro personal y te pueden llevar a críticas profundas por parte de poderosos, de esos que sí que te pueden meter en problemas.

Las intervenciones políticas de Francisco han sido alabadas en exceso por algunos, que lo veían como un Papa próximo, y criticadas con saña desde el otro extremo político, donde se le veía como un traidor. No era ni una cosa ni otra. Mucho más rígido en la doctrina de lo que aparentaba, Francisco ha sido un personaje mediático al que le gustaban las cámaras y sabía sacarles partido, y ha sido manipulado por propios y ajenos, a buen seguro con su beneplácito, a sabiendas del dicho que dice que lo mejor es que hablen de uno, aunque sea mal. Pisó varios charcos y disfrutó del revuelo que organizaba al chapotear en ellos. Era todo un personaje.

martes, abril 22, 2025

Francisco, Papa

Bergoglio llegó a Papa tras un momento rupturista de la iglesia, realmente revolucionario, mucho más acorde a ese término de lo que se está diciendo desde ayer para calificar su papado. Mer refiero a la renuncia de Ratzinger, de Benedicto XVI, que no pudo seguir adelante con su labor, pese a que aún le quedaba vida por delante. Sobrepasado por el deber y, muy probablemente, incapaz de doblegar las voluntades vaticanas que seguían viviendo ajenas a la iglesia, Ratzinger dimitió y provocó la convocatoria de un cónclave del que salió el primer Papa latinoamericano de la historia, el primero jesuita y el que adoptó el nombre de Francisco por vez primera.

Creo que se pueden distinguir dos papas Francisco, el religioso y el político. En el primer plano, el fundamental para los católicos, no ha sido un pontífice de doctrina, ni de estudio teológico, sino de gestos y mensajes. Ante el auge imparable de los evangélicos, y la ola de descreimiento global que afecta a la mayor parte de las religiones, el Vaticano optó por un Papa que volviera a las esencias del evangelio, a su mensaje más puro, queriendo ejemplificar la entrega y sumisión a Jesús, y sus enseñanzas referidas a los pobres y marginados. Muchos han sido los signos externos con los que Francisco ha querido quitar pompa al cargo de Papa, rebajando de paso el aura de los cardenales, que si están debajo de él no pueden comportarse como príncipes orgullosos con un Rey modesto. El Papa, no lo olvidemos, es un Rey absoluto en la iglesia, es un monarca elegido al que todo el mundo se presta a obedecer una vez proclamado, por lo que su estilo y guías de actuación resultan determinantes. La imagen de la iglesia como institución ha mejorado en lo social durante el reinado de Francisco, aunque no haya habido sustanciales cambios en lo profundo. El papel de la mujer y la presencia de los laicos sigue siendo menor, y no se ha producido un arrepentimiento colectivo de la institución eclesial en los casos de abusos de menores, de abusos de poder, que han aflorado por mucha diócesis a lo largo de los años. Francisco empezó con mucha fuerza en la imaginería popular pero, sea por la edad o por la imposibilidad de hacer lo que quería, ha ido perdiendo fuelle y ha acabado siendo una imagen algo aislada en el entorno de un Vaticano lleno de intrigas. Para las parroquias de base ha sido un revulsivo, porque los curas y demás podían enseñar a su jefe, él, como un ejemplo de entrega y servicio, pero eso no ha frenado la pérdida de vocaciones ni la de asistencia a los ritos, con una sociedad cada vez más desacralizada en lo que hace a las religiones oficiales. No carente de sentido de la trascendencia, pero incapaz de encontrarlo ya en el mensaje católico tradicional y en las estructuras organizadas en su entorno. Probablemente la actitud de Francisco haya contribuido a frenar algo el despoblamiento, pero no a revertirlo, y la demografía de las congregaciones, especialmente en occidente, sigue mostrando un envejecimiento acelerado. En muchas naciones el número de fieles de la iglesia cae sin cesar desde hace décadas, las nuevas generaciones no se ven seducidas por su mensaje y, pese a los intentos vaticanos, el papel del catolicismo en la vida diaria de las naciones es menguante. El hedonismo ha cubierto gran parte de las necesidades diarias de la población, y la iglesia sigue sumida en una crisis camino de ser existencial. La modernización de sus estructuras, que empieza a ser una necesidad acuciante, no ha podido ser llevada a cabo por Francisco, lo haya querido hacer o no.

En sus viajes apostólicos este Papa ha mostrado su preferencia por el mundo no occidental, lo que es bastante lógico, dado que es en esa parte del globo donde el número de fieles crece, y eso se ha reflejado también en el colegio cardenalicio, con presencia de una gran cantidad de miembros de naciones que muchos no serían capaces de encontrar en el mapa hace unas décadas. Su idea de viaje ha sido, también, la de testimonio de entrega a los pobres y desfavorecidos, algunas veces con mensajes muy críticos ante los gobiernos del mundo en cuestiones como la inmigración u otras, donde ha sembrado polémicas de todo tipo. Su papado no ha dejado indiferente a nadie.

miércoles, abril 16, 2025

Viajes a EEUU

Tiene bastante lógica que el ministro Cuerpo haya ido lo más rápido posible a Washington para tratar de limar asperezas con el departamento de economía de allí. Las declaraciones de Scott Bessen en las que mencionaba cortes de cuello ante la agasajada presencia de Pedro Sánchez en Beijing requerían muchos gestos, y algo más que diplomacia, ante unas expresiones más propias de una película de mafiosos. Cuerpo ha comentado que la reunión ha sido cordial, cosa que diría pasara lo que pasase en la sala del encuentro, y ha dejado clara la voluntad de España de llegar a acuerdos que pasan, forzadamente, por la negociación entre EEUU y la Comisión Europea. Todo correcto y previsible.

Es obvio que España, y el resto de naciones, deben actuar en respuesta a las medidas proteccionistas de Trump buscando alternativas, y el mundo es grande, y los mercados por explorar, amplios. Los aranceles perjudicarás a las empresas extranjeras y a los consumidores norteamericanos. Estos últimos, por residir allí, no pueden buscar opciones no gravadas, dado que todas las están, pero el exportador del país de origen del bien tasado puede buscar un tercer destino a sus productos que le salve de las caídas de ventas que va a sufrir por las decisiones del ogro naranja. Es la lógica económica puesta en acción. Lo que ocurre es que estos movimientos no se limitan, ni mucho menos, a lo que puedan hacer las empresas afectadas por las tasas, sino que todos los agentes reaccionan ante lo que ven. La enorme pérdida de poder blando que está sufriendo EEUU con la reaccionaria administración trumpista y los insultos que el resto del mundo recibe de ella empiezan a pasar factura a sectores no sujetos a aranceles, pero que, como todo, funcionan en economía por deseos y necesidades insatisfechas. Uno de ellos es el turismo. EEUU es el tercer país del mundo que más visitantes recibe al año, con Francia en segundo lugar y España, sí, sí, en primero (somos los primeros desde el año pasado, en el que superamos a nuestros vecinos). Irse de vacaciones allí es uno de los objetivos de gran parte del mundo. Pasear por Manhattan, sentirse en medio de una película, ver los parques nacionales en los que la naturaleza se desborda… el viaje a EEUU es algo que está siempre en el imaginario del turista, y es ese imaginario el que empieza a romperse. El destino norteamericano empieza a sentirse como algo desagradable por más de uno ante las diatribas constantes de Trump. No sólo los canadienses, vecinos tachados de nación de segundas, expresan su renuncia a viajar al país de al lado, el único con el que comparten frontera, con porcentajes de rechazo que se sitúan en torno a un tercio de los encuestados. En Europa se detecta una bajada significativa de reservas en los vuelos y hoteles de cara a la campaña de verano, para la que quedan un par de meses. El viaje a EEUU requiere una planificación superior y antelaciones notables frente a una escapada europea para los que residimos a este lado del charco, y si ahora, mediados de abril, los datos indican bajada, es poco probable que la temporada de verano sea como la de años pasados. Las cifras de visitas e ingresos relacionados con el turismo son enormes para la economía norteamericana y, especialmente, para ciudades como Nueva York, San Francisco, Las Vegas o Florida, donde la presencia internacional es muy relevante. Miles de millones en ingresos y muchísimos empleos viven del negocio turístico, y si ya hay sensaciones de frenazo económico en el país esto va a contribuir notablemente a ello. Curiosamente, las condiciones financieras “puras” están abaratando los viajes a allí desde Europa, dada la apreciación del euro respecto al dólar y la bajada del petróleo, que reducirá los costes de los vuelos. Comprar algo norteamericano se está poniendo más atractivo en precio para el europeo, pero el rechazo trumpista parece compensar todo esto y las ofertas que pueda haber tendrán que ser muy agresivas para revertir la tendencia que se observa.

Curiosamente, a España todo esto le puede venir bien, porque no es descartable que algunos de los europeos que renuncien a sus vacaciones norteamericanas decidan quedarse en la UE o aledaños, y claro, más de uno decidirá venirse a España, por lo que puede que haya un arreón no previsto de reservas para nuestro verano que haga que el récord de turistas alcanzado el año pasado vuelva a ser superado, con el impulso que eso supondrá a la economía y, sí, también, la agudización de los problemas derivados de la masificación del sector. Los aranceles trumpistas serán sobre los bienes, pero acaban generando consecuencias en la primera línea de playa, o incluso en los miradores desde los que se observa la grandiosidad de Nueva York.

Subo a Elorrio a pasar Semana Santa y me cojo el lunes 21. Si todo va bien nos leemos el próximo martes 22.

martes, abril 15, 2025

Vargas Llosa y los intelectuales

Vargas Llosa era de los últimos que pueden ser considerados como intelectuales, en su sentido puro. Responde esa figura a una creación europea, francesa, en la que el artista toma posición en el escenario público para opinar y crear opinión sobre los temas políticos y sociales del momento. El intelectual vivió su época de gloria tras la IIGM y su decadencia ha sido lenta pero inexorable. Algunos de los popes de esa época tenían auténtico poder, su discurso condicionaba el quehacer de políticos y gestores, y ocupaban, sin detentarlo, cargos de responsabilidad en el país. Apenas queda nada de eso.

Una de las causas de la decadencia del intelectual, entre otras muchas, ha sido el comprobar cómo el presunto conocimiento con el que se comprometía en una causa no era sino mero interés ideológico, una pose, en la que de sapiencia había poco, soberbia mucha y deseo de figuración por todas partes. Que alguien como Sartre defendiera los derechos de los trabajadores franceses en nombre de la utopía comunista, una dictadura de las peores, supone el ejemplo perfecto de cómo muchos de los que se subían a los púlpitos a predicar a lo laico cometían las mismas incongruencias que los que, con sotana, declamaban sermones desde los tiempos pretéritos. Vargas Llosa tuvo su tiempo de enamoramiento marxista, un momento en el que esa ideología lo impregnaba todo y daba carta de moderno y respetable a cualquiera. Pero Vargas Llosa no era como los demás, anidaba en él un espíritu crítico que se llenaba con conocimiento, no con dogmas. Conoció la dictadura de verdad, no como los privilegiados parisinos que hablaban de ella desde la comodidad de una Europa democrática. Sabía el mal que el poder absoluto es capaz de hacer, y luchó toda su vida contra él. En sus años de juventud parisina el marxismo le pareció una ideología válida para combatir las dictaduras militares que se repartían por su país y otros de Latinoamérica, pero pronto se desencantó, al descubrir que ese discurso presuntamente libertador escondía otro tipo de dictadura. No, una no puede ser erradicada por otra, ambas deben ser proscritas. Famoso es el pasaje en el que, preguntado por la preferencia de una dictadura de derechas, tipo Pinochet en Chile, frente a una comunista, y los beneficios económicos de una y la ruina de la otra, Vargas Llosa afirma que ambas son injustas, y que el precio que se paga en una por la prosperidad no compensa, nunca. La sociedad libre es la aspiración a la que debemos entregar nuestras fuerzas, no porque en ella se construirá un paraíso, que no existe, sino porque es el único espacio conocido en el que los ciudadanos, cada uno con su pensamiento, preferencias y aspiraciones, logran buscar y desarrollar su futuro sin ser oprimidos. No alcanzar, porque eso no depende de uno ni de los demás, pero sí buscar. Hay que huir de pontífices que venden utopías, cielos, comunas de paz, eras doradas y cosas por el estilo, coartadas para que un hombre fuerte y su camarilla se hagan con el poder. Tras renegar del marxismo y de toda idea de totalidad, Vargas Llosa sufre el desprecio de muchos de sus correligionarios, que lo tachan de traidor, pero es entonces cuando empieza a desarrollar el auténtico papel del intelectual, de el que habla de lo que sabe, y calla de lo que no, el que pondera argumentos, lee, critica, analiza, huye de frases hechas y, sobre todo, renuncia a la manada. El de aquel que, en la soledad de su pensamiento y lecturas, desarrolla un juicio propio sobre lo que sucede y descubre verdades parciales en muchos lugares, mentiras manifiestas en no pocos, y pocas certezas a las que asirse. En la estela de Montaigne, el primer ensayista, que se encerró en su torre con libros para tratar de entender lo que le rodeaba, Vargas Llosa escribió y, sobre todo, leyó como pocos, en abundancia y variedad, y desarrolló una ideología personal en la que el liberalismo fue el ancla que le permitió encontrar un puerto seguro. Puerto en el que no se dicta a los demás sobre cómo ser, sino que se les permite ser y se les conmina a dejar al resto que lo sean. Ese fue su credo, con c minúscula, sin fe, pero con convicción.

De entre sus ensayos, para mi destaca por encima de todos La llamada de la tribu, un compendio de sus lecturas y de la vida de pensadores liberales que le influyeron a lo largo de todos sus años, un perfecto repaso de trayectorias y de ideas con las que Vargas Llosa elabora un discurso en defensa de la libertad individual, las sociedades abiertas, los derechos de las personas y la necesidad de que la vida social en la que nos desarrollamos los humanos esté presidida por el respeto mutuo y la no imposición de un gobierno absoluto. Vargas Llosa fue un intelectual de verdad, de esos que no presumen de serlo, que no van de ello, que dudan. De ahí la valía de su discurso.

lunes, abril 14, 2025

Ha muerto Mario Vargas Llosa

Supongo que será manida la comparación, pero hoy, aniversario del hundimiento del Titanic, ha fallecido uno de los mayores escritores de la historia, en este caso en castellano. La levantarme y poner la tele me he encontrado con la desagradable noticia de la muerte de Mario Vargas Llosa, acaecida en Perú, donde se encontraba con toda su familia. A los 89 años, con una vida prolífica y larga, ha muerto rodeado de los suyos en la tierra que le vio nacer, que describió como nadie, y que será el lugar en el que sus cenizas reposen, tras ser incinerado por su expreso deseo. Las letras universales están de luto por una pérdida enorme.

En lo literario, Vargas Llosa lo ha sido todo, todo, todo. Fue parte del llamado boom latinoamericano, esa explosión de literatura y lenguaje que llegó del otro lado del charco con una frescura, imaginación y belleza que en España ya ni se podía imaginar. Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y el propio Vargas Llosa eran los estandartes de una generación de creadores que supieron renovar la forma de escribir y contaron con el éxito de la crítica y el público. Gracias al trabajo de Carmen Balcells, desde Barcelona, sus obras llegaron a nuestro país y el resto del mundo, y cambiaron la literatura en castellano. García Márquez fue el primero en ser reconocido con el Nobel, pero era Vargas Llosa el que iba desarrollando una carrera literaria más profunda. Menos centrado en el realismo mágico, sus novelas se centraban en retratar el Perú en el que había nacido, y la opresión que se vivía en el país por las dictaduras militares que lo regían. Vargas Llosa era literato, pero creyente en la libertad con la misma fuerza con la que la pasión de las letras le devoraba. Esto le hizo separarse de los popes ideológicos que servían de referente a muchos de sus correligionarios escritores, y le hizo apartarse de ellos. En las novelas de su primera etapa, con La ciudad y los perros, Conversaciones en la catedral o La casa verde, como grandes hitos, se muestra rudo, no ahorra dolor en las descripciones referidas a la arbitrariedad del poder y a cómo los ciudadanos, sometidos bajo él, degeneran para tratar de sobrevivir, adaptándose al miedo o dejándose llevar. Toda su obra tendrá como hilo conductor la defensa de la libertad y la denuncia de los dictadores, sea cual sea la presunta ideología en la que se envuelvan para tratar de encubrir su ansia infinita de poder. Candidato a las presidenciales de Perú, llegó a la segunda vuelta electoral, pero no logró salir elegido, y acabó escarmentado de la política activa. Tras ello, compaginó su labor de escritor con el desarrollo un activo papel como intelectual en defensa de sus ideas, con esa libertad como bandera. Articulista, ensayista, baluarte del liberalismo de corte anglosajón y abierto, huía de dogmatismos y era capaz de separar el polvo y la paja de la agria actualidad que le rodeaba. Residente en España desde hacía mucho, obtuvo la nacionalidad ya en los noventa y se convirtió en un personaje público de nuestra actualidad social. Sus novelas siguieron siendo excelentes, con Tiempos recios, o, especialmente, La fiesta del chivo, como cumbres absolutas de una labor literaria incansable. Abanderó causas políticas en nuestro país, como la inquebrantable defensa de las víctimas del terrorismo de ETA o la denuncia del procés catalán, siendo de los pocos valientes que, desde primera hora, se apuntó a la defensa de la democracia de nuestro país frente a los sediciosos que trataban de tumbarla. Creciente en edad y dudas, su figura creció de una manera enorme, y pese a que en los últimos tiempos más de uno le asoció a la prensa del corazón por la relación que tuvo con Isabel Preylser, su relevancia en el campo literario le consagró en todo el mundo. Recibió el Nobel en 2010 y fue miembro de la Real Academia Española y de la francesa, un honor compartido que, creo, nadie ha recibido nunca.

Hace un par de años se despidió de las páginas de la prensa, donde tenía una columna de opinión regular los domingos en El País. Su última novela, Le dedico mi silencio, era expresamente el final de su carrera como escritor de ficción, y dejó el mensaje de que estaba trabajando en un último ensayo sobre la vida de Sartre, uno de los grandes intelectuales del siglo XX, luz llena de oscuridad que en su momento le encandiló y que supo ver, con su clarividencia, las falacias que escondía tras su máscara de compromiso social. No se si ese trabajo verá la luz o no. Su obra es enorme y queda para siempre entre nosotros. Gracias por ella, y un sentido abrazo a los suyos por la pérdida de la persona que fue.

viernes, abril 11, 2025

Semana dura para trabajar en mercados

Mi trabajo tiene un elevado componente financiero. Me paso casi todo el día haciendo números que deben cuadrar, ajustarse, cumplir reglas, o respondiendo a peticiones de información. Hay picos y valles, últimamente pocos de los segundos, y la presión existe, creciente, como el número de jefes. Pero al menos tengo una suerte profunda, y es que los “clientes” no pierden dinero en la operativa del negocio en el que estoy. De hecho, no es un negocio, como no lo es todo lo que tiene que ver con la inversión pública, pero sí hay cifras rojas y negras, presupuestos sobrepasados y otros que no se cubren, imprevistos que requieren improvisación y cosas por el estilo.

Esta semana de auténtica locura financiera ha debido de ser una pesadilla para todos aquellos que trabajan en bolsas y mercados. Gestores, fondos de inversión, operadores de trading, los que actúan desde casa de manera autónoma buscando un margen diario…. Todos ellos están habitualmente sometidos a tensiones elevadas, porque su negocio es sacar el margen de una situación de riesgo que no controlan y garantizando los rendimientos de la inversión principal que les han depositado sus clientes. Supongo que en épocas de ascenso constantes, como las que hemos vivido, por ejemplo, en los años 2024 y 2023, la situación es más relajada. Bastaba una gestión pasiva replicando índices para obtener márgenes sustanciales que cubrieran los compromisos de los particulares que contrataban los productos y el resto sería ingreso extra para los que trabajan en el tinglado. Sendas tranquilas, modelos predictivos de comportamiento que se cumplen y sensación de control. Como una tranquila tarde de primavera. Pero, ay, siempre llegan las borrascas, como la de hoy, que alteran el panorama y lo revuelven. Se sabía que la llegada de Trump iba a provocar sacudidas en los mercados, pero pocos intuían lo disruptivo y necio que podía llegar a ser. Hoy, sin que hayamos llegado a los tres meses desde la jura de su mandato, todo está patas arriba, y en los mercados ni les cuento. Subidas y bajadas como las experimentadas estos días no las recoge ningún modelo de comportamiento, se escapan por completo de las distribuciones estadísticas normales y se acercan al extremo de sus colas, donde como si fueran puntos de singularidad, las reglas no se cumplen. Oscilaciones superiores al 5% en un día son burradas ante las que las operativas convencionales poco pueden hacer. Al segundo día de pérdidas exageradas es seguro que la avalancha de clientes llamando a sus gestores haya sido imparable. Teléfonos, correos, aplicaciones, mensajería de todo tipo… peticiones sin fin de clientes asustados que ven en las noticias como las cotizaciones se desploman y que sus ahorros pierden sin cesar. Los nervios son malos consejeros, peores en situaciones de miedo, pero se vuelven inevitables. Ya el pasado fin de semana, con los primeros derrumbes tras el orwelliano día de la liberación, la idea de pasar un par de días de descanso para muchos supongo que se convirtió en un sueño de verano, porque ahora ya los mercados pueden parar, pero las apps no. Gestoras de fondos que llevan patrimonios sustanciales, individuales o colectivos, que se relacionan en muchos casos con planes de ahorro en los que pensiones o figuras de semejante importancia están en juego, empezarían a sudar de lo lindo ante un panorama que se descontrola por completo. ¿Cómo afrontar esa presión? Imagino reuniones de urgencia en el pasado sábado o domingo, improvisadas en muchos casos, no presenciales, con ruido de fondo y sensación de ahogo ante un lunes que pintaba negro y resultó ser opaco. Histeria creciente, y cada vez más presión. A añadir a todo esto los patrimonios personales de los que trabajan en el sector, muchas veces invertidos también, y con ingresos dependientes de unas comisiones en función del rendimiento que se deben estar esfumando. Si algunas de ellas están comprometidas en planes a posteriori es probable que muchas de esos gastos futuros se empiecen a cancelar sin alternativa posible.

Y luego, claro, están los que operan por su cuenta, que se juegan sus propios ahorros y que se forran, es un decir, cuando las cosas van bien, y se pueden arruinar, y muy en serio, si todo va mal. Ahí habrá expertos en la materia, gente curtida con mayor o menor experiencia, junto a un montón de aficionados que han podido ver en el trading una forma de vida y que, tras años de subida, se enfrentan a una de las mayores montañas rusas, llena de dientes, de la historia bursátil moderna. Algunos, armados de un par de manuales y libros de autoayuda, se han lanzado de bruces contra una máquina que, cuando se pone a ello, pude destruir capital y esperanzas sin freno alguno. ¿Cómo se sobrelleva eso? Ni idea.

jueves, abril 10, 2025

El mercado doblega a Trump

Tuve que repetir varias veces la frase en inglés y, aún así, ese es mi nivel, tenía dudas sobre lo que realmente había dicho Trump. La traducción, común por todas partes, era esa expresión en la que uno se refiera a que le den besitos allá donde la espalda pierde el nombre. Semejante ordinariez, dicha en un acto en que él y la mayoría de los asistentes llevaban smoking es una excelente definición de la catadura moral del sujeto que nos produce desvelos con sus constantes necedades. Un ególatra narcisista hasta el extremo, y carente de cualquier educación. Si su madre viviera le daría una buena somanta de azotes todos los días por cómo se comporta.

Es por esa frase tan soez por lo que ayer por la noche varios titulares, nacionales e internacionales, se referían a cómo los mercados habían forzado al payaso presidencial a que les bese a ellos en esas partes no tan nobles. Tras varios días de revolcón bursátil, en el que el americano medio había perdido una buena parte de los ahorros acumulados en años pasados, y los millonarios que le han apoyado en su campaña cifraban sus pérdidas en decenas de miles de millones, Trump tuvo que salir para anunciar que suspende por noventa días los aranceles mal llamados recíprocos, manteniendo el 10% a todo el mundo. Esto se vio como lo que es, una primera gran rectificación del soberbio ante una de sus decisiones más estúpidas, forzada por los hechos. Las bolsas, al conocerlo, se dispararon, y el Nasdaq cerró ayer con una subida del 10%, que ni mucho menos supone recuperar todo lo perdido durante estos días, pero sí que disimula un poco el desastre. Falaz como pocos, Trump y su equipo se enorgullecían de la subida de las bolsas tras su decisión, anotándose el mérito, pero claro, los días pasados de debacle no eran culpa de sus decisiones, en otra muestra de falsedad profunda del grupo de energúmenos que, actualmente, gobierna los EEUU. El brillo del movimiento bursátil no fue capaz de ocultar otra de las gráficas a la que no quitan ojo los inversores, y que no es la que más aparece en los medios de comunicación. Y es, quizás, la más poderosa. Se trata de la cotización de la deuda soberana norteamericana, los “treasury”. Un país endeudado, EEUU lo es, tiene que colocar títulos de deuda en el mercado, es la manera de pedir prestado a los ahorradores, y paga por ellos un interés. Una vez colocado, el título suele cotizar en el mercado secundario y sube o baja de precio en función de todo lo que sucede en el mundo. Como la cuantía de lo que se paga por intereses en ese título está fijada desde su emisión, por eso se llama renta fija, variaciones en el valor de compra y venta del bono en el mercado secundario suponen alteraciones inversas en la rentabilidad del mismo, y eso condiciona los tipos a los que se van a colocar las siguientes emisiones y, con ello, el coste de endeudamiento de la nación. Si los tipos suben nos va a salir más caro pedir prestado, a nosotros, al Reino de España y a EEUU, y desde el cuatro de abril, el rendimiento del bono norteamericano a diez años había subido del 3,99% al 4,39%, una subida espectacular que se traduce en miles y miles de millones de coste adicional para el tesoro del país. Es lo que se vivió en España durante la crisis de deuda soberana, con la prima de riesgo disparada. EEUU juega con ventaja en este campo, porque el dólar sigue siendo la moneda de reserva global, pero la desastrosa política de Trump se está cargando la confianza en la economía del país, en su imagen y, también, en el dólar. El disparo de la rentabilidad de los bonos no podía sostenerse durante mucho más tiempo, y Trump ha tenido que rectificar, recular, esconderse. No lo dirá porque nunca jamás admitirá que es un necio, pero su fracaso ha sido total, y los mercados, esos a los que tanto se odiaba en el pasado por muchos, son los que han doblegado al émulo de dictador que se ha instalado en la Casa Blanca. ¡Vivan los mercados!

Pero no olvidemos que el 10% de arancel sigue vigente para todos, por lo que el daño, grave, no extremo, se va a seguir produciendo en el mercado global. Al único país al que le mantiene un arancel extra disparado, superior al 100%, es China, el único país en el mundo cuya economía tiene la dimensión y alternativas suficientes como para enfrentarse a la norteamericana. En lo que parece una reedición plena de la guerra fría, las hostilidades entre ambas naciones crecen de la mano de Trump y, aunque puede haber momentos de acuerdo, la ruptura de conexiones parece ser inevitable entre los dos gigantes. Y eso es un enrome problema geopolítico para todo el mundo. De momento, alegrémonos. Trump ha sufrido una primera derrota. Casi nos cuesta la ruina a todos.

miércoles, abril 09, 2025

Órdagos a la grande entre EEUU y China

Ayer fue un día de esos en los que la bolsa norteamericana es capaz de medir al instante la sensación del momento, como un termómetro perfecto de la fiebre que sufre la economía y política global. Empezó con un rebote muy intenso, de algo más del 4%, tras las debacles de los días pasados, pero fue perdiendo fuelle a medida que avanzaban las horas y entró en pérdidas a algo más de una hora del cierre, cayendo al final el SP un punto y medio. Pude leer que ayer fue el día con mayor recorrido en el índice de su historia entre máximos y mínimos. No se si es cierto, pero merece serlo.

¿Por qué ese comportamiento? La bajada se acentuó a medida que el locuaz, seré educado, Trump, mandaba mensajes en los que aseguraba que su teléfono no da abasto para atender las llamadas de todos aquellos que suplican negociar con él (besarle el culo, dijo literalmente el personaje) pero que no va a ser una negociación sencilla, porque va a exigir cosas más allá de los meros intercambios comerciales, como el pago por parte de Corea del Sur de los costes de las tropas norteamericanas que residen en su territorio. Pero el acelerón de pérdidas llegó cuando anunció que, como respuesta a la contestación china de imponer un arancel equivalente al sufrido, decidía duplicar la tasa a las importaciones chinas, subiendo la tarifa a un estratosférico 104%, lo que supone duplicar directamente los precios de los bienes que, procedentes de ese país, llegan a EEUU. China ya ha dicho que va a actuar de manera simétrica ante todo movimiento norteamericano, por lo que nos encontramos, ya, ante el juego planteado una y mil veces en el que dos contendientes corren uno contra otro, hasta un punto de colisión, hasta que uno de ellos se desvía para evitar el accidente. Las dos mayores economías del mundo, el mayo importador, EEUU, y el mayor exportador, China, empiezan a enfrentarse a cara de perro en el tema comercial, y comienzan a romper los vínculos que les unen y, en principio, disminuyen las probabilidades de que las disputas no escalen a otros niveles más allá del económico. Realmente, al juego del gallina, ese de los macarras que se amenazan, sólo pueden jugar los más fuertes, o los que creen que pueden ganar, y sólo un país, China, es capaz de disputar la preminencia global a EEUU en estos momentos, y está actuando realmente como un rival. En Beijing se hacen cálculos sobre el coste y beneficio de lo que está sucediendo, y saben que se arriesgan a perder mucho, porque el país está sumido en problemas económicos propios desde hace un tiempo, con la digestión de una burbuja inmobiliaria que no acaba de terminar, uns demanda interna que no responde, un conjunto de inversiones públicas tan aparatosas como, en muchos casos, innecesarias, y una rigidez gubernativa a la hora de dirigirlo todo que asfixia la innovación propia. Sin embargo, saben que tienen unas fortalezas que les permiten elevar la apuesta. Las redes que han tejido con otras naciones no occidentales les garantizan suministros de materias primas, especialmente agrarias y energéticas, sin recurrir a EEUU, el grado de tecnología propio y el uso de aplicaciones informáticas alejadas del ecosistema norteamericano les da una independencia en ese sentido que pocos países del mundo poseen, y su población está dispuesta a sacrificarse en el caso de que el régimen les venda, bastante fácil dada la actitud de Trump, que los problemas que puedan sufrir les vienen impuestos desde un exterior hostil. Recordemos que China es una dictadura de partido único y que el poder de Xi es inmenso, pero que el acuerdo tácito que mantiene la estabilidad del país se basa en un trueque en el que la sociedad acepta la ausencia de libertades a cambio de prosperidad. Los años complicados que vive la economía china desde el Covid y el endurecimiento del régimen de Xi han puesto en entredicho varias de las posibilidades de desarrollo chino, pero la presencia de un enemigo exterior, en forma de sujeto naranja, es ideal para el régimen y puede sacarle un gran partido en su propio beneficio.

Duplicar el coste de los productos chinos en EEUU supone, para el consumidor americano, un sablazo inmenso a su capacidad de compra, especialmente en productos como los tecnológicos o de ocio, y su pérdida potencial puede ser enorme. Wall Street volvió a decir ayer, a gritos, que la guerra de aranceles es una estupidez peligrosa que puede llevar a la recesión a las naciones y a la ruina a no pocos, pero el instigador de la misma, Trump, sigue ajeno a todo. Y de mientras los gigantes se pelean, los enanos, el resto, estamos cada vez más asustados y, sospecho, más cerca de la crisis económica. Ellos van a perder con los movimientos que están efectuando, al resto ni les cuento lo mal que nos va a ir.

martes, abril 08, 2025

Esa escena de El Brutalista

Comentó Rosa Belmonte, a la hora de hacer la crítica, que esa escena era la mejor de la historia en la que se muestra la estatua de la libertad desde la de El planeta de los simios, que es insuperable. En su momento, al verla, se me hizo fugaz, excesivamente acelerada, sin poder entrar en detalles. Luego, pensando en ella, empieza a adquirir sentido cuando una comprueba que es uno de esos fugaces pases el escogido para ilustrar el cartel de la película. Algo profundo nos quiere decir con esa escena, y el significado se va desvelando a lo largo del metraje, que visto en la actualidad diaria que nos absorbe, resulta evidente.

Llegar a Manhattan y contemplar la estatua de la libertad era uno de los mayore sueños que uno podía albergar cuando se embarcaba en la diáspora que lo trasladaba al otro lado del Atlántico. De Europa se huía, del hambre o de la persecución, de la intolerancia religiosa o política, de la opresión, de la ruina, de las empresas fracasadas que no se podían reconstruir, y América, los EEUU, eran la esperanza para muchos, que llegaban apenas con lo puesto y con ganas de intentarlo en el país de las oportunidades, un lugar salvaje y despiadado pero que te permitía hacer lo que quisieras y en el que podrías forrarte si las cosas iban bien. Manhattan era el sueño urbano dorado y la estatua la señal de haber llegado a un lugar de promisión, refugio y esperanza. Puede sonar muy ñoño, pero durante gran parte del siglo XIX y hasta mediados del XX así fue, los problemas surgían de Europa y EEUU era la solución. Un país vasto, de dimensiones continentales, con un gobierno estable y una amalgama de refugiados de todas las nacionalidades posibles en el que siempre existía una comunidad que podía acoger a uno más llegado de la vieja fábrica de problemas europea. Esa estatua es uno de los mitos más poderosos de occidente, una señal de que derechos y libertades de la persona, reconocidos y defendidos por la ley, están en la base de nuestras sociedades y que serán siempre lo que las distinga. Regalo de Francia a la nación norteamericana, representa un símbolo de unión entre las dos orillas de un océano enorme, pero que hemos venido a denominar charco para hacernos entender que es sólo un trozo de agua que separa dos realidades diferentes pero con un fondo común. Por eso, la manera en la que se muestra la estatua en la película, muy distinta a la habitual, resulta paradójica. El plano habitual es el contrapicado, en el que el inmigrante que llega a la bahía del Hudson contempla la corona de espinas y la antorcha a lo alto, desde su pequeñez, como si fuera la gran recepcionista que le da la bienvenida a la nación, e impide que las pesadillas que le hicieron viajar traspasen ese umbral. Pero en El Brutalista la estatua se muestra forzada, violentada. El protagonista sube aceleradamente desde el fondo del barco en el que se ha escapado del infierno nazi al grito de sus compañeros, que le indican que ahí está. La cámara se mueve violentamente ascendiendo las escaleras hasta las cubiertas superiores, con el ímpetu del desposeído que llega a destino, salimos al exterior… y la estatua se muestra inestable, torcida, tumbada, apuntando hacia abajo. Unos pocos fotogramas de luz escasa, como de día cubierto, y el símbolo no está quieto, apuntando al cielo, sino que pega tumbos, y se llega como a caer. No hay gloria alguna en esa escena, no se eleva a los altares ningún símbolo, sino más bien lo contrario, se le golpea, se le rebaja de su pedestal y se le asoma a una especie de abismo en el que corre el riesgo de ser destruido. Ya les digo que son apenas unos pocos segundos, es un pasaje acelerado en el que uno puede perderse detalles porque va todo demasiado deprisa, pero no existe nada similar a la llegada a una tierra prometida, sino más bien lo contrario. El protagonista abandona su pasado, pero el presente es un país enorme que se le hace ajeno y que empieza a ver bastante alejado de la idílica visión que albergaba en su interior. Pese a los éxitos que pueda alcanzar en su carrera, la hostilidad que le provoca la sociedad en la que ha caído no deja de crecer. Es una película en la que el sueño americano tiene mucho de pesadilla.

Una de las mayores fortalezas de EEUU ha sido su papel de lugar aspiracional, de seguir siendo una nación fundada por pioneros que albergaban una idea, no un espacio atado a una tradición secular. Esa ciudad sobre la colina a la que se refirió hace ya siglos John Winthrop como aspiración ideal de justicia y libertad, de civilización frente a la barbarie, de la nueva Jerusalén que se alza frente al barbarismo. EEUU ha cultivado ese sueño y millones de personas de todo el mundo lo han hecho propio, y han convertido a esa nación en la más rica, poderosa y deseada del mundo. Si la actual necedad destruye esa idea, el golpe a la nación, a su prosperidad y futuro puede ser devastador.

lunes, abril 07, 2025

Lizz Truss en EEUU

Quizás se hayan olvidado de Lizz Truss, efímera primera ministra del Reino Unido, que apenas ocupó su cargo unas semanas en medio del desastre del partido conservador tras la convulsa caída de Borish Johnson y la sucesión de supuestos liderazgos que se encadenaron ahí. Si no recuerdan quien es, no se preocupen, casi nadie lo hace. Eso sí, es un caso de estudio, no lo puedo hacer peor durante su ínfimo mandato, aunque puede vanagloriarse de ser la última en su cargo que saludó a Isabel II antes de fallecer. Lo más parecido a la inepta de Truss es Trump. Mira, por el nombre parecen primos.

Truss llegó al gobierno con la idea de implantar un programa ultraliberal, o eso decía. Encargó a su canciller del Tesoro, el responsable de economía, la elaboración de un presupuesto de emergencia que tenía dos líneas básicas; recortes de gastos y de impuestos. La presentación de ese proyecto, creo que llego a denominarse minibudget, no estoy seguro, causó una gran polvareda, porque los gastos que se reducían tenían un enorme componente social, mientras que los impuestos afectaban más a los tributos de las clases altas que a los de las medias y bajas. Una de las primeras cosas que se vio es que si bien el gasto era reducido en el medio plazo, los ingresos iban a caer rápidamente, lo que suponía un incremento notable del déficit público. Truss y su equipo eran conscientes de ello, pero vendían que eso serviría de estímulo a la economía al aumentar la capacidad de gasto de los británicos. En todo caso, y para cuadrar unas cuentas que presentaban un ya abultado déficit, que se iba a disparar con estas medidas, el minibudget recurría, oh sorpresa, a la deuda como vía para obtener ingresos y ajustar las cuentas. No hizo falta un análisis muy profundo para darse cuenta de que las cuentas presentadas eran más fantasiosas que reales, y que lo único seguro era el agujero fiscal que iban a producir, en una economía renqueante y que ya arrastraba, lo sigue haciendo, problemas muy serios. La respuesta de los mercados fue implacable, con caídas en la bolsa de Londres y en la libra, y disparo del rendimiento del bono británico, derivado de las ventas masivas de los mismos por parte de unos inversores que no tenían nada claro que los títulos que poseían fueran a ser lo sólidos que les dijeron en el pasado. La tensión financiera en Reino Unido se disparó a la misma velocidad a la que caía la credibilidad de Truss, y entonces empezó el episodio de la lechuga, en el que un periodista, creo, colgó un post en redes de una lechuga fresca de un supermercado augurando que el vegetal aguantaría más tiempo fuera del refrigerador en ese estado comestible que Truss como primera ministra. El vaticinio se cumplió, y Truss dimitió en medio de una tormenta financiera y política, con el Banco de Inglaterra desesperado tratando de calmar a unos mercados que abjuraban de todo lo que tuviera que ver con los bonos británicos. El experimento ultraliberal, una mala manera de definir una mala idea peor ejecutada, se saldó con otro equipo de dirigentes del partido conservador abrasado, un tumulto en los medios y la certeza de que la economía británica, como la del resto de países, no podía emprender experimentos alocados, a sabiendas de que le iban a salir muy caros. Las deudas crecientes de los estados y su financiación en los mercados globales les atan a un cierto nivel de ortodoxia del que no pueden salirse. Sino, las consecuencias son tan aparatosas para el político de turno como peligrosas para la salud financiera de la nació y sus activos. Tras aquello, el partido conservador escogió a un nuevo líder, Rishi Sunak, conservador tranquilo, que se encargó de llevar las riendas del país hasta las siguientes elecciones, que perdió estrepitosamente, sin realizar por el camino ningún disparate económico. Truss desapareció y su imagen quedó sumida en donde debe, en el ostracismo.

Hasta ahora, donde Trump ha resucitado esa manera desquiciada de gestionar la economía. EEUU es el país más poderoso del mundo, su economía es la mayor y su moneda actúa como activo de reserva global, por lo que puede hacer cosas que el resto del mundo ni imaginamos, pero el infinito no es posible, y decisiones como las del pasado miércoles, que tomadas por otra nación supondrían la destrucción de su economía y gobierno, al estilo Truss, pueden acarrear consecuencias económicas nefastas para todo el mundo, mucho más allá de lo que impliquen para la economía norteamericana, que sufrirá con ganas todas estas medidas irracionales. Ya podría largarse Trump como lo hizo Truss, pero no, eso no creo que vaya a suceder.

viernes, abril 04, 2025

Derrumbe global en las bolsas

Por gentileza de Donald Trump y de sus medidas psicóticas, ayer se vivió un día desastroso en los mercados financieros de todo el mundo. Las pérdidas viajaron de este a oeste, con la apertura de las bolsas asiáticas y se fueron extendiendo con el avance del Sol en los mercados europeos, con el Ibex como el índice que menos sufrió, con caídas de algo más del 1% frente a la media del 3% de sus hermanos de continente. La apertura de Wall Street fue sangrante y, poco a poco, empeoró, alcanzando al cierre caídas del 6% en el Nasdaq y del 4% en el SP. Ayer fue el peor día de la bolsa norteamericana desde los tiempos del Covid, para que se hagan una idea.

Ayer, probablemente, se rompieron cosas en el mercado, porque caídas de estas dimensiones generan consecuencias más allá de las pérdidas nominales de los activos. La sensación que se genera tras un día de estos puede ser de miedo puro, aunque muchas veces se diluye con el tiempo. En otras ocasiones se traduce en el deterioro de la economía real. ¿En qué escenario estamos? La probabilidad de lo segundo crece a medida que el mundo se enfrenta a la irracionalidad de la administración Trump y a sus decisiones psicóticas, basadas en venganzas, creencias y tonterías. Los aranceles propuestos, que entran mañana en vigor, van a dañar notablemente al comercio global, y las empresas más golpeadas serán las más internacionalizadas, muchas de ellas norteamericanas, que mantienen complejas redes de suministro y fabricación en el mundo. Nike, la de las zapatillas, se dejó ayer más de un 10% en el mercado. La afectación de los aranceles para ella es la misma que para el resto, pero es el típico caso en el que una medida de estas genera efectos expansivos. Nike diseña y comercializa sus zapatillas en EEUU, pero las fabrica en su práctica totalidad fuera, lo que le permite mantener unos costes competitivos y unos precios ajustados para el consumidor norteamericano. Una medida como la anunciada el martes supondrá, para ella, incrementos de costes no menores al 30%, dado que es en Asia donde produce principalmente. La alternativa para evitar los aranceles es fabricar en EEUU, como dicen los iluminados trumpistas, pero eso implicaría unos costes de inversión enormes, las fábricas no nacen del suelo tras la lluvia como si fueran hierba, y contratar trabajadores nacionales con sus sueldos, por lo que sus costes subirían muchísimo más del 30% que suponen los aranceles. Unas Nike producidas en EEUU con costes norteamericanos serían imposibles de vender en el mercado local norteamericano, porque la inmensa mayoría de la población no podría pagar los precios a los que tendrían que venderse para ser rentables. Pongan el sector que pongan, la situación es similar. Lo que Trump anunció el martes es la mayor subida de impuestos puesta en marcha en aquel país en los tiempos modernos, subida que se traduce en incremento de costes generalizados, ineficiencias, rupturas de cadenas, intentos subterráneos de elusión que generan corruptelas, alteraciones en las expectativas de los consumidores y empresas, incertidumbres, miedos y unas cuantas consecuencias más que son nefastas. El deseo que tiene el equipo de Trump de que la producción vuelva a su país y que sean autosuficientes en todo se define con una palabra, autarquía, de la que en España tenemos un recuerdo histórico, porque fue la principal guía económica durante los primeros tiempos de la dictadura franquista (por eso seguro que los de Vox la apoya). Evidentemente fracasó, porque es una idea irrealizable, y sólo sirvió para empeorar aún más el estado de la economía española, ya hecho polvo. Es una aspiración imposible. También lo intentó la URSS, y le fue igualmente mal.

Va a ser muy difícil revertir las políticas de Trump, su ceguera parece total, y curiosamente sólo unos días en los mercados como los de ayer podrían ser capaces de lograrlo. Las pérdidas que sufrieron los magnates de la tecnología en el día de ayer se pueden medir en miles y miles de millones. Ellos serían los únicos capaces de forzar la mano del desquiciado presidente. Si no es así, va a ser cada vez más difícil evitar que EEUU se encamine a una recesión y, tras él, nosotros y gran parte del mundo. El poner al volante a un pirado tiene consecuencias, y estamos a punto de sufrir un accidente económico grave, provocado, no por una causa ajena, sino directamente debido a la inmensa estupidez de la actual administración de EEUU.

jueves, abril 03, 2025

Trump contra el mundo

La puesta en escena del acto de ayer era la de las grandes ocasiones. En un Washington cubierto, sin lluvia, con algo de viento, la rosaleda de la Casa Blanca lucía como un auditorio al aire libre, en medio de flores y abundancia de banderas norteamericanas. Público congregado en sillas sobre el césped y un atril presidiéndolo todo, preparado para la llegada del hombre fuerte, mientras que las apuestas sobre lo que iba a anunciar se disparaban. Bueno, más que el qué, la cuantía de lo que promulgaría. Era la escenificación de lo que, orwellianamente, la presidencia del país había definido como “el día de la liberación”. El escritor, orgulloso y cabreado, se retorcería en su tumba si pudiera.

Casi una hora de discurso inconexo, mal dicho, lleno de mentiras, acusaciones, basura ideológica y ansias de venganza. Una comparecencia bochornosa en lo que lo peor no fueron las formas, sino el fondo. Acabó sacando Trump unos carteles enormes, que no eran el menú de las cafeterías cercanas, no, sino listas de naciones en las que, junto a su nombre, figuraban dos columnas de números. Una, en azul, representaba los aranceles que, según la locura naranja, sufren los productos norteamericanos en esas naciones. Datos falaces, empezando por los de la UE, ya que Trump considera que el IVA es un arancel que pagan los productos importados, cuando es un impuesto indirecto que soportan los consumidores intermedios y finales de todos los bienes y servicios que se producen en la UE. A la derecha del todo, en amarillo, el porcentaje de arancel que EEUU va a imponer a todos los productos que se importen de cada uno de los países de la tabla, aranceles que van desde el 36% que sufrirán los productos chinos hasta el 20% de los de la UE o el 17% de Israel, por poner dos ejemplos. Muchas de las naciones de la tierra figuran en esas nuevas tablas de la ley, pero no todas. Rusia es una de las que no aparece, y no es casualidad. Se supone que EEUU va a imponer un arancel mínimo del 10% a todo lo que se importe, y dado que Rusia tiene sanciones, alegó la Casa Blanca, no se le ha querido penalizar más, pero resulta sintomático, ya es casi un clásico, que el sujeto que preside aquella nación dedique toda clase de insultos a sus socios comerciales y de seguridad, como por ejemplo la UE; pero no sólo, y no diga una sola palabra en su casi una hora de soflama respecto a Rusia, nación a la que se siente atado de una manera casi amorosa. Otra tarde noche de diversión asegurada en el Kremlin ante la actuación de su ya mayor y más fiel aliado. El despliegue de tablas que empezó a circular anoche era enorme, con países y países enmarcados en cuadros en los que se impone un dolor innecesario al comercio global. Con su declaración a todo el mundo, con su insultante forma de dirigirse a él, Trump comenzó ayer una guerra comercial global destruyendo el sistema de acuerdos y tratados que ha llevado años crear y que se acabó configurando mediante organizaciones internacionales como el GATT o la OMC. Ayer Trump liquidó todo esto y decidió que él, que los EEU que él cree que representa, son una fuerza imperial que no debe respetar a nada y a nadie. En su discurso se dedicó a despotricar no sólo contra los demás, sino contra décadas de administración norteamericana, que han hecho de ese país el más rico y poderoso del mundo, y que según el magnate sólo han servido para que otras naciones se rían de las barras y estrellas y les expolien. El nivel de mentiras soeces que iba soltando Trump en su alocución era digno de una cutre barra de bar de la España profunda, pero no, las recitaba sin desparpajo un señor trajeado desde el mayor centro del poder del mundo, con un aire de soberbia que apenas era disimulado, sólo superado por el afán de venganza que reclamaba a todos los demás. El acto de ayer fue la constatación de que el Lord oscuro del Sith se ha hecho con las riendas de la república norteamericana y ha declarado la guerra al mundo.

Más allá de los vaivenes que sufran bolsas y mercados hoy y en los próximos días, estos aranceles van a suponer un freno a la economía global, un acelerón inflacionario, una disrupción en las cadenas de suministro, un coste generalizado y, probablemente, la vía que lleve a una recesión tanto en EEUU como en otras naciones. ¿Pueden cargarse el ciclo de crecimiento que vivimos desde hace años? Sospecho que sí. Lo que desde luego se van a cargar es la imagen de EEUU en el mundo, ese intangible que hace unos días comentaba respecto a Tesla. Ahora mismo en Washington rige un déspota que es nuestro enemigo, y va contra nosotros. Putin y compañía deben estar encantados, pero la inmensa mayoría del mundo está, desde ayer, bastante peor.

miércoles, abril 02, 2025

Le Pen, inhabilitada

Últimamente Francia se mueve a golpe de sentencias, muchas relacionadas con sordideces difíciles de imaginar, pero en este caso se trata de un caso vulgar de corrupción, de desvío de fondos de la UE para el beneficio de una formación política que las utiliza en su propio beneficio, malversación de las de toda la vida. El partido implicado y condenado por ello es el Frente Nacional, el movimiento que tanto aboga por el respeto a la ley y costumbres, que deben incorporar el hacerse con el dinero de todos para el uso particular. La condena incluye la inhabilitación de Marine Le Pen, la líder del partido, que no se ha lucrado personalmente, pero es responsable legal última de la formación.

Las elecciones presidenciales francesas son dentro de dos años, y ahora mismo Le Pen sería la apuesta más segura para poder relevar a Macron, que si no me equivoco no podrá presentarse. La condena, por cinco años, impediría a Marine acceder a esa carrera electoral y ha supuesto una conmoción política en el país vecino y, sospecho, un nuevo factor de división en la ya quebrada sociedad francesa. No tengo objeción alguna por el veredicto, que se fastidie Le Pen por las prácticas corruptas de su partido, pero me da miedo que esto sirva para movilizar aún más a los extremistas galos y que lo utilicen de bandera para exhibir un victimismo falso, hipócrita, destinado a enardecer a los propios y a erosionar las costuras del estado de derecho francés. La catarata de reacciones desde la extrema derecha francesa tras la sentencia, y el vocabulario utilizado, es idéntica a la que podemos escuchar en todos los países por parte de políticos delincuentes que ven como los jueces frenan su actos ilegales. Dictadura de los jueces, sometimiento de la voluntad popular a las togas, violación de la soberanía… un montón de frases altisonantes y huecas que da igual que las repita el sedicioso Puigdemoníaco, Sánchez refiriéndose a su mujer o hermano, Netanyahu, los seguidores de Le Pen o Trump. Todos dicen tener ideologías propias, muy distintas, opuestas, pero en el fondo son muy similares. Son sujetos que sólo aspiran a llegar al poder para ocuparlo y explotarlo en su beneficio, y consideran que el voto electoral les exime de toda responsabilidad pública. Para ellos la ley, eso que nos juzga a todos, no es sino un corsé que debe apretarse sin cesar a los ciudadanos normales, mientras que el Valhala en el que creen habitar todos estos sujetos debe estar ajeno a cualquier interferencia judicial. Si algún magistrado osa emprender una causa contra ellos será tachado instantáneamente de fascista o de woke, escoja usted el bando sectario al que quiera apuntarse, y a partir de ahí el intento de deslegitimación del estado de derecho será constante. En ocasiones esta banda de personajes logra sus más profundos deseos, y el caso del indeseable Puigdemont es uno de los más significativos, ya que se ha elaborado una ley para que él y sus secuaces queden impunes de todos los actos que realizaron durante el golpe separatista de 2017. El caso de Trump se acerca bastante, porque ha indultado a los golpistas que asaltaron el Capitolio en 2021 y, en la práctica, ha conseguido una inmunidad presidencial que avale todos sus actos, pasados y presentes. Varios jueces han impugnado algunos de los polémicos decretos que ha estipulado con su firma gruesa y agresiva, y la reacción de Trump, Musk y los suyos ha sido la de atacar a los jueces. Con un estilo y todo muy similar al empleado por la Ministra de Hacienda para destruir la presunción de inocencia, Trump y cía amenazan a magistrados de todo el país por hace su trabajo, y se niegan a acatar sus decisiones, en lo que no es sino una insubordinación del poder político ante el judicial, en un enfrentamiento profundo que amenaza con herir, veremos a ver con que nivel de gravedad, al estado de derecho, que es el que legitima la convivencia de nuestras sociedades. El camino emprendido por todo este tipo de líderes populistas es peligroso, y puede desembocar en escenarios oscuros, de impunidad y poder desmedido, que es lo que desean para ellos mismos.

Jordan Bardela, el delfín de Le Pen, ha llamado a movilizar a sus bases y ha reclamado manifestaciones en las calles, de apoyo a Marine y de repudio a la sentencia, mostrando una enorme irresponsabilidad. Las sentencias podrán gustar más o menos, pero se acatan y punto. Se recurren si no se comparten, y, cuando se acaba el recorrido judicial, no hay más que decir. Sacar a la calle a miles de personas en contra de una sentencia judicial es una manera de atacar directamente a los jueces, al procedimiento, a la ley. Es una manera de buscar la impunidad mediante el ejercicio de la amenaza. La situación política en Francia se va a envilecer aún más.

martes, abril 01, 2025

Morir en la mina

Todos nos quejamos, con demasiada frecuencia, de nuestro trabajo, de problemas de organización en él y de lo poco que se nos valora y, por supuesto, paga. Da igual el desempeño que uno realice o la organización en la que esté, las quejas son frecuentes, reiteradas. Es probable que todas ellas tengan una parte de razón, que haya situaciones realmente nefastas. También que, en muchos casos, ese disgusto es en parte pose para no asumir las propias culpas de la situación, o aún peor, la incapacidad para encontrar una respuesta a por qué no hacer nada para solucionar los problemas que se denuncian. Somos humanos, así es nuestra vida.

Mi padre era albañil de obra, de los que trabajaban haciendo suelos y paredes, y ya decía que los de los gremios que luego operan en la construcción de instalaciones en un edificio son señoritos, porque escayolistas, fontaneros, electricistas y demás trabajan con el techo hecho. Si llueve no se mojan, mientras que él y su cuadrilla tenían que levantar pilares y forjados, y si el día de izar encofrados para pilas se ponía a llover, o caía un sol de justicia, nada te cubría salvo el casco. Su imagen de los que trabajamos en oficina se la pueden imaginar, en un mundo en el que sólo el hecho de no sudar cuando se desempeña un trabajo era, para él y muchos otros, una muestra de privilegio inasumible y de, casi siempre, descaro. No, eso no es trabajar, repetía muchas veces. Alguna vez traté de explicarle que eso de la oficina sí era trabajo, pero también choqué pronto con la realidad de que hacer entender a alguien muchas de las cosas que hago en el día a día puede resultar frustrante, porque yo tampoco les encuentro lógica en ocasiones, así que no insistí demasiado. Era una batalla perdida y no tengo madera de héroe para inmolarme. Con mi madre tampoco lo he intentado. Pese a todo, mi padre sabía que su profesión, por dura que fuera, no era, ni mucho menos, la peor posible. La vida del agricultor o ganadero le parecía insufrible, con el único consuelo de poder estar al aire libre, pero trabajando sin cesar en un mundo hostil en el que o bien un ternero te da problemas y te deja la noche sin dormir o llega una tormenta que te destroza el sembrado al que has dedicado horas. La fábrica también la veía con malos ojos, por la rigidez de la sirena, que cuando yo era pequeño marcaba como un reloj el ritmo de entrada y salida de todo el pueblo. Entonces la fundición era lo más extendido en Elorrio, negocios rentables, con amplias carteras de pedidos, a veces con turnos extra de noche, pero cuyas principales labores se desarrollaban bajo techo en pabellones industriales oscuros, cerrados y llenos de polvo, junto a hornos donde el calor era insoportable, y coladas de hierro fundido en las que todo resultaba abrasivo y muy peligroso. Los accidentes leves eran comunes, y aún hoy la muerte en la fábrica es algo que, aunque sea esporádico, sucede, como pasó hace pocas semanas en una empresa de mi pueblo. La vida de los operarios de fundición era penosa, salían en muchas ocasiones del trabajo como de una mina, como de una mina, cubiertos de polvo oscuro, con ropas sucias, pieles ennegrecidas y la sensación de que no había ducha, ni la de la empresa ni la de casa, que pudiera limpiar todo aquello. Desde casa se veían numerosas chimeneas que expulsaban mierda a paladas, en volutas oscuras que subían al cielo cuando el aire era tranquilo o que formaban espesas nubes, muy respirables, cuando se daban procesos de inversión. El polvillo que escapaba de los hornos, y que los trabajadores respiraban a manos llenas, se repartía por todo el pueblo, se depositaba en coches, aceras y árboles, y llegaba al interior de las casas. Todos de críos lo respiramos, más o menos, y la contaminación que se ve ahora, aun siendo notable, no tiene mucho que ver con la de antaño. Las empresas que quedan se han modernizado y son más limpias. Quedan bastante menos empresas.

Los accidentes mineros eran comunes en ese pasado no tan remoto, y se repetían en televisión las escenas que, en Asturias y León principalmente, no sólo, provocaban la apertura de los informativos. Pueblos pequeños, oscuros, con muchas personas llorando a la boca de unos pozos que regurgitaban cadáveres junto al negro mineral que era la base de su existencia y negocio. Viudas, huérfanos, dolor y pena en un trabajo horrendo que resultaba inimaginable. Sospecho que mi padre agradecía ir a la obra cuando veía esas escenas, y las quejas sobre su trabajo, que conmigo no compartió, las diría mas bajitas, tras ver cómo esos pozos se volvían a cobrar su tributo en vidas. Ayer, marzo de 2025, volvió a morir gente, mucha gente, en una mina en Asturias.