Trump ha tenido un fin de semana intenso. En uno de los mensajes colgados en su red social anunció el sábado, por sorpresa, que India y Pakistán habían alcanzado un acuerdo para cesar en sus hostilidades, una tregua que paraba la escalada militar que se vivía en la zona. Lo hizo sin que no Delhi ni Karachi anunciaran nada por su parte, pero con el paso de las horas se pudo ver que, en efecto, el conflicto remitía. Entre acusaciones mutuas de haberlo violado, el alto el fuego se mantuvo el sábado y ayer domingo tampoco hubo escaramuzas significativas ni en la frontera ni en la disputada zona de Cachemira. Por ahora, el conato de guerra se contiene.
Lo cierto es que, desde el inicio de la operación Sindoor, lanzada por el gobierno indio, la escalada militar que se ha vivido en la región ha sido de las más intensas (y peligrosas) de los últimos años. La anunciada respuesta hindú consistió en un ataque combinado de drones, cohetes y aviones de combate, con muy poca presencia de tropas terrestres, con el objetivo de golpear tanto las infraestructuras terroristas pro pakistanís que se encontraban en la zona de Cachemira como posiciones militares ya en el interior de la propia Pakistán. La información que ha llegado de lo sucedido es confusa, como era de esperar, pero parece que el movimiento hindú ha sido de gran intensidad y efecto, y ha llegado a golpear algunas de las instalaciones pakistaníes relacionadas con el armamento nuclear que posee el país. En efecto, hay pruebas, que parecen fiables, que muestran daños significativos en naves industriales que se encuentran en las proximidades de algunos de los lugares desde los que Islamabad acumula su arsenal nuclear. De hecho, el acierto hindú en la búsqueda de estos objetivos parece que fue lo que puso muy nervioso al departamento de estado de EEUU, porque veía como lo que parecía una guerra regional acotada podía escalar a alta velocidad hacia algo mucho más serio en el caso de que Pakistán interpretase que su capacidad de disuasión nuclear había sido afectada. Con estas cosas no se juega, y el miedo ha sido el catalizador que ha forzado a la actualmente necia Casa Blanca a intervenir, buscando un alto el fuego que llevara a males mayores. Las fuentes indias hablan de algo más de un centenar de militares y terroristas pakistaníes muertos por sus ataques y de una decena de bases de entrenamiento seriamente dañadas, en lo que consideran un significativo golpe de castigo. Pakistán también afirma haber causado daños y bajas significativas a su vecino, aunque por la información que ha ido trascendiendo, confusa, sí parece que Delhi ha golpeado con más fuerza que Islamabad. Ambos contendientes han conseguido abatir algún avión enemigo y han mostrado poseer cohetes de precisión y drones atacantes efectivos, reiterando nuevamente la evolución de las tácticas de guerra militar que se han visto desde hace ya algunos años en Ucrania, con la presencia masiva de los drones para casi todo y la letalidad que ofrecen los sistemas de disparo de precisión, armas que son capaces de alcanzar sus objetivos de una manera tan quirúrgica como letal, creando un daño enorme para el bando que recibe sus impactos y no es capaz de neutralizarlos. Por su mayor tamaño en todos los sentidos, las capacidades militares indias son superiores a las pakistaníes, pero también, como se ha publicado estos días, su ejército acumula una amalgama de muy distintos fabricantes y orígenes, mientras que el pakistaní ha acabado más centrado en el aprovisionamiento de tecnología china, por lo que logísticamente lo tiene mejor para emprender operaciones de cualquier tipo. Ambos partieron en su momento de tecnología y plataformas soviéticas, pero sus capacidades de hoy en día están muy distanciadas de lo que, por ejemplo, muestra la Rusia de Putin, tanto en forma como en fondo. En estos días han dado una muestra de guerra moderna sin pisar el terreno opuesto, basada en lo que se denomina el intercambio de salvas.
¿Es este el fin de la crisis? Probablemente no, pero sí el punto álgido de tensión por el momento. Si las cosas son como parecen, India ha podido ser capaz de meter disuasión, miedo, a Pakistán, por la capacidad estratégica de sus ataques, y eso puede hacer que no se produzcan respuestas informales desde Islamabad en Cachemira por un tiempo. Obviamente ambas capitales presumen de haber sido las que han causado más bajas a su enemigo, pero, con las salvedades necesarias dada la confusión, parece que India ha ganado este asalto. No es probable una alteración de los equilibrios regionales, pero Delhi ha enseñado mucho músculo, y parece haber causado el miedo que buscaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario