La actualidad produce noticias de interés a una velocidad mucho mayor de la que somos capaces de asimilar, por lo que ni les cuento sobre reflexionar al respecto. Además, hay noticias gordas, por importancia y recorrido, que opacan otras que son también muy relevantes. Todo lo que hace el desquiciado Trump llena titulares sin dejar sitio a muchos otros temas, y ahora mismo, lo relacionado con la muerte del Papa Francisco y el proceso de sucesión, tan estético como intrigante, apasionan a la audiencia. Súmenle un poco de la basura política de nuestra nación y tendrán un menú en el que cosas como las que les voy a comentar apenas logran espacio.
Y eso que es serio. Esta semana se ha producido un grave atentado en Cachemira, región al noroeste de India, partida en dos y administrada cada parte por India y Pakistán, que comparten ahí un buen pedazo de frontera. El ataque se ha producido en la parte india y ha causado la muerte a veintiséis personas, todos ellos turistas procedentes del resto de la nación hindú. Es uno de los mayores ataques registrados en años en esa zona y que hayan sufrido los nacionales indios. Las investigaciones sobre la autoría aún son preliminares, y es sabido que en esa zona abundan los movimientos nacionalistas que reclaman la autonomía de la región cachemir, pero los detenidos, por lo que por ahora ha contado el gobierno de Delhi, tienen bastante más relación con Pakistán que con los residentes en la propia región. Las relaciones entre ambos países nunca han sido muy buenas, y es necesario recordar que su mera existencia separada es fruto del convulso proceso de independencia indio respecto a la corona británica, cuando deja de ser una colonia, y acaban existiendo dos naciones, una musulmana y otra hindú, donde antes sólo existía un protectorado controlado por Londres. El actual gobierno de India, presidido por Modri tras su reelección, se ha mostrado como uno de los más nacionalistas de la historia del país, y ha ejercido una presión creciente contra todos aquellos que no sigan la confesión hindú, registrándose numerosos incidentes en los que, no sólo, pero sobre todo los musulmanes, han sido los perseguidos, con la complacencia de unas autoridades indias que miraban para otro lado y dejaban hacer. Tras el atentado, las declaraciones del gobierno de Delhi han subido mucho de tono y se han lanzado acusaciones muy graves contra las autoridades pakistanís, a las que se les acusa de haber instigado el atentado, con una retórica agresiva muy subida de tono. La respuesta de Islamabad no ha tardado en llegar, en un tono muy ofendido y con la intención de responder a cualquiera de las represalias que el gobierno de Delhi decida emprender. La palabra guerra ha sido pronunciada en ambos discursos, y eso ha hecho que más de un analista se haya mosqueado seriamente ante la posibilidad de que se produzca un conflicto abierto entre ambas naciones. Por ahora, la respuesta directa india ha consistido en la suspensión de todo tipo de intercambios comerciales entre ambas naciones, en un estilo que, sin duda, a Trump le gustaría, y ha roto todas las relaciones diplomáticas, expulsando a algunos de los miembros de la legación paquistaní en Delhi y cortando vínculos. Una de las acciones que ha emprendido es la movilización de los regimientos militares que se encuentran en la zona cachemir y, en una acción que es muy llamativa, está restringiendo los caudades del río Indo, que es el principal de Pakistán, pero que nace en la zona cachemir india. De las múltiples represas que lo regulan varias se encuentran en la zona india, y la orden del gobierno está siendo la de disminuir los caudales que bajan y derivar esas aguas a otras cuencas, en un ejercicio llamativo de extorsión hídrica en una zona en la que la aridez de las mesetas muy habitadas es paliada por los cauces de los grandes ríos que nacen en el entorno de la inmensa cordillera del Himalaya. Pakistán ha protestado enérgicamente ante esta acción india y amenaza con responder, sin que nadie tenga muy claro cómo.
¿Es posible una guerra entre ambas naciones? No sería la primera. Tras la partición de 1947, violenta, se han producido conflictos armados en 1965 y 1971, y la tensión siempre ha estado presente en la zona limítrofe. Ambos países son potencias nucleares, siendo Pakistán, por ahora, el único país musulmán en tener la bomba. Un enfrentamiento entre ambos ejércitos, aun por medios convencionales, puede tener una enorme repercusión en lo que hace a bajas y daños. No se si sucederá, pero el hecho de que la policía global que representaba EEUU esté en retirada abre la puerta, cada vez más, a que disputas locales acaben en lucha abierta, lo que es muy peligroso. Habrá que seguir con atención lo que allí pase, esperemos que la cosa no vaya a más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario