jueves, abril 10, 2025

El mercado doblega a Trump

Tuve que repetir varias veces la frase en inglés y, aún así, ese es mi nivel, tenía dudas sobre lo que realmente había dicho Trump. La traducción, común por todas partes, era esa expresión en la que uno se refiera a que le den besitos allá donde la espalda pierde el nombre. Semejante ordinariez, dicha en un acto en que él y la mayoría de los asistentes llevaban smoking es una excelente definición de la catadura moral del sujeto que nos produce desvelos con sus constantes necedades. Un ególatra narcisista hasta el extremo, y carente de cualquier educación. Si su madre viviera le daría una buena somanta de azotes todos los días por cómo se comporta.

Es por esa frase tan soez por lo que ayer por la noche varios titulares, nacionales e internacionales, se referían a cómo los mercados habían forzado al payaso presidencial a que les bese a ellos en esas partes no tan nobles. Tras varios días de revolcón bursátil, en el que el americano medio había perdido una buena parte de los ahorros acumulados en años pasados, y los millonarios que le han apoyado en su campaña cifraban sus pérdidas en decenas de miles de millones, Trump tuvo que salir para anunciar que suspende por noventa días los aranceles mal llamados recíprocos, manteniendo el 10% a todo el mundo. Esto se vio como lo que es, una primera gran rectificación del soberbio ante una de sus decisiones más estúpidas, forzada por los hechos. Las bolsas, al conocerlo, se dispararon, y el Nasdaq cerró ayer con una subida del 10%, que ni mucho menos supone recuperar todo lo perdido durante estos días, pero sí que disimula un poco el desastre. Falaz como pocos, Trump y su equipo se enorgullecían de la subida de las bolsas tras su decisión, anotándose el mérito, pero claro, los días pasados de debacle no eran culpa de sus decisiones, en otra muestra de falsedad profunda del grupo de energúmenos que, actualmente, gobierna los EEUU. El brillo del movimiento bursátil no fue capaz de ocultar otra de las gráficas a la que no quitan ojo los inversores, y que no es la que más aparece en los medios de comunicación. Y es, quizás, la más poderosa. Se trata de la cotización de la deuda soberana norteamericana, los “treasury”. Un país endeudado, EEUU lo es, tiene que colocar títulos de deuda en el mercado, es la manera de pedir prestado a los ahorradores, y paga por ellos un interés. Una vez colocado, el título suele cotizar en el mercado secundario y sube o baja de precio en función de todo lo que sucede en el mundo. Como la cuantía de lo que se paga por intereses en ese título está fijada desde su emisión, por eso se llama renta fija, variaciones en el valor de compra y venta del bono en el mercado secundario suponen alteraciones inversas en la rentabilidad del mismo, y eso condiciona los tipos a los que se van a colocar las siguientes emisiones y, con ello, el coste de endeudamiento de la nación. Si los tipos suben nos va a salir más caro pedir prestado, a nosotros, al Reino de España y a EEUU, y desde el cuatro de abril, el rendimiento del bono norteamericano a diez años había subido del 3,99% al 4,39%, una subida espectacular que se traduce en miles y miles de millones de coste adicional para el tesoro del país. Es lo que se vivió en España durante la crisis de deuda soberana, con la prima de riesgo disparada. EEUU juega con ventaja en este campo, porque el dólar sigue siendo la moneda de reserva global, pero la desastrosa política de Trump se está cargando la confianza en la economía del país, en su imagen y, también, en el dólar. El disparo de la rentabilidad de los bonos no podía sostenerse durante mucho más tiempo, y Trump ha tenido que rectificar, recular, esconderse. No lo dirá porque nunca jamás admitirá que es un necio, pero su fracaso ha sido total, y los mercados, esos a los que tanto se odiaba en el pasado por muchos, son los que han doblegado al émulo de dictador que se ha instalado en la Casa Blanca. ¡Vivan los mercados!

Pero no olvidemos que el 10% de arancel sigue vigente para todos, por lo que el daño, grave, no extremo, se va a seguir produciendo en el mercado global. Al único país al que le mantiene un arancel extra disparado, superior al 100%, es China, el único país en el mundo cuya economía tiene la dimensión y alternativas suficientes como para enfrentarse a la norteamericana. En lo que parece una reedición plena de la guerra fría, las hostilidades entre ambas naciones crecen de la mano de Trump y, aunque puede haber momentos de acuerdo, la ruptura de conexiones parece ser inevitable entre los dos gigantes. Y eso es un enrome problema geopolítico para todo el mundo. De momento, alegrémonos. Trump ha sufrido una primera derrota. Casi nos cuesta la ruina a todos.

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