martes, abril 22, 2025

Francisco, Papa

Bergoglio llegó a Papa tras un momento rupturista de la iglesia, realmente revolucionario, mucho más acorde a ese término de lo que se está diciendo desde ayer para calificar su papado. Mer refiero a la renuncia de Ratzinger, de Benedicto XVI, que no pudo seguir adelante con su labor, pese a que aún le quedaba vida por delante. Sobrepasado por el deber y, muy probablemente, incapaz de doblegar las voluntades vaticanas que seguían viviendo ajenas a la iglesia, Ratzinger dimitió y provocó la convocatoria de un cónclave del que salió el primer Papa latinoamericano de la historia, el primero jesuita y el que adoptó el nombre de Francisco por vez primera.

Creo que se pueden distinguir dos papas Francisco, el religioso y el político. En el primer plano, el fundamental para los católicos, no ha sido un pontífice de doctrina, ni de estudio teológico, sino de gestos y mensajes. Ante el auge imparable de los evangélicos, y la ola de descreimiento global que afecta a la mayor parte de las religiones, el Vaticano optó por un Papa que volviera a las esencias del evangelio, a su mensaje más puro, queriendo ejemplificar la entrega y sumisión a Jesús, y sus enseñanzas referidas a los pobres y marginados. Muchos han sido los signos externos con los que Francisco ha querido quitar pompa al cargo de Papa, rebajando de paso el aura de los cardenales, que si están debajo de él no pueden comportarse como príncipes orgullosos con un Rey modesto. El Papa, no lo olvidemos, es un Rey absoluto en la iglesia, es un monarca elegido al que todo el mundo se presta a obedecer una vez proclamado, por lo que su estilo y guías de actuación resultan determinantes. La imagen de la iglesia como institución ha mejorado en lo social durante el reinado de Francisco, aunque no haya habido sustanciales cambios en lo profundo. El papel de la mujer y la presencia de los laicos sigue siendo menor, y no se ha producido un arrepentimiento colectivo de la institución eclesial en los casos de abusos de menores, de abusos de poder, que han aflorado por mucha diócesis a lo largo de los años. Francisco empezó con mucha fuerza en la imaginería popular pero, sea por la edad o por la imposibilidad de hacer lo que quería, ha ido perdiendo fuelle y ha acabado siendo una imagen algo aislada en el entorno de un Vaticano lleno de intrigas. Para las parroquias de base ha sido un revulsivo, porque los curas y demás podían enseñar a su jefe, él, como un ejemplo de entrega y servicio, pero eso no ha frenado la pérdida de vocaciones ni la de asistencia a los ritos, con una sociedad cada vez más desacralizada en lo que hace a las religiones oficiales. No carente de sentido de la trascendencia, pero incapaz de encontrarlo ya en el mensaje católico tradicional y en las estructuras organizadas en su entorno. Probablemente la actitud de Francisco haya contribuido a frenar algo el despoblamiento, pero no a revertirlo, y la demografía de las congregaciones, especialmente en occidente, sigue mostrando un envejecimiento acelerado. En muchas naciones el número de fieles de la iglesia cae sin cesar desde hace décadas, las nuevas generaciones no se ven seducidas por su mensaje y, pese a los intentos vaticanos, el papel del catolicismo en la vida diaria de las naciones es menguante. El hedonismo ha cubierto gran parte de las necesidades diarias de la población, y la iglesia sigue sumida en una crisis camino de ser existencial. La modernización de sus estructuras, que empieza a ser una necesidad acuciante, no ha podido ser llevada a cabo por Francisco, lo haya querido hacer o no.

En sus viajes apostólicos este Papa ha mostrado su preferencia por el mundo no occidental, lo que es bastante lógico, dado que es en esa parte del globo donde el número de fieles crece, y eso se ha reflejado también en el colegio cardenalicio, con presencia de una gran cantidad de miembros de naciones que muchos no serían capaces de encontrar en el mapa hace unas décadas. Su idea de viaje ha sido, también, la de testimonio de entrega a los pobres y desfavorecidos, algunas veces con mensajes muy críticos ante los gobiernos del mundo en cuestiones como la inmigración u otras, donde ha sembrado polémicas de todo tipo. Su papado no ha dejado indiferente a nadie.

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